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Política

El Monumento “secuestrado”: la historia de un fracaso que costó 150 millones

Sin que esté del todo claro qué pasó, ni qué trabajos se hicieron ni adonde fueron a parar los 150 millones presupuestados, las obras proyectadas en el Monumento a la Bandera tienen una historia de infortunios poco creíbles. La gestaron dirigentes rosarinos inquietos, la anunció un 20 de Junio la ex presidenta Cristina Kirchner, la licitó y adjudicó el ex presidente Mauricio Macri a una empresa de su primo, el cálculo de gastos pasó de 20 millones a 150 millones de pesos, el Monumento estuvo vallado tres años y finalmente la obra se hizo a medias y ahora proyectan otra licitación.

“En el Obelisco esto no hubiera pasado”. La ex intendenta Mónica Fein no duda al momento de definir lo que fue un gran fracaso: la restauración y puesta en valor del Monumento Nacional a la Bandera. Una obra en la que ya intervinieron tres gobiernos nacionales, que sufrió la reducción del proyecto a la mitad y el cambio de la empresa contratista, y que terminó inconclusa, con una decisión pragmática del actual intendente Pablo Javkin de sacar los vallados, como una manera de volver a recuperar el Monumento que estuvo cercado durante tres años.

Para Fein lo que pasó con el Monumento es un “ejemplo simbólico de la valoración que a veces los gobiernos centrales hacen de la importancia de determinadas obras”. No hubo un problema de financiamiento, sí de falta de pagos a la empresa que ganó la licitación, por trabajos cuyos montos no eran exorbitantes. “Era el equivalente a repavimentar una avenida”, comparó Fein.

Una obra que debería haber sido sencilla y enfrentó demasiadas dificultades. “Fue tortuoso”, cuenta la ex intendenta, quien confiesa haber perdido la calma más de una vez para reclamarle a su secretario de Obras Públicas que retirara el vallado o corriera el obrador, y que admite haber hecho más viajes a Capital Federal por este tema que por cualquier otro de su gestión.

Cuenta que agotó las gestiones con las autoridades nacionales (Mauricio Macri y Rogelio Frigerio incluidos) y también con directivos de la empresa y referentes del Pro en Santa Fe. Pero, como una maldición, el único emprendimiento de cierta relevancia encarado por el gobierno nacional en la ciudad de Rosario no pudo concretarse, o quedó a mitad de camino. Desde el bloque de Cambiemos en el Concejo reconocen que la del Monumento “es una gran deuda” del gobierno de Macri con la ciudad.

Fein sostiene que “tenía lógica” que la obra se hiciera con el gobierno nacional, y si bien admite que “siempre los gobiernos nacionales distribuyen bastante arbitrariamente los recursos por afinidad política”, cree que con el Monumento sólo “hubo desidia”. Nada más y nada menos.


La actualidad del Monumento a la Bandera.

Un rosario de dificultades


El primer paso para esta obra lo dieron un grupo de dirigentes rosarinos encabezados por Elías Soso, que interesaron al gobierno de Cristina Kirchner y después le pidieron que ratificara su decisión de hacer los trabajos con un anuncio público, que se concretó un Día de la Bandera.

Los guiaban dos objetivos: uno de mantenimiento, asegurar el destino de las lajas de mármol travertino que traspasadas por la humedad se podían desprender, y otro de construcción, hacer en el subsuelo (entrando por Santa Fe, a la derecha de donde está la estatua de Manuel Belgrano sentado) la Sala de las Provincias Argentinas, una idea que estaba en el proyecto original de Ángel Guido y que nunca llegó a concretarse. “Terminar el Monumento será un logro histórico”, se entusiasmaron entonces. 

La ex intendenta Mónica Fein lo habilitó a Soso para realizar las gestiones con el gobierno nacional, en las que fue nexo el dirigente santafesino Alejandro Ramos, que integró el equipo de Julio de Vido.

El primer compromiso público para poner en valor al Monumento Nacional a la Bandera lo asumió la ex presidenta Cristina Fernández el 20 de Junio de 2015 en Rosario. “Ella se comprometió, era su último año”, recuerda Fein. 

La Municipalidad elaboró un proyecto en el marco de un programa que tenía la Secretaría de Obras Públicas de la Nación. Se presentó y se aprobó, pero al perder las elecciones el kirchnerismo la propuesta quedó cajoneada.

“Cuando vamos a hablar con las nuevas autoridades —evoca Fein— nos hacen cambiar todo. Hasta cambiaron las secretarías de lugar”. Y hubo que iniciar un nuevo proceso de presentación para la obra.

Lo primero a hacer en el Monumento era un diagnóstico estructural, para saber qué estaba pasando en las alturas, y afrontar algunos problemas de impermeabilización que ya eran evidentes.

En una segunda etapa se contemplaban algunas otras reparaciones y el municipio le agregó al proyecto la realización de un Centro de Interpretación del Monumento que elaboró Juan Carlos Baglietto. “Fuimos y vinimos y finalmente quedó un proyecto que en términos económicos era muy acotado. No era un proyecto para nada importante ni extraordinariamente imposible para una obra nacional”, resalta Fein. 

Según Elías Soso, el costo del proyecto original no debía superar los 20 millones de pesos, pero al agregarle otras mejoras en el Parque Nacional a la Bandera, el presupuesto creció. “Pregunté por qué tanto y me dijeron eso”, cuenta con cierta sorpresa el empresario rosarino.

Fein recuerda que el presupuesto final había llegado a los 120 millones, aunque la licitación se cerró en casi 150 millones. La ex intendenta defiende la idea de haberlo encarado junto con el gobierno nacional porque se trata de un Monumento, que por eso requiere de aprobaciones especiales por parte de áreas nacionales.  “Era mucho más fácil abordarlo desde la Nación que desde la ciudad”, señala. 

“Al tener el Monumento tanto valor patrimonial catalogado, un municipio no puede licitar y hacer lo que quiere. Tiene que pasar por comisiones de monumentos nacionales y ser aprobados. No es hacer un edificio. Hacerlo con Nación facilitaba todo ese proceso, además de que financiaba una parte”. 


En 2018 las obras se paralizaron y el plazo se venció.

Gana el primo de Macri y la vende


Finalmente la obra se licitó en el gobierno de Mauricio Macri. Y ganó la empresa “Creaurban S.A.”, del empresario Angelo Calcaterra, primo del entonces presidente de la Nación, pero Fein no ve nada raro en eso. Sostiene que ganó la que tenía el mejor presupuesto y muchos antecedentes en este tipo de construcciones.

Cuando se adjudicó la obra, en enero de 2017 (se habían abierto los sobres en septiembre del año anterior), el monto total era de 147,5 millones de pesos. Y el plazo de ejecución de 18 meses. En el medio, el empresario familiar de Macri vende la empresa y cede la concesión, transferencia que dio lugar a varios cuestionamientos. 

Fein recuerda que la empresa le confesó que se había presentado con un precio bajo porque le interesaba tener como antecedente al monumento a la Bandera, y exhibió entre sus anteriores trabajos la refacción de la Basílica de Luján. 

El gobierno nacional iba a pagar un 75 por ciento de la obra y la Municipalidad de Rosario el 25 restante. La empresa no cobraba directamente, sino que las transferencias de dinero se hacían al municipio, que era el que certificaba el avance de los trabajos.

Fein recuerda que hubo “muchos meses de demora” y que la empresa se quejaba por ello. No menciona demasiado el cambio de manos en la empresa, apenas señala que “Calcaterra pudo haber vendido sus acciones, pero nosotros siempre tratamos con la misma empresa”.

La ex intendenta explica por qué rescindir el acuerdo no era una buena salida: “Era un contrato hecho por la Municipalidad, pero a su vez había un convenio con la Nación. Y la empresa no estaba incumpliendo. Lo que no se cumplía era el tiempo de financiamiento. Fue muy complejo, más allá de las discusiones técnicas, que también las hubo”. 

Para llegar a un acuerdo, el municipio propuso achicar aquel proyecto original y hacer sólo el diagnóstico y las reparaciones más importantes. Ese cambio significó reducir los trabajos programados a la mitad, con lo que se alteraba sustancialmente el objeto que había sido licitado.

A esa altura, todo el Monumento estaba vallado y la obra parecía que no se iba a terminar nunca. “Buscábamos que la empresa nos devolviera el Monumento para la ciudad”, justifica la ex intendenta.


Fein junto a Frigerio y compañía, en la firma del convenio para la restauración del Monumento en 2016.

“Rogelito, no me falles”


De esa época son las gestiones de Soso con referentes del gobierno de Macri. Recuerda haber hablado con Rogelio Frigerio en términos de súplica: “Rogelito, no me falles. No nos podemos reír así de la ciudad. La obra no avanza y necesitamos que se concrete”, le dijo. 

Fue entonces que la Municipalidad cerró el nuevo acuerdo. La empresa se comprometía a terminar algunos trabajos (la mitad de los adjudicados) para entregar el Monumento antes del 20 de Junio de 2019, y la Nación se obligaba a realizar los pagos correspondientes a lo que se concretara. Tampoco pudo lograrse eso por falta de fondos.

Sobre el final de su gestión, Fein arrastraba una obra inconclusa y parada y una deuda nacional para poder terminar un ya acotado diagnóstico y puesta en valor del Monumento, que no tenía nada que ver con la propuesta original.

Entre las ideas que se barajaron para mejorar la imagen del principal ícono de la ciudad antes del último 20 de Junio estuvo la de trasladar a otro lugar el obrador y las máquinas, que no ofrecían la mejor imagen junto al Monumento. Ni eso se pudo. La empresa adujo que tenía a sus trabajadores asegurados para que no pudieran cruzar la calle, por lo que el emplazamiento debía seguir en el mismo lugar.

Fein se lamenta no sólo de eso, sino también de no haber podido concretar un segundo acuerdo entre empresa y Nación para que los trabajos se terminen, a esa altura a cargo de la Municipalidad y la provincia.

Para la ex intendenta “fue una experiencia absolutamente cuestionable y que tiene que ver con que el Monumento está en Rosario. En el Obelisco no pasaría. Es no comprender la dimensión del Monumento, no comprender la dimensión de lo que significa para los argentinos que miles de niños pasen cada junio por acá, lo que significa como valor patrimonial. Como estaba en el interior, no lo logramos”.

“En el gobierno de Cristina fue al final, pero en el de Macri atravesamos todo el gobierno. Pasaron tres años y no pudieron ejecutar 120 millones. Eso equivale a la avenida 27 de Febrero para nosotros. Era menos que el valor de una avenida entera para la ciudad, de las que hicimos varias. No tenía significación. Pero el Monumento estuvo tres años secuestrado por una historia del interior profundo”.


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