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Política

Granata por un lado y Milei por otro, los por qué de una decisión que beneficia a Pullaro

Se lo dijo a todos los que quisieron convencerla y no pudieron. Hasta el presidente Javier Milei se resignó: “Ella hace lo que quiere”, les explicó a quienes fueron a pedirle poco menos que bajara una orden. De quien se habla es de Amalia Granata, que contra todas las especulaciones acerca de lo que era más conveniente, decidió armar una lista propia para la elección de convencionales que van a reformar la Constitución de Santa Fe.

Unirse en una sola propuesta con el partido del presidente tenía sentido para todos: en su debut electoral, LLA iba a estar representado por una candidata que sin una marca tan potente como el partido libertario, se las arregló para protagonizar siempre buenas elecciones.

Hasta podría hacerse un símil entre las irrupciones políticas de Granata y de Milei. Se hicieron conocidos por la televisión, expandieron su influencia a través de las redes sociales y fueron un fenómeno electoral: en su primera elección el hoy presidente consiguió cinco diputados en Capital Federal y dos diputados nacionales, y Amalia seis diputados provinciales, sin medios a favor y llegando desde afuera de la política.

La diferencia de lo que pasó después es que uno, Milei, se proyectó, y otro, Amalia, se estancó y tuvo deserciones permanentes en su bloque de diputados. Ahora a los dos legisladores que apartó desde El Vaticano por votar a favor de la reforma de la Constitución, podría sumarse -o no- lo que hará o le pedirán a Beatriz Brouwer, ex esposa de José Bonacci, que va como candidata en la lista de LLA y que como diputada provincial integra el bloque de la ex panelista de TV.

No es que nadie se dio cuenta de que a la LLA le convenía tener una candidatura potente para su debut electoral en Santa Fe. La realidad es que Amalia no quiso. Ya se había negado en la elección del 2023 a ser candidata a diputada nacional de Milei porque quería hacer carrera en la provincia donde nació.

La respuesta que le dio esta vez a quienes fueron a hablarle fue que quería probar en este testeo a cielo abierto que será la elección de convencionales, cuántos votos reales tiene sola. Lo que no quería Amalia es que le pase como cuando ingresó a la Legislatura de Santa Fe y quien hoy competirá con ella desde la cabeza de la lista de LLA, Nicolás Mayoraz, quiso bajarle el precio a su elección argumentando que se llevó todos los votos que estaban en contra del aborto. Los pañuelos celeste.

Ahora no quería que si le iba bien se explicara ese éxito porque con el sello de LLA cualquiera puede ganar. Como le pasó a Albor Niky Cantard cuando fue electo diputado nacional como candidato de Mauricio Macri, a pesar de que casi nadie lo conocía. Se votó al partido entonces, en el cenit de Cambiemos, y es lo que podría pasarle ahora a cualquiera que vaya por LLA.

“No ir juntos fue una decisión personal de Amalia, no una estrategia política”, aclaran referentes del espacio libertario. “Quiero saber cuántos votos son míos”, cuentan que les resumió.

De todas maneras, nadie descarta que los planes para el 2027 los encuentre juntos para pelear la Gobernación. Va a depender de los números del 13 de abril.

Granata no sólo le dijo que no a los planes de Milei en Santa Fe. También negoció con algún sector del peronismo, pero no llegó a ningún resultado. “Cuando nos sentamos ya me di cuenta que no iba a haber arreglo. Porque ella ofrece cargos, no construye política”, dijo una fuente que participó del encuentro.

Eso es algo que le reprochan por estos días a Granata. Que no ejecutó las acciones políticas necesarias para desarrollar su potencial crecimiento electoral. “Se perdió de ocupar los espacios vacantes”, explican.

También le cuestionan algo más práctico: que su candidatura lo único que va a hacer en abril es dividir el voto del sector libertario. El peronismo quedó partido en tres, pero a la vez va a poder contener a todos los espacios propios: ofrece una versión moderada, una de centroizquierda y hasta a un constitucionalista. En Unidos está el resto del mundo. “¿De dónde va a sacar Amalia para crecer?”, se preguntan.

Lo que preocupa en LLA es que podrían perderse la noche del domingo de las elecciones el título de haber ganado o salido segundos. Algo que equivale a ponerse al frente de la vidriera. Ahora, en el caso que gane Unidos (calculan que ante la dispersión de la oposición podría orillar el 50% de los votos), el segundo puede ser cualquiera: Granata o LLA, y hasta el peronismo sumado. De la otra forma, con Amalia de candidata de Milei, era una Ferrari con el mejor piloto.

Desde LLA valoran la candidatura de Nicolás Mayoraz, argumentan que es apropiada para la elección de convencionales, pero dudan si va a estar a la altura del sello partidario.

Incluso cuentan una infidencia: en el inicio de este proceso, en diciembre pasado, en la Casa Rosada prevalecía la idea de no presentarse en esta elección. Tuvieron que convencerlos. No estaba este escenario, donde la oposición va a dividir los dos tercios de los votos en al menos cinco grandes partes.

En LLA tendrán una ventaja: a diferencia de los demás partidos, no podrán compararse. Porque compiten por primera vez. El resto puede bajar sus marcas anteriores.

Para completar el círculo de explicaciones, desde LLA le reprochan a Granata que entre sus aliados nuevos está la Coalición Cívica de Lilita Carrió: “Ese es nuestro límite. No podemos estar en el mismo espacio de alguien que putea al presidente”.

A la 1.43 de la madrugada del viernes en el que se presentaban en los partidos las listas de candidatos, Romina Diez se comunicó por teléfono para dar por cerrado el trato con sus aliados de LLA. “El trío sigue intacto”, fue el mensaje que usó para referirse a sí misma, a Nicolás Mayoraz y a José Bonacci, todos protagonistas de serias diferencias previas.

El dueño del partido Unite, con el que Granata y Milei debutaron electoralmente, no siempre tuvo un cierre tan normal. Con el Modin supo llegar armado al Tribunal de Justicia a presentar sus listas o entrar al PJ escoltado por el Sindicato Policial. Eran tiempos en los que los cierres registraban escenas de película: a veces las listas se ingresaban después de hora, cuando alguien tiraba un rollito de papel, y muchas veces el apoderado (si no estaba de acuerdo) la rompía, con la ventaja de que la reja de ingreso ya estaba cerrada, o se tiraban al piso como si de esa inscripción dependiera la vida.

Al igual que la prolijidad de los actuales tiempos, también reconocen que Pullaro está registrando los cambios de época. Y opinan que el contenido de la lista de Unidos le sirve al gobernador “para enterrar fantasmas”, como se refieren a algunos partidos que integran la actual alianza oficialista. El mismo destino le pronostican al PJ, que aseguran “va camino a ser un fantasma, aunque todavía esté en terapia intensiva, antes de pasar a otra dimensión”.

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