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Economía

La montaña rusa argentina

Los años impares en Argentina se han transformado en difíciles de transitar. Máxime cuando son años electorales para renovación de cargos ejecutivos. Fueron complicados de sobrellevar el 2011, 2015, 2019 y éste no será el último.

Se repiten patrones de inestabilidad y se agregan, en cada uno, nuevos condimentos. Largos meses de contienda electoral que, por si fuera poco, coinciden con los segundos semestres, que son de por sí duros de llevar. Triples coincidencias que deparan mucho movimiento.

En efecto, en julio de cada año comienza el período de mayor estrés fiscal y de divisas del calendario. Factores estacionales y estructurales coinciden: la demanda termina presionando sobre la oferta de divisas y los gastos ordinarios superan a los ingresos. En el 2023, la sequía, vencimientos del FMI y un Banco Central en rojo constituyen un combo diferencial con el pasado.

La dolarización electoral ocurre con un tanque vacío. No es excepcional. Ocurrió en el 2011 con la reelección de Cristina Fernández, en el 2015 con la llegada del ingeniero Macri, en el 2019 con Alberto Fernández y el 2023 no será la excepción.

Dolarización que no es otra cosa que una huida del peso. Hacia todo aquello que pueda preservar valor, donde el dólar ha sido y sigue siendo el activo de preferencia. Pero no es el único. Existen otras opciones. Más si la economía se halla en proceso de alta inflación. Autos, bienes electrónicos, alimentos, insumos, recitales, cualquier bien o servicio sirve de vehículo para correr.

Nos deparan semanas complejas hasta culminar el largo proceso electoral argentino. Las turbulencias no cesarán. Habrá movimientos y decisiones de ambas franjas. Medidas oficiales que sucederán a reacciones de mercados. Fuerzas contrapuestas intentarán que los “ajustes” sucedan, en tanto que el gobierno buscará mantener un “equilibrio inestable” a toda costa. Medidas monetarias y fiscales (mayor gasto público —sumas fijas— y controles de mercados) pondrán a prueba la fuerza fiscal de un gobierno muy debilitado. 

Prudencia a la incertidumbre ayudará a transitar semanas sinuosas hasta que el nuevo gobierno comience a definir un rumbo. Por ahora, sólo se puede vislumbrar el 9 de diciembre como fecha de llegada. Serán semanas muy intensas. Pero los argentinos conocemos de pruebas, caídas y resurrecciones. 


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