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Economía

“Dólar soja”, un golpe de efecto que se consumió en la crisis

Unas horas después de que denunciara un intento de golpe y presiones para forzar una devaluación, el gobierno anunció un “dólar soja” que consiste en permitir que un 70 por ciento de los pesos recibidos por cada venta se coloquen en una cuenta remunerada a dólar linked y con el 30 por ciento restante se pueda acceder al dólar ahorro.

La reacción desde el sector agropecuario fue de confusión sobre los mecanismos de implementación. Desde una franja del oficialismo se repudió la concesión al “campo”. Y desde otros sectores, como las pymes, se exigió un tratamiento similar.

El golpe de efecto duró prácticamente nada. Y enseguida la espiralización de la crisis consumió la medida. A un mes de la designación de Silvina Batakis, se multiplicaron las reuniones y rumores sobre un cambio de gabinete que tendría al Ministerio de Economía como eje.


Peso Fuerte


En medio de las turbulencias y las especulaciones sobre los cambios de gabinete, el Banco Central volvió a perder 130 millones de dólares y el Tesoro logró financiamiento neto, pero convalidando tasas efectivas del 90 por ciento. En los primeros seis meses, la liquidación del sector agroexportador alcanzó casi los 20 mil millones de dólares, un 15 por ciento más que en 2021, el anterior récord. Nada reforzó reservas.

Los bombardeos al puerto de Odesa un día después del compromiso de Estambul firmado por separado entre Ucrania y Rusia con la mediación de la ONU y Turquía, revelan la dimensión geoestratégica del comercio de granos. Hay 20 millones de toneladas de granos bloqueados en los puertos ucranianos, y el hambre amenaza al menos a 50 millones de personas adicionales en todo el mundo.

La soja es la moneda fuerte con la que se cotiza, se transacciona y se ahorra en las economías del interior ligadas a las actividades de las cadenas bioagroindustriales. Para financiar la siguiente campaña, se vende primero el trigo y el maíz. Los desafíos verbales no resuelven los problemas de una población más pobre y un Estado endeudado, sin márgenes fiscales y dependiente de un solo sector generador de divisas.

Para el invierno 2022 se esperaban sembrar 6,7 millones de hectáreas de trigo. La sequía reordenó los cálculos: la nueva meta es alcanzar 5,9 millones de hectáreas. Pero las ventas de la nueva campaña marcan un récord para el momento del año, con 5,1 millones de toneladas, 1 millón más que la anterior campaña.

Caído el fideicomiso estabilizador, el escenario de menor disponibilidad es una señal para el abastecimiento del futuro. El número final de la producción del 21/22 fue de 23 millones de toneladas. En función del área sembrada y el rinde promedio de los últimos 5 años, para la actual campaña se proyectan 17,7 millones de toneladas.

El maíz también tiene récord en las ventas externas para el período, que venía de cifras récord durante el año pasado. De la última campaña, el maíz totaliza ventas por 28,5 millones de toneladas. La oferta total, sumando producción más stocks, se estimó en 53 millones. El 53,8 por ciento que se lleva vendido supera al 53,7 por ciento del año pasado y el promedio de 43,2 de las últimas cinco campañas.

La industria procesadora de soja se topó con la menor campaña en 15 años y una producción un 6 por ciento más chica. Las ventas internas suman 14,1 millones de toneladas, el menor volumen en 19 años. No había un registro de comercialización inferior medido en toneladas desde la campaña 03/04. Lo que también es un piso histórico es el 27 por ciento del precio total que recibe el productor, un porcentaje que con las nuevas disposiciones escala un 1 por ciento.


El ahorro rural


Como casi tres cuartos de la producción se hace sobre campos alquilados, alrededor de 12 millones de toneladas de soja se guardan para el pago de compromisos. Del resto, no es tanta la retracción de ventas respecto a los años anteriores. Pero si hay estrategias defensivas, la explicación hay que buscarla en la inestabilidad política.

Las ventas se administran en función de las necesidades de liquidez. El grano o la hacienda aportan la previsibilidad que necesita cualquier sistema productivo para programar inversiones y, de mínima, continuar reproduciéndose.

El Banco Central nunca encontró tantos dólares en el mercado de cambios como en 2022. Una parte de esos dólares forman los 13 mil millones que se invierten en cada campaña agrícola. Otra se vuelca al consumo desde el interior hacia las grandes ciudades. Y otra se conserva como ahorros en los silos. Son una porción sustancial del capital nacional acumulado.

En el agro, la comercialización no determina la dinámica cambiaria sino que responde a ella, y condiciona toda la logística de la cadena agroindustrial. El diferencial con los dólares paralelos, que repercuten en la actividad de la economía real, es una descapitalización.

La búsqueda de una solución policial para un problema económico enerva aún más el clima de la corrida. El día menos pensado agobia al Frente de Todos. La devaluación podrá tener beneficiarios, lo que no tiene es dueños. Es la economía de la supervivencia.


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