¿Cómo es posible vaticinar el resultado de una elección sin encuestas confiables? No es que no las haya, sólo que por las dudas esta vez casi nadie se anima a revelarlas (“se huelen, pero no se comen”, suelen decir quienes las encargan), probablemente porque la mayoría de los ciudadanos se niega a responder, las rechaza o no atiende si la consulta es telefónica, o los que contestan no parecen tan seguros de lo que dicen como para formar parte de ese universo que puede anticipar con pocos datos lo que finalmente va a pasar este domingo. A veces ni siquiera pueden confirmar que concurran a votar. Y entre los que tienen intenciones de ir, antes de responder, muchos necesitan resolver preguntas más básicas: qué se vota, cuándo, para qué, quienes se postulan.
Entre tantas dificultades, los resultados obtenidos (siempre precarios) además pueden ser alterados por otro invitado habitual en cada previa electoral, sobre todo si no es para elegir gobernador o intendente, y que suele identificarse con los mismos nombres: apatía, desgano, indiferencia, desinterés. Casi siempre después no pasa tanto como se anticipa y en los últimos días el electorado cumple con su obligación en el momento supremo en el que puede hacerse notar y dar su opinión para cambiar las cosas. O intentarlo.
Pero lo concreto es que en este primer capítulo de una elección intermedia anticipada en las fechas (nunca se votó tan a principio del año) se puede marcar un récord de baja concurrencia, sobre todo en Rosario, donde se pronostica la mayor caída, que puede llevar esos valores entre el 55 y el 60 % de asistencia. Nada muy sorprendente si se toma en cuenta la tendencia a la baja, ya que desde hace más de diez años la cifra de votantes viene descendiendo unos diez puntos (en 2023 se ubicó en el 58 % en Rosario del padrón y el 63 % a nivel provincial). El tema se potencia ahora porque hubo una elección demasiado cerca, pasaron apenas 18 meses de la anterior.
Si los comicios de medio término despiertan siempre menor interés, esta vez el tema es más abstracto: reformar la Constitución de la provincia, probablemente la cita más relevante de los últimos 60 años, aunque se llegue sin tanta discusión previa. “Es como jugar la Libertadores con el estadio vacío”, grafican los futbolistas. Esta vez no existieron los famosos debates, que suelen instalar la figura de los candidatos menos conocidos o bajar al llano las diferencias que existen entre las posiciones políticas.
La boleta única ayuda a simplificar algunas cosas: nadie necesita de ningún aparato que se ocupe de cuidar que estén todos los candidatos dentro del cuarto oscuro. Sólo se trata de marcar una X o tilde en un solo recuadro, el del candidato al que se quiera votar. Y en Rosario serán tres las hojas: una para participar en la interna de concejales (recién se consagran el 29 de junio) y dos para convencional (una para elegir el representante por cada uno de los 19 departamentos y otra para integrar la nómina de 50 a nivel provincial). Esta sí es una elección definitiva. Cada boleta tiene un color diferente y se coloca en la boquilla que le corresponde dentro de una sola urna.
En este punto la única confusión que algunos esperan no ocurra (y otros la desean) es que los que ostentan la doble candidatura no sean olvidados en esa doble función por sus electores. En Rosario hay tres casos notables: Juan Monteverde y Roberto Sukerman se proponen al frente de una lista de convencional provincial y al mismo tiempo también se postulan para ser concejales. En nóminas distintas. El temor que esgrimen es que cuando los voten en una de las dos categorías se olviden de hacerlo también en la otra, aunque nadie subestima al electorado. El tercero en esa situación es el debutante electoral Juan Pedro Aleart, que se postula para ser candidato a concejal y a la vez para que lo elijan convencional por el departamento Rosario. Si se podía hacer esto, ni figuró en las discusiones.

Qué puede pasar
Con todo, como si pudieran leer el futuro (se verá) existen entre las fuerzas políticas algunas certezas de cuál puede ser el resultado electoral. También hay varias dudas, sobre todo en el distrito Rosario, que parece sometido a una pelea pareja entre candidatos y partidos. Otra incógnita es quiénes finalmente se quedarán afuera del reparto de bancas en la convención de las 12 listas que se presentaron para el distrito provincial.
Para empezar, a pesar de las declaraciones públicas en contrario de la oposición, existe cierto consenso en que el ganador de la elección a nivel provincial será Unidos. Que haya presentado más de 500 listas en toda la bota favorece esa chance. El que le sigue en nivel de representación es el peronismo que inscribió menos de 200 listas. LLA está muy por debajo de las cien.
Como si se tratara de una rareza en medio de un tembladeral, a Maximiliano Pullaro la vida le sonríe (la suerte lo mima, diría Borges). Mientras el mundo se modifica por las decisiones de Donald Trump, Javier Milei deja de ser el presidente deseado y sus adversarios provinciales se dividen para enfrentarlo, el gobernador de Santa Fe parece concentrar un poder que logra todo lo que se propone. Hasta le queda tiempo para prefigurar una alianza de gobernadores que se proyecte para discutir el futuro del país.
En oposición a lo que ocurre a nivel nacional, con mayoría legislativa logró sancionar todas las leyes que mandó a la Legislatura, con las que implementó cambios relevantes en la justicia, la seguridad y ordenó las cuentas provinciales. Por si fuera poco, consiguió en un soplo reunir más voluntades que las necesarias para reformar la Constitución, un propósito al que le dedicaron demasiados esfuerzos al menos otros cinco gobernadores santafesinos y nunca pudieron conseguirlo. La jugada va a dejarlo a las puertas de la posibilidad de la reelección, un deseo esquivo en la política santafesina desde 1983.

Lo que pone en juego Pullaro
“Nadie es reelecto sólo porque se sancione una ley; después la gente tiene que votarlo”, respondió Pullaro ante las especulaciones de que podría tener, como el resto de los cargos, la posibilidad de dos mandatos. (O tres, según se interprete desde cuándo rige la habilitación que se aprobará).
Al principio de este proceso, el gobernador se puso al margen para dar aire a que la iniciativa de la reforma prosperara como “un proceso autónomo de la Legislatura”. Pero cuando hubo que definir las listas, en febrero ya decidió posicionarse al frente de la elección más importante de la historia reciente de la provincia, con el argumento de que “es un debate que va a discutir y sentar las bases del futuro político de Santa Fe”.
El resultado de esta elección le va a permitir también saber si la ciudadanía que hace poco, en setiembre de 2023, le dio más de un millón de votos, todavía avala su gestión. Si hubiera que guiarse por los estudios que analizan la imagen de los gobiernos, se podría decir que saldrá fortalecido: en la última comparativa entre gobernadores que hace la Consultora CB de opinión pública aparece en la cima con un 61,9 % de imagen positiva, con lo que alcanzó el primer lugar entre sus pares. Durante todo el 2024 siempre estuvo entre los tres gobernadores mejor valorados, según ese ránking mensual.
Coincide en ese diagnóstico la consultora local Doxa Data, que registra un nivel alto de adhesión promedio a Pullaro, por encima del 60 % de imagen positiva. El mismo estudio revela un deterioro en la aprobación hacia el gobierno nacional por parte de los santafesinos.
Igual de clara aparece la explicación de por qué el actual gobernador va a cosechar menos votos que los que lo llevaron a la Casa Gris. No se trata de una elección para gobernador, y en estos comicios hay más candidatos para disputar el voto. “Funciona como una PASO”, argumentan desde el gobierno. Con todo, en la jugada el gobernador arriesga capital político, será una suerte de plebiscito al primer tramo de su gestión.
Una singularidad de su gobierno es que casi no tuvo tropiezos. Ni le aparecieron disputas internas visibles. Por ejemplo, a nadie se le ocurrió preguntarle en diciembre pasado si ratificaba a su gabinete, un clásico para cualquier balance del primer año.
Méritos propios y ventajas ajenas
Mucho de lo que le pasa a este gobierno de coalición es mérito propio, del trabajo que prometió al asumir y de los cambios que decidió impulsar. El mejoramiento de la seguridad y la inversión en obra pública, entre otros ítems, resaltan en el resumen del primer tramo del mandato.
Pero hay realidades que lo benefician y no fueron generadas por el oficialismo. Que en la elección de este domingo nadie dude que el ganador será Unidos, específicamente la lista de convencionales que encabeza Pullaro, está en parte posibilitado por la división del peronismo y de que las otras expresiones políticas que en Santa Fe podrían disputarle parte de su electorado (“los que pescan en la misma pecera”) hayan decidido avanzar por caminos separados.
Según Doxa Data, cuatro de cada diez santafesinos aprueban ambas gestiones, la de Milei y la de Pullaro, pero en la elección provincial se impone el voto retrospectivo en comparación con la gestión pasada. “Cuando hay oferta de centro atractiva, LLA retrocede en su voto duro y Unidos celebra”, dice la consultora.
Estar al frente de la gestión tiene riesgos y también muchas ventajas. Una es la posibilidad de hacer anuncios que suman y otra es demostrar que “lo que se dice tiene cara”, como le gusta explicar al gobierno. En el último fin de semana de campaña el foco de la gestión se centró en Reconquista, donde fue asesinado un remisero. Por la actuación de la Justicia en esa ciudad, el gobierno pudo encarnar lo que había titulado como el fin del garantismo y no parecía claro de qué hablaba.
Este miércoles presentó ante la Corte un pedido de jury para que sea destituido el juez que liberó al acusado de ese asesinato, quien contaba con un historial delictivo. Tenía 13 causas penales y se encontraba en libertad por decisión judicial.
También criticó que el abogado de la Municipalidad sea a la vez defensor del imputado. Encontró así en ese caso una ocasión para hacer en la cancha lo que dice en los discursos y a veces es difícil de graficar con decisiones concretas. “Basta de garantismo mal entendido”, repitió un ministro sobre lo que pasó en el norte.
Por qué todos divididos
La explicación de la dispersión de candidaturas podría buscarse en que varios de los candidatos prefirieron medirse ante la opinión pública pensando más en lo que viene (las elecciones de diputado de octubre y las generales del 2027) antes que intentar disputar un lugar entre las mayorías que van a reformar la Constitución.
Si el peronismo se unía, claramente podía consagrarse o mantenerse como la segunda fuerza política detrás de Unidos. Se estima que entre todos cosecharán entre el 20 y el 25 % del electorado. Ahora, dividido en tres, con dos candidatos por afuera del sello oficial, ese lugar aparece en riesgo de ser arrebatado por La Libertad Avanza, aunque habrá que ver. Algunas estimaciones pronostican que el sello libertario no llegaría al 20 % a nivel provincial.
Los candidatos del partido del presidente tendrán la ventaja de que cualquier número que consigan podrá ser festejado, ya que es su primera vez en una elección con el sello de La Libertad Avanza. No hay contra qué resultado compararlo en Santa Fe.
A favor de las excusas podrán decir que esta es una elección a la que los referentes nacionales del gobierno no le pusieron foco. No hubo visitas electorales, salvo una reunión a puertas cerradas en el salón de un hotel de Rosario de Karina Milei y la presencia repetida de Patricia Bullrich por temas de seguridad, que ya se daba antes de la campaña. Si les va mal, de igual modo podrá leerse como una derrota de los que aunque sea a medias pusieron la cara. Los mismos que podrán celebrar el mejor resultado posible para un debut electoral.

El derrotero de Amalia
Cuentan dentro de LLA que el gobierno nacional estuvo a punto de no presentar candidatos para esta elección de convencionales en Santa Fe. Y que tuvieron que convencerlo desde la provincia para que lo hiciera. Esta semana Milei grabó un spot de campaña con los candidatos de LLA para Capital Federal, que tiene elecciones en mayo. No le dio el presidente el mismo protagonismo a los referentes de Santa Fe. La más activa en la campaña fue Romina Diez, que se hizo fotos con un Jeep violeta por el interior santafesino.
Las preguntas de por qué Amalia Granata no se presenta en estas elecciones en una misma alianza con el partido del presidente Javier Milei es otro misterio. En la interna libertaria se cuenta que su respuesta fue muy propia de su estilo: “Amalia no quería que le dijeran que los votos que sacaba eran del sello y no de ella. Por eso quiso ir sola, para saber cuánto tiene de propio en la provincia. Todavía le pesa que cuando ingresó le adjudicaron su buena performance al pañuelo celeste”.
Sobre su campaña para convencional le achacan que “se equivocó de eje, discutió y denunció al aire más que proponer, y terminó explicando por qué designó a su marido como asesor. Un tiro en el pie”, relatan los que no la quieren. “Terminó convirtiendo la discusión de la Carta Magna en un programa de Intrusos”, le reprochan. El miércoles hasta llevó el tema como una panelista de América TV, cuando volvió a ser una “angelita” en LAM.
Cerca de la mediática diputada se dice que su enojo con Pullaro se debe a que le habían prometido la vicepresidencia segunda de la Cámara de Diputados y no la tuvo. Era el reconocimiento que esperaba para su sector como tercera fuerza. También reclamó otras partes de un viejo acuerdo.
Para completar el cuadro, a días de la elección sumó una renuncia a su bloque de diputados provinciales, en disconformidad por su campaña que consideraron agresiva y por sus “decisiones personales e individualistas”.

El no de Romina
De Romina Diez se dice que no quiso ser candidata a convencional (es actualmente diputada nacional) porque esta es una elección que LLA va a perder. A Nicolás Mayoraz no le importó tanto eso y prefirió ser parte de una convención histórica en la que tendrá dos bancas propias (el resto de los primeros candidatos de la lista pertenecen al sector de los Menem, que en la interna libertaria se quedó con Santa Fe). Las estimaciones libertarias hablan de ingresar diez convencionales provinciales, más dos convencionales departamentales (Rosario y Belgrano).
¿Un resultado arrasador?
Las expectativas públicas de la lista que lleva al frente al gobernador Pullaro hablan de sentar al menos 30 convencionales de los 35 que se necesitan para controlar la mayoría. Eso incluye entre 20 y 25 por la lista provincial y de piso unos 13 convencionales que llegarían desde los departamentos, aunque esa cuenta se puede estirar. El gobernador estimó en la campaña que Unidos puede ganar entre 13 y 19 departamentos (en 2023 consiguió hacerlo en 13 más un aliado), y el ministro de Gobierno Fabián Bastia mejoró esa base y admitió que no lo sorprendería que sean 15 o 16 los distritos seguros para el oficialismo. Las disputas mayores se dan en Rosario, San Lorenzo, Las Colonias, Belgrano (que quedaría para LLA) y Vera, donde el gobierno tiene esperanzas de que su candidata remonte.
Un resultado arrasador sería ese, que de arranque pueda controlar la mayoría de la convención sin depender de otras fuerzas, aunque en la última semana el gobernador pareció más cauteloso y se refirió a la necesidad de consensuar la aprobación de algunos temas. En ese caso, no necesariamente los aliados tendrán que ser los mismos para cada artículo. Y parece que hay varios en la cola.
Un detalle a verificar es cómo puede afectar en el voto el descontento que se presume entre los empleados públicos por las reformas al sistema previsional. O si se compensa con el apoyo de quienes fuera del Estado aplaudieron ese cambio sobre el que el gobierno insiste que “salvó la Caja”.
Esta última semana, Pullaro reconoció en varias entrevistas que por el acuerdo alcanzado para poder aprobar la ley de la reforma de la Constitución, el tema de la representación territorial de la Legislatura no se puede cambiar, porque no fue habilitado su tratamiento. En síntesis, el Senado no se toca. En cambio, aclaró que se podrá discutir cómo reducir los gastos de las dos cámaras legislativas, así como todo el costo político del Estado.

Milei, afuera
El gobernador Pullaro sabía que el único que podía torcer el resultado de esta elección, que siempre se le aparecía favorable, era el presidente Javier Milei. Por eso celebró que no haya intervenido (tal vez por estar ocupado en otros temas más sensibles).
Por las dudas, en sus entrevistas de la última semana el gobernador reforzó que en esta elección no se discute el modelo nacional ni el rol de las Fuerzas Armadas ni la Constitución argentina. “No se discute con Milei, ni con Macri ni con Cristina. Es una elección provincial”, repitió.
Las incógnitas que develará el escrutinio del domingo a la noche serán si LLA puede ser segunda o ese lugar le corresponde al peronismo (en este cálculo habrá que ver si es válido sumar a las tres listas oriundas del PJ). En los casos de Roberto Sukerman y Claudia Balagué (del Frente Amplio por la Soberanía, quien busca sumar con el voto socialista), el desafío será conseguir los más de 70 mil votos que se necesitan para entrar al reparto de convencionales.
Lo mismo le pasa a “Locomotora” Alejandra Oliveras (no está claro quién la impulsa) y a quien desde el gobierno le auguran que podría dar la sorpresa. Por lo que se sabe su mejor registro de votos se da en la ciudad de Santa Fe.

Lewandowski-Monteverde, un duelo aparte
Otro dato a seguir es quién se impondrá en el duelo peronista entre Marcelo Lewandowski y Juan Monteverde, un resultado que podrá marcar cómo se ordena el futuro del peronismo, aunque no está claro que sea así. Los que manejan datos decían que iba adelante el senador nacional y más reciente candidato a gobernador del peronismo, porque ya estaba instalado antes de arrancar la campaña. Y que el líder de Ciudad Futura le venía descontando vueltas. En términos de la Fórmula 1, restaba ver en estos días si le alcanzaba para aplicar el DRS (un dispositivo que permite aumentar la velocidad) y ponerse adelante en la última recta. Según Doxa Data, Monteverde pasó a liderar al inicio de la última semana.
En Rosario estaban parejos, según esos cálculos misteriosos que todos conocen y nadie quiere revelar. La incógnita era determinar quién sumará más en otros lugares de la provincia. En ese punto las opiniones están divididas.

¿Puede LLA hacer pie en Rosario?
Más allá de esta disputa interna, el resultado que nadie termina de admitir, pero que se insinúa también sin demasiado fundamento, es que LLA se podría imponer en la elección de candidatos a concejal de Rosario y también puede terminar ganando para convencional en el departamento con su candidato Juan Pedro Aleart, en una disputa que arrancó pareja con Ciro Seisas, el postulante de Unidos al que en el último tramo intentó levantar el gobernador Pullaro. En total son diez nombres para disputar esa representación departamental.
Para Doxa Data, la marca importa, pero no define. “La transferencia de capital electoral es limitada y sólo se potencia cuando encuentra un candidato local que amplía el núcleo de apoyo. Rosario puede ser el puntapié libertario en la provincia”, pronosticó. Ese análisis puede explicar la diferencia que podría resultar al final del escrutinio entre el desempeño de Mayoraz y el de Aleart, que le suma su popularidad de la TV a un sello fuerte.

Si las listas libertarias son las más votadas en Rosario (algo a lo que para concejal contribuye la dispersión del oficialismo en diez listas) compartiría título con la victoria provincial de Unidos. Y de alguna manera, haría que la fiesta no fuera completa, aunque Unidos arrase en toda la provincia, lo que sería quedarse con una cifra cercana al 40 % de los votos.
Cómo influye la nueva situación de incertidumbre y desánimo por las turbulencias del último tiempo de la economía nacional es otra clave a detectar. “Cuando hay enojo es con todos”, advierten desde el oficialismo. “Si vota menos gente, eso favorece a los más elegidos, y los votos de los que no pasan el piso pueden determinar que entren más convencionales de los más votados, ya que son votos válidos que afectan el reparto”, precisan los estudiosos de la técnica electoral.
Entre las encuestas y los cálculos electorales, y la cruda realidad, hay una elección histórica de por medio. Después vendrá la convención constituyente, que podría convocarse para el espacio entre julio y agosto que dejó la eliminación de las PASO nacionales, aunque la fecha originaria no se descarta: febrero y marzo del 2026.
Autor
-
Periodista. Licenciado en Comunicación Social de la UNR. Ex jefe de Redacción de La Capital. Twitter: @DanielAbba_
Ver todas las entradas
