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Economía

Una pretemporada de verano exigente para un 2023 que se avizora intenso

Los objetivos principales de Sergio Massa en 2022 eran reducir la inflación, achicar el déficit primario, acumular reservas y resolver el programa de financiamiento anual. En poco más de una semana, los cuatro se encaminaron. Con algunos costos laterales, pero arrojando una cuota de calma que se combina con los festejos por la Copa del Mundo. 

Después viene el verano. La campaña triguera tuvo un nuevo recorte de 300 mil toneladas. El estimativo total ronda los 11,5 millones de toneladas, la mitad de lo que se produjo la campaña anterior. El rendimiento se acerca a los 23 quintales por hectárea, el menor rinde desde el 2010. 

La sequía retrasó la siembra gruesa y dejará menores rendimientos. Según la Bolsa de Comercio de Rosario, hay 200 mil hectáreas de la zona núcleo con maíces de primera en estado de regular a malo. Eso implica pérdidas para una franja de la producción. Algo podrá recuperarse para soja de segunda, pero con resultados inferiores a los esperables. 

Ese camino impuso la necesidad de postergar las exportaciones de maíz en grano por 180 días. La decisión adoptada desde la Secretaría de Agricultura apunta a lograr un normal abastecimiento del mercado interno. La situación impacta directamente sobre la carne y la leche y, por correlatividades, en la canasta básica de los consumidores. 

Hay motivos productivos que tensionan la viabilidad del programa insinuado. En la última campaña, el trigo en grano, la harina de trigo y los subproductos industriales, sumaron más de 4.856 millones de dólares de exportaciones, lo que representó un incremento del 40 por ciento en cantidades y del 70 por ciento en valor exportado. El trigo aportó más de 600 millones de dólares en derechos de exportación. 

Al mismo tiempo, la cadena triguera generó 414 mil puestos de trabajo en toda la cadena a nivel federal, abarcando el 12 por ciento del empleo agroindustrial. Implica el 9 por ciento del Valor Bruto de Producción y otro tanto del Valor Agregado. Es la cuarta cadena del agro, detrás de la soja, la bovina y el maíz. 

Para la actual campaña, las pérdidas alcanzan los 10 millones de toneladas, con un efecto negativo calculado en 0,5 por ciento del PBI. Los permisos de exportación llegan a casi 9 millones, pero ante la merma productiva, se deberán adoptar medidas restrictivas. Es decir, habrá menor oferta de divisas y un invierno con complicaciones de abastecimiento para el insumo fundamental de la alimentación nacional. 



El laberinto preelectoral


El equilibrio de la Argentina depende del desenvolvimiento del sector externo. La producción agropecuaria y la finalización del gasoducto desde Vaca Muerta para el invierno serán fundamentales. Según la secretaria de Energía, Flavia Royón, el primer tramo desde Tratayén hasta Salliqueló redundará en un ahorro de 2.200 millones de dólares en importaciones y subsidios. 

Para el segundo tramo está confirmado el financiamiento por 689 millones de dólares del Banco Nacional de Desarrollo de Brasil y por 540 millones de dólares de la Corporación Andina de Fomento. Se ampliará un 30 por ciento la capacidad de transportar gas, una senda clave para pasar de importador a exportador.

La campaña gruesa comienza en peores condiciones que la del 2008/2009, que fue la peor de los últimos 20 años. El panorama indica menores rindes y, por lo tanto, menor volumen final, lo que se traduce en menores ventas externas y menor ingreso de dólares, una restricción que se sentirá plenamente a partir del segundo trimestre del 2023. 

A su vez, la escasa disponibilidad de agua y forraje golpeó al 50 por ciento del stock vacuno nacional y generó una dinámica de liquidación acelerada. En noviembre fueron enviados a faena 1,19 millones de animales, un 6 por ciento más que en octubre y un 7 más que en noviembre del 2021. En el corto plazo puede generar una caída de los precios, pero implicará consecuencias sobre la oferta de carne a mediano plazo. 

Previo a las elecciones, los vencimientos de deuda acumulan unos 15 billones de pesos. Alrededor de 7 billones lo tienen los privados. En 2022, las compras de deuda desde el Banco Central, las ventas de DEG y el dólar Soja I y II representaron cerca de 3 puntos del PBI de financiamiento para el Tesoro. El lado malo es el desgaste que provoca en el balance del Banco Central. 

En un encuentro del Consejo Interamericano de Comercio y Producción, el ministro de Economía dio a entender que la recuperación de los ingresos se intentará a través del acceso al crédito para consumo y el descenso de la inflación. La retracción del gasto público del último semestre confirma que no será vía política fiscal expansiva. 

En función de lo acordado con el FMI, el déficit primario del 2023 deberá marcar 1,9 por ciento del PBI, un retroceso de 0,6 puntos respecto al del 2022. Las consecuencias se pagan con el freno a la actividad que ya se está experimentando. Eso supone menor recaudación, lo que se complementa con la disminución de retenciones por la sequía. Entre el clima y los deberes del FMI, el ciclo político de la política fiscal, para estas elecciones, tendrá que adquirir nuevos matices.


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