En la esquina de Riobamba y Berutti, una señora pide precio por un piluso con la imagen de Cristina Fernández de Kirchner, pero no se convence con el precio. “¿Paraguas no vendés?”, le pregunta al mantero que acomoda su mercancía sobre la vereda, ofreciéndola a la multitud que va llegando al lugar. Media hora antes del mediodía, el termómetro supera los 30 grados y no hay una nube en el cielo. Resignada, la mujer termina comprando una bandera con la imagen de Cristina saludando, junto a una inscripción: “El pueblo te acompaña”. Paga y de inmediato se la ata sobre su cabeza para protegerse del sol. “Total, acá debe estar lleno de médicos”, bromea la señora que teme una insolación.
Tiene razón. Aunque no lo parezca, en el predio de La Siberia transcurre el 11º Encuentro Nacional de Salud, que por primera vez se realizó en Rosario. Pero el espíritu del evento quedó a un lado cuando se confirmó la presencia de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner para el acto de cierre este sábado al mediodía. También tiene razón en protegerse: lo mismo hacen los vendedores que se agolparon en las inmediaciones de la Ciudad Universitaria de Rosario. Y lo mismo hacen los militantes que se refugian bajo los árboles que ofrece la periferia. Saben que adentro, en la cancha de fútbol donde se montó el escenario, quedarán a merced del calor.
La última vez que la expresidenta visitó Rosario fue en agosto de 2019, durante el cierre de campaña de las elecciones presidenciales, en las que secundó a Alberto Fernández en la fórmula presidencial. De aquel acto frente al Monumento Nacional a la Bandera aún resuenan las declaraciones de quien luego se convertiría en presidente. “Están todos muy preocupados por cómo me voy a llevar con Cristina… nunca más me voy a pelear con ella”. Las preocupaciones en el justicialista eran tan reales como las diferencias entre el binomio presidencial. La interna entre ambos terminó marcando el rumbo de la gestión.
Cinco años después, el contexto no cambió demasiado. Con Alberto Fernández fuera del mapa, la interna que busca disimular el peronismo la tiene a Cristina nuevamente como protagonista, enfrentada al sector de Axel Kicillof, que intentó rasgar los primeros acordes de las nuevas melodías en el espacio. Así y todo, Cristina consiguió los apoyos para convertirse en la presidenta del Partido Justicialista a nivel nacional y dejar a un lado las voces que discuten su hegemonía y conducción.
Con las elecciones partidarias resueltas, el desafío ahora es ordenar al peronismo. En ese marco se gesta su visita a la ciudad, luego de un primer viaje a Santiago del Estero el pasado 17 de noviembre, durante el día de la militancia. “Cristina está recorriendo el país y sabíamos que tenía intención de venir a Santa Fe. Le propusimos cerrar el evento en Rosario y aceptó enseguida”, reconocen cerca de la organización.
El Encuentro Nacional de Salud tiene como principales impulsores a Nicolás Kreplak, actual ministro de Salud bonaerense, y al diputado nacional de Unión por la Patria Daniel Gollán, quien fuera también ministro de Salud durante el gobierno kirchnerista. Ambos son médicos sanitaristas y miembros de la Fundación Soberanía Sanitaria. El evento tuvo más de 300 dirigentes invitados.
“Cristina consideró que era interesante poder hacerlo en el marco del Encuentro Federal de Salud. Es un tema que le gusta, que entiende y del que tiene muchas ideas”, remarcaron desde una de las agrupaciones cercanas a la expresidenta. Luego del evento, el momento de la rosca: Cristina Fernández de Kirchner reunió a dirigentes de distintos espacios políticos, entre los que se encontraban concejales, intendentes y presidentes comunales, en el Hotel Ros Tower, del centro rosarino.
Prepagas y medicamentos
Minutos después del mediodía, desde el escenario principal anunciaron que Cristina Kirchner estaba llegando al predio. La gente se amontonaba sobre la valla ante cada signo de inicio del acto y se rasgaban las gargantas cuando el sonidista musicalizaba con las canciones de Lali Espósito. Algunos se treparon al travesaño del arco de fútbol, para ver mejor. Otros le reclamaban a la organización que repartieran agua. Un puñado de militantes encontró debajo de la tarima de prensa el único lugar con sombra de todo el predio.
Media hora después, Cristina subió al escenario para empaparse del cariño de sus seguidores. Ante las críticas de sus rivales internos, la jefa del peronismo todavía conserva ese activo para demostrar: ¿cuántas figuras del espacio congregan a más de 10 mil personas un sábado al mediodía? La pregunta tiene otro tenor al momento de analizar la falta de liderazgos en Santa Fe. La mayoría de las tribus dijo presente en el acto, aunque hubo ausencias marcadas: la del exgobernador Omar Perotti y la del senador nacional Marcelo Lewandowski, entre las más resonantes.
Cristina habló poco, pero dejó algunas frases resonantes. Casi no hubo menciones a la política interna. Apenas una breve referencia a “los que se alejaron por los modales” y que ahora deben lidiar con un gobierno que no se caracteriza por el buen diálogo. “Es bueno también, con todo esto que estamos viendo, alguna reflexión a propios y ajenos. Muchas veces escuché siendo presidenta esto de los modales, el dedito, la cadena nacional. Un poco porque soy mina y el resto porque gobierno para todos”, expresó y agregó: “Al lado de estos soy la condesa de Chikoff”.
A tono con la invitación, la dirigente habló del sistema de salud argentino, repasando algunos logros de las sucesivas presidencias peronistas y criticando la situación actual. En ese marco, se refirió a la sanción de la ley que limitaba el precio de las prepagas, a contramano de lo que sucedió durante los primeros meses del gobierno de Javier Milei, donde se desreguló el mercado. “A los que dicen que solamente nos importan los pobres, les recordamos a todos los muchachos y muchachas de las prepagas que mientras estuvimos nosotros pagaron cuotas justas, no como ahora, que te arrancan la cabeza”, cuestionó y agregó: “Te fijan la cuota que se les canta y mucha gente se ha visto obligada a abandonar la prepaga”.
En la misma sintonía, desafió al presidente a hacer lo mismo con el mercado de los medicamentos. “Estos desregulan a favor de poquitos muy poderosos. A ver, Miei, ya que sos tan guapo, desregulá los medicamentos y que podamos tener medicamentos genéricos importados para reducir el costo de los presupuestos sanitarios. A ver si te animás”, increpó. Luego, los dardos apuntaron a Federico Sturzenegger, designado por el gobierno para ese tipo de tareas: “Decile al desregulador del megacanje que se anime a desregular los medicamentos para que un jubilado no tenga que dejar tres cuartas partes de los haberes en la farmacia”.
Estado eficiente
En otro tramo del discurso, la expresidenta hizo mención a la necesidad de “repensar el Estado” en función de hacerlo más eficiente. La frase no es menor y va en respuesta a la idea de “casta”, el leitmotiv del gobierno libertario: “El Estado no puede ser estático adentro de los ministerios, tiene que salir. Necesitamos un Estado cercano donde la gente vea que cada empleado está comprometido con su realidad, para que no lo vean como un ser privilegiado que argumentan después estos malos gobiernos que llegan y convencen a la gente de que tienen que destruir el Estado, y no se dan cuenta de que le están destruyendo la vida”.
Los momentos en que Cristina apuntó contra Javier Milei fueron los más celebrados por los presentes. Al punto que la militancia desempolvó el viejo “Vamos a volver”, que se remonta al rol opositor durante el gobierno de Mauricio Macri. Sobre el cierre, la referente del PJ criticó el rumbo del gobierno y su concepción de capitalismo: “¿Qué clase de capitalismo es éste que cada vez hay menos consumidores? Me quedo con el del peronismo, en el que todos podían consumir, no solamente unos pocos”.
El discurso duró unos 20 minutos, bastante menos de lo que se esperaba. El calor jugó en contra. Apenas un rato antes del cierre, la organización comenzó a tirar botellas de agua a la multitud. “Bueno, compañeros y compañeras. Hace mucho calor, no se olviden que yo soy pingüina”, dijo sobre final, dejando un mensaje que instaba a la militancia peronista a convocar a la ciudadanía para construir un nuevo proyecto de país.
El evento también finalizó al ritmo de “Fanático”, la canción con la que Lali Espósito respondió a los reiterados ataques del presidente en su contra. Mientras saludaba desde arriba del escenario, la militancia comenzó a saltar las vallas. Todos querían saludar a Cristina. Varios llegaron a tirarle remeras o banderas. Para la una y media de la tarde, la militancia fue desconcentrando el lugar.
Afuera del predio, los manteros continuaban con la venta del merchandising peronista. Dos banderas con la imagen de Cristina aún quedaban colgadas sobre una soga, exhibidas para la venta. Una que decía “Te quiero cada día más”. La otra, más sencilla: “Es ella”.
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Periodista. Licenciado en Periodismo (UNR). Conductor y productor en radio Aire Libre (91.3). En Twitter: @NachoCagliero
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