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Economía

La carne y las exportaciones remarcan las diferencias al interior del gobierno

En el último sprint del año, la carne disparó las diferencias internas del gobierno. A mediados de noviembre se retomaron las negociaciones en busca de mecanismos para amortiguar el traslado a precios de cara a la mayor demanda de diciembre. El secretario de Comerio Interior, Roberto Feletti se encontró con el titular del Consorcio Exportador ABC, Mario Ravettino, luego de finalizar el congelamiento del fin de semana largo en conmemoración del Día de la Soberanía. En el transcurso de esa semana había advertido sobre la posibilidad de aumentar las retenciones con el objetivo de desacoplar los precios internacionales del mercado interno, lo cual generó reacciones inmediatas desde la dirigencia rural, pero también entre sus pares de Agricultura y Desarrollo Productivo.

Los aumentos en las carnicerías fluctuaron entre los 150 y 200 pesos por kilo como reflejo del incremento del 20 por ciento en una semana de las categorías de consumo en el Mercado de Liniers. Desde el 17 de noviembre de 2020 al 17 de noviembre de 2021, el Índice Novillo del Mercado de Liniers (INML) aumentó un 86 por ciento. En la última semana, el aumento fue de un 15 por ciento y entre el 4 de noviembre y el 4 de diciembre de 2020, había sido del 22 por ciento, lo que denota un factor estacional. Otro de los ejes fue la ampliación del programa de Precios Populares. En ese sentido, el rol de las cámaras frigoríficas regionales, un actor relegado de las principales conversaciones, cobra vital importancia. Desde el inicio del conflicto, éstas manifestaron su malestar por haber sido desplazadas. Al mismo tiempo, se conformó una mesa interministerial para analizar un sistema de fideicomiso como el aplicado en los aceites.

El Plan Nacional Ganadero tiene desafíos múltiples: la reducción de la inseguridad del mercado de hacienda en pie y de costos de intermediación; la estabilización de los insumos frente a las oscilaciones internacionales; el aumento de la producción con mejora de los índices de destete y aumento del peso de faena; la promoción de mayor inversión en infraestructura, seguridad, conectividad, digitalización y comunicación; y la implementación de estrategias de Marca País con foco en la trazabilidad, jerarquización de productos y apertura de mercados, control sanitario de rodeos, desarrollos genéticos y optimización del manejo reproductivo. Por el momento, ni siquiera se logran los acuerdos básicos para darle rodaje a su ejecución.

Desde el 17 de noviembre de 2020 al 17 de noviembre de 2021, el Índice Novillo del Mercado de Liniers (INML) aumentó un 86 por ciento

La aspiradora china

En 2018, China producía localmente 54 millones toneladas de carne porcina, consumía 55,3 millones e importaba 1,5 millón de toneladas. Con la expansión de la Peste Porcina Africana (PPA), dos años más tarde, su producción local cayó a poco más de 36 millones de toneladas, y el consumo tocó un piso de 44,5 millones. En 2021, China recuperó su stock de cerdos tras una profunda reconversión productiva con megaestructuras altamente tecnificadas y controladas desde lo sanitario. Pero este incremento se debió a una fuerte liquidación. A su vez, nuevos brotes de PPA desataron una ola de ventas anticipadas, y el incremento del maíz y la energía impulsaron una erosión de márgenes e incrementaron la liquidación, por lo que se abrió un interrogante para la recuperación de la producción.

En ese contexto, la aceleración de las compras de carne vacuna fue un intento de compensación. China producía unas 6,4 millones toneladas de carne vacuna y su consumo, hasta hace 3 años, era de 7,8 millones de toneladas. Por lo tanto, su necesidad de importación rondaba el 1,4 millón de toneladas anuales. Este año, China importará 3 millones de toneladas de carne vacuna, y en 2022 llegaría a 3,25 millones de toneladas, marcando el octavo año consecutivo de aumento de tonelaje. Casi 1 de cada 3 kilos de carne bovina que se exporten en el mundo, tendrán como destino al gigante asiático. Lo que comenzó siendo un salvataje temporal, terminó arraigándose mucho más fuerte en la cultura asiática y configura un nuevo escenario internacional.

La oportunidad perdida del valor agregado

Argentina disolvió la Junta Nacional de Carnes en 1991 y eliminó las restricciones y retenciones a la exportación. Para el final del siglo, la erradicación de la aftosa facilitó la reapertura de los mercados internacionales. En 1997, Argentina exportaba 299.000 toneladas de carne bovina, por un valor de 780 millones de dólares FOB, un equivalente a cinco veces las exportaciones de Brasil con un valor FOB casi cuatro veces mayor. En 2001, Argentina sufrió un rebrote de la aftosa que implicó una caída temporal de exportaciones, pero recuperó el crecimiento en los años posteriores hasta el 2005, cuando se establecieron precios de referencia, se limitó el peso de faena, se eliminaron los reintegros a frigoríficos exportadores y se impusieron derechos de exportación del 15 por ciento. Al año siguiente, las exportaciones fueron cerradas por 180 días, lo que generó el incumplimiento de los compromisos por cuota Hilton. Al año siguiente, se sumaron nuevos cupos de exportación (ROE rojo) y las ventas al exterior fueron cerradas por 180 días, lo que generó el incumplimiento de los compromisos por cuota Hilton.

En 2006, Brasil exportaba tres veces el volumen en toneladas de la Argentina por un valor 2,5 veces superior. Tras una década, Argentina exportó entre 200 y 400 mil toneladas al año, mientras Brasil se mantuvo por encima del millón de toneladas en nueve de esos diez años. El país vecino es el tercer mayor productor de maíz y el segundo exportador del grano amarillo a nivel mundial. En las últimas 20 campañas la producción de maíz brasileño se triplicó. Ese incremento sirvió como insumo para potenciar el desarrollo de los sectores cárnicos. En ese período, las exportaciones de carne bovina, porcina y aviar crecieron casi 7 veces. Argentina, que es el cuarto productor y tercer exportador de maíz en el mundo, en los últimos 20 ciclos triplicó su producción de maíz, pero los despachos de carne se multiplicaron por debajo del crecimiento de las exportaciones del grano. A finales de la década de 1990, la Argentina tenía un saldo exportable de maíz mayor a Brasil. Actualmente, Argentina exporta una tonelada de carne por cada 40 toneladas de maíz. En el caso brasilero, la relación es de una tonelada de carne cada cinco de maíz.

Políticas de la carne

La relación política entre el gobierno y el sector agroganadero, que venía en cortocircuito desde el 2008, se deterioró hasta alcanzar niveles de enfrentamiento altísimos, reactivados ni bien comenzó la nueva gestión en diciembre de 2019. El dilema económico es, en su base, un dilema político. Y el gobierno nunca terminó de asimilar cómo surfear la heterogeneidad de un sector que cuenta con una demanda intermedia concentrada y una oferta primaria sumamente dispersa.

Al tratarse de una actividad donde la escala ejerce un peso determinante sobre los márgenes netos, con un ciclo productivo extenso temporalmente y un mercado abigarrado entre capas de formalidad e informalidad superpuestas, las restricciones afectan la sostenibilidad de la oferta y provocan un abandono masivo de la actividad en el renglón de actores más débiles sin estructuras productivas resistentes para reconvertirse o espaldas financieras para aguantar hasta que mejoren las condiciones del negocio. Al menos, eso es lo que señalan los antecedentes tras la anterior aplicación de medidas similares en 2006.

La memoria de ese conflicto jugó un papel determinante para configurar las repercusiones actuales y la adopción de políticas de emergencia sin consensos fue leída desde el sector ganadero en términos de provocación. Esta irritación, en un clima social y político enrarecido por la pandemia, fue oportunamente utilizado por fracciones opositoras para buscar el enfrentamiento de la totalidad del universo agrario con la conducción gubernamental. El intento de forzar una mayor oferta para el mercado interno logró una reducción de precios insignificante, y la caída de la producción es equiparable a la retracción exportadora, lo que anticipa efectos contrarios a los objetivos propuestos en el mediano plazo. Como en la canción, no es poesía, ver la carne transpirar. El resultado final recién podrá ser evaluado en el primer trimestre del 2022.

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