La recesión de la economía argentina acumula una caída del 5,8 por ciento en los últimos 25 meses. Es una de las recesiones más largas y profundas que se hayan vivido. Y ya es una costumbre. Desde 1994, la Argentina atravesó varias fases recesivas, pero el estancamiento lleva más de una década.
Entre 2011 y 2022, la economía creció apenas 1,8 por ciento. Sin embargo, la población se incrementó un 14 por ciento. Es decir, no solo que casi no creció la economía, sino que, al crecer la población, al final del período cada argentino era un 10 por ciento más pobre que una década atrás.
En estos años de hundimiento, solo creció Neuquén, por Vaca Muerta. Santiago del Estero, Misiones y Jujuy sacaron un empate. El resto de las provincias cayó considerablemente. El país se hizo más pobre, perdió capacidad productiva y competitividad, aún en sus actividades principales.
El impacto en Santa Fe fue especialmente significativo. En el siglo 21, la provincia vivió sus décadas perdidas. En 20 años pasó de representar el 8,5 por ciento de la economía argentina al 7,8 por ciento. En ese lapso, Córdoba creció del 7,8 por ciento al 8,5 por ciento.
Bajo los gobiernos socialistas, durante la última década, el producto por habitante de Santa Fe cayó un 10,6 por ciento. La provincia perdió potencia económica respecto a las provincias vecinas y los santafesinos se hicieron un 11 por ciento más pobres.
La catástrofe social que se expandió en Rosario de la mano de la violencia, se replicó como decadencia productiva en el resto de los departamentos provinciales. En 10 años, el sector Agricultura y Ganadería cayó un 3 por ciento en la Argentina. En Santa Fe, el desplome fue del 16 por ciento. Es un porcentaje equivalente al crecimiento de Córdoba, la provincia que ocupó el lugar que Santa Fe resignó.
Progresismos sin productividad
Durante los años de gobiernos progresistas en la Nación y la Provincia, el sector económico más competitivo empeoró en sus zonas más productivas. El crecimiento del agro se dio en zonas marginales. Se trata de indicadores que, antes que una mayor equidad en la distribución territorial, muestran un deterioro general de las condiciones de producción.
Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, las provincias que originan el 75 por ciento de las exportaciones de bienes, aportaron el grueso de los dólares que financiaron el déficit de las otras actividades económicas y la expansión de las políticas sociales durante esos años donde la reivindicación de las políticas inclusivas traía como contrapartida la estigmatización de todo lo que estuviera vinculado a la productividad.
Con más de 8.700.000 habitantes, el 42 por ciento de la agricultura y la ganadería se desarrolla en la Región Centro. El 28 por ciento de la producción de alimentos y bebidas se reparte entre Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos. El 35 por ciento de la maquinaria y los equipos industriales se fabrican en esta región. La Región Centro representa el 19 por ciento de la economía argentina. En 2022, originó 34 mil millones de dólares, un 38 por ciento de las exportaciones.
En esa área geoeconómica se produce toda la harina y el aceite de soja, el 50 por ciento del maíz y la totalidad del biodiesel, el 50 por ciento de la carne bovina, un cuarto de la producción de girasol, el 82 por ciento de las exportaciones de leches preparadas, el 93 por ciento de los quesos, el 87 por ciento del maní, el 75 por ciento de la carne aviar, el 80 por ciento de partes y piezas de tractores, y todos los motores de combustión interna que se exportan.
Y aún hacia adentro de ese espacio económico, Santa Fe retrocedió: en 20 años pasó del 45 por ciento de la economía de la Región al 41 por ciento. En ese periodo, Córdoba y Entre Ríos crecieron. En ese contexto, la caída no fue casualidad. Durante esos años, los gobiernos provinciales de cuño rosarino no lograron descifrar la clave productiva de la provincia.
El problema mayor fue que la extracción de recursos de la producción y la exportación no redundó en mejoras en la prestación de bienes públicos para las regiones productoras. La presión fiscal recayó sobre los ingresos de las personas y las empresas obstaculizando la competitividad. La escasez de crédito y la inversión neutra son fenómenos que responden a un sistemático autoboicot promovido desde el gobierno nacional y provincial.
El Producto Bruto Geográfico de Santa Fe en 2022 representó el 8,73 del total del Valor Agregado Bruto Nacional. El aporte en tributos nacionales que realiza Santa Fe ronda el 2,6 por ciento del PBI y recibe en torno al 1,3 por ciento. La Nación se financió con el aporte de Santa Fe y los gobiernos provinciales se desentendieron del interior productivo.
Las consecuencias de concebir al campo como una inmensa base imponible para gravar fue que Santa Fe empeoró en todas sus áreas económicas. En los años de la parálisis económica, fue un amortiguador que se empobreció para evitar que la caída nacional fuera aún más abrupta. Tras una década de políticas adversas a la producción, es una provincia con menos capacidades, más débil y que influye menos a nivel nacional.

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Hace periodismo desde los 16 años. Fue redactor del periódico agrario SURsuelo y trabajó en diversos medios regionales y nacionales. En Instagram: @lpaulinovich.
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