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Política

Senadores, una elección con resultado cantado: se vienen tres sextos, dos séptimos y hasta un octavo mandato

Si fuera un lugar turístico se podría usar el lema “el Senado de Santa Fe te enamora”. Si no que lo diga uno de sus integrantes que, a pesar de haber cumplido 80 años y de que ya le cuesta asistir a las sesiones, no se quiere retirar, y en el caso de que lo haga evalúa pasarle la posta a su hijo; o ese otro que se bajó de una precandidatura a gobernador para buscar una reelección segura, o el que ya estuvo varios años, se fue para ser ministro de la actual gestión pero quiere volver, o el que proyecta estar en la primera línea de un futuro gobierno opositor pero por las dudas se quiere asegurar el mismo lugar que conserva desde hace más de dos décadas, o la mayoría de los 19 senadores, que irán por un cuarto, quinto, sexto, séptimo y hasta un octavo mandato, alentados por casi seguras reelecciones. 

Incluso antes de que se conociera el cronograma para los comicios de este año, y cuando todavía falta un mes para el cierre de las listas de candidatos, hay una categoría de elección que ya tiene, no sólo las nominaciones claras, sino también la mayoría de sus resultados puestos. Todos los senadores provinciales van a volver a presentarse buscando nuevas reelecciones en sus respectivos departamentos, y es muy probable que, salvo contadas excepciones, transiten la campaña con la tranquilidad de una victoria sin riesgos.

No es una situación novedosa, ya que se viene repitiendo desde hace mucho tiempo que los senadores provinciales son reelectos aprovechando que no hay tope para renovar sus mandatos, al igual que en otras categorías —excepto para gobernador y vice—, un asunto que tiene pendiente limitar una futura reforma de la Constitución provincial, por ahora la más antigua del país.

El manejo de fondos que les permite repartir abultadas ayudas económicas en sus comunidades y el contacto territorial, han convertido a los senadores en una especie de pequeños gobernadores, los amos de sus departamentos, y sus reelecciones tienen más que ver con un trabajo personal de orfebrería hacia el interior de sus territorios, que con la suerte de los partidos políticos por los que se presentaron la primera vez. Casi nunca dependen del arrastre de otras candidaturas. Y repiten su permanencia en las bancas tanto peronistas como radicales.

Incluso varios de ellos se vienen presentando a las elecciones bajo el nombre de agrupaciones políticas independientes o transversales, como el partido Unión Celeste y Blanco por el que ya se postularon tres senadores en la elección de 2015 (Raúl Gramajo, Cristina Berra y Eduardo Daniel Rosconi), una situación que podría ser imitada por otros de sus pares este año. Al menos están evaluando si no es lo que más les conviene.

A favor de todos los senadores provinciales se podrá decir que las reelecciones están habilitadas por la vieja Constitución de Santa Fe y que no pueden hacerlos culpables de que los electores de sus departamentos los sigan votando cada cuatro años.


Los fondos, la fortaleza del interior


Este panorama de reelecciones seguras está más que instalado en los 17 departamentos del interior santafesino, ya que el reparto igualitario de fondos de los que dispone cada senador le da mayor poderío a los que representan a distritos pequeños en extensión y población, y se hace más relativo en los dos departamentos más grandes. Por eso las excepciones a la regla son Rosario y Santa Fe, donde es más difícil que un senador logre una identificación que perdure en el tiempo, y los elegidos suelen cambiar cada cuatro años. 

En el caso de Rosario esa candidatura suele ser un premio a la militancia o a un paso reciente por alguna gestión de gobierno, también un peldaño en una carrera política hacia la gobernación. Los tres últimos senadores por el departamento Rosario fueron Miguel Lifschitz (2011), Miguel Ángel Cappiello (2015) y Marcelo Lewandowski (2019), que rompió la tradición de senadores del Frente Progresista. Por esa coalición fueron electos en 1999 Alberto Beccani, en el 2003 Patricia Sandoz, y en 2007 Juan Carlos Zabalza.

Según los datos del presupuesto 2023, cada senador dispondrá de siete millones y medio de pesos mensuales para “ayuda social a personas”, un fondo que suele denominarse Programa de Fortalecimiento Institucional, igual para cada uno e independiente de la cantidad de población de cada departamento. La partida anual asignada a ese destino es para este año de 1.755 millones y figura en el rubro “Transferencias” del presupuesto provincial. Por esos subsidios, el ex concejal y entonces candidato a senador Jorge Boasso los llamó “jeques árabes” de la política provincial.

Los senadores que representan al departamento Rosario suelen decir que mientras ellos tienen que hacer malabares para asistir con esos fondos a un millón y medio de habitantes, en la zona más poblada de la provincia, en otros distritos donde viven 20 ó 30 mil personas pueden entregar subsidios “por la guía telefónica”.

Esos fondos son distribuidos por los 19 senadores en sus departamentos y un importe similar tiene a su disposición la presidenta del Senado, Alejandra Rodenas. En 2022 se repartieron 795,9 millones de pesos, distribuidos en 12.005 ayudas económicas, según informó el propio Senado.


La elección que no se encuesta


Es una particularidad santafesina que mientras no se puede aventurar con certeza quién puede ser el próximo gobernador —incluso no están definidos todos los candidatos que competirán—, ni quiénes encabezarán las listas de candidatos para la otra cámara, la de Diputados, en el Senado en cambio sí se podría haber escrito desde el comienzo de este año electoral cómo quedará configurada esa mitad clave del poder legislativo.

Según todos los pronósticos, no habrá demasiados cambios. La única incógnita importante está centrada en conocer quién será la presidenta o presidente del Senado, cargo que ocupa el vicegobernador o vicegobernadora, nominaciones que por ahora son un misterio.

Pero el resto, sobre todo la composición de las dos bancadas en las que se divide el Senado, permanecerán estáticas, similares a como vienen funcionando: mayoría peronista (ahora hay 12) y el resto radicales (7), e integrada casi exclusivamente por varones (18 a 1). Y los nombres serán casi los mismos, excepto algunos pocos cambios.


Las intrigas por resolver


Las novedades que podrían aparecer en esta elección son pocas. Una es el caso del senador Ricardo Adolfo Kaufmann, que a sus 80 años duda en presentarse a un sexto mandato por el departamento Garay, al que representó por primera vez en el Senado en 1983. Si no lo hace podría postular directamente a su hijo, que en la última elección fue su suplente, pero que esta vez no podrá repetir en ese puesto.

Es que en la provincia ya rige la ley de paridad de género que si bien no alterará demasiado la composición del Senado, porque la mayoría de los titulares serán varones, determina que si el candidato es hombre, como suplente debe inscribirse a una mujer. Y el senador Kaufmann entonces tendría que elegir entre postularse él otra vez o que lo haga su hijo, Carlos Federico, actualmente en el gabinete de Omar Perotti en el cargo de subsecretario de Comunas de la provincia.

Uno de los departamentos donde podría haber cambio de nombres o al menos una disputa con final abierto es San Jerónimo, donde el actual senador de origen radical Leandro Andrés Diana intentará su primera renovación. El que volverá por sus fueros ya fue senador en ese distrito por 16 años (fue electo en 2003 y reelecto en 2007, 2011 y 2015), el actual ministro de Desarrollo Social del gobierno de Omar Perotti, Danilo Capitani.

En 2019, Capitani optó por disputar la elección interna acompañando en la fórmula para la gobernación a María Eugenia Bielsa, y dejó la disputa por la senaduría en manos del ingeniero agrónomo Guillermo Chillemi —ex presidente del Concejo de Coronda y actualmente radicado en España— al que derrotó Diana, ex concejal con una menor militancia política, nacido en San Nicolás y radicado en Gálvez.

Otro senador que parecía que daba el salto, volverá a presentarse y tiene —como casi todos— altas chances de ganar. Es el oriundo de Salto Grande Hugo Jesús Rasetto, que aprovechando las demoras en las definiciones del sector de Carolina Losada se lanzó para gobernador. Pero su nominación duró dos meses. Cuando el otro senador nacional de ese espacio, Dionisio Scarpin, se proclamó para el mismo cargo, Jesús decidió que era tiempo de renunciar a una pretensión tan alta, alinearse y resucitar su candidatura para senador provincial. Podrá reprochársele a ese sector que no tiene suficiente diálogo para evitar esa superposición de nominaciones, pero no que le falta audacia a varios de sus representantes. 

Mientras, Rasetto no se anda con chiquitas en su campaña por la reelección como senador: a principio de año consiguió una audiencia con el Papa Francisco en el Vaticano después de la cual contó que repasó con el Santo Padre la realidad de las localidades del departamento Iriondo y también habló sobre literatura.

Otro caso es el de Felipe Michlig, que va a cumplir 24 años ininterrumpidos como senador y que aunque parecía dudar, volverá a postularse y probablemente a ganar como senador, aunque se comenta en los círculos políticos que en un eventual gobierno opositor podría ocupar el ministerio de Gobierno o algún lugar similar en la primera línea del gabinete. También podría integrar una de las fórmulas para la gobernación. Por eso será interesante conocer quién será la candidata suplente que se anote debajo de su postulación y que terminaría sucediéndolo en la banca.

En un departamento donde puede haber sorpresa no será porque quien viene siendo reelecto no se presente ni porque haya hecho una mala gestión. Sino por una interna dentro del peronismo que podría restarle votos a la reelección de José Baucero, que lleva cinco mandatos, 20 años en la banca. El que se beneficiaría con esa pelea partidaria es el postulante de la oposición, el intendente de San Javier, Mario Migno, que sería el candidato opositor.

La misma situación se podría dar en Vera, donde un candidato del frente opositor le quiere dar pelea a la reelección de Osvaldo Sosa.

Otro departamento que para algunos observadores podría ofrecer un cambio de nombre es nada menos que la tierra santa del gobernador, Castellanos, donde quien es el jefe de la bancada oficialista, Alcides Calvo, va por su séptimo mandato (o sexto completo, ya que tiene un medio mandato anterior por haber ingresado como suplente del actual gobernador Omar Perotti). Con 22 años es el tercero en el ranking de senadores con mayor permanencia en la Cámara Alta y sería una sorpresa que perdiera la reelección.


Las estrategias para ganar


Entre los senadores existen algunas fórmulas infalibles para lograr ser invencibles y personalizar el voto. “Al votante propio hay que verlo siete veces durante una campaña”, afirman como si leyeran un manual. 

Los más entonados se jactan de que la singularidad de su elección se basa en que por presentarse en una boleta suelta y separada del resto mantienen una relación personal con el electorado que los elige. “Es una elección que no se tiene en cuenta, la gente piensa más en los candidatos a gobernador y a intendente”, analizan con frío pragmatismo. 

A diferencia de otros cargos que van colgados del gobernador, los senadores hacen al revés, y muchas veces arrastran con ellos a la candidatura principal. Recuerdan que en 2015 los representantes peronistas de seis departamentos sumaron 82 mil votos más que los que consiguió en ese entonces el candidato a gobernador de su partido, Omar Perotti.

Dos frases resumen lo que piensan los senadores: el sello del partido no es lo que era, y el negocio por estos tiempos es ir solos. Así enfrentarán una elección que parece estar en segundo plano en el interés de los votantes, pero que define una cuota de poder que pesa fuerte en el equilibrio institucional.


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