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Economía

Qué deja el 2021 para el campo: en busca de una salida a la pandemia

Con el pago reciente al FMI la acumulación de reservas durante el año será nula. Los 77.000 millones de dólares de exportaciones reafirman la delicadeza de un escenario donde la dependencia de las agroexportaciones cubre de una pátina grotesca los enfrentamientos dialécticos. Casi la mitad del superávit comercial de 15 mil millones de dólares se explica por la mejora de precios de los productos agroindustriales. La paradoja es notoria: las ventas del agro, a la vez que permiten la flotación de la economía argentina, dan fundamento a los principales conflictos políticos. 

Con convocatorias en Wheelwright, Cañada de Gómez y San Nicolás, una fracción de productores arrancará enero protestando por la brecha cambiaria, el aumento de insumos y los cupos de exportación, mientras el gobierno intenta cerrar la reestructuración de la deuda. En las últimas semanas, el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, anunció el Plan GanAr 2022-2023, con el objetivo de normalizar las exportaciones, aumentar la producción, preservar los cortes de consumo popular para el mercado interno y extender una tregua con el sector. 

El panorama muestra signos positivos. Este año rotó la tendencia productiva hacia la recría pastoril a partir de los altos valores del ternero y del maíz, y se incrementó el peso de terminación de los animales de 226 a 230 kilos por cabeza de ganado. Esto redujo transitoriamente la oferta, pero supone un aumento de la producción en el mediano plazo. A su vez, el precio de la vaca de descarte incentiva las ventas y genera un mejoramiento indirecto de los índices reproductivos. Sin mermas de stock, el 2022 asoma como un año con mayor producción, oferta y exportaciones. 

En cuanto al consumo, la problemática tiene sus bemoles. Si bien es cierto que la carne vacuna disminuyó su participación en la dieta nacional, el nivel general de proteína animal se mantiene estable en torno a los 110 kilos por habitante al año. Esto se explica por el efecto sustitución, dado que el aumento de los precios relativos de la carne de vaca y el impulso en la producción de las otras carnes llevó a que la ingesta de cerdo y aves crezca durante los últimos años al ritmo de la pérdida de ingresos de la población. 

Lo que las restricciones del 2021 dejan en claro es la necesidad de salir del laberinto que circunscribe la agroindustria a una serie reducida de actividades vinculadas a la producción de alimentos. El mundo del agro incorpora encadenamientos productivos que abarcan materiales para la industria, distintos tipos de insumos, bioenergías y una amplitud de servicios ecosistémicos. De esta forma, las cadenas agroindustriales conforman un poliedro de actividades productivas que constituyen un pilar de acumulación que elimina el fundamento empírico de los antagonismos políticos.  

Sin embargo, aún subsisten reparos sobre la viabilidad de usar los recursos naturales como móvil de procesos de industrialización al plantear un aparente bajo poder multiplicador, su anomia tecnológica y la escasa generación de empleo. Esas perspectivas dejan de lado el alto grado de integración comunitaria y la velocidad en la asunción de tecnologías de mejoramiento con repercusiones sobre el resto de la sociedad. Con un 2022 donde la incertidumbre climática asediará y la potencial suba de tasas de la Reserva Federal impactará en las materias primas reduciendo el diferencial de precio que benefició las ventas argentinas de este año, el objetivo debería ser una transición efectiva aprovechando la convergencia de tecnologías informáticas y biológicas que permiten la apertura de senderos económicos alternativos a los basados en el uso masivo de las energías fósiles y materiales inertes. 

¿Un nuevo patrón de desarrollo?

Los principales mercados para los productos argentinos fueron Brasil, India, Chile, Estados Unidos, China, Vietnam, Países Bajos, Perú, Argelia e Indonesia, que acumularon el 57,7 % del total de ventas externas. La bioeconomía como eje de una estrategia para ampliar la base de acumulación a través de la inserción en el mercado internacional, implica además dar respuestas concretas a la generación de empleo privado sobre bases competitivas sólidas y probadas. Con paridad en el Congreso, las sesiones extraordinarias del verano tienen a las leyes de Agroindustria e Hidrocarburos en su agenda. Es la primera prueba del año para superar las diferencias que obstaculizan el menor avance. 

Los modelos con elevado uso de energías fósiles e industrialización pesada no lograron establecer una industria de base no agropecuaria competitiva ni cambiar sustancialmente la canasta de las exportaciones, que siguen dependiendo de la evolución del sector agroalimentario y de las oscilaciones y restricciones globales. En la Argentina hay un núcleo de producciones primarias con una primera etapa industrial exportable. Pero faltan explorar y desarrollar una gran cantidad de actividades. En el caso ganadero, existen subproductos como las grasas, los sebos, la sangre y los jugos biliares que son bases de materia prima industrial para un nuevo patrón de acumulación del siglo XXI. 

Con paridad en el Congreso, las sesiones extraordinarias tienen a las leyes de Agroindustria e Hidrocarburos en su agenda. Es la primera prueba del año para superar las diferencias que obstaculizan el menor avance

Los emprendimientos sustentados en la bioeconomía son de menor escala y con ecosistemas empresarios más equilibrados. Cuentan con menores costos de transporte de la energía y con desarrollos regionales y locales cercanos a las fuentes de abastecimiento de biomasa. Estos complejos garantizan la oferta de energía y sientan las bases para el desarrollo de industrias adicionales de subproductos y desperdicios. La “biologización” de la economía permite replantear los vínculos entre la agricultura, la industria y los servicios, y se sostiene en un patrón estratégico de relaciones de insumo-producto intersectoriales. 

Las últimas décadas estuvieron marcadas por el auge de la agricultura basada en paquetes tecnológicos y modelos de negocios que atrajeron inversiones según el dinamismo internacional. Se consolidó el complejo oleaginoso y, en los últimos años, el maicero. También hubo un impulso de las economías regionales en actividades como limones, maní o vinos. Desde 2015 la ganadería recuperó niveles de producción y ventas externas. Pero lo más relevante fue la comprensión de la cadena en un marco de actividades captadoras y transformadoras de biomasa con una lógica de industrialización en circuitos circulares para devolver al ambiente el máximo posible de los recursos obtenidos. En Santa Fe hay ejemplos de estas experiencias que aprovechan las ventajas naturales, la calidad educativa y los avances científicos y tecnológicos.

Economistas del Banco Mundial como Indermit Gill y Homi Kharas plantean que, tras la reducción de los aranceles a nivel global y el auge del comercio internacional, los países de ingresos medios no pudieron competir por precio con los países de menores ingresos que aprovecharon el bajo costo de la mano de obra, ni tampoco por valor agregado con los de mayores ingresos debido a la falta de tecnología y calidad de sus productos. La “trampa de los ingresos medios” implica un crecimiento rápido apalancado por salarios bajos, introducción de tecnologías básicas y oportunidades de inversión, hasta que esos factores se agotan, salvo que se desarrollen nuevas fuentes para sostener el crecimiento.

Un triángulo de sustentabilidad

El 2022 asoma con la atención puesta en el déficit fiscal, la proyección de crecimiento y la evolución de las reservas del Banco Central. En los tres ítems el campo es protagonista. Y el desafío impone un triángulo de sustentabilidad: económica, ecológica y social. Argentina cuenta con dotaciones de biomasa, desarrollo en biotecnología, capital humano y una demanda internacional dinámica. Una reescritura de los términos de inserción en el mundo permitirá dar respuestas concretas a la pospandemia. El país puede acceder tempranamente y quedar puntero en el nuevo esquema de desarrollo industrial. O puede dilatarse en un empate político como una entropía interminable que nunca llega al equilibrio. 

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