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Política

La marcha universitaria y el desgaste de un gobierno que empieza a pagar costos

La trama social agredida por las políticas del presidente Milei tuvo una nueva respuesta consistente y se expandió a varios millones de argentinos, bastante más allá de los cientos de miles que salieron efectivamente a movilizarse a favor del financiamiento universitario en la Ciudad de Buenos Aires y decenas de ciudades grandes y chicas en todo el territorio nacional. Se trató de un nuevo impacto político contra el programa liberal oligárquico de la Casa Rosada, aunque no es claro que se trate de un punto de inflexión irreversible para la dirección económica y política.

Algo sí es seguro y novedoso, el conflicto político crece en la calle y también en el Congreso: el lugar donde, otra vez, se volverá a dilucidar si el veto a la ley que concretó la Casa Rosada aguanta o no un nuevo embate de contra veto; es la disputa principal que se viene. Con todo, nada indica que el gobierno esté en retroceso, ni que haya perdido la iniciativa.

La dinámica de una ley promulgada por amplias mayorías, luego vetada por el Ejecutivo nacional, y finalmente puesta en disputa con la insistencia parlamentaria, ya no aguanta una nueva reversión (como sucedió con la ley previsional). Hoy el gobierno no estaría contando con los 87 “héroes” que pararon el contra veto jubilatorio.

Se sabe, en el corazón del gigantesco sistema universitario público argentino tiene un peso histórico el partido radical. Y es toda una incógnita si el transfuguismo político volverá a operar sobre una decena de diputados (de la UCR y de otros bloques provinciales) que se dieron vuelta hace apenas un mes, dejando sin nada a los jubilados.

Si bien muy masiva, la irrupción callejera contra el desfinanciamiento universitario fue numéricamente inferior al antecedente del 23 de abril, pero expresó una cualidad más definida: docentes, estudiantes y no docentes de la universidad pública dejaron ver con nitidez el entramado de sectores medios y medios bajos con esa virtud argentina casi única en el planeta: la posibilidad de estudiar en universidades de calidad, sin pagar aranceles y sin sortear sistemas de ingresos restrictivos por cupos.

La movilidad jubilatoria podría esperar, la trama organizativa y de pelea de la tercera edad es naturalmente más débil, pero la alta sindicalización estudiantil y docente y el imaginario de prosperidad social para los menos favorecidos a través de una carrera universitaria, muestra una fibra nacional muy sensible. Al cabo, los gobiernos liberales de la década del 1880 (ley 1420 de Julio Argentino Roca, gratuidad y obligatoriedad de la educación inicial), que crearon tempranamente la educación laica; los radicales y la izquierda que hicieron la gesta de la reforma universitaria del 1918; el peronismo que hizo la universidad masiva y gratuita en 1947, y el peronismo kirchnerista que duplicó las casas de estudios superiores y la expandió a los barrios populares (en especial, al conurbano bonaerense), representan una saga argentina que el actual gobierno quiere enterrar para siempre, y que la conciencia política mayoritaria pretende sostener.

Ver a Horacio Rodríguez Larreta, a Martín Lousteau y una columna de la UCR con su bandera, al peronismo kirchnerista y al trotskismo en sus distintas variantes, todos juntos en la Plaza del Congreso, y bajo una misma consigna política, representa una novedad profunda de la Argentina mileísta del segundo semestre de 2024.

Milei, como era de prever, repartió diatribas contra todos, pero no es seguro que esa estética conserve eficacia para seguir haciendo política a favor de su proyecto ideológico.



Cambio del régimen electoral


La semana que abre el mes de octubre, además de la marcha universitaria, dejó una novedad parlamentaria potente: el cambio de régimen electoral en todo el país, a través de la Boleta Única de Papel (BUP), y el definitivo retiro de las tradicionales boletas electorales partidarias. El oficialismo, el PRO, y la oposición amigable, finalmente avanzaron con un proyecto que llevaba varios años dando vueltas por el Congreso. El peronismo no lo avaló; pero una amplia mayoría de más de 140 votos en Diputados le puso el sello a un sistema que ya se usa en al menos tres provincias argentinas: Santa Fe, Córdoba y Mendoza.

El nuevo sistema nacional, que regirá desde 2025, tiene mayores similitudes con el que se inauguró en Mendoza en la última elección: boleta única, donde se elige (con tildes) por categoría y no será posible, como en el caso cordobés, con una única tilde elegir lista completa. El modelo Santa Fe, que tiene tantas boletas únicas como categorías (gobernador, legisladores, municipios, etc.) no fue el que aprobó el Congreso.

Por caso, en la elección para diputados nacionales del próximo año (y senadores en ocho provincias), el elector pondrá una única tilde por todos los candidatos del distrito para cada categoría. Podrá ver una pequeña foto de los dos primeros candidatos, podrá leer -tamaño pequeño-, el nombre del resto de los postulantes, en el caso de exceder de dos, como sucede en las provincias grandes. Uno vez colocadas las tildes, la boleta – de gran tamaño- se dobla sobre sí misma en varios pliegues, y se coloca dentro de la urna.

La inspiración del arco no peronista, la de impulsar el cambio de régimen, se basa en el objetivo político de debilitar la fortaleza de la marca, color y escudo de los partidos políticos, en especial del único partido de la Argentina que mantiene potencia electoral con la sola presencia de su nombre, el Partido Justicialista.

El otro objetivo del no peronismo es evitar el arrastre de arriba hacia debajo del candidato principal, que se lleva consigo las demás categorías en la llamada boleta “sábana”.

La Argentina, con su boleta partidaria papel, junto a una veintena de países del mundo, calificó hasta acá entre los países más confiables por su sistema electoral. La boleta única, por las experiencias provinciales, generan gran cantidad de votos en blanco en ciertas categorías –llegó al 30 por ciento en Mendoza. Los votantes no colocan todas las cruces necesarias, simplemente lo hacen por quién conocen o aprecian, y descartan el resto-.

Es verdad que los partidos chicos –con pocos fiscales- ven facilitada la jornada: no tienen que garantizar la presencia de sus boletas en el cuarto oscuro. Sin embargo, y lo señalan los especialistas, los fiscales son importantes al momento del recuento porque la BUP es más sencilla de fraguar (agregando una marca en el voto al momento del escrutinio que lo invalide). Con la BUP, ya se demostró, especialmente en Santa Fe y en Córdoba, las caras conocidas, aunque ajenas a cualquier tradición política, cuentan con la ventaja de que su foto atrae por encima del resto.

El sistema de partidos políticos, con la BUP se fragmenta y la democracia, para algunos analistas, se deteriora, aunque para otros se fortalece.

Una pregunta, sin embargo, queda sin respuesta: ¿por qué La Libertad Avanza promovió con fuerza este cambio?, su líder era hasta hace pocos años panelista de televisión, sin partido político, y llegó a la Casa Rosada con el anterior sistema.

Para el peronismo el desafío es grande, en especial en la provincia de Buenos Aires. Allí Axel Kicillof deberá resolver qué conducta toma, si desdobla la elección nacional de la provincial (días diferentes, como tantas veces se hizo en Santa Fe) o si realiza un sistema concurrente: una misma mesa electoral, un mismo acto, pero con dos cuartos oscuros y con dos urnas, una para la elección provincial otra para la nacional.

Según pudo recabar Suma Política, todo dependerá de la elección y de la fortaleza de los candidatos. Será clave una campaña educativa muy detallada para que las próximas elecciones nacionales no se conviertan en un mar de votos en blanco y anulados.


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