La guerra está declarada. De un lado Javier Milei, del otro Claudio Chiqui Tapia. La eventual implementación de las sociedades anónimas deportivas levantaron polvareda y la sucesión de capítulos será interminable. El objetivo del presidente de la Nación es claro, quitarle poder a la AFA, denominada como “la provincia 24” por todo lo que representa como organización.
El daño colateral puede ser devastador para las aspiraciones de Milei por dos motivos. Primero porque se está poniendo a la mayor parte del mundo del fútbol en contra. Y luego porque también podría recaer una gravísima sanción de la Fifa sobre el fútbol argentino.
Según los artículos 14, 15 y 19 del estatuto del ente rector mundial, “todas las federaciones miembros administrarán sus asuntos de forma independiente y sin la injerencia de terceros. La intervención gubernamental puede llevar a la suspensión de la federación nacional afectada, lo que implica la exclusión de todas las competiciones internacionales”. Traducido, si el gobierno nacional interviene en decisiones que afecten a la AFA, el seleccionado argentino puede ser excluido de todos los torneos.
Hay antecedentes: la Federación Nigeriana de Fútbol fue suspendida por Fifa en 2010 por la interferencia del gobierno de ese país, y la Federación de Fútbol de Sri Lanka, fue sancionada a inicios de 2023 por una “injerencia gubernamental” durante las elecciones del nuevo comité ejecutivo de la Federación. Esta suspensión se levantó cuando el gobierno esrilanqués aceptó la autonomía de la federación local.
Milei recogió el guante de Mauricio Macri (hoy titular de la Fundación Fifa), quien desde las sombras está gestionando hace largos años la llegada de las sociedades anónimas al fútbol. Incluso ya eligió a su apadrinado. Se trata del empresario y presidente de Talleres, Andrés Fassi. Ambos se reúnen frecuentemente para pergeñar cada movimiento contra la AFA. En esa misma mesa se sienta Juan Sebastián Verón, mandamás de Estudiantes de La Plata.
Para comprender el presente y el futuro, hay que conocer el pasado. La enemistad de Macri con Tapia se remonta al papelón del 38-38 en las elecciones de 2015 —se elegía presidente de la AFA un año después del fallecimiento de Julio Grondona, con una votación escandalosa en la que hubo 75 asambleístas y 76 votos—. Luego llegaría la intervención de la Fifa en junio de 2016, con la Comisión Normalizadora encabezada por Armando Pérez (quien le decía “jefe” a Macri), que luego quedó sin efecto y en ese escenario se propició la llegada de Chiqui al sillón de calle Viamonte. Mauricio perdió el poder en AFA, el que buscó por años, y nunca se lo perdonó a Tapia, que tuvo un espaldarazo fundamental del fútbol del interior.
Macri no se da por vencido. En 1993 quiso comprar al Deportivo Español en 15 millones de dólares pero los socios gallegos se lo impidieron. En 1998, Español se fue al descenso luego de una crisis interna generada por un pedido de quiebra hecho por (adivinen): sí, Mauricio Macri. Por aquel entonces era el titular xeneize y reclamó una deuda por seis jugadores prestados a cambio de 80 mil pesos.
La noche del 20 de julio de 1998 marcó un quiebre. Macri presentó ante el Comité Ejecutivo de AFA un proyecto para modificar el estatuto y permitir las sociedades anónimas. Julio Grondona lo apoyaba en público pero no en privado. La derrota del ingeniero fue humillante: 24 votos en contra y sólo uno a favor. El resultado le impactó fuerte, le quedó la sangre en el ojo como se dice, pero fue sólo el primer round.
En 2001 Macri volvió con su embestida. Apoyado por Fernando Marín, gerenciador de Racing con Blanquiceleste S.A., intentaron “salvar al fútbol” con un nuevo proyecto pero no lo consiguieron. Lo mismo sucedió en 2018, en pleno macrismo, nuevamente con un revés. En noviembre de 2023 también hubo un masivo rechazo, al punto que ni se llegó a tratar en el Comité.
Ahora es Milei el que busca borrar con el codo los fracasos del ingeniero, aun poniéndose en contra a los clubes y a los hinchas. El guarda Chiqui Tapia bajó la barrera y no lo deja pasar. Por ahora. Encolumnados detrás de él están las instituciones de barrio, los socios que no quieren vender sus clubes a una empresa y la mayoría de los jugadores, entre ellos los del seleccionado argentino, que dejaron mensajes entre líneas en sus redes sociales contra las SAD.
Qué son las SAD y la batalla que viene
A diferencia de las asociaciones civiles sin fines de lucro, las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) operan exclusivamente para obtener un rédito económico. Los dueños de los clubes pasan a ser inversionistas y los socios dejan de tener voz y voto.
Más allá de que aplique para todos los deportes, el ojo está puesto en el más popular, el fútbol. El artículo 9 del estatuto de la AFA prohíbe la afiliación y participación en los torneos de un club que sea una SAD. Sólo pueden las asociaciones civiles.
El DNU dictado por Milei y la reciente resolución de la Inspección General de Justicia (IGJ) que modifica los artículos 346 y 347 trastocaron ese panorama. Ahora, las organizaciones rectoras del deporte no podrán “impedir, dificultar, privar o menoscabar cualquier derecho a una organización deportiva, incluyendo su derecho de afiliación a una confederación, federación, asociación, liga o unión”. Pasando en limpio, deberán admitir a una SAD. Y tendrán que permitirlo en sus estatutos en el plazo de un año a contar desde la puesta en vigencia, el 1° de noviembre próximo.
¿Qué dijo la AFA? “El estatuto se mantiene inalterable, no aceptamos SAD”. Hasta noviembre pasará de todo y no se descarta que el gobierno apure otros proyectos legislativos o impulse una modificación a la ley de sociedades 19550 en el apartado de sociedades anónimas.
Qué dicen Central y Newell’s
“Reafirmamos y adherimos a la postura de la AFA contra las SAD”, publicaron Central y Newell’s en sus redes sociales. En el mismo sentido fueron River, Boca, Racing, Independiente, San Lorenzo y los 19 clubes restantes de primera división, menos Talleres y Estudiantes, por obvios motivos.
Incluso se pronunciaron en contra Deportivo Riestra, manejado por Víctor Stinfale y su marca Speed; Independiente Rivadavia (Vila); y Defensa y Justicia (Christian Bragarnik). A estos deben sumarse el aglomerado del ascenso, pata clave de la gestión Chiqui Tapia.
Su “terrateniente” en la guerra Gobierno-AFA es el rosarino Pablo Toviggino, tesorero de la entidad madre del fútbol doméstico, que no tiene pelos en la lengua a la hora de tirar munición gruesa. El que la ligó fue Scioli. “Preguntaría, ¿en qué te convertiste Daniel? Pero como sos tan converso… Quizás es mejor: ¿Por cuánto te convertiste? ¿Sos el que impulsó un proyecto contra las SAD o el que ahora pide aprobarlas? Ah, sé que el derecho no es tu fuerte, así que paso a desburrarte. ¡Vos sí que sos casta pura!”.
Fracasos y falacias
“Racing Club Asociación Civil ha dejado de existir”. Aquella frase de la síndica Liliana Ripoll quedó inmortalizada frente a las cámaras de televisión el 4 de marzo de 1999.
El 29 de diciembre de 2000, Blanquiceleste S.A. se quedó con el gerenciamiento del fútbol de Racing, asumiendo un compromiso de inversión de 15 millones de pesos anuales (en pleno uno a uno) y la cancelación del pasivo del club, estimado en 60 millones. El comienzo de la gestión fue inmejorable, porque la Academia se consagró campeona tras 35 años. Las marcas comenzaron a acercarse: Topper, Sky, Petrobras, después Nike. Entraba plata pero se despilfarraba el doble. El éxito se transformó en una pesadilla.
Fernando Marín le vende en 2006 la mayoría de acciones de Blanquiceleste a su exsocio, Fernando De Tomaso. De su mano volvió Reinaldo Mostaza Merlo, el del título en 2001 aunque esta vez fue una debacle total. Los pésimos resultados deportivos, el vaciamiento del club y una crisis interna entre los jugadores y el DT (que acusaba a sus dirigidos de complotar con la gerenciadora para sacarlo del cargo) encendieron la mecha. El final estaba cerca.
Mientras Racing peleaba el descenso los hinchas colmaban las calles para pedir la salida del gerenciamiento y volver a tener un club democrático, con elección de autoridades y poder de decisión en el futuro deportivo. Eso sucedió en julio de 2008, cuando se rescinde el contrato del gerenciamiento y a fines de ese mismo año se desarrollan los comicios presidenciales que consagraron a Rodolfo Molina con el 43 % de los votos. Racing renació.
Y cómo olvidar al Deportivo Mandiyú. La institución correntina fue comprada en 1994 por el diputado menemista Roberto Cruz y el dirigente de San Lorenzo Roberto Navarro. Un año después dejó de existir y sus propietarios tuvieron que salir corriendo de la provincia. En 2011 un grupo de socios recuperó los derechos deportivos y Mandiyú volvió a las canchas.
En la era de la posverdad y las noticias falsas, Mariano Cúneo Libarona brindó una conferencia de prensa sobre la reforma de la IGJ y dijo “si pasa, pasa”. “En el mundo, todos los clubes son sociedades con capitales privados y fíjense los casos que me vinieron recién a la cabeza (…) El club que más plata maneja es el Bayern Munich, porque los dueños son Adidas y Allianz, con 450 millones de presupuesto anual. Segundo está Real Madrid, 450 millones de euros anuales, tercero Barcelona y cuarto el PSG. Todos los clubes siguen con capitales privados. Todos clubes importantes, que han crecido enormemente”, relató el Ministro de Justicia. Datos falsos. Bayern Munich sólo tiene un 25 % de inversión privada (Adidas 8,33 %, Allianz 8,33 % y Audi 8,33 %), mientras que el 75 % restante pertenece al club. ¿Y Real Madrid y Barcelona? No son sociedades anónimas, son clubes de los socios.
La diputada liberal Juliana Santillán y el empresario Guillermo Tofoni son quienes llevan adelante el proyecto de las SAD a pedido de Milei. “Argentina no puede retener sus jugadores, no se les puede pagar y no hay infraestructura donde puedan entrenar. Por eso se van del país muy jóvenes”. Otra falsedad. Por ejemplo en Brasil, donde las SAD están permitidas por una ley firmada por Jair Bolsonaro en 2021, los futbolistas se van cada vez más jóvenes. Por nombrar algunos: Endrick comprado por el Real Madrid a los 17 años, Savinho (18) al City Group, Estevão (17) y Ángelo Gabriel (18) al Chelsea, Vitor Roque (18) al Barcelona, Marcos Paulo (20) al Atlético Madrid y Luis Guilherme (18) al West Ham.
Y la última falacia la dijo el mismísimo Milei. El presidente quiso utilizar el gran momento de la selección argentina para uso personal: “Si la AFA se opone a las SAD, ¿por qué motivo permite que el plantel titular provenga de estas sociedades”. El tiro le salió por la culata. El posteo se llenó de comentarios de miles de hinchas que corrigieron al libertario y le recordaron que todos estos jugadores fueron formados en el potrero de los clubes de barrio, bancados por sus socios. Y hoy son los campeones del mundo. Pero Milei no la ve.
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Periodista deportivo. Diplomado en Comunicación y Periodismo Digital (Fundación Diario La Capital, UNO Medios y Universidad de Congreso)
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