El modelo teórico con el que se pretende enderezar el barco desmejoró la economía, agudizó necesidades, resquebrajó consumo y ensombreció la vida de trabajadores y jubilados. El contraluz de un pequeño empuje en sectores puntuales no alcanza para el derrame y la línea de flotación sigue en duda. Pero una especie de fe, transversal al tejido social, sobrevuela el escenario intentando cuajar en certeza a pesar de los pesares.
¿La base de esa esperanza es la realidad o una construcción de sentido? El presidente Javier Milei dio una meritocrática respuesta, cuando lo consultaron por la pobreza en alza: “¿Ustedes se creen que la gente es tan idiota que no va a poder decidir? Va a llegar un momento donde la gente se va a morir de hambre y de alguna manera va a decidir algo para no morirse”, acuñó, dejando en la orfandad a sus esperanzados. Suma Política dialogó sobre el tema con el sociólogo, licenciado en letras y ensayista Pablo Alabarces.
—Milei se jacta de un ajuste sin precedentes al tiempo que dice contar con el apoyo de la gente. Cómo se explica la esperanza en esa especie de oxímoron. Cómo se procesan las experiencias cotidianas de ajuste en ilusión.
—Hay un problema muy severo con el uso de la palabra gente. La sociología lo que enseña es que en una sociedad no hay gente, lo que hay es gentes, montones de agrupamientos muy plurales, cruzados por montones de articulaciones: clase, etnia, género, edad, biografía, territorio, trayectoria política, extracción social y etcéteras, lo que implica toma de posiciones y actitudes políticas muy distintas. Decir gente nada más es una simplificación que no nos ayuda a entender absolutamente nada.
En segundo lugar diría que tenemos un problema de datos, y el único dato que tenemos concreto, real, es una votación en segunda vuelta, algo bastante peculiar porque es sí o no, blanco o negro. Lo demás son datos sobre opinión pública, son datos evanescentes producidos por encuestadores que, parafraseando al mileísmo, no la vieron ni la ven, no se supo ver por ejemplo que estaba creciendo un fenómeno que iba a desembocar en 56 por ciento de votos para Milei.
Los mismos encuestadores que no vieron eso, ahora ven que aparecería un apoyo y ese apoyo efectivamente no se verifica en ningún lado, es un dato de encuestas, con esto no le estoy quitando importancia —aclaro—, no estoy diciendo no pasa nada, no quiero caer en la fantasía de buena parte del progresismo argentino que en febrero decía que Milei era como Semana Santa, porque si no caía en marzo, caía en abril. Y ahora estamos en agosto.
—Y se está preparando para el 2025…
—Están armando la renovación parlamentaria confiando en que van a producir otra avalancha que va a cambiar la relación de fuerzas parlamentaria, algo un poco aventurado, lo que no quiere decir que no ocurra, pero en este momento concretamente, en términos de datos, nadie sabe nada. Lo único que sabemos en términos de datos es que la Argentina está atravesando una de las peores recesiones de su historia, eso está impactando en la desocupación pero no de una manera tan flagrante ni rápida como suponíamos que iba a ocurrir, porque la Argentina económicamente es un milagro; en el tiempo que llevo de leer los diarios, unos 57 años, la sobrevivencia de la economía argentina es absolutamente milagrosa.
Dentro de ese milagro está que la desocupación no esté arriba del 20 por ciento. Pero sí está claro, y son datos más sólidos que una encuesta, los del crecimiento de la pobreza y la indigencia; en cualquier núcleo urbano es visible el crecimiento enorme y veloz de la indigencia callejera.
Ahora bien, la correlación es entonces porque no se produce algún tipo de revuelta, la confianza progresista en que esto no va a aguantar y va a explotar, siempre se quiere que explote otro, no uno, que haya otro que vaya y ponga el cuerpo para producir una revuelta y exigir la salida de Milei, no va a ocurrir.
—Sabiendo lo que significa poner el cuerpo en Argentina.
—Exacto. Eso no va a ocurrir. Diría que en general Milei hace todo mal, salvo una cosa: meter miedo. Eso lo está haciendo bien, el funcionamiento represivo del Estado, en manos de Patricia Bullrich, es eficaz en términos del interés de una clase dominante; no creo que la posibilidad de una revuelta o desborde social sea tan sencilla en un contexto en el cual, por un lado hay esperanzas y expectativas y por el otro, un miedo muy extendido respecto de la represión o represalia.
—Al respecto del pacto en cuya redacción no intervinieron los firmantes, de traje oscuro a medianoche y al día siguiente el desfile de Mile y la vicepresidenta Victoria Villarruel, arriba de un tanque militar, se puede inferir más de un significado…
—Hay una ruptura bastante clara de un consenso democrático relativamente hegemónico, que duró muchos años y que ahora se ha hecho pedazos, consenso en torno de ciertas cosas muy mínimas; esto no es culpa de Milei, es responsabilidad de la dirigencia política llamada democrática de los últimos cuarenta años, que ha fracasado de una manera grosera. Que dos años después del estreno de la película Argentina 1985, sea vicepresidenta una persona que insiste en que eso es propaganda comunista, que el 56 por ciento de la sociedad los haya votado, quiere decir que se perdió ese consenso que era muy robusto y hoy está en crisis.
Que el presidente y la vice arriba de un tanque no le parezca mal a una porción relativamente importante de la sociedad… pero cuán importante nadie lo sabe. Nadie sabe exactamente qué está pasando hoy por la cabeza de la sociedad, y según qué sector de la sociedad. Pablo Semán, el colega que mejor estudió y vio venir la construcción de esta nueva subjetividad anarco-libertaria-individualista, tiene un nombre muy lindo: los mejoristas, es decir aquellos que están convencidos de que con su esfuerzo van a estar mejor, pero él tampoco los puede cuantificar.
También hay que entender que esto ocurrió y, seguirá ocurriendo, por razones preexistentes. No es un fenómeno que inventa Milei; había una vieja categoría que inventó la sociología argentina, a mediados de los sesenta, para hablar del peronismo, y decía que el peronismo encontró masas en disponibilidad, encontró a una clase obrera que estaba disponible para la experiencia del peronismo. Uno podría decir Milei encontró masas en disponibilidad, encontró una sociedad muy fracturada, fragmentada, dolida, golpeada, que no encontraba respuesta en las experiencias populistas o conservadoras de los últimos 40 años, y que se arrojó a los brazos del primer tipo que pegó tres gritos en una dirección correcta, no para mí, obvio.
Esto aparece como fenómeno muy claro en el mundo, quienes se vuelcan a los tipos que pegan gritos son los sectores populares, pero también jóvenes de clase media y media alta, que con los ojos cerrados creen en la retórica del emprendedurismo, especialmente porque serán emprendedores herederos, con capitales familiares y la propuesta de una sociedad, organizada con las leyes de la selva, los encuentra a ellos del lado de los más fuertes.
Lo preocupante son aquellos que siempre estuvieron y estarán del lado de los más débiles, y que sin embargo creyeron, fueron seducidos, por la estrategia de los más fuertes, el punto clave está ahí, cómo los débiles pueden confiar en las estrategias de los poderosos. La pregunta por las razones por las cuales las clases populares votan alegremente a sus opresores es tan vieja como la humanidad. Ahora, también hagámonos cargo, quienes creemos en agendas progresistas, más justas y democráticas, de lo mal que las llevamos adelante, que las planteamos y lo peor que las defendimos.
– En la épica libertaria la esperanza funge de garantía capaz de generar confianza
– Ninguna sociedad pierde la esperanza, entraría en situaciones de desgarramiento mucho más duras, esto no va a ocurrir en Argentina, que es una sociedad que tiene experiencias de transformación social muy fuerte, épica de ascenso social, peso de la escuela pública, entre otros. Una sociedad siempre tiene esperanzas y entonces cuando se encuentra con una votación, vota por esa esperanza, convencida de que su elección le va a permitir estar mejor.
La pregunta que sigue es ¿por qué entonces votó a esto? esto, para mí, no sólo significa que la sociedad y especialmente sus sectores populares están peor, van a estar peor aún, esta es mi hipótesis, mi saber político/teórico, entre comillas. Ahora a la experiencia cotidiana de las clases populares argentinas con lo que tuvo hasta ahora no le fue mejor. La última presidencia de Cristina (Fernández) fue mala, la de (Mauricio) Macri fue mucho peor y la de Alberto (Fernández) estuvo igual de peor, entonces si se ofrece más de lo mismo, es obvio que se iba a tomar la dirección que Milei llama anticasta, lo que en teoría política se llama antielitismo. Habría que ponerle muchas capas de sentir, teoría e historia, para decir: no, miren que esa dirección es incorrecta.
Se entiende por elite a las clases dominantes, la clase dominante se identifica con el status quo político, no con el capital económico. Si la clase dominante, en el viejo peronismo, era la categoría oligarquía, ahora clase dominante es la casta, ni eran oligarcas los que estaban en contra del peronismo, ni son casta los que están en contra de Milei. Pero el punto no es lo que es, sino lo que se percibe y se experimenta.
Sobre esto hay miles de explicaciones pero todas giran alrededor de: las sociedades hacen lo que pueden con lo que tienen, no les pidas que hagan milagros con opciones que no tienen. Pareciera que lo que nosotros, como elite intelectual y política, les decimos a los sectores populares, acéptenos como somos porque ustedes no están en condiciones de decidir lo que es mejor para ustedes. No. Eso está muy mal. Y sin embargo estamos todos diciendo no puede ser que hayan votado esto pero sí, es absolutamente posible que haya pasado esto. Es entendible si uno tiene un poco de humildad y autocrítica, una palabra no muy grata en estos días, acá nadie tuvo la culpa de nada.
Existen culpas y hubo muchos errores. Hace cuatro años, cuando recién asumió Alberto, puse en un posteo (redes sociales): tengamos claro que si la nueva experiencia populista progresista fracasa, lo que se viene, es algo similar a Bolsonaro, lo que se viene es (José Luis) Espert, en eso me equivoqué, no pensé que era Milei. Hay algo que nadie se ha puesto a explorar, es que el mileismo nació en el centro, pero cuando todos pensaban que era un fenómeno porteño, resulta que no lo era, entonces qué pasa en las sociedades de las provincias donde Milei arrasó con el 70 por ciento de los votos, qué pasó ahí. Esa es una pregunta clave. Hay que seguir haciendo preguntas y pensando respuestas.
Sobre el final de la charla, Alabarces, que algunas semanas atrás dio el seminario virtual, “Subalternizados. Violencias. Culturas masivas y culturas populares en la mediatización actual”, organizado por el Centro de Estudios Latinoamericanos Ernesto Che Guevara de Rosario y la maestría en Estudios Culturales de la Universidad Nacional de Rosario, abrió el último interrogante: Milei no puede ganar la calle, no le interesa.