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Sociedad

¿Un tricentenario para Rosario? La reaparición de un tal Godoy, en busca de fechas y motivos para celebrar

Francisco de Godoy fue el nombre de la avenida que recorre la zona oeste de Rosario y hoy se llama Perón. Todavía designa un barrio y un club fundado en 1928 en el barrio Bella Vista, abandonado durante muchos años y recuperado por vecinos en 2015, pero el personaje histórico cayó en el olvido. Hasta el lunes pasado, cuando el intendente Pablo Javkin anunció que en octubre de 2025 la ciudad cumplirá 300 años desde que el tal Godoy llegó a la zona con un grupo de indios calchaquíes y en consecuencia se festejará el tricentenario.

Es poco probable que los ciudadanos comunes de Rosario tengan alguna idea sobre el que sería el gestor del núcleo de población que originó la ciudad. Pero no se trata tanto de un problema de falta de conocimiento: los investigadores tampoco saben demasiado sobre el personaje, por falta de documentos, y las escasas referencias carecen de pruebas. “Si vamos a la verdad histórica, esto no existió, y menos con la precisión del 7 de octubre como fecha de origen”, advierte el historiador Mario Glück.

La fecha del 7 de octubre fue impuesta en 1940 por la Legislatura provincial para que el día de Rosario coincidiera con el de la celebración de la Virgen. Esta imposición es ajena a la fuente invocada para postular a Francisco de Godoy, la Relación histórica del pueblo y jurisdicción del Rosario de los Arroyos que Pedro Tuella publicó en 1802 en el Telégrafo Mercantil, Rural, Político e Historiográfico del Río de la Plata, del que era único suscriptor en la entonces villa de Rosario.

Español de origen, Tuella se radicó en Rosario en 1759. “Hacia el año de 1725 se descubre el principio de este pueblo”, escribió en el párrafo más comentado por la posterioridad. En esa fecha, dijo, el también español Francisco de Godoy condujo a un grupo de calchaquíes desde el centro hacia el sur de la provincia de Santa Fe para ponerlos a salvo de las persecuciones de los guaycurúes. Los indígenas habrían permanecido durante un tiempo impreciso —varios años, quizá— en el sitio donde se formó la población para después desplazarse hacia el Arroyo del Medio o hacia el río Carcaraná.

“Tuella indica esa fecha como una presunción. Después fue quedando”, afirma Glück, exdirector del Museo del Monumento Nacional a la Bandera y profesor en la Facultad de Ciencia Política. Lo que empezó como conjetura de transmisiones orales cristalizó en afirmación en posteriores citas librescas: a partir de las reelaboraciones de Estanislao Zeballos y de Eudoro y Gabriel Carrasco surgió la convicción de que Rosario había sido fundada en 1725 por Godoy, del que no hubo más noticias ni antes ni después.

La propuesta actual de la intendencia parece un revival de un proyecto que se gestó exactamente un siglo atrás. En 1924 el concejal y político conservador Calixto Lassaga propuso celebrar el bicentenario de Rosario a partir del hito fantasmal de Francisco de Godoy. “Los historiadores de la época coincidieron en que no había pruebas del asentamiento indígena ni de la existencia de Godoy, pero igualmente se festejó el llamado bicentenario”, recuerda Glück.

La polémica se reavivó hacia fines de la década siguiente cuando el escritor y periodista Fausto Hernández (Rosario, 1897-1959) publicó Biografía de Rosario. Hernández retomó la versión sobre la llegada de Francisco de Godoy y los calchaquíes pero no en tanto suceso histórico sino como matriz de un mito que se proyectaba sobre la idiosincrasia de la ciudad y sus habitantes.

Glück analiza la interpretación de Hernández: “El hecho de haber sido fundada por un español amigo de los indios, en el contexto de la opresión colonial, deja una marca a fuego sobre los destinos de la ciudad. Se trata de un inicio democrático y plebeyo, contradictorio con la opresión feudal española”. En esa dirección, “el valor del ensayo de Hernández no está en su contenido fáctico; su mérito es haber sido el primero en bucear sobre los aspectos simbólicos de la vida ciudadana, y a partir de esto pensar una identidad para Rosario, algo que probablemente no fue comprendido por sus contemporáneos”. En efecto, los historiadores Augusto Fernández Díaz y Félix Chaparro rebatieron a continuación la existencia histórica de Godoy, aunque Hernández no propuso la discusión en ese plano.



Rosario, según Hernández, surgió “contra la voluntad de los conquistadores que buscaron otros sitios para establecerse”, pero esa circunstancia que podía ser vergonzante para los historiadores en su opinión “se hace símbolo de autoctonía, destino y voluntad”. La ciudad se formó entonces “a trasmano de las aristocracias hispanas, como producto de la gleba con tendencia a la democracia y a la colaboración, expresión neta del pueblo que la engrandeció a través de los años” y a diferencia de otras ciudades argentinas “se creó con la colaboración de los indios y no en estado de guerra con ellos”. La tesis del origen indígena de la ciudad resultó inaceptable para los historiadores no solo por falta de pruebas suficientes: también porque postergaba el protagonismo de la élite vinculada al puerto y el comercio.

El golpe de gracia contra Godoy y los calchaquíes —o no tanto, en el marco actual— sobrevino en 1943 con la publicación de la Historia de Rosario, de Juan Álvarez (Gualeguaychú, 1878 – Rosario, 1954). Entre otras afirmaciones, Álvarez sentenció que “Rosario fue obra de blancos, no de indios” y conjuró el trauma de la ausencia de un fundador y de fecha de origen con una fórmula superadora, a la vez hipótesis y mito de origen: la ciudad era “hija de su propio esfuerzo”.

“Álvarez dio por tierra con la conjetura de los calchaquíes —agrega Glück—. Tenía razones históricas y razones ideológicas. Su historia empieza en 1689, con una primera concesión de tierras a Luis Romero de Pineda. Pero eso no implicó un asentamiento que tuviera nombre. En todo caso, el poblamiento de lo que después fue Rosario precede a la supuesta llegada de Godoy”.



En busca de la identidad


—Los aniversarios, las fechas patrias, son estrategias para generar identidad —dice Glück—, pero ninguna resulta sencilla hoy en día porque la comunicación es muy dispersa y la sociedad está fragmentada en sectores que no tienen contacto entre sí o se contactan de modo muy superficial.

—¿Habría que ver si Rosario es hija de su propio esfuerzo o bien si es hija de Francisco de Godoy?

—(Se ríe) La discusión sobre la llegada de Godoy no tiene sentido. El libro que se publicó por el bicentenario apenas lo mencionó una vez, y no es casualidad que aquel festejo no se haya repetido. La cuestión de Rosario como hija de su propio esfuerzo fue así y no fue así: si aquellos emprendedores no hubieran tenido alguna venia y créditos del Estado provincial y nacional no podrían haber hecho nada. Pero la de Álvarez es una consigna inteligente: ¿para qué buscar un hito fundacional cuando podemos plantear una ciudad autoconstruida en muchos sentidos?

—¿Cómo podría enfocarse el problema de la identidad histórica de la ciudad?

—La historia de Juan Álvarez es una gran historia, al margen de que haya cuestiones ideológicas que se pueden discutir. Ahora, prácticamente, no sale de los bulevares, no integra a los barrios, ni a los trabajadores, ni a los sectores populares. Con los problemas que tenemos hoy en Rosario, sería interesante apuntar a una identidad más inclusiva. En Rosario conviven dos ciudades, si no más, que prácticamente se ignoran entre sí. La pregunta es qué se quiere hacer con el tricentenario. Puede haber otros mecanismos si se busca recrear la identidad. Rosario tiene por ejemplo una gran deuda en construir una identidad que trascienda los bulevares. Y no solo una deuda en términos de construcción de identidad sino también de políticas públicas.


La historia y el imaginario


La intendencia anunció que se constituirá un Comité Ejecutivo del Tricentenario para la organización de actividades y festejos. El debate inminente —algunos historiadores de Rosario estarían dispuestos, otros lo rechazarían por ocioso— coincide además con la reedición de la Historia de Rosario, coeditada por la Editorial Municipal y la Editorial de la UNR con prólogo de Glück, y la inauguración de la muestra Los mundos de Juan Álvarez en la Biblioteca Argentina.

Curada por Marcela Römer y Raúl D’Amelio, con textos de Glück y Valeria Príncipe, Los mundos de Juan Álvarez presenta documentos y fotografías para recorrer las múltiples facetas del historiador, profesor universitario, juez, procurador general de la Nación y protagonista de la vida cultural y política. Entre tantos aspectos hay uno prominente, como lo destaca uno de los textos de sala: “La ciudad de Rosario fue motivo central de sus preocupaciones. Desde siempre se interesó por investigar sus orígenes y su presente, se preocupó por su cultura y su infraestructura, por su historia y su cotidianeidad. Fue secretario de la Intendencia de Isidro Quiroga para la que organizó el Tercer Censo Municipal de Rosario (1910) en el que se recopilaron datos precisos y variados de su vida económica y social. Desde ese mismo cargo propuso la creación de la Biblioteca Argentina”.



Su punto de vista sobre la historia local surge con nitidez en la Historia de Rosario. “Rosario en el auge exportador era la ciudad ideal: cosmopolita y moderna, con potenciales áreas de desarrollo para poner en marcha —explican los curadores de la muestra—. Como contrapartida, Buenos Aires era una megalópolis, cuya desproporción afectaba el desarrollo armónico del país”.

El tema “Rosario es hija de su propio esfuerzo” sepultó el relato de la fundación atribuida a Francisco de Godoy para situar un despegue que se ubica después de la Batalla de Caseros, en 1853, cuando se activa el puerto y más tarde el ferrocarril. En el imaginario de Álvarez, “la ciudad nació y creció por el trabajo de brazos y capitales sin el apoyo estatal y a veces contra las imposiciones de Buenos Aires”.

“El hecho más fuerte fue tal vez la declaración de Rosario como ciudad, en 1852. El poblado que había surgido espontáneamente empezaba a desplegar su potencial a partir del puerto”, reflexiona Glück. Quizá habría que revisar las fechas y los motivos para celebrar.


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