Connect with us

Hi, what are you looking for?

Sociedad

Clásico trágico: a casi un año del asesinato de Ivana Garcilazo, una víctima del fanatismo y la locura

No es el primer aniversario de la muerte de Ivana, pero parece. Rosario Central vuelve a ser local en un clásico y la última vez que fue así Ivana no llegó a su casa. Tenía 31 años y en la esquina de Ovidio Lagos y Montevideo recibió un cascotazo en la cabeza por parte de tres hinchas de Newell’s. La joven murió en el acto. Los atacantes se escaparon: dos se entregaron en el transcurso del mes siguiente, el otro sigue prófugo. El crimen causó conmoción en la ciudad no sólo por el hecho en sí, consecuencia trágica del extremo fanatismo, sino además porque dos de los tres acusados del homicidio eran docentes: un profesor de química y uno de educación física en un club de barrio. 

La causa, que cumple un año el 30 de septiembre, sigue activa. Ariel Matías Cabrera y Juan José Massón están cumpliendo prisión preventiva. De Damián Reinfestuel se sigue investigando cada dato que llega a la Fiscalía y hay tareas en reserva al respecto. La línea investigativa se mantiene: Reinfestuel se evadió a Bolivia. Por cambios dentro del Ministerio Público de la Acusación, la causa cambió de fiscal y está en manos de Lisandro Artacho. 

Este sábado, en cada butaca del Gigante de Arroyito habrá pegada una foto de Ivana Garcilazo. Otras tantas se repartirán en las inmediaciones de la cancha durante la previa. La consigna que propone la familia es simple: en el minuto diez del partido, se levanta la imagen e Ivana copa el Estadio. El momento para la intervención no es casual: es el número de la camiseta de Ignacio Malcorra, el autor del último gol que gritó la joven canaya.   



Gastón Ávila fue el primer fiscal al frente de la causa. Estuvo a cargo hasta fines de mayo de este año y la recuerda con lujo y detalle. Dice que lo atravesó personalmente, por cómo se involucró con la familia y por todos los condimentos atípicos que tuvo desde el principio. 

El 30 de septiembre de 2023, la tasa de homicidios en Rosario se encaminaba a ser una de las más altas en los últimos años. La violencia era moneda corriente y la cotidianidad de Ávila estaba inmersa en esa realidad: muertes, armas de fuego, torturas, amenazas, enfrentamientos. Ese sábado le tocó ver algo que no tenía nada que ver. “La víctima era una mujer joven que venía de ver un partido de fútbol y que atacaron arteramente a piedrazos”, recuerda. “Y a medida que fuimos resolviendo cosas e identificando a las personas, el caso se volvía también más llamativo o más particular porque dos de los tres imputados involucrados eran docentes y llegaron a matar de esta forma”. 

Ávila estaba acostumbrado a entender por qué sucedían los hechos. La droga, las internas entre bandas o el dinero ayudaban no a justificar, sí a entender. Del caso de Ivana Garcilazo todavía le queda la sensación de que se trató de una muerte sin sentido. Sólo pudo esbozar una explicación cuando consiguió el teléfono de Ariel Cabrera. “Sostenía conversaciones con un nivel de fanatismo que llamaban la atención”, asegura el ex fiscal de la causa. “La única explicación que le encuentro es que tenían un fanatismo enfermo”. 

“Yo no tengo dudas de que ellos tenían la decisión de lastimar a alguien. Tenían la decisión de, si se daba la situación, iban a tener un enfrentamiento violento. Yo creo que se van a estar arrepintiendo todos los días de su vida de lo que pasó. Si vos me preguntas a mí, yo creo que deben de estar preguntándose cómo arruinaron una vida, la de su familia y la propia”. 


No sean pelotudos


Ivana Garcilazo trabajó hasta las dos de la tarde del sábado 30 de septiembre de 2023. Hacía poco era empleada del supermercado Coto y no quería pedirse el día. Durante una semana, hizo horas extras y algunos malabares para poder llegar a tiempo a la cancha. Solía ir con su novio, pero esa vez cada uno fue en su moto. Cuando terminó el partido agarraron el camino de siempre: Ovidio Lagos hacia el sur. Volvieron en caravana con otras motos y autos, a los bocinazos: la típica postal de cualquier triunfo. 

En la esquina de Montevideo salieron tres personas de atrás de un container y les empezaron a tirar con cascotes. Ivana lideraba la caravana y esperaba que el semáforo se pusiera en verde. Apenas arrancó, una piedra le dio en la cabeza y cayó al piso. Nadie lo supo hasta un rato después: murió en el momento. Su novio corrió a ayudarla y uno de los hinchas de Newell’s se le abalanzó. Lo increpó porque “iba a ayudar a esa sina” y se trenzaron en una pelea con la linga de la moto. Cuando cayeron en la cuenta de la tragedia, los atacantes se fueron corriendo y Dani se quedó al lado de su novia. 

Esas tres personas eran Damián Reinfestuel, Ariel Matías Cabrera y Juan José Massón. Habían estado con otras tres personas comiendo un asado en la zona de la Terminal de Ómnibus. Cuando terminó el partido, salieron para el lado del Parque Independencia. “Con un poco de suerte, ahora vamos y nos podemos pelear con alguien”, dijeron. Uno de los que estaba con ellos y no los acompañó les llamó la atención: “Tengan cuidado, no sean pelotudos porque si matan a una persona van 30 años en cana”.

Una media hora después de terminado el partido, el fiscal Gastón Ávila recibió el llamado de un coordinador del gabinete criminalístico que estaba de franco y acababa de pasar por la zona del Parque Independencia. Ahí vio movimiento policial y le dijeron que habían asesinado a una chica de Central. Los fiscales saben que hay fechas más complejas que otras: Navidad, Año Nuevo, un clásico. Gastón Ávila, fiscal de Homicidios en ese momento, supo con varios días de antelación que ese 30 de septiembre iba a estar de turno y que había muchas chances de que no fuera un día normal. Su atención, cuenta, estaba puesta sobre todo en la previa: posibles ataques a colectivos o ingresos colapsados. Pero no le llegó ningún aviso. Lo que pasó, pasó más tarde. Cortó el teléfono y salió para la zona. En el mientras tanto corroboró con el 911 y la información era correcta. Apenas llegó, el equipo policial estaba trabajando en el hecho y el novio de Ivana, aún en shock, le contó con precisiones qué había pasado. 

Ávila contó con un testimonio extra que permitió actuar con precisión en las primeras horas. Una vecina del lugar del crimen era pasante en el Ministerio Público de la Acusación y se ocupó de pedirle los datos y declaración a un testigo clave: un taxista que vió todo y siguió por varias cuadras a los homicidas. El hombre estuvo frente a Reinfestuel. Llamó al 911 y los operadores enviaron un móvil al lugar del crimen y no donde estaba el homicida. El taxista se los marcó y ellos respondieron que son los que saben “cómo hacer su trabajo”. El desenlace se sabe: el docente sigue prófugo y el testimonio del conductor sirvió para rastrear las cámaras de seguridad y dar con la identidad de los criminales. 

“Fue una causa en la que el mayor trabajo en las primeras 24 horas fue mirar videos. Busqué las cámaras de diez, quince cuadras a la redonda para seguir el recorrido de los prófugos. Mientras, se viralizaron videos de personas detenidas por Pellegrini con piedras manchadas de sangre. Fueron horas críticas en cuanto a ver videos, buscar información y separar aquello que tenía que ver con nuestro caso de aquello que no. Todo, un domingo. Como la mayoría de las cámaras eran privadas, fuimos cuatro, cinco veces en un mismo día a tocar timbre a las casas. Fue un trabajo de mucha dedicación. Después vino un momento crítico de toma de decisiones. Al día de hoy, no me arrepiento de ninguna”, repasa el fiscal. 

La primera decisión importante que tomó el fiscal fue la de tomarse cinco días antes de difundir los videos. Él tenía las imágenes de Cabrera y Reinfestuel el domingo por la noche, pero sabía que si salían a la luz, podían borrar evidencia e incluso darse a la fuga. Durante esos días, el fiscal y su equipo buscaron entre barras de Newell’s, socios del club y cruzaron con información que llegaba al 911 y el trabajo de otros fiscales. Llovían llamadas y la mayoría apuntaba a cuidacoches de la zona. 

“Cuando me di cuenta que era un callejón sin salida, decidí hacer públicos los videos asumiendo la posible pérdida de información”, recuerda. Una vez tomada la decisión, pasaron dos cosas que no esperaba. La primera, el nivel de compenetración y colaboración de los rosarinos en este caso. Nunca había visto algo así y sólo lo pudo comparar unos meses más tarde, con la seguidilla de asesinatos a trabajadores en marzo de este año. 



Lo otro, fue el reconocimiento de Reinfestuel. El fiscal estaba seguro de que no iba a ser sencillo descubrir su identidad, pero hubo unas veinte identificaciones positivas de alumnos, ex alumnos y conocidos. Una de las personas que no dudó de que se trataba de Damián le confió: “Él no es una persona violenta, pero es demasiado fanático de Newell’s. Podría hacer cualquier cosa por eso”. Para esa fecha, el docente ya estaba cruzando por Salvador Mazza, en la provincia de Salta, hacia Bolivia. Había pasado parte de enfermo en su trabajo, le pidió a un vecino que le cuide al perro y le dijo a un amigo que se iba a ir pero no le quería contar por qué. Le pidió ayuda a una prima que vivía en San Nicolás y después salió al norte. “Es una decisión que él tomó desde el principio, desde antes que se haga público el video. Él ya había decidido fugarse”, subraya Ávila. 

La causa por el crimen de Ivana Garcilazo está plagada de decisiones tomadas a conciencia, de otras inconscientes y una buena dosis de azar. El 11 de octubre, la fiscalía difundió la foto de Damián y Ariel, sus nombres y apellidos. Ya estaban identificados y se los había declarado prófugos. Unas 48 horas después de viralizadas las fotos, el fiscal recibió un llamado desde Salta. Era un remisero que había llevado a Damián Reinfestuel hasta Salvador Mazza, en la frontera con Bolivia. El conductor tenía familia en Rosario y ellos compartieron la foto de fiscalía en su estado de WhatsApp. El hombre había manejado con él durante seis horas. No tenía dudas de quién se trataba. La fiscalía de Rosario chequeó cámaras y pudo confirmar el paso de frontera. El rastro a partir de ahí se vuelve difuso y las pistas, reservadas. 



La noche anterior a la publicación de las imágenes, la esposa de Cabrera se acercó espontáneamente a denunciarlo. “Sos un pelotudo. Tenés 40 años al pedo”, fue lo último que le dijo por teléfono, dos días antes de que el también entrenador del club Social Lux se entregara. Ese día, más temprano, reconoció a su compañero de hacía diez años en el video que se había difundido. Habían pasado diez días del crimen: diez días de convivencia sin que le dijera nada. Esa misma noche allanaron la casa del ahora imputado y de sus padres. El hombre ya no estaba ahí. Se entregó dos días después, un día más tarde de la difusión del pedido de captura. Cuando el juez Florentino Malaponte dio lugar a la acusación, consideró: “Es una agresión estúpida y desmedida, no se explica de una persona con estudios y mayor de edad”.

El paso siguiente fue terminar de construir quiénes estuvieron en ese asado el día del partido. Ávila los citó y anunció que se trataba de una entrevista bajo juramento. “Y obviamente en esa situación hubo algunas personas que se comprometieron. Que dijeron que no querían estar involucrados en esto y decir lo que vieron y lo que sabían”. 

Juan José Massón se entregó el 26 de octubre de 2023 en la sede de la Agencia de Investigación Criminal. Fue después de un allanamiento en su casa, en barrio Ludueña. Massón había cambiado su aspecto físico: estaba afeitado y más delgado que de costumbre. En la audiencia en que lo imputaron, trascendió que es el hermano del dueño de la casa donde vieron el partido. También que durante todo el partido él, Cabrera y Reinfestuel consumieron cocaína, marihuana y alcohol. Ávila dice ahora que no es un análisis lineal, pero que el fanatismo, la derrota y las sustancias fueron un cóctel que terminó en tragedia. “Seguramente hay gente que es más fanática, que también consumió alcohol o drogas y que cuando terminó el partido se fue a la casa y se encerró en la pieza a dormir porque no quería escuchar nada. Es un análisis que no es lineal pero que en el caso en concreto se da de esa manera”. 

Cabrera y Massón están imputados por homicidio agravado por ser cometido en ocasión de espectáculo deportivo, en grado consumado en carácter de coautor. Los dos están cumpliendo prisión preventiva por el plazo de ley fuera de Rosario. La investigación está prácticamente culminada. Restan algunos informes y avanzar con la acusación. No es necesario esperar a que aparezca Reifenstuel para juzgar a los dos imputados. La causa prescribe para él después de estar doce años prófugo. 


Facebook comentarios

Autor

Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También te puede interesar