En agosto de 2019 hubo un enfrentamiento a balazos en un portón de acceso de visitas a la cárcel de Piñero. Un auto con dos ocupantes se estacionó donde centenares de personas esperaban turno para ver a internos. Uno de los que iba en el auto se bajó del lado del acompañante, apuntó a la hilera de las visitas y efectuó varios disparos, que hirieron levemente a dos personas.
La investigación del caso avanzó sobre los móviles ocultos de una agresión que no buscó matar sino ser una advertencia. Así, se estableció que el ataque tenía que ver con la venta de números que se asignan para el orden de la fila de visitantes, un negocio manejado por un grupo consistente de personas que tienen relación con detenidos en esa unidad penitenciaria.
Este hecho tuvo durante un tiempo en vilo a la gestión que por entonces Maximiliano Pullaro encabezaba como ministro de Seguridad del gobierno de Miguel Lifschitz. Pero la pesquisa avanzó y dos años después Jesica González, la Fea, aceptó una condena por participar del incidente a tiros frente a la cárcel por la venta ilegal de turnos en la entrada de la cárcel.
La investigación llevada a cabo en una fiscalía de Rosario detectó en escuchas telefónicas existentes con anterioridad a ese ataque que una pequeña organización tiene el control de los números de ingreso a la cárcel de Piñero. En esas llamadas captadas quedaba claro que quienes manejaban el negocio tenían cobradores que recaudaban. Vendían un orden de acceso para que las personas que entran a visitar a sus allegados detenidos no deban esperar excesivamente para entrar y de paso para que se garanticen otros beneficios u objetos para su visita.
El de Jesica González es uno de los nombres que apareció ligado a la casa de Las Garzas 2253 de Funes donde tiene domicilio registrado, según fuerzas federales, Jonathan Omill, quien está sospechado del asesinato de la enfermera Ailén Oggiro el pasado 18 de febrero en barrio Belgrano. En esa casa también cumplió prisión domiciliaria hasta abril de 2024 Brenda Pared quien está acusada como organizadora de la serie de homicidios de trabajadores que estremeció a Rosario un mes antes. Brenda Pared y Jesica González son medio hermanas.
Jesica González fue condenada en 2021 por los incidentes de la venta de lugares en la cola a las visitas de Piñero en un procedimiento abreviado acordado por el fiscal Matías Edery y los abogados Fernando y Narella Sirio. Jesica cumplía para entonces una pena de 6 años de prisión por intento de homicidio y lesiones. Además estaba procesada por una causa federal por narcotráfico.
La información que manejaba el Organismo de Investigaciones (OI) en 2019 indicaba que el control del talonario de venta de lugares, como le llaman, lo monopolizaba Ramona Elvira Avalos, una mujer de barrio Tablada conocida como “La Gringa” sospechada de “gerenciar” en la calle las actividades de la banda cuyo liderazgo era de René Ungaro. La Fea González integraba ese grupo. Avalos no resultó condenada porque murió en 2020.

El incidente con disparos fue a las 5.15 de la mañana del 19 de agosto de 2019, mientras familiares de los internos aguardaban el turno para ingresar a la penitenciaría y un auto blanco con conductor y acompañante se detuvo frente al portón. El acompañante se bajó del vehículo y disparó entre siete y ocho veces, sobre la puerta, como sostuvo un testigo que declaró en sede policial.
Como consecuencia de la agresión resultaron heridos Milagros D., de 24 años, y Matías M. de 28, un ex suboficial de Gendarmería Nacional. La ligaron de rebote los disparos por estar en la cola.
Poco después de esos incidentes la pesquisa del MPA determinó que Jesica había quedado filmada cuando bajaba de un auto que salió a los tiros del playón de Piñero tras la balacera inicial. “Pelo rubio recogido, campera color beige, pantalón negro, zapatillas blancas”, se la describió. Fue identificada rápidamente y su defensa no negó que fuera ella.
En medio del cerco judicial sobre el clan Ungaro, Jésica fue detenida el 15 de octubre de 2019 en su casa de Capitán Bermúdez en un allanamiento del que participó el mismo Pullaro.

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