Roberto Rosúa, autoridad y visión


Ángel Enzo Baltuzzi
Corría el año 1999 y Roberto Rosúa —a quien hoy despedimos entrañablemente— era ministro de Gobierno durante la Gobernación del ingeniero Jorge Obeid, en tanto que yo era presidente de la Empresa Provincial de la Energía (EPE).
Un día pedí el listado de los diez deudores más importantes de la EPE. A la cabeza aparecía la empresa Fabricaciones Militares, a cuyo cargo habían funcionado durante años las fábricas “Domingo Matheu” de Rosario y la de Fray Luis Beltrán, sin pagar ambas un céntimo de la cuenta de energía, que por entonces ascendía a una suma cercana a los siete millones de dólares.
Fabricaciones Militares estaba virtualmente en liquidación e intervenida por un funcionario de apellido Belesci. Por mi parte, decidido a cobrar a los grandes deudores de la EPE, llamé al gerente comercial de esta empresa y di la orden de corte de la energía si Fabricaciones Militares no solucionaba el tema en treinta días. Si bien la Fábrica “Domingo Matheu” había dejado de operar hacía tiempo, la de Fray Luis Beltrán seguía funcionando.
Ante la notificación de lo dispuesto a la sede de Fabricaciones Militares en Buenos Aires, me llamó inmediatamente el interventor Belesci explicándome que no tenían ningún recurso para afrontar la deuda y pidiendo clemencia. Le dije que la EPE no tenía generación propia de energía y que debía pagar la compra mayorista de la misma todos los meses y que, en consecuencia, si por lo menos no pagaban en forma inmediata el 20 por ciento de la deuda y formalizaban un plan por el resto, procederíamos al corte.
Es allí donde aparece una opción que lo va a involucrar al doctor Roberto Rosúa. El interventor me dijo que tenían en venta, algo que se había publicado por distintos medios, las treinta hectáreas, con sus instalaciones, de la ex fábrica “Domingo Matheu”, y que si le sumábamos la condonación de otros impuestos (también incobrables) que debían a la Provincia, consideraría darnos en pago tan valioso inmueble.
Inmediatamente de cortar con el interventor llamé a Roberto Rosúa y le dije, explicándole la oferta que acababa de recibir: “¿Qué te parece Roberto ese predio, amurallado y con buenas instalaciones, para instalar allí a la Policía?”. Contestó en el acto y de modo ejecutivo, como era su estilo: “Me parece una brillante idea. Ya hablo con el Turco (por el gobernador Obeid)”.
No había pasado ni media hora y me llama el ministro Rosúa y me dice: “Metele para adelante”. Era un día jueves. El martes estaba aterrizando en Santa Fe el interventor Belesci con su jefe de legales y otro funcionario, con toda la documentación.
Ese mismo día, trabajando toda la jornada, confeccionamos el convenio que liberaba a Fabricaciones Militares de las deudas y transfería, a cambio, el predio a la Provincia. Así fue esta historia que se resolvió en una semana. En horas de la tarde nos trasladamos de la sede de la EPE a la Casa de Gobierno y el interventor, el gobernador Obeid y yo firmamos el convenio. A partir de ese mismo día teníamos posesión del predio. Un tiempo después se firmó la escritura.
A partir de allí Rosúa fue una aplanadora. Contra la resistencia de buena parte de la plana mayor de la Policía, que se oponía a irse de un lugar tan estratégico y señorial como el palacio de calle Santa Fe y Dorrego, dispuso el traslado de la Policía de Rosario al nuevo y espacioso predio de la calle Ovidio Lagos, apenas pudo hacer conectar los servicios esenciales, entre ellos el gas que estaba interrumpido.
Algunas dependencias quedaron todavía por varios meses en el viejo edificio de Jefatura, pero finalmente el traslado terminó completándose cuando yo mismo tuve que suceder en el Ministerio de Gobierno al gran Roberto Rosúa.
La ciudad de Rosario, con este hecho pocas veces relatado, pudo despejar una zona estratégica de la ciudad y ganar una importante sede local del gobierno provincial que hoy luce espléndida. Se desactivó también la antigua alcaidía, que era una verdadera cárcel en el corazón de Rosario y a pocos metros de donde atendía el gobernador.
Por su parte, la Unidad Regional II de la Policía de Santa Fe se instaló en un predio extenso y amurallado, con condiciones de seguridad y salida rápida a la avenida de Circunvalación por Ovidio Lagos y por Uriburu.
En tiempos sucesivos se fueron completando las distintas instalaciones (con estacionamientos, división Caballería, división Perros, etc.) y, ya en mi gestión de ministro, en un convenio con el entonces intendente de Rosario, Hermes Binner, pudimos abrir la avenida Francia, atravesando las treinta hectáreas de ese complejo, una obra muy deseada por el barrio, que cambiaba por completo la circulación en la zona.
He querido relatar hoy este hecho en homenaje a quien fue tres veces, y nada menos que por más de diez años, ministro de Gobierno de la Provincia de Santa Fe, el doctor Roberto Rosúa, cuando ese ministerio era lo que después, durante la gestión socialista, se dividió en tres ministerios, con muchísimos más funcionarios y resultados mucho peores.
La personalidad y la ejecutividad de Rosúa y la decisión instantánea del gobernador Obeid y de la conducción de la EPE le dieron a Rosario una nueva y gran Jefatura de Policía y una señorial sede del Gobierno provincial.
Ojalá la clase política vuelva a producir hombres de la talla, la autoridad y la visión del gran dirigente que, con mucho pesar, hoy despedimos.

