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Política

Martín Menem, de presentarle a su tío Carlos a Milei, a figura clave para la gestión y el armado electoral 2025

El revival noventoso que caracteriza al gobierno de Javier Milei (y que él mismo se encarga de imprimirle) se encuentra desde el germen de La Libertad Avanza (LLA). Más allá de la cuestión simbólica, que en los últimos tiempos tuvo un nuevo capítulo con el descubrimiento del busto de Carlos Menem en Casa Rosada, el libertario dio sus primeros pasos en política de la mano de los Menem. La incorporación de la familia riojana a las fuerzas del cielo se dio cuando el experimento anarcocapitalista no parecía más que eso. Y, al día de hoy, los Menem forman parte del círculo de confianza de los hermanos Milei y tienen un rol clave de cara a los comicios del año que viene. 

A casi siete meses del desembarco de LLA en el Poder Ejecutivo, y con la Ley Bases ya sancionada, Martín Menem, sobrino del expresidente Carlos Menem e hijo de Eduardo Menem (otra figura clave de la década de los 90) es una pieza fundamental en el mundo libertario. Está al frente de la Cámara de Diputados, con lo cual ocupa el tercer lugar en la línea de sucesión presidencial, y enfrenta estos días la más fuerte embestida de la oposición desde que asumió, como consecuencia de la visita de un grupo de diputados de su bloque a notorios represores condenados y presos por delitos de lesa humanidad en la cárcel de Ezeiza.

El caso será tratado en la sesión convocada para el próximo 7 de agosto y el bloque de Unión por la Patria (UxP) impulsa la creación de una comisión especial para investigar la conducta de los seis integrantes de la misión libertaria, que se trasladó al penal en una combi oficial de la Cámara para reunirse entre otros con un ícono del terrorismo de Estado como el ex marino Alfredo Astiz. Ni otros diputados de LLA, molestos por las repercusiones mediáticas del encuentro, ni los referentes de la oposición dialoguista, que ven con preocupación la posibilidad de que el tema siga escalando, lograron hasta el momento que Martín Menem asuma una posición clara al respecto.

Como sea, el presidente de la Cámara baja es una de las personas que mayor confianza inspira en el presidente, y sobre todo en su hermana, Karina Milei: “El Jefe”. Ambos, junto con otro Menem, también de nombre Eduardo, pero más conocido por su apodo, “Lule” (primo de Martín), se encargan de tejer el armado nacional, de cara a las elecciones del año que viene. Pero, ¿cómo empezó todo?


El presidente Javier Milei en la presentación del busto de Carlos Menem en Casa Rosada

El germen menemista 


Cuando Milei dio el salto del mundo privado a la arena política, en 2021, lo hizo de la mano de Martín Menem, quien por aquel entonces —y pese a su apellido de larga tradición política—, tampoco había incursionado en lo público.

El hijo de Eduardo Menem —exsenador y presidente provisional del Senado en los 90— se dedicaba de lleno a su empresa Gentech, ubicada en el barrio porteño de Constitución, donde produce barritas energéticas que consume la Selección Argentina de fútbol. Al día de hoy, Menem sigue al frente de su compañía.

“Lo que me une con Milei es que es quien mejor interpreta las ideas de Menem en los noventa, o lo que pasó en los noventa. Y que lo reivindica permanentemente, como no lo hizo nadie y en el momento que no lo hacía nadie, es lo que más me une con él. Más allá de un afecto personal que tengo con él, al que conozco hace bastante”, le había dicho Menem a Clarín dos años atrás. 

En aquel entonces, el abogado había sido electo legislador provincial. Por fuera de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, desde donde Milei dio la pelea y se hizo de una banca en la Cámara de Diputados, Menem fue el único dirigente bendecido por el anarcocapitalista. Desembarcó en la legislatura provincial con el sello de LLA. 

¿Qué lo sedujo del por aquel entonces economista para dar el salto a lo público? Quizás haya sido el discurso anti-Estado del hoy presidente. Es que, como empresario, dicen quienes lo frecuentan, “se topó con la Argentina imposible”. 

“Martín Menem siempre fue un emprendedor, dio su paso a la política porque el país no cambiaba más”, explican en su entorno. Está convencido de que puede haber un cambio, y que el indicado para llevarlo adelante es Milei. 

¿Cómo se conocieron? “A través de una persona de la política”, dicen desde el entorno del riojano. Y prefieren no dar nombres. Tiempo después, fue el propio Menem quien le presentó a su tío, el expresidente. Hubo tan buena sintonía que un encuentro que no debía durar más de media hora se extendió por unas tres horas. 

“Recuerdo que un día me llamaste para que el viejo reciba a Javier Milei. Al rato papá me cuenta: Martín vino con el amigo. Interesante escucharlo, con condiciones para la política. Le dije que se largue nomás, que puede ser presidente. El chango es más menemista que ustedes. Moraleja: El chango hoy es presidente”, recordó Zulemita Menem en sus redes sociales.

“Martín fue de las primeras tres personas que creyeron en el proyecto político de Milei”, aseguran en el entorno del diputado. ¿Los otros dos? Carlos Menem y su hermana, “El Jefe”. 


A la izquierda, Carlos Menem junto a Martín; a la derecha, el sobrino del expresidente con Javier Milei en la firma del Pacto de Mayo

Libertario de la primera hora


Martín Menem se muestra totalmente alineado a las ideas del libertario. Esboza un discurso prácticamente idéntico al de su líder político. Pero sus modos son bien distintos. Al fin y al cabo, es un Menem. Como su tío, es una persona de buenos modos, respetuosa, amable, de diálogo. O como sintetizan quienes lo cruzan por los pasillos del Palacio, “es seductor”. En su despacho recibe a todos: alguna vez se la ha visto desfilar por allí nada menos que a Myriam Bregman (FIT). 

“Pero no por eso no es cabrón”, dice alguien que lo conoce de cerca. “Tiene su carácter”, aseguran en su entorno. 

El riojano, abogado de profesión, es totalmente leal al jefe de Estado. Para graficarlo: no titubeó en dar marcha atrás con la suba de las dietas a comienzo de año, cuando Milei puso el grito en el cielo. Los costos que tuvo que pagar fueron altos: se ganó el enojo de sus pares, incluso de los propios libertarios. Pero primó el eslogan de las fuerzas del cielo: “No hay plata”. La motosierra y austeridad libertaria no solo alcanzó a los bolsillos de los legisladores nacionales. 

Martín Menem hizo también otros gestos en consonancia con el ideario libertario. Remató una flota de autos de la Cámara (el vehículo con el que se trasladaba Sergio Massa incluido), achicó gastos, revisó contratos de dudosa procedencia y se deshizo de “ñoquis”. Desembarcó en la cámara con un equipo acotado. “Llegó con 19 personas, Massa tenía 188”, repiten en su entorno. 

Entre esos 19 se encuentran otros dos Menem, también libertarios de la primera hora. Por un lado, su primo “Lule”, que fue una pieza clave para el desembarco de Martín en la Cámara. Y Sharif Menem (sobrino de “Lule”), quien ocupa el cargo de director General de Secretaría Privada en la Cámara baja. 

Sharif es la mano derecha del diputado. Es a quien Martín le confía hasta su celular. “Es sus ojos en el Congreso”, dijo una fuente cercana a ambos. Sharif, que intercala trabajo y estudio (cursa Actuario en la UBA), es el guardián de la agenda de su “tío segundo”. Lo tiene “cortito” para que no llegue tarde a los compromisos que tiene pactados. Lo sigue a todas partes. Por momentos, hasta parece la sombra del presidente de la Cámara. 

Al igual que Lule y Martín, Sharif se sumó a la aventura libertaria desde sus inicios. Los tres se cargaron al hombro la campaña en La Rioja. “Sharif salía a repartir panfletos por La Rioja con 45 grados”, cuentan quienes conocen al clan Menem. “Tío, quiero trabajar con vos”, le dijo en aquel momento, cuando LLA germinaba. 

Lule, al igual que su primo Martín, forma parte del círculo de confianza de los hermanos Milei, y si bien el 10 de diciembre desembarcaron juntos en el Palacio del Congreso, “siempre se supo” que su estadía allí sería de apenas tres meses. Con mayor experiencia parlamentaria —Lule es un asesor histórico del Senado— ayudó al diputado a hacer pie en la Cámara, pero su destino siempre fue otro: Casa Rosada. Allí es la mano derecha de Karina Milei. 


Selfie de Sharif Menem junto a Martín Menem y Karina Milei; a la derecha, el presidente de la Cámara de Diputados observando un retrato de su tío

¿Soldado de Milei?


La decisión de que Martín Menem sea el presidente de la Cámara baja se definió allá por diciembre del año pasado. Fue una sorpresa incluso para el propio empresario. “No estaba sobre la mesa”, aseguran en los pasillos del Congreso. Los nombres en pugna eran otros: Cristian Ritondo del PRO o Florencio Randazzo, de Hacemos Coalición Federal. Finalmente, se impuso el ala purista de los libertarios. 

Primó la postura de “El Jefe”. Es decir, poner en la línea de sucesión presidencial a una persona de extrema confianza, del riñón libertario, y de paso no concretar ningún “acuerdo de cúpula con el PRO”. 

A la hora de ponerlo al frente de una Cámara en la que de los 257 diputados apenas 38 integran las filas propias, no importó su escasa experiencia parlamentaria. Tampoco su falta de vínculos con los sectores con los que debe negociar para poner en marcha cualquier debate. En las fuerzas del cielo, la confianza y lealtad son la llave de acceso a los cargos de poder.

Su seguridad lo ayudó a enfrentar, por caso, la maratónica sesión de la Ley Ómnibus en febrero, que se prolongó durante dos semanas. Y sobre todo, pararse frente a una Cámara en la que se ve cara a cara con referentes bien experimentados, que van desde Germán Martínez, jefe de la bancada de Unión por la Patria, hasta Miguel Ángel Pichetto y Emilio Monzó, de Hacemos Coalición Federal. Estos dos últimos, más bien, oficiaron de guías y consejeros del recién llegado. 

Más allá de las exposiciones de Menem ante cada sesión, en las que demostró haberse aprendido el reglamento de un cuerpo que jamás había integrado, lo cierto es que durante los seis meses que duró el debate de la Ley Bases en el Congreso el riojano no debió desplegar la destreza negociadora que algunos le atribuyen. 

Básicamente, fue relegado por el Poder Ejecutivo. Si bien fue invitado a las reuniones que fueron celebrándose en Casa Rosada con los referentes de los bloques dialoguistas, la negociación quedó en manos de Guillermo Francos, primero como ministro del Interior y luego como Jefe de Gabinete; de su vicejefe, José Rolandi, junto con la secretaria de Planeamiento Estratégico, María Ibarzábal Murphy.

En palabras de quienes participaron de las extensas reuniones que se celebraron a lo largo de este medio año, Menem se limitó a “prestar su despacho”: el Salón de Honor de la Cámara baja. Es más, en la recta final, Menem formó parte de uno de los últimos encuentros y sorprendió a más de uno de sus pares. 

“Es un ejecutivo que cayó en el Poder Legislativo”, dice una fuente cercana al riojano. Es que el diputado se muestra abocado al armado de La Libertad Avanza hacia el interior del país, con el objetivo de convertirlo en un partido nacional de cara a los comicios del año que viene y, así, prescindir de negociar con otros sellos para competir por más bancas en el Congreso, tal cual le pasó en las elecciones del año pasado.

Si alguien cuenta con esa experiencia son los Menem. Son los primeros que montaron el partido en una provincia, La Rioja. De allí que ambos, junto con Karina, estén enfocados en el armado de la estructura partidaria para evitar pactos que los condicionen. En todo caso, elegirán quirúrgicamente a qué figuras sumar a las fuerzas del cielo, distrito por distrito.


Martín Menem junto al presidente Javier Milei y el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, en el acto oficial por el Día de la Bandera en Rosario

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