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Fotografía: Cecilia Córdoba
Fotografía: Cecilia Córdoba

Sociedad

Arzobispo Martín: “De los corazones heridos sale la violencia”

Cuando llegó a Rosario, en 2014, la primera pregunta de la prensa fue sobre la violencia, nueve años después la pregunta es la misma y agravada, dice monseñor Eduardo Martín. El escenario violento se reconfiguró de tal manera que la Pastoral Social de la Arquidiócesis que encabeza tituló “Una injusticia que clama al cielo” al comunicado que difundió dos semanas atrás. A través de escuelas, capillas, parroquias y organizaciones que atienden adicciones como Padre Misericordioso, la iglesia abreva en la realidad de la marginación y la pobreza, en los barrios más complejos de la ciudad, donde la vida se escribe con trazos gruesos.

El arzobispo recibió a Suma Política el día en que se conmemoraron los 211 y 250 años, respectivamente, de la creación de la Bandera y de la llegada de la imagen de la Virgen del Rosario desde Cádiz, España. En el acto de Belgrano escuchó al intendente Pablo Javkin exigir al país entero que termine con la desidia ante cada hecho de violencia para “volver a caminar tranquilos” y coincide a dos vías: desde su análisis de causas de la violencia como capas geológicas y con el llamado a “Comunicar la Paz”, tema de la última gacetilla de la Arquidiócesis.

¿Cómo interpelan hoy esos dos actos cargados de sentido? “Estamos en un tiempo de individualismo, la gente está en la supervivencia de cada día, quizás no presta atención, este año queremos potenciar el santuario de la imagen de la Virgen que tiene 250 años”, dice. Y agrega que impulsarán el lema De la mano de María, misioneros por la paz, “que hoy es pedir tranquilidad, seguridad y por supuesto que todos tengan para comer, porque sin esa justicia no hay paz”.


La reconfiguración de la violencia urbana


“Hoy leí un artículo sobre el narcotráfico que habla de la latinoamericanización de la Argentina y presenta a Rosario como que está en proceso hacia lo que sería Colombia por ejemplo”, relata. Y enfoca su análisis en una suerte de capas que se interpenetran y potencian. “La primera es la más profunda, las fuerzas que mueven la historia son las mismas que mueven el corazón, de los corazones heridos sale la violencia; no me voy a cansar de decirlo, aunque no interese por qué interesa ver cuántos gendarmes llegan, seguramente todo eso se tiene que hacer pero también podemos aportar algo pacificando el propio corazón, la violencia está dentro de uno, esto se ve, por ejemplo, en la irascibilidad que hay en el trato”, explica.

“El segundo nivel es estructural y es el que define la justicia en la sociedad, con salarios dignos, con que todos tengan acceso a los bienes básicos, que haya fuentes de trabajo y dignidad en las jubilaciones; tiene que haber al menos un mínimo de equidad, que las familias puedan tener vivienda, tierra, techo y trabajo, como dijo el Papa Francisco. Ahí hay una tarea enorme de toda la sociedad y de la dirigencia política que debe generar condiciones que permitan vivir dignamente”, enfatiza. Y dice que la pobreza hiere los corazones. Si paso por una vidriera y me muestran los últimos adelantos tecnológicos, y cosas que no están a mi alcance ¿cómo se siente eso? La televisión refriega el bienestar y si vivo en piso de tierra y chapas o no tengo qué comer ¿cómo se siente eso? Así es como se genera el caldo de cultivo en el corazón de las personas”.

De hablar pausado y actitud cálida, el arzobispo googlea en su teléfono los textuales de los temas que va citando. “Hoy decía el sociólogo Agustín Salvia, director del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), que con el mero crecimiento económico no basta para superar la pobreza, se necesita una acción directa para incluir a las personas en el desarrollo, para lograr equidad porque hay sueldos altísimos y un 49 por ciento de empleo informal, el desafío es cómo incorporarlos”, analiza.

“El tercer nivel de causas, el de la superficie, es la seguridad en sí, se necesita de planes lúcidos que vean la realidad del problema y pongan los medios necesarios para resolverlo, esto no lo puede hacer la iglesia ni la universidad ni ninguna institución, sólo el Estado que tiene el monopolio de la fuerza para usarla racionalmente, con debido respeto a la dignidad de las personas”, dijo. Y remarcó lo urgente: “que Rosario se desangre menos, 50 muertos en dos meses son otras tantas familias destruidas donde puede surgir la venganza y entonces la violencia se hace un espiral que va in crescendo y no se rompe”.

Pero sobrevolando lo expuesto, no pasa por alto la distorsión en el verdadero sentido de la vida. “El consumo de drogas es transversal a la sociedad, mientras que los pobres, sin un horizonte de vida, y en la marginalidad, consumen droga mala que les genera una adicción terrible, otros van al barrio a buscar droga de calidad en un super auto, pero no toman conciencia de que su divertimento cuesta la vida de mucha gente”, detalla.

¿Se puede sostener ese circuito sin que exista acción u omisión? “En el mensaje de Cuaresma de 2020 y 2022, yo preguntaba si existía algún grado de connivencia de los distintos factores de poder para haber llegado a esta situación, sistema penitenciario, de seguridad, en algún punto la Justicia y el sistema financiero que lavan dinero y son grandes señores, o la política. Daría la sensación de que habría permeado algún punto de estos sistemas porque no se explica cómo avanza el narcotráfico”, enfatiza. 


La injusticia que clama al cielo


Conocí un caso, un matrimonio que trabajaba y él pidió que lo anotaran como soltero porque si no ella perdía los planes. Yo escuché a un ministro que proponía empalmar los planes con el trabajo, dar el empleo, combinando algún sistema entre Estado y privado, pero que no pierda el plan durante un año o dos, mientras esa persona se va afianzando en el puesto”, señala Martín. Y agrega que hoy se reclama mucho trabajo calificado, algo que deja afuera a una gran cantidad de gente que no tiene esa preparación y allí debería haber un plan para que puedan acceder al trabajo que les sea posible, porque además del sueldo, la dimensión del trabajo, es más profunda, asegura. 

“La persona necesita el trabajo para realizarse, saberse útil, no hay peor afrenta a la dignidad que dejarlo sin trabajo porque entonces se derrumba, es como que la sociedad le dice no tenés nada para ofrecer, tus manos no sirven, tu inteligencia no sirve y para que no te mueras de hambre te damos algo, eso es terrible”, dice. Y pide propuestas integradoras, empezando por los que menos tienen, los que menos pueden, sin absolutizar paradigmas del sistema como productividad y eficiencia. 


Fotografía: Alan Monzón

Un sistema que no sintoniza


¿Por qué parece que cuesta sintonizar con las necesidades en un momento de mayor desigualdad como el actual? “Son pocos quienes están proponiendo un plan concreto, detallado, para salir adelante, aún no lo veo, son anuncios, pero esto no sólo pasa acá, es común en otras latitudes”, dice. Y lee en voz alta en su teléfono el artículo “Nada da igual”, sobre las elecciones de España, que firma Gonzalo Matos, en la web páginasDigital.es que recibe periódicamente.

“En mi trabajo, entre mis amigos y conocidos, en los medios, presiento el crecer del nerviosismo ante las próximas elecciones, ya está lanzado el sprint y cada detalle cuenta para un final que se presume ajustado. Casi todo se encuentra mediatizado por la lucha partidista por el poder, bien por miedo a perderlo, bien por el ansia de conquistarlo, unos y otros dicen que ya no hay tiempo de hacer y hay que contar lo que se ha hecho, tiempos de narrativas e invectivas, de defensa y ataque, de repetición de mensajes y consignas, no caben reflexiones”, concluye la lectura. Y la alusión al momento vernáculo aparece en el espejo, con promesas de cambio profundo, sin explicitar quiénes ganarán o perderán, con bisturí al hueso.


Codo a codo en los barrios


La iglesia católica tiene en Rosario 60 parroquias y un centenar de capillas, “estamos en todos los barrios, en Ludueña con Domingo Savio, en Las Flores con Itatí, en Villa Manuelita con Fátima, en Villa Banana con San Francisquito y Nuestra Señora de la Civilización del Amor, sólo por nombrar algunas de las parroquias; además de escuelas, el trabajo de Cáritas y los Centros de Día para contener niños y adolescentes, o escuelas para jóvenes que dejaron el secundario”, explica. Y dice que reciben cooperación del Estado de la provincia y el municipio”.

“Todos los días podemos sembrar una semillita de paz, aunque sea simple, si un hombre me limpia el vidrio del auto puedo tratarlo frío o despectivamente, pero si bajo el vidrio, le digo buenas cómo estás, cómo te llamás, lo miro a los ojos, le doy la mano, estoy sembrando el bien al evitar que sienta desprecio”, grafica. Y agrega que el Estado no puede ser el gran papá que resuelve todos los problemas, “en mi opinión lo que tiene que hacer es generar las condiciones objetivas para que las personas y las comunidades puedan desarrollarse, es decir generar un marco de referencia, pero el que tiene que jugar soy yo, con mi libertad y responsabilidad”.

El tema estructural vuelve una y otra vez bajo el foco. “Condiciones para generar trabajo digno, condiciones para que haya justicia y seguridad, esto le corresponde al Estado, aunque hoy debe animar y subsidiar a la sociedad civil que asociándose busca resolver temas concretos como nosotros tenemos los Centros de Día y Padre Misericordioso, y tantas otras iniciativas como las víctimas de la violencia, y el Banco de Alimentos, es lo que la Iglesia llama el principio de subsidiaridad”, explica. 

El Papa vuelve a ser referencia a la hora de analizar los poderes fácticos, “las finanzas tienen que estar al servicio de la producción, cuando se engolosinan en sí mismas, se generan esas burbujas ficticias. Lo que deben ser es un sistema sólido que permita dar créditos, condiciones para el desarrollo, lo que deteriora es cuando el dinero sólo se piensa para generar dinero, ahí el Estado tiene que ordenar con normas claras, tiene la obligación de evitar que el grande se coma al chico, que podamos vivir todos con una dignidad mínima, ese es el bien común”, fundamenta. 


El Pastor 


Una vez más, la actualidad de sus referencias ilustran la charla y cita el flamante libro El Pastor, de los periodistas Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, sobre el Papa, a diez años de haber sido elegido. El texto se presentó en Argentina esta semana y allí Francisco no deja tema sin abordar y considera que el problema más acuciante es que priman las finanzas. El arzobispo vuelve a leer en voz alta: “Nunca estuve afiliado al partido peronista ni siquiera fui un militante ni simpatizante del peronismo, afirmar eso es una mentira, tampoco estuve afiliado a Guardia de Hierro. Pero la hipótesis de tener una concepción peronista de la política ¿qué tendría de malo?”, concluye. Levanta la vista y sonríe por la contundencia de Bergoglio, que no descarta una visita a la Argentina.

Una advertencia de la Doctrina Social de la Iglesia cierra la charla, “afirma el derecho de la propiedad privada pero dice también que tiene un límite y que ese límite es una hipoteca social, esto se justifica en cuanto cumple un fin social”, subraya el arzobispo en el austero y luminoso salón donde recibe y que parece presidir desde una mesita la imagen de Francisco con luz verde en el marco. “Llevá estas estampas, el 6 de mayo vamos a celebrar que hace 250 años llegó la imagen de la Virgen, está en la raíz de la ciudad”, dice y saluda. 


Fotografía: Cecilia Córdoba

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