Con los nombres de los precandidatos a intendentes de la capital provincial sobre la mesa, en los dos frentes electorales más poderosos de la provincia se comprueba que los que tienen más chances no reciben órdenes por fuera de los límites de la ciudad.
En Unidos para Cambiar Santa Fe, entre radicales, socialistas y macristas ya no hay figuras que determinen fuera de la ciudad los destinos locales para el palacio municipal, al menos si se observan los aspirantes con más chances. Hay liderazgos y muy fuertes pero estarán en la boleta única, o bien quienes dan las órdenes son más santafesinos que el liso con ingredientes obligatorio en los bares cerveceros.
En el peronismo de la ciudad del Puente Colgante sucede algo parecido. El único liderazgo provincial reconocible es el del rafaelino Omar Perotti, pero al cabo de casi cuatro años con todos los resortes de la Casa Gris no ha logrado construir una propuesta lo suficientemente sólida, a la altura de representar un proyecto político de peso para esa intendencia.
Es verdad que Jatón le ha ocupado espacios barriales al peronismo santafesino, pero la orfandad caracteriza a los peronistas de la ciudad que aloja a los tres poderes del Estado Provincial. Fue tan escaso el interés periodístico sobre el armado del perottismo en la ciudad capital que algunos olvidaron en sus crónicas e informes incluir el nombre de Ignacio Martínez Kerz. “Nacho” fue dos veces concejal y ahora es funcionario de Desarrollo Social y repite precandidatura a intendente, pero pesa sobre sus espaldas aquel duro tercer lugar que sufrió en 2019.
Con campaña propia
En la elección que lo hizo intendente, Jatón le sacó más del doble de los votos a su inmediato seguidor, el candidato de Cambiemos que iba por el oficialismo Albor “Nicky” Cantard. Y la realidad es que ahora esos dos sectores políticos del no peronismo se sumarán en las próximas Paso. Y que los líderes de todos sus contendientes viven en Santa Fe.
Jatón ya no tiene jefes políticos. Acompaña la lista y el armado presentado por Antonio Bonfatti pero en sus redes no abundan fotografías del ex gobernador. No le conviene que la interna del frente no peronista lleve la sangre al río y mucho menos que eso suceda en una urbanización tan rodeada de agua. En el peronismo se admite que “se armó de apuro” y que hubo más preocupaciones por mantener el senador por La Capital que por la ciudad de Garay. “Jaton nos comió los barrios”, dicen en el PJ que consumió sus energías en el trabajoso acuerdo entre el gobernador Omar Perotti y quien no era su delfín, Marcelo Lewandowski.
El peronismo en la ciudad de Santa Fe no tiene jefe, o al menos no tiene uno que viva en la capital provincial. Y esa orfandad de los justicialistas va más allá de las urnas. Marcos Castelló hizo una excelente elección hace casi 4 años y le ganó la banca a los candidatos (divididos) del Frente Progresista y de Cambiemos, ahora unidos.
El cantante del grupo de cumbia Kaniche no ha logrado ser más que un candidato de Perotti, incluso un buen candidato, con sus propios votos, pero sin más deseos que el de sumar a una estrategia mayor. Sin liderazgo. Al PJ de la ciudad le falta un Obeid o un Reutemann. El ex gobernador Víctor Reviglio, otro vecino que sabe de qué se trata el poder, pidió desde la autoridad de sus canas que el candidato a gobernador sea Lewandowski junto a un grupo de otros peronistas retirados o por hacerlo de la militancia y de los cargos. Luego lo imitaron sobre la hora (y presionaron a Perotti) intendentes y jefes comunales y un representante de casi todos los senadores peronistas: Rubén Pirola (PJ-NES-Las Colonias). Todos irían a renovar su banca en el armado del gobernador que cedió bastante a Lewandowski, menos Joaquín Gramajo (PJ-9 de Julio) que ya se anotó con Unite.
Tradiciones rotas
Los binomios para el gobierno provincial son siempre norte-sur o sur-norte pero solo se trata de una costumbre. Carolina Losada y Federico Angelini, ambos vinculados a Rosario, rompen esa pretendida cobertura de todo el mapa de la bota.
Un rosarino y un santafesino (y viceversa) fue la norma en los ganadores de 1983 y 1987; luego hubo 16 años de predominio de la capital provincial con Reutemann y Obeid y sus dos mandatos para cada uno, y a continuación 12 del sur con el Frente Progresista, Cívico y Social, con los tres gobernadores socialistas (Binner, Bonfatti, Lifschitz).
Con Omar Perotti, el centro norte fue ocupado por primera vez por un rafaelino. Y es notable como desatendió al peronismo de la ciudad más importante del centro norte. No se sabe si no logró durante casi cuatro años posicionar un candidato competitivo por el oficialismo provincial o si buscó atraer a otros dirigentes fuera del peronismo.
Recién cuando se resolvió lo de Lewandowski apoyado por Perotti bajo las condiciones que quería el ex periodista deportivo, a la noche del viernes 12, Martínez Kerz estuvo seguro de que sería precandidato a intendente otra vez.
Aquella boleta sábana
Hubo un tiempo en el que los intendentes de la ciudad de Santa Fe eran una sección más en la boleta sábana del ganador de la elección a gobernador. Sucedió así con cada jefe de la Casa Gris del peronismo entre 1983 y 2007, el poder de tracción, decía Reutemann y buena parte de su electorado había votado también por Marcelo Álvarez como intendente, aún sin conocerlo.
La única oportunidad en aquel período en la que hubo un intendente no peronista sucedió en una elección aislada de la provincial: el demoprogresista Enrique Muttis (1934-1991), un profesor del secundario y periodista conductor del noticiero del entonces Canal 13 (de esa cantera inagotable salieron otros 6 concejales y precandidatos) ganó la intendencia en un año bisagra para el mundo, porque cayó el muro de Berlín, para el país porque comenzaron los ‘90 con Carlos Menem y para el fútbol de Santa Fe porque se jugaron que en la capital provincial dos finales históricas. No se puede decir 1989 en la capital provincial sin arriesgarse a ganar un amigo o una pelea.
Muttis murió siendo intendente y a su gestión le sucedieron peronistas que ganaron junto a un gobernador de ese color político. Entre ellos Jorge Obeid (1947-2014) y el hoy presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Horacio Rosatti.
Recién con la llegada de los años del Frente Progresista la ciudad recobró un debate propio respecto del poder provincial. Algo que, en cambio, en Rosario siempre fue una cuestión aparte, muy independiente -cuando no contraria- a la Casa Gris.
Mario Barletta, el radical que dejaba el rectorado de la Universidad Nacional del Litoral, fue el primer intendente que se asumió jefe político de la ciudad y con boleta sábana. Más tarde, la boleta única garantizó que el intendente pueda constituirse en jefe político de la ciudad.
A la comunicación de su intendencia se debe el invento de proclamarse “jefe de gobierno de la ciudad”, que en las instituciones no existe pero ha gustado a sus sucesores.
Afiche naif
La interna en Unidos para Cambiar Santa Fe está teñida por una vieja rivalidad entre radicales nacidos políticamente en la UNL, que fueron muy unidos y luego rompieron lanzas. Los dos quedaron del lado de Juntos por el Cambio pero ni esa coincidencia los reconcilió.
Mario Barletta y José Corral miden fuerzas otra vez, ahora a través de sus candidatos, que compiten por un electorado similar y dividen el voto radical ante Jatón que recibe -si repite su elección de 2019- simpatías variopintas, incluso peronistas.
El frente de frentes que sumó a Cambiemos con todo el radicalismo primero a nivel provincial comenzó con una foto que mostró a Corral con el senador provincial Felipe Michlig (San Cristóbal) luego consagrado por sus correligionarios presidente del Comité Provincial por el éxito de su construcción del Frente de Frentes que se apuró tras la muerte de Miguel Lifschitz.
La prolijidad y el armado sin sobresaltos de los encabezados por Maximiliano Pullaro proviene justamente de aquella foto de 2021 entre Corral y Michlig. Y en ese esquema se pensó en la dirigente radical Adriana “Chuchi” Molina para competirle a Jatón. Pero “un día llegó el doctor” y con esa propaganda naif con que se empapeló la ciudad, también esa vieja aspereza interna en el radicalismo santafesino entre Corral y Barletta. El ex embajador en Uruguay logró que sea su candidato a intendente el director de un hospital de urgencias y alta complejidad de alto prestigio, el doctor Juan Pablo Poletti, que lideró desde el Hospital Cullen ante la opinión pública la lucha contra el Covid 19 antes de la maravilla de las vacunas. Por momentos, su voz tuvo más autoridad que la de los ministros de Salud, sobre todo para los demás médicos cuando les reclamó no dejar sus puestos de trabajo en los que expusieron sus vidas.
Ahora habrá una interna con la ex concejala Molinas, funcionaria clave de Corral y reconocida dirigente del feminismo, quien iba a disputarle poder a Jatón, que hasta se dio el gusto de amagar con ir por afuera hasta que entendió que nada era más conveniente que competir con la división del voto radical en una Paso.