La crisis política, económica y social que padece la Argentina, es también una crisis de proyectos. La mera supervivencia afecta a los planteles de las dos principales coaliciones. El lugar común de la gestión es un mantra que se repite para no pensar en lo qué se está haciendo.
Sin posibilidad de acordar lineamientos mínimos, la consolidación de un nuevo patrón de desarrollo es una tarea imposible. El país se debate entre la continuidad de modelos insuficientes para el desarrollo económico y social, o la implementación de una estrategia basada en sus recursos y capacidades diferenciales.
En mundo donde la convergencia del factor biológico con otras tecnologías revaloriza los recursos biomásicos, la calidad de los recursos humanos y la trayectoria de un sector altamente competitivo, Argentina puede convertirse en un actor sustancial. El nuevo contexto global demanda energía, proteínas y conocimiento.
La industrialización de la base biológica comprende una gama de actividades que diversifican y sofistican el potencial nacional. Durante 2021, Argentina despachó productos del sector biotecnológico por el valor de 1.449 millones de dólares, una suba del 17,4 por ciento interanual.
La biotecnología argentina tiene capacidades para responder a los desafíos del siglo y conformar un vector de desarrollo capaz de agregar valor industrial a la producción de base biológica. La innovación y el conocimiento son las fuerzas que crean esquemas productivos más diversos y sustentables.
El desarrollo bioindustrial es clave para generar tecnologías, maquinarias, transportes, financiamiento, nuevas reglas de competencia y colaboración inter e intracadenas. Y la acumulación y difusión de conocimientos multiplica los encadenamientos virtuosos de un entramado productivo con mayor complejidad socioterritorial.
Un sistema nacional agrocentrado
La biotecnología es el sector de mayor crecimiento y dinamismo global, con foco en agro, salud, alimentos y biomateriales. Argentina aplica y desarrolla técnicas de biotecnología moderna desde hace más de 30 años y es líder del sector entre las economías emergentes.
Un sistema agrocentrado implica una nueva geografía nacional y cambios productivos de la base industrial. La sinergia entre el poder público y el privado empuja las barreras de lo posible y permite alcanzar capacidades acordes a los estándares internacionales ambientales, sanitarios, comerciales, de seguridad y laborales.
La biotecnología es señalada como vital por los distintos Planes Estratégicos del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. El primer estudio en biotecnología nacional fue en la década del 80 e identificó 32 empresas. En la actualidad, la cifra supera las 200 firmas que desarrollan productos, procesos y servicios.
La base científica nacional está compuesta por más de 50 instituciones que realizan investigación y formación de estudios de grado. La potenciación de estas tecnologías requiere de un mercado que las absorba, capacidades productivas y regulatorias, acceso al financiamiento y vinculación entre sectores y subsectores.
Alcanzar altos estándares de calidad y eficiencia permite desarrollar propiedad intelectual y exportar activos intangibles que retroalimenten la promoción de talentos desde las universidades, los laboratorios, las aceleradoras e incubadoras y la red de empresas con la visión puesta en las problemáticas globales.
En el escenario mundial, el liderazgo productivo no está en manos de los países sino de las empresas. En 2022 la Food Drugs Administrations aprobó el uso del trigo HB4 tolerante a la sequía, propiedad de Conicet y Bioceres. Es el primer desarrollo argentino que consigue esta aprobación. Vigorizar las redes empresariales al interior del territorio es un medio para el fortalecimiento nacional.
El centro del desarrollo
La biotecnología es una ventana de oportunidad para que un país con una estructura productiva sesgada a bienes de bajo valor agregado y baja sofisticación tecnológica pueda diversificarse hacia bienes diferenciados e innovadores.
La Región Centro, con eje en Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, es el núcleo de una región productiva que se amplía hacia Tucumán al noroeste, Misiones al noreste, San Juan hacia el oeste y Río Negro hacia el sur.
El distrito bioindustrial santafesino cuenta con uno de los puertos de agroexportación y uno de los clústeres de procesamiento de materias primas más relevantes del mundo. En Rosario hay decenas de startups, incubadoras, fondos de inversión y miles de emprendedores, que conforman un ecosistema innovador de referencia a nivel continental.
Esa atmósfera industrial promueve intercambios que potencian la investigación básica y la creación de productos y servicios con beneficios para la sociedad. Los primeros anillos de influencia se extienden varios kilómetros más allá de las grandes ciudades, y sus interacciones económicas alcanzan la totalidad del territorio nacional.
Los ecosistemas más competitivos del mundo incorporan tecnologías y conocimiento originados en la Argentina, que puede afianzarse como exportadora de conocimiento y tecnologías e integrar su potencial doméstico. Para que entre el humo, los prejuicios y los lugares comunes, surja algo parecido a un proyecto nacional.
Autor
-
Hace periodismo desde los 16 años. Fue redactor del periódico agrario SURsuelo y trabajó en diversos medios regionales y nacionales. En Instagram: @lpaulinovich.
Ver todas las entradas