En un mundo dominado por la inmediatez, las redes sociales, los hashtags y el reconocimiento social a partir de los likes y las views, existen formatos propios del siglo pasado que resisten el cambio de paradigma: el disco es uno de ellos. Si bien las ediciones son mayoritariamente virtuales, el álbum se sigue erigiendo como un elemento importante en el recorrido de cualquier artista.
Testimonio de la supervivencia y persistencia del disco es el sitio web La Canción del País que, desde 2015, recopila las producciones, tanto LP como EP, realizadas en la ciudad de Rosario. Bernardo Maison, más conocido como Perry, quien dirige el sitio y conduce el programa radial con el mismo nombre en Radio Universidad, ha construido a lo largo de siete años un gran archivo virtual que contiene las diversas y heterogéneas músicas rosarinas. La búsqueda, recopilación y el resguardo de todas las ediciones realizadas año tras años llevó a la construcción de un reservorio sonoro con impronta local, marcando las identidades existentes y contenidas dentro de la ciudad.
Desde el 2015 hasta el 2022 se formó un número importante de producciones: la página recopiló 1030 discos. El año con mayores ediciones fue el 2018 que contó con 194 LP seguido en segundo lugar por el 2017 con 152. Como describe Perry en una de sus notas anuales en La Canción del País, el promedio de discos editados por año en la ciudad ronda entre los 110 y los 130. Este listado de números y estadísticas muestra que los artistas rosarinos apuestan por la producción discográfica a pesar de parecer algo de otros tiempos.

“Hacer un álbum es muy distinto a publicar una canción suelta. Con un disco necesitas un ordenamiento, un concepto, una estética. Es un desafío de otra dimensión. Con la sucesiones de canciones sueltas, es decir con el sencillo o simple, pareciera que se intenta pescar la atención del público de manera recurrente. Esto tiene que ver con el consumo de la música actual, lo que termina influyendo en la elaboración” dice Bernardo, dando cuenta de las implicancias de la composición de un álbum. Sin querer quitarle mérito al simple, el director de La Canción del País remarca que el disco apunta a una búsqueda donde el desafío proviene de fabricar algo propio del siglo XX en un mundo abrumadoramente cambiante.
De todos modos, el disco también se aggiorna: en primer lugar, son producidos mayoritariamente para plataformas digitales. Por otro lado, los tiempos se acortan y los largos álbumes de quince canciones propios de la década de los 90 y principios de los 2000 dan paso a producciones más cortas, con siete u ocho temas por disco.
A partir de la compilación de los discos en la página web surgió la idea de crear Rosario Edita: premios locales para las producciones discográficas rosarinas. Organizadas en conjunto por la Municipalidad de Rosario y La Canción del País, las veladas de premiación funcionan como un espacio donde los artistas y los productores de la ciudad encuentran su trabajo valorizado y visibilizado. Los premios permiten el encuentro y el intercambio entre los artistas, rompiendo las barreras de los géneros musicales y los nichos, construyendo una comunidad reconocida en una identidad cultural rosarina. Desde el tango hasta el rock, pasando por el punk, la cumbia y el jazz, entre otros, los premios Rosario Edita contemplan una gran diversidad de géneros, como muestra del crisol musical de la ciudad.
Sin embargo hay una pregunta que surge irremediablemente: ¿se traduce esta gran producción discográfica en música en vivo y espacios culturales que la contengan? Ante la crítica común y estándar, Perry para la pelota: “el correlato de la cantidad de discos editados y el lugar que encuentra o no esa música para ser tocada en vivo es una pregunta histórica”. En este sentido, apunta que la disconformidad con respecto a la escasez de espacios disponibles para tocar es una constante que se verifica a través del tiempo. “El cierre de los espacios culturales imposibilita el trabajo, pero es un problema multicausal: el consumo del público, las modas musicales, los alcances y límites del mercado local, el rol de los medios de difusión y, por supuesto, qué papel juega el Estado en relación a esos espacios”.
En efecto son diversos los factores que influyen en la conformación de una escena musical rosarina. Por un lado, como remarca Perry, los privados apuestan según su conveniencia, y por otro los gustos cambian, las modas determinan qué escuchar y cómo y el consumo se diversifica.
“El Estado tiene un rol importantísimo, pero, a su vez, debe ser un actor más en el equilibrio de la escena. No puede ser todo gracias a o por culpa del Estado. Hay que pensar también el papel de las empresas, si brindan apoyo o no a la cultura local”, apunta. El Estado municipal mantiene una relación tensa y compleja con el sector cultural ya que “por un lado se le achaca el cierre de espacios, la falta de una ordenanza que potencie y regule el sector, pero, al mismo tiempo, uno ve que está presente en el apoyo y la creación de ciclos, festivales, entrega de subsidios, contrataciones a artistas y gestores, etcétera”.
Otro punto a considerar es el lugar del público en la ciudad. ¿Cómo actúa el público en Rosario? ¿En qué invierten a la hora de consumir cultural local? La situación económica también resulta determinante a la hora de pensar en las elecciones y consumos culturales de los rosarinos. Para Perry “hay que pensar cuántos son esos recursos disponibles y cómo impactan el sector cultural”
Si bien a veces el panorama pareciera ir cuesta arriba, considera que “hay salidas posibles” y la clave está en “pensar en el panorama completo, poder hacer un análisis de campo amplio, que contemple las variadas aristas que constituyen una escena cultural”. Más allá de las dificultades, Perry piensa que cada nicho tiene su pequeño circuito y que los artistas de los diversos géneros tienen su público seguidor. Algunos cuentan con más convocatoria cada vez que se presentan, y por lo tanto más facilidades, otros mueven un número menor de fieles. Los bares y espacios culturales a veces corren la misma suerte: algunos proyectos funcionan, convocan y traccionan. Otros pareciera que no terminan de convencer. La marea de los oyentes se mueve entre las calles de Rosario atravesando tiempo y espacio.

Por último y volviendo al principio: el gran archivo musical contenido en la página de La Canción del País, donde año tras años se suben los discos editados en la ciudad que mira al Paraná. “¿A qué sonó Rosario en el 2022?, le pregunta Suma Política a su creador.
“Rosario es una ciudad de rock —responde sin dudar—. Más allá del crecimiento y afianzamiento del hip hop y el trap en el consumo mundial, cosa que en Rosario también se nota, mayoritariamente los discos largos que se editan siguen siendo de rock, sigue predominando la canción, los cantautores. La idea de Rosario como ciudad del rock es un lema histórico. Lo que se puso en tela de juicio desde hace unos 20 años pongámosle, luego de la tragedia de Cromañon y con el cambio en la sensibilidad social de las últimas décadas, es lo que se hace o dice en nombre del rock, hubo ahí un agotamiento, en los comportamientos de los músicos varones, en la configuración de qué es vivir una vida de rockero, en ese imaginario se podría decir. Pero de todos modos en Rosario se sigue componiendo mucho rock, se hacen canciones bajo su influencia histórica. No me interesa discutir férreamente sobre qué es rock y qué no lo es. Lo que digo es que el rock es un género musical, un tipo de sonido, pero a la vez es una categoría cambiante según pasan los años, lo pienso de ese manera, como una corriente histórica que engloba a muchas de las músicas que se hacen en la ciudad: de los impulsos pop, indies, electrónicos, a los cantautores, pienso en las bandas de metal y punk también en ese universo. Desde ese marco es desde donde más se compone en Rosario. Es una tradición que comenzó en los años sesenta y que, con sus cambios, pervive hasta el presente. Por supuesto que la ciudad tiene también sus cultores de folklore, de jazz y de tango. Son estilos más acotados respecto a la edición de discos pero no menos importantes en su calidad estética”.
El sitio La Canción del País recopiló más de mil discos desde el 2015 creando un archivo musical rosarino, protegiendo y preservando la sonoridad local. La búsqueda exhaustiva mejoró con el tiempo, pero, sin embargo, por miedo a desatender perlas ocultas la página web convoca a los músicos que no hayan tenido presencia hasta ahora a contribuir al gran archivo colectivo subiendo sus producciones. La cultura rosarina se construye en comunidad.

