Si algo distingue a la barra brava de Rosario Central de la de Newell’s en la historia reciente es el orden y la regulación de la violencia impuestas por su líder, Andrés Bracamonte. A diferencia de los enfrentamientos que desangraron a la barra leprosa en la disputa por el mando y los negocios agregados, el paravalanchas canalla se mantiene cohesionado bajo una jefatura indiscutible: disciplina tanto más notable porque “Pillín” tiene prohibido el ingreso a la cancha desde 2018. Sin embargo, la paz parece haber llegado a su final con la balacera de la que se salvó Bracamonte a principios de agosto y su segundo acto, el asesinato de Samuel Miqueas Medina a principios de mes.
“La balacera contra Andrés y el homicidio de Medina están vinculados porque los autores son los mismos”, afirma una fuente muy vinculada a la barra. Según este vocero, no se trata de una pelea interna: “los ataques vienen desde afuera de la barra y responden a un intento de copamiento para hacer negocios en la cancha”.
Bracamonte sobrevivió al ataque de un sicario que lo tomó desprevenido y a cara descubierta y sin pronunciar palabra le descargó el cargador completo de una pistola 9 milímetros en la tarde del 10 de agosto, frente a un carrito de comidas del Parque Alem y en medio de un operativo de seguridad por un partido de Central que movilizó a 550 policías. La investigación está a cargo de la fiscal Georgina Pairola.
“No descartamos ninguna vinculación. En virtud de los nuevos hechos (por el homicidio de Medina) es obvio que los ojos se ponen también en la barra: es impensable descartar algo así y menos ahora”, indicaron fuentes de la investigación del atentado contra Pillín.
El ataque que buscó cobrar la vida de Bracamonte fue precedido el 10 de febrero por una balacera contra la entrada del country Los Álamos, donde el jefe de la barra vive de prestado, según su versión. Los agresores dejaron una nota con amenazas y no fueron identificados. El día anterior hubo un tiroteo contra el frente de una casa en Montevideo al 4500, el domicilio de un delegado de la Unión Obrera de la Construcción (Uocra) de San Lorenzo. Según el informante vinculado a la barra, ambos episodios están desvinculados y el intento de asesinato de Pillín no está relacionado con manejos de la Uocra en Rosario, objeto de una investigación del fiscal Miguel Moreno que cumple cinco años, alrededor de presuntas extorsiones y otros delitos en los que también se involucra al dirigente Carlos Vergara.
En la noche del 1° de octubre Medina llegó a su casa en la zona norte de la ciudad después de presenciar el partido de Central con Vélez Sarsfield y no alcanzó a bajarse del Volkswagen Polo que conducía cuando fue baleado. Tenía 24 años. El fiscal Luis Schiappa Pietra interviene en el caso.
“Hubo inteligencia previa. Los sicarios sabían dónde encontrar a Medina y que había ido a la cancha. Lo esperaron en la esquina de su casa, en dos motos. No está claro cuál es la relación de este crimen con la balacera contra Bracamonte”, dijeron fuentes vinculadas a la pesquisa del homicidio.
Medina no tenía causas pendientes ni era investigado, al margen de que por relaciones familiares estuviera cerca de actores notables de la criminalidad. La fuente consultada relativizó no obstante el parentesco con Ariel “Guille” Cantero: “en todo caso era un yerno putativo, ya que estaba en pareja con una hija de Vanesa Barrios (la esposa del referente de Los Monos) y Diego Bay”.
Alias Gordo Samu o Quique, Medina fue condenado a dos años de prisión condicional por la foto en la que se exhibió armado y en la que posó con el trapero Zaramay en febrero de 2021. Administró una carnicería vecina a un minimarket de Mendoza y Matienzo, eje de una trama enmarañada cuya protagonista fue Mariana Ortigala, y dejó el negocio debido a la publicidad que tuvo este último caso.
“Samuel era un pibe tranquilo, de otro palo. Nada que ver con la violencia. Compartía la hinchada con Andrés, iba a los mismos lugares donde iba la gente de Andrés”, asegura la fuente ligada a la barra. El mismo vocero enfatiza que “entre Bracamonte y la familia Cantero está todo en orden”.
Las relaciones entre Bracamonte y “Guille” Cantero son históricas e incluyen invitaciones a fiestas familiares. La investigación de la fiscalía de Delitos Económicos del MPA por las cuales se pidió las capturas de Pillín y de Carlos Vergara en diciembre de 2023 invocó conversaciones telefónicas y puntualizó que Cantero “desde su lugar de detención determina a los jefes de la barra de Newell’s, y además tiene llegada al jefe de la barrabrava de Central, Andrés Bracamonte, y recurre a él en determinadas situaciones”.
Enigma en Arroyito
El domingo pasado, durante el partido entre Central y Banfield, una bomba de estruendo fue arrojada desde la tribuna popular a la cancha y dos hinchas exhibieron una bandera firmada por “la mafia quiqueña” (alusión a Medina) y donde se pudo leer “No respetamos a nadie”. Los hinchas no fueron identificados y la bandera se esfumó tan misteriosamente como apareció, pese al operativo policial en el estadio.
La bandera agregó otro interrogante, ya que no se sabe a quién interpela la advertencia “no respetamos a nadie”. Otros contenidos del mensaje parecen más sencillos para descifrar: la bandera incluyó además la frase “Siempre mono, nunca sapo”, ilustrada por el dibujo de un mono con expresión de enojo y un piluso con el número 17, y los hinchas que la alzaron vestían una remera que decía “Samuel presente”.
El homicidio tuvo un testigo: el primo de Medina, de 18 años, lo acompañaba en el auto, resultó herido y prestó una declaración cuyo contenido se reserva.
La fuente consultada rehusó identificar a los enemigos de Bracamonte: “Si se profundiza la investigación de la balacera contra Andrés se resuelve lo de Medina. Ahí está la ruta. El tiroteo contra el ingreso del country tiene el mismo origen, es el mismo grupo el que está detrás de los tres hechos”, dijo.
Bracamonte enfrenta por otro lado requerimientos de la justicia provincial y de la federal por diversos delitos. En principio las investigaciones están en suspenso hasta que la Corte Suprema de Justicia de la Nación resuelva la competencia, pero hay avances significativos y un interés notorio en ambas instancias.
Parte de las acusaciones contra Bracamonte están asociadas a una interna gremial que excede el ámbito local y se remonta a 2017. Ese año Carlos Vergara asumió como interventor de la seccional La Plata de la Uocra, en lugar de Juan Pablo “Pata” Medina. El hijo de este dirigente, Cristian Medina, declaró en junio ante el fiscal Moreno que Vergara se impuso con apoyo de barrabravas de Central, mencionó a Pillín como parte de la trama y dijo que en La Plata se desplegaron las mismas actividades que en Rosario: extorsiones a empresas contratistas, contratación a la fuerza de familiares y allegados y manejos espurios en torno al negocio de las viandas que reciben los afiliados y los baños químicos que se instalan en obras en construcción.
Cristian Medina apuntó también contra el secretario adjunto de la Uocra Rosario, Sixto Irrazábal, quien se declaró sorprendido por las acusaciones contra Vergara y afirmó que ignoraba su relación con Bracamonte. La conexión de la Uocra con el ambiente narcocriminal ya había quedado en evidencia durante una investigación sobre la banda organizada por Cristian Nicolás Avalle, alias Pupito, desde la cárcel de Ezeiza, en la que surgió la intervención de este grupo para expulsar del gremio a un dirigente, como “favor” realizado a Vergara en contraprestación por la explotación de las viandas.
Los fiscales federales y los provinciales comparten el interés por desentrañar el crecimiento patrimonial de Bracamonte, que aparece desfasado de su condición de monotributista y empleado de la firma ATE Servicios Integrales, y por iluminar un trasfondo de operaciones de lavado de dinero que por ahora se muestra oscuro.
La resolución de la competencia es incierta, aunque de todas maneras el horizonte judicial se presenta complicado para Bracamonte. Si en este plano el suspenso puede prolongarse, el golpe sobre la conducción de la barra y el asesinato de Samuel Medina realimentan una atmósfera muy tensa y cargan de sombras el presente. Sobre todo cuando otro actor importante observa el escenario: “Guille Cantero está enfurecido con el tema”, asegura la fuente consultada.