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Política

Macri con Milei en la avanzada y el resto de Juntos en la frontera del nuevo gobierno

El triunfo histórico de Javier Milei con más de 14,5 millones de votos, una cifra jamás lograda por ningún presidente argentino, fue como un tornado en remolino que desorganizó todo un sistema político que aún a una semana se pregunta cómo sigue una película de la que casi nadie vio el comienzo. Las dudas, amagues, retrocesos y sorpresas en la conformación del gabinete nacional son parte de esos coletazos, de ese viento que vino a remover todo lo conocido.

Los diez gobernadores de Juntos por el Cambio (JxC) hicieron una declaración conjunta a mediados de la semana que termina definiendo el acompañamiento a Milei pero advirtieron, a la vez, de forma cuidadosa, que pretenden ser tomados en cuenta en las decisiones, y algo no muy difundido pero también dicho en el encuentro de la Casa de Mendoza en Buenos Aires: “los funcionarios (de origen en JxC) que aporten al plantel de Milei lo hacen de manera individual y no por nuestra fuerza política” (palabras del senador radical y mandatario electo Alfredo Cornejo).

Sin embargo, esa expresión política del miércoles pasado, pareció envejecer con los anuncios del jueves y viernes sobre la presencia decisiva de figuras clave del PRO en la Casa Rosada, como Patricia Bullrich y Luis “Toto” Caputo (Ministerio de Seguridad y de Economía, hasta la información de estas horas), entre otros.

Un sector del PRO, el radicalismo y demás partidos integrantes de la alianza cavilan en formar parte o no del nuevo gobierno; muy distinto de Mauricio Macri que aceleró luego de las generales y tuvo un éxito político categórico como se narra en otra columna de la edición de Suma Política.

La aparente contradicción de que una fuerza política que salió tercera, que ahora en los hechos gobernará resortes esenciales del país, la explica el propio diseño constitucional de la Argentina y el balotaje como herramienta electoral. La alianza de gobierno casi en partes iguales que mileístas y macristas compartirán a partir del próximo 10 de diciembre a nivel ejecutivo la materializó (antes que Macri y Milei) un sector mayoritario del pueblo argentino que los votó, primero separados (8 millones por un lado y 6,2 por el otro) y luego juntos en el balotaje (14,5 millones). Macri entendió que la alianza ya estaba hecha, sólo faltaba completar los casilleros.

Los gobernadores se quedaron un paso atrás de esa jugada audaz y, por supuesto, arriesgada de Macri. ¿Por qué? En buena medida porque no comparten el núcleo central de las ideas radicalizadas liberales anti Estado de Milei, pero también —aunque por ahora nadie lo puede decir— porque dudan de que ese plan pueda aplicarse, o en todo caso, no están seguros en qué lado estarán a la hora de ver caer a las víctimas de un ajuste sin clemencia que ya se anuncia por seis meses o por dos años, según los casos, y que será “doloroso”.

La retórica de echar “ñoquis” y “planeros”, y los excesos de la burocracia política están en el centro del éxito electoral de Milei y también de Juntos. Lo pidió el votante. Pero llegado el momento de hacerlo concreto muchos dudan cómo y dónde, y temen de su inviabilidad y de los efectos sobre la población, en el sentido de transformar a la Argentina en un campo de batalla callejera de dudoso final feliz.

De este modo, el mileimacrismo operará como la avanzada de un plan de ajuste y transformación profundo, tanto desde la Quinta de Olivos como desde el Congreso donde es altamente probable que, al menos en algún formato de alianza, la Cámara de Diputados acompañe con números suficientes las propuestas del Ejecutivo.

El resto de las fuerzas de JxC que no acompañaron a Macri en su jugada a fondo con Milei —y que fueron irrelevantes en el balotaje porque no se expresaron con el voto en blanco, ni con el ausentismo ni con el voto a Massa—, permanecen por ahora en la frontera del experimento político que ya se viene en la Argentina. Y mirarán cómo evolucionan los hechos, hasta dónde la sociedad banca tamaño giro conceptual y, en especial, si los resultados aparecen o no en el campo de la economía, allí donde se juega lo principal de eso que contribuyó a la derrota de UxP.

En el Senado será otra historia. Como otras veces el peronismo tendrá la capacidad de poner freno. Y desde ya, con Axel Kicillof y la provincia de Buenos Aires, se constituye en el campo de representación desde donde debería afianzarse una nueva oposición, peronista.

Con todo, la discusión y refundación del peronismo derrotado todavía ni siquiera empezó. Aturdidos y sin respuestas, “primero el duelo”, dicen, y recién luego, de a poco, imaginar el futuro.


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