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Economía

Quién, cómo y dónde: un mapa de la producción agropecuaria en Santa Fe

Las características productivas de Santa Fe comprenden varias zonas y múltiples sectores, algunos con un grado de aprovechamiento subóptimo. De forma esquemática, el territorio provincial se divide en cinco regiones con distintos grados de diversificación.

Con epicentro en Reconquista se extiende la región con más diversidad ambiental y cultivos como el algodón y la caña de azúcar. Hacia el este, se encuentra el sistema de islas y humedales que da lugar a la pesca y la ganadería. También existen vías navegables y proyectos tecnológicos que vinculan a privados, universidades y gobierno.

Con Rafaela como punto central, el centro-norte exhibe tres grandes zonas ambientales y un polo exportador de alimentos, autopartes y metalmecánica. Hay una gran heterogeneidad entre el norte, con déficit de infraestructura, y el sur, un polo industrial y tecnológico. Sobresale la cuenca lechera y la industria láctea. También cuenta con ganadería bovina y un sector tecnológico que creció velozmente.

La zona central entre los departamentos Castellanos, Las Colonias, La Capital y San Justo, es mixta. Ocupa un lugar clave por la burocracia gubernamental, pero también por la confluencia de vías navegables, ferrocarriles, rutas y el aeropuerto de Sauce Viejo. Se caracteriza por los servicios, los cereales y oleaginosas, con industrias lácteas y de carnes. La actividad maderera, frutihortícola y el turismo son ejes singulares del esquema productivo.

Alrededor de Rosario se abre la mayor concentración demográfica y financiera, con fuerte incidencia de la innovación y el conocimiento, y una gran cantidad de startups creadas en los últimos años. Con alta capacidad industrial en el polo portuario es el corazón del agro nacional. Además, es un centro educativo y cuenta con actividad bursátil, de pymes y centros de investigación y desarrollo tecnológico de referencia continental.

Al sur, se extiende la mayor zona agrícola con suelos de alta capacidad productiva. Comprende los departamentos Constitución, General López, Caseros, Belgrano, Iriondo, San Martín y San Jerónimo. Es el núcleo de la soja, el maíz y el trigo, junto a condiciones óptimas para ganadería, bioenergía y bioproductos. Es zona de maquinaria agrícola y metalmecánica, turismo rural, productos de granja y frutas finas.

Qué se produce

Entre 2002 y 2018, la superficie cultivada con cereales en la provincia se incrementó 2,7 por ciento, mientras que la superficie sembrada con oleaginosas disminuyó 7,2 por ciento. Sin embargo, la participación de ambos grupos de cultivos en el total fue mayor. Al mismo tiempo, aumentó la superficie sembrada con cultivos industriales, legumbres y aromáticas; y disminuyó en forrajeras, hortalizas, flores de corte, frutales, bosques y montes y viveros.

Los dos cultivos principales en cuanto a cantidad de hectáreas fueron el trigo pan y el maíz para grano. La superficie cultivada con maíz se incrementó 60 por ciento y la sembrada con trigo pan disminuyó un 20 por ciento. Los cereales que más aumentaron su participación en el período fueron el arroz, con un 400 por ciento, y la cebada cervecera, con el 150 por ciento.

La superficie del girasol aumentó 97 por ciento y, de forma contraintuitiva, la de soja disminuyó 10 por ciento entre 2002 y 2018. La superficie para legumbres se incrementó 66 por ciento, entre las que se destacan la arveja y lenteja. Los cultivos industriales aumentaron 180 por ciento. El principal fue el algodón, con un incremento de 342 por ciento. Los frutales exhiben un descenso del 142 por ciento, y los principales fueron melocotón y naranjo. En cuanto a los bosques y montes, la superficie se redujo en 39 por ciento, principalmente de eucalipto.

En cría de animales, se relevaron 10.555 explotaciones agropecuarias (EAP) dedicadas a los bovinos, con un total de 4.459.989 cabezas, y 1.727 EAP con rodeo de tambo. En total, hay 2.123 tambos en la provincia. Además, se censaron 1.242 EAP con 53.067 cabezas de ganado ovino y 27.873 cabezas de ganado caprino en 612 unidades. En el caso de los cerdos, se relevaron 1.370 EAP con 569.428 cabezas. Asimismo, existen en la Provincia alrededor de 54.213 cabezas de equinos en 5.213 EAP.

El agro de los medianos

Según el Censo Agropecuario del 2018, existen 19.949 EAP, un 29 por ciento menos de los que existían en 2002, en 9.476.631 de hectáreas. Bajo régimen de propiedad, hay 5.249.068 de hectáreas. Y en arrendamiento, son 3.431.193. Medido por unidades de parcelas, de las 70.123, en propiedad son 31.459 y en arrendamiento 35.946. Si bien existen grandes propietarios, la provincia de los colonos se caracteriza por la proyección de sus “fuerzas medias”.

El proceso de concentración en Santa Fe eliminó 8.154 EAP en 16 años. La mayor pérdida fue entre las unidades de 5 y 200 hectáreas. El mayor número de unidades agropecuarias tienen entre 200 y 500 hectáreas. En términos de superficie, la mayor cantidad se concentra entre los de mil a 5 mil hectáreas. Las 192 EAP que tienen desde 5 mil a más de 20 mil hectáreas, concentran 1.984.145 hectáreas. En variación porcentual, las únicas franjas que crecieron fueron las de 500 a mil hectáreas, pasando del 15,9 al 16,4 por ciento; y las de entre mil y 5 mil, del 33,9 al 37,6 por ciento.

Si bien se observa la tendencia a la concentración, el “problema terrateniente” parece un enfoque escasamente efectivo para la complejidad provincial. La burguesía agraria tiene una capacidad de proyección original: para el 2018, la superficie promedio era de 478 hectáreas. La franja que se sitúa en un rango de extensión entre 200 a mil hectáreas, es decir, un tamaño mediano, es la base del desarrollo agroindustrial que combina exportación y mercado interno.

En lo relacionado a las formas de asociación, del total de EAP, hay 58 que forman pools de siembra o cría de ganado, 400 que se integran a la industria y 158 a un grupo económico. Las personas físicas controlan unas 14.970, hay 21 asociaciones civiles y 51 cooperativas. Y solo 1.823 personas tiene nivel educativo superior con orientación agropecuaria.

Los cambios en la productividad y rentabilidad transformaron la estructura productiva con efectos sobre quiénes y cómo producen. Aunque existen tendencias donde los grandes se imponen a los más chicos, la escala es un factor para la planificación y una condición del mejoramiento técnico y el crecimiento asociado a la dinámica del negocio agropecuario.

La estructura integrada

Los canales de ventas se fueron complejizando, pero se mantuvieron ciertas líneas de acción. La mayoría de las entregas son a un acopiador, frigorífico o cooperativa: unas 7.010 EAP en cereales y 9.566 en oleaginosas. Con destino a un corredor, comisionista o consignatario, en cereales son 1.164 y en oleaginosas, 1.409. Para exportación directa, en cereales son 424, y en oleaginosas, 544. La industria compra a 297 en cereales, y 254 en oleaginosas. Y son, en total, 2.274 las unidades que no comercializan.

Esto comprendió, además, una revisión de las modalidades de comercialización que definió al eslabón como una instancia determinante de toda la cadena. En algunos casos, los instrumentos novedosos, como los correacopios, que combinan el mercado físico de granos con el mercado financiero, terminaron en un descalce que dejó miles de damnificados.

Sin embargo, el salto tecnológico, los encadenamientos entre actores y las exigencias competitivas, impulsaron una profesionalización que coincidió con un relevo generacional y la introducción de tecnologías y nuevas formas organizativas y de gestión. La velocidad descontrolada de ciertas innovaciones, en algunos casos, llevó al colapso. Y la reacción fue una vuelta sobre lo conocido. Sin embargo, la digitalización y la simplificación de procedimientos comerciales integran una gruesa trama de actores.

Esas condiciones de producción y comercialización derivan en el tipo de prácticas y aplicaciones. Cuanto mejores condiciones haya, mayor será la conservación del patrimonio. La búsqueda de rendimiento no es incompatible con el cuidado de los recursos. Más bien, ocurre lo contrario: para tener mejores rendimientos y sostenibles en el tiempo, es necesario adoptar criterios de sustentabilidad que conserven el factor ambiental.

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