Andaba sola por el campo y decía que era de Rosario. La situación resultó lo suficientemente extraña para que un vecino llamara a la policía. Así fue detenida en la madrugada del sábado, en un paraje rural del departamento Goya, en la provincia de Corrientes, Micaela Soledad Gómez, la mujer buscada por el asesinato de Jorge Gueglio.
Gómez fue ubicada en el paraje Manantiales, cerca del límite con la provincia de Santa Fe. Llevaba unos días en la zona y al ser detenida no tenía más que lo puesto. Los policías de la Unidad de Seguridad Rural y Ecológica de Goya descubrieron el pedido de captura por el homicidio, vigente desde el 19 de octubre, al chequear sus datos en el Sistema Federal de Comunicaciones Policiales.
El gobierno de la provincia ofrecía 8 millones de recompensa por datos que pudieran ubicar a la fugitiva. Gómez, de 30 años, sería la viuda negra que en la noche del 15 de octubre de 2024 asesinó a Jorge Alberto Gueglio de siete puñaladas en su casa, en el centro de Rosario.
El vecino que delató a la mujer no sabía nada de la recompensa. No obstante, el ofrecimiento reforzó la difusión de la búsqueda y el martes pasado el gobernador Maximiliano Pullaro presentó un programa de recompensas para todos los homicidios cometidos en la provincia de Santa Fe desde 2014 hasta la actualidad.
“Se habilitará un correo electrónico (recompensas@mpa.santafe.gov.ar) a través del cual vamos a recepcionar la información. Los fiscales corroborarán la relevancia y credibilidad de la información y si es útil para la investigación se informará al Ministerio de Justicia y Seguridad para la efectivización de la recompensa”, explicó la fiscal general del Ministerio Público de la Acusación, María Cecilia Vranicich. Los informantes tendrán asegurada la reserva de su identidad.


La telaraña
Jorge Alberto Gueglio tenía 75 años y fue hallado por su hija al día siguiente del crimen. El hombre yacía en el dormitorio de su casa de Santa Fe 1247, tercer piso departamento A; le faltaban la billetera, el celular y las llaves. Los vecinos no escucharon ningún ruido, pero cámaras de vigilancia relevadas por la fiscalía de Rosario registraron su ingreso al edificio en compañía de una mujer.
Las imágenes también permitieron observar otro detalle: la mujer en cuestión tomó precauciones para no quedar capturada en las cámaras de vigilancia. “Se la ve muy bicha, porque no sale toda la cara directamente. Cuando pasa frente al visor, tanto cuando entra como cuando sale del edificio, se tapa la cabeza con una capucha. No obstante pudimos mejorar la imagen y obtener un biotipo”, apunta un investigador.
Sobre esa base, y con otras averiguaciones, la fiscal de la Unidad de Homicidios Dolosos María de los Ángeles Granato identificó a Micaela Gómez como la viuda negra ahora prófuga de la Justicia. La expresión desvaída que la mujer luce en la fotografía difundida para su búsqueda no se compadece con el imaginario de sensualidad que rodea a una viuda negra, pero este personaje no suele ser más que una representación para ganar la confianza de las víctimas y robar sus valores o lo que haya a mano.
Gueglio no fue drogado, como suelen hacer las viudas negras para anular la resistencia de las víctimas. Las circunstancias en que el encuentro derivó en el crimen todavía no fueron determinadas.
Las viudas negras suelen tener cómplices o formar parejas criminales donde la mujer seduce a la víctima y el hombre se ocupa del robo y de la violencia. Ese fue el caso de Tania Natalia García y Sergio Omar Villegas, condenados a prisión perpetua por el asesinato del comerciante Máximo José Benítez, perpetrado el 7 de febrero de 2020 en un departamento de Montevideo al 1400. En el caso actual, Gómez habría ingresado sola al edificio donde vivía Gueglio; pero recibió ayuda para ocultarse, escapar y asegurar los beneficios del robo.
Gustavo Francisco Núñez tiene 52 años, vive en Gustavo Cochet al 7700 (cuatro cuadras pasando la Avenida de Circunvalación, hacia Funes) y fue el cómplice que aseguró la fuga de Gómez, según la fiscalía. Las pruebas en su contra, esgrimidas en la audiencia del 29 de noviembre donde fue imputado por encubrimiento: habló con Gómez por teléfono la noche del crimen; refugió a la viuda negra entre el 20 y el 24 de octubre y entre el 25 de octubre y el 8 de noviembre; envió el dinero robado a Gueglio y otras pertenencias al domicilio de un familiar de la mujer. Nuñez se encuentra en prisión preventiva hasta el 23 de mayo.
Hombres solos, víctimas dobles
En el transcurso del año pasado hubo noventa homicidios dolosos en el departamento Rosario. Según el Observatorio de Seguridad Pública, cuatro de cada diez crímenes se produjeron en un contexto de criminalidad organizada y economías ilegales y uno de cada diez en el marco de un robo. El de Gueglio fue el único cometido por una viuda negra.
En Buenos Aires, las viudas negras representan una modalidad delictiva tan frecuente que en agosto de 2024 la embajada de Estados Unidos difundió un comunicado con recomendaciones de prevención: “Evite dejar comida o bebidas desatendidas en un bar o restaurante y rechace las ofertas de algo para comer o beber de un extraño. Sea cauteloso antes de invitar a personas a su hotel o residencia”. Las mujeres que contactan a las víctimas en bares, clubes nocturnos y aplicaciones de citas son en realidad la cara visible de grupos organizados y dirigidos por hombres.
En Rosario los casos son mucho menos frecuentes, pero suelen perdurar como hitos de la historia criminal por la violencia con que se cometen o porque no son aclarados, como sucedió con el asesinato del contador Luis De Isla o con la saga criminal atribuida a Eva Leonor García, la ex azafata e informante policial que tuvo una trayectoria internacional en el delito, fue detenida por última vez en Rosario en 2012 y resultó condenada por el homicidio de un comerciante de 77 años del barrio porteño de Recoleta.
Como Jorge Gueglio, como Máximo Benítez, el contador De Isla vivía solo. Tenía 48 años, había sido secretario de Hacienda en San Lorenzo y trabajaba como docente en la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Abierta Interamericana. Acababa de separarse y en la noche previa a su cumpleaños, el 17 de enero de 2007, invitó a dos mujeres a su casa de Mitre 1039; una semana después se descubrió que había sido asesinado a puñaladas. Las autoras del crimen no fueron identificadas.
Tania Natalia García tenía un frasco de clonazepam cuando fue detenida por lo que se presumió que había cometido otros robos como viuda negra, o pensaba cometerlos, a la luz de sus antecedentes por robos contra hombres mayores. Sergio Villegas era propietario reciente de una casa en Victoria, y pareció el producto de otro golpe perpetrado en Santa Fe en 2019. Lo cierto y probado fue el crimen de Máximo José Benítez, donde lo particularmente siniestro, como expone ahora el caso de Gueglio, surge de la trama misma del episodio: el encuentro amoroso que revierte en una situación de violencia extrema donde la víctima es sometida a torturas —en el caso de Benítez, con una estufa eléctrica y una botella— y termina asesinada. Lo ominoso puede condensarse en una circunstancia: lo que era la casa se convierte en la escena del crimen.
Benítez era un comerciante conocido de Villa Gobernador Gálvez. Gueglio tenía una notoria actividad social como socio vitalicio del Jockey Club, donde presidía la subcomisión de Bridge, graduado de la Facultad de Ciencias Económicas y Estadística de la Universidad Nacional de Rosario, y maestro nacional argentino de Bridge. Las viudas negras y los hombres que las dirigen también atentan contra las historias de sus víctimas.
Lo siniestro de los hechos consiste además en que las víctimas son objeto de una muerte también simbólica. Los crímenes exponen su intimidad a la luz pública; la memoria de una vida queda afectada en un instante y en su lugar se instala el crimen con su brutalidad y sus interrogantes sin respuesta. Por eso el crimen de Jorge Gueglio no puede considerarse esclarecido, porque la telaraña que lo cubre solo podrá despejarse con el avance de la investigación después de la captura de Micaela Soledad Gómez.
