El universo de la carne tuvo desde 2015 un desarrollo aceleradísimo e irregular. La inclusión de China como gran comprador que entre 2011 y 2020 pasó del 1,6 por ciento del valor total al 87,4 por ciento, no solo puso a Santa Fe como primera provincia exportadora, con el 44 por ciento de las ventas, sino que permitió la incorporación de un conjunto de operadores que son protagonistas de esta historia. El gobierno cerró exportaciones creyendo que ordenaría un partido fuera de control y se le desordenaron hasta las internas.
En los últimos 12 meses, la hacienda trepó casi un 100 por ciento. Los feedlots disminuyeron el uso de su capacidad en más de un 20 por ciento. Hubo menos nacimientos y menos destetes. La caída de la oferta y de los precios es un problema mundial. Las estrategias conservadoras se acoplan al cambio productivo hacia el uso de pasturas, dado el aumento inédito del precio del maíz. El problema es que, en ese proceso, la hacienda liviana, que es el consumo local y explica el 70 por ciento de la demanda, arrastró el precio de los cortes en mostrador.
Desde el sector indicaron que se cayó el acuerdo de Precios Populares y los frigoríficos del Consorcio ABC, el grupo de grandes firmas que integran el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), no pueden abastecer a los supermercados y al Mercado Central. Son los que tienen instalaciones para almacenar y condicionar al mercado. Estos días presentaron una propuesta para ampliar las 8 mil toneladas del anterior acuerdo y sumar a matarifes y abastecedores, que advirtieron de un posible desabastecimiento.
En la jornada previa al paro, el precio de la hacienda aumentó en Liniers y las subas se trasladaron a los mostradores. Dardo Chiesa, coordinador de la Mesa de las Carnes y expresidente de Confederaciones Rurales Argentinas, estuvo presente durante la reunión del CAA con el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. Chiesa es el puente con la dirigencia rural. En 2020, el gobierno desactivó las presiones de la Mesa de Enlace al acompañar la formación del CAA. Pero terminó atrapado en los marcos dispuestos por las industrias exportadoras.
La moral de los formales
A la par de los frigoríficos ABC, el gobierno considera que son las maniobras de los exportadores “truchos” que se sumaron al negocio de exportación a China lo que perjudica la liquidación de divisas y aumenta los precios. Por medio de triangulaciones con Uruguay, operan con dólares a través del contado con liquidación (CCL) y presionan sobre la hacienda; o utilizando empresas fantasmas creadas de forma exprés gracias a la simplificación burocrática del gobierno de Mauricio Macri. En ambos casos, emerge el nervio de la cuestión: la brecha cambiaria. La tercera posición en la economía bimonetaria: peso, dólar y paralelos.
El presidente del Consorcio de Exportadores ABC, Mario Ravettino, plantea que para descomprimir la presión hay que normalizar y dar transparencia al mercado. Es la opción legalista. El vínculo fluido que mantiene con el gobierno nacional lo ubica en un rol incómodo hacia dentro del sector ganadero. Las responsabilidades por los precios indomables se van descargando de peldaño en peldaño de la cadena productiva.
Una semana antes de anunciar el cierre de exportaciones, el gobierno había reestablecido algunos de los controles que fueron desmontados por la desburocratización del macrismo y que permitieron la creación de sociedades anónimas simplificadas que podían exportar sin tener capital mínimo ni instalaciones dedicadas a la actividad. A su vez, se reintrodujeron los precios de referencia para el seguimiento de la AFIP.
La fiscalización y el control de la subfacturación es inevitable. Las diferencias están en los instrumentos a utilizar. Desde los productores hasta los carniceros, pasando por los frigoríficos regionales, saben que las distorsiones que generan los canales informales terminan creando un precio ficticio para la hacienda que retroalimenta las subas. El otro desacople de los precios internacionales. Pero el problema parecería ser más amplio.

El federalismo es una tira de costillas
La cadena ganadera es larga y heterogénea. Con rentabilidades múltiples. La suba en la cotización del maíz impacta en los feedlots. Los insumos dolarizados acompañan y superan el ritmo de la devaluación. Los valores entre cada instancia están atravesados por una larga serie de distorsiones. Santa Fe está en el eje de la situación. La faena de bovinos provincial creció en marzo un 23,5 por ciento en relación a febrero y un 12,7 por ciento respecto a marzo del 2020.
Según el Censo Agropecuario del 2018, el 11 por ciento del rodeo nacional, unas 4.418.309 cabezas de ganado en 10.434 explotaciones agropecuarias, son de Santa Fe. Es la segunda provincia ganadera, detrás de la tradicional Buenos Aires. Pero desde el 2002 se perdieron más de 1.700.000 cabezas del stock y casi 7 mil explotaciones. El anterior cierre de exportaciones deterioró la oferta. Ahí se inserta la opción productivista, que toca la víscera central de la política santafesina. El punto donde el peronismo se desdobla.
El ministro de la Producción, Daniel Costamagna, es un veterinario del INTA Rafaela ligado a la producción lechera y ganadera, con buen trato con las entidades del sector. El secretario de Agroalimentos, Jorge Torelli, fue gerente de Mattievich y vicepresidente del Instituto de Promoción de Carne Vacuna Argentina (IPCVA). Atribuye las subas a la restricción de oferta a partir de la liquidación en feedlots, señala a la producción como formadores de precio y habla de los “flexitarianos”, una generación en busca de otras experiencias que destraban la matriz de consumo del país carnívoro.

En febrero, con la carne en plena curva ascendente, Torelli decía que el comportamiento habitual es de aumentos fuertes para después ingresar a una meseta, y luego volver a escalar. El paradigma que se abre es la estrategia de recría, es decir, que el productor no venda el animal a un feedlot con 180 kilos, sino que lo mantenga en el campo hasta llevarlo a 230 kilos. Implica un mayor costo financiero, pero es una forma de proteger capital. Y sacar los animales con un peso mayor tendría otra repercusión sobre la cadena. Aunque es un proceso más lento.
Las propuestas para incrementar la producción tienen dos pilares: el aumento de la tasa de destete, para sumar entre 2 y 7 millones más de terneros, y el aumento de los kilos de faena, que permitiría más carne, con menos animales. Es tiempo de cambios en el sector, y el gobierno santafesino juega en eso su suerte.
El peronismo será agroindustrial o no será nada
Con el objetivo central de cerrar los números, el gobierno de Omar Perotti trabaja la reserva y la austeridad. Como prolongación de un estilo particular, prefirió ahorrar definiciones y dejar que las circunstancias decanten antes de interceder. La primera aproximación a una diferencia con el gobierno nacional la había realizado, mancomunado al intendente rosarino, Pablo Javkin, por el pedido del cambio de status sanitario. El resultado no fue el esperado. El cierre de exportaciones le dio la chance para repetir el apartamiento táctico del criterio nacional y no obstruir la formación de un peronismo núcleo con una base más heterogénea y de características santafesinas.
Con una cultura política del ahorro, las palabras y las imágenes oficiales son modestas. Pero, en silencio, ensaya reparaciones con el sector privado. No fue solo el ministro Costamagna el que entabló conversaciones con las entidades agrarias de la provincia. Desde el radicalismo también apelaron a su raíz territorial para contener a un electorado decisivo. Ese es el terreno en el que probablemente piensan en la Casa Gris. Un proyecto que toma la ruta 8 en sentido inverso, con destino a Córdoba.
Las guerras del bife le exigen activar las defensas para que el malentendido no afecte un armado provincial todavía frágil e inspirado en la severidad fiscal y los buenos términos con las fuerzas productivas. La brecha geopolítica al interior del Frente de Todos. El peronismo del AMBA frente a los otros peronismos que exploran la plataforma agroindustrial nacida en las provincias. Como si fuera posible llevar la discusión lejos de lo que estalló en marzo de 2008. Con el hambre y la crisis de por medio.
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Hace periodismo desde los 16 años. Fue redactor del periódico agrario SURsuelo y trabajó en diversos medios regionales y nacionales. En Instagram: @lpaulinovich.
