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Política

Entre los festejos, Massa dijo que “la grieta se murió” y convocó a un gobierno de unidad nacional

Sergio Massa quedó a tres puntos de consagrarse presidente. Y confía lograrlo en el balotaje. El candidato de Unión por la Patria, una síntesis sorpresiva, inesperada, llega como favorito al 19 de noviembre, y con una novedad: quiere decretar el fin de la grieta “K-anti K”, y fundar una nueva mayoría nacional, transversal, multipartidaria. “La grieta se murió”, dijo Massa en su discurso cerca de la medianoche, luego de un estruendoso triunfo que puede cambiar el rumbo político de la Argentina.

“Un país que abrace a todos o un país del sálvese quién pueda”, fue una definición que dejó ya posicionado en modo campaña electoral para las próximas cuatro semanas.

Más allá de las posiciones políticas y los debates ideológicos y económicos, que son profundamente antagónicos entre el ideario nacional popular del peronismo y la propuesta ultra liberal de La Libertada Avanza, Massa puso énfasis en la familia unida, subió al escenario a la propia y también a la de su vice, Agustín Rossi. Una manera de marcar un claro contraste con Javier Milei.

“Frente al odio, amor por la Argentina”, abrazó Massa a la militancia en la esquina de Corrientes y Dorrego en el barrio de la Chacarita, exultante por el triunfo. “Creemos en el Estado cuidando y curando en todos los rincones de la Argentina, porque si el Estado no llega, no llega nadie”.

“Nos juramentamos que lo dábamos vuelta, y lo dimos vuelta. Vamos a construir una nueva mayoría, mostremos que somos más los que amamos a la Argentina”, abundó el nuevo líder emergente de un peronismo que amaga con reconfigurarse hacia una etapa más desarrollista, de la industria nacional, que populista.

“El que no salta es un inglés” gritó la multitud, y el tigrense se comprometió a procurar que en 2024 el Papa Francisco visite el país. No fue casual: la semana pasada, en el acto de cierre de Milei, Benegas Lynch había propuesto romper relaciones diplomáticas con el Vaticano. 



Antes de Massa, Milei se reiteró con el discurso anti kirchnerista, tratando de congraciarse con los ejes discursivos de la tercera en discordia, Patricia Bullrich, al cabo el lugar donde el liberal intentará abrevar para descontar los casi dos millones de votos que le sacó el peronista de diferencia (9,8 a 8 millones). Con una sorprendente remontada, cuando muchos se apuraron a darlo por muerto, el peronismo volvió a ganar una elección nacional clave. 

En la dramática transición entre un gobierno parcialmente fallido, el de Alberto Fernández, con muy alta inflación, incertidumbre cambiaria, y un nuevo proyecto gestado desde sus propias entrañas —con Cristina Kirchner como factótum y Massa como candidato, acompañado por el rosarino Agustín Rossi—, el peronismo se insinúa como favorito inesperado para noviembre. Massa generó confianza en el electorado, sumó tres millones de votos (de 6,7 a 9,8 millones algo más de dos meses), y se convierte en el nuevo vértice de la construcción política electoral.

El presidente Alberto Fernández y el expresidente Mauricio Macri fueron dos de los grandes derrotados.

El conglomerado político del macrismo quedaba anoche a pocas décimas de evitar un balotaje en la Ciudad de Buenos Aires, que de todos modos ganaría sin mayores apremios. En el resto del país, el partido amarillo quedó relegado mayoritariamente al tercer lugar. Unión por la Patria consiguió con sus 37 puntos porcentuales de ayer mantener los bloques mayoritarios tanto en Diputados como en el Senado de la Nación, aunque, en principio, esas primeras minorías no le permitirán tener quorum propio. Por esa razón, el discurso de unidad nacional que impulsa el candidato ganador, tiene por objetivo, entre otras razones, dominar la agenda de las cámaras legislativas.

El peronismo pasó del infierno a la celebración; tendrá un candidato a presidente competitivo para noviembre, con un perfil de centro, de unidad nacional, de equilibrio entre los factores de poder, y con capacidad de gestión; y tendrá una segunda figura clave, tutelando la provincia de Buenos Aires, con el sello más nítido del peronismo kirchnerista, Axel Kicillof. El peronismo se reconfigura y se ilusiona con colocar el sexto presidente electo del siglo XXI.


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