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Economía

¿Por qué Santa Fe es la capital de la bioeconomía y qué puede significar para el futuro?

La producción de trigo retrocederá un tercio con respecto al año pasado. El resultado final se estima en torno a los 15 millones de toneladas, con 400 mil hectáreas perdidas y un rinde promedio de 8 quintales inferior a la campaña previa. Santa Fe será una de las provincias que más sentirá los efectos de la sequía: tendrá un rinde de 26 quintales frente a los 39 quintales de la campaña anterior. La producción provincial rondará los 2,6 millones de toneladas, un 48 por ciento menos que el año pasado. 

La intensificación del conflicto en Ucrania implicará otra sacudida para el mercado de cereales, y las dificultades de los Estados Unidos para contener la inflación exigirán un mayor aumento de tasas por parte de la Reserva Federal, impulsando la recesión y extendiendo los efectos hacia todo el mundo. El cuadro se completa con los confinamientos persistentes en China, lo que tendrá consecuencias sobre su crecimiento, y la crisis energética europea. 

La siembra de maíz temprano dejó solo un 10 por ciento implantado en la zona núcleo. Es la superficie sembrada más baja en 6 años. Alrededor del 40 por ciento de esa superficie se pasará a la soja. Es decir, habrá peores resultados productivos, ambientales y económicos, con impactos directos sobre los bienes-salarios que componen la canasta de compras populares: pan, fideos, carnes y huevos, entre otros. 

El repunte económico tras el Covid-19 desató la mayor oleada inflacionaria a nivel global desde los ochentas. A partir de mediados del 2021 los países comenzaron a elevar sus tasas de interés. No son las bruscas subas de tasas de Paul Volcker a comienzos de los ochenta, pero son subas generalizadas de todos los bancos centrales. 

Las complicaciones en las cadenas de suministros y el cimbronazo de la guerra sobre el precio de la energía, los minerales, los fertilizantes y los cereales, fueron contundentes para modificar la configuración del mercado global. A pesar del nivel máximo de utilización de la capacidad instalada de la industria local, la economía nacional comienza a mostrar signos recesivos para el segundo semestre. Y el nuevo sistema importador hará su aporte a la desaceleración. 



La sede del futuro


Es en ese contexto que la Secretaría de Agricultura lanzó el programa Biodesarrollar con el objetivo de contribuir al avance de la bioeconomía. La Subsecretaría de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional, a cargo de Luis Contigiani, plantea un complemento del programa DesarrollAr y CoopAr, que promueven el agregado de valor regional y la industrialización de las cooperativas.  

Los lanzamientos tienen relevancia para la provincia en función del papel que Santa Fe cumple en el campo de las biotecnologías, los bioinsumos, biomateriales, bioenergía y el aprovechamiento de la biomasa. Ese rol protagónico tiene su reconocimiento con la realización de la primera Cumbre Federal de Bioeconomía, que se desarrolla en Rosario entre el 26 y 27 de octubre y reúne a lo más granado de la agroindustria y la ciencia. 

En el contexto actual, las posibilidades abiertas por la bioeconomía no solo son una oportunidad para aumentar la actividad en el segmento de más alta competitividad, sino que construyen un sendero de desarrollo con impactos certeros sobre la matriz insumo-producto en las distintas cadenas de valor nacionales. La bioeconomía representa el 17 por ciento del PBI e incorpora más de 27 productos y actividades industriales. 

Esto quiere decir un potencial para generar nuevos encadenamientos con capacidad de fortalecer el vínculo entre las industrias “urbanas” y el agro. Lejos de ser un tema que solo incumba al “campo”, lo paradójico es que los principales beneficios diagonales de la bioeconomía son para las industrias “tradicionales” mercadointernistas de baja productividad y dependientes de insumos importados. De la biomasa a las fábricas se puede romper uno de los principales techos al crecimiento.



Las primeras de todas las necesidades


La primera actividad de la Cumbre fue la presentación del Hub Bio Santa Fe, centro global de las ciencias de la vida. La biotecnología es el sector de mayor crecimiento y dinamismo global, con foco en agro, salud, cosmética, materiales y alimentos. En la Argentina hay más de 200 empresas biotecnológicas con casi tres mil investigadores dedicados a la bioeconomía. El desarrollo provincial en el área permite generar propiedad intelectual, que es otra forma de exportar activos intangibles y promover la usina de talentos en universidades, aceleradoras, incubadoras y redes de empresas que exportan soluciones al mundo. 

Las posibilidades de la bioeconomía para Santa Fe implican un tendido de relaciones productivas a nivel federal con una perspectiva de las tendencias globales y el reconocimiento de las oportunidades emergentes que se concretan en temas de la agenda estratégica como la innovación y el fondo SF500, la vía navegable del Paraná, la Mesa de Energía de la Región Centro o las acciones en los Bajos Submeridionales.

Pero hay un nivel mucho más inmediato. Los desafíos de la bioeconomía no son abstracciones ni forman parte de preocupaciones corridas del interés cotidiano, sino que están relacionados a las urgencias de todos los días. Cuando se habla de lograr avances en la sostenibilidad de la producción agroalimentaria y agroindustrial, fomentar la industrialización de la ruralidad y el agregado de valor en origen, se hace referencia a mayores y mejores capacidades en la producción de alimentos y energía. Es decir, la base real de cualquier problema económico. 


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