Connect with us

Hi, what are you looking for?

Política

El dilema de los tiempos, lo único que le falta al que se vayan todos de la Corte de Santa Fe

Del lado de los cortesanos, un silencio estratégico. Desde el gobierno, una decisión que promete no aceptar condiciones. El propósito de renovar a cinco de los seis integrantes de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe entró en tiempo suplementario.

Ni se hablaba de cambiar la Constitución provincial o de hacer una reforma previsional para salvar la Caja de Jubilaciones, cuando el actual gobierno provincial ya planteaba una renovación en la Justicia en la provincia.

A diferencia del tema previsional, en este caso no se expusieron tantos números, sólo bastó un reclamo genérico: la Justicia en Santa Fe es cara e ineficiente. A ocho meses de aquel primer anticipo, hay cambios que se vienen concretando a nivel judicial; desde la Justicia reprochan que también hay récord de vacantes: 23 por ciento. Pero la decisión de “aggiornar” el supremo tribunal avanza a paso lento.

Uno de los cuatro cortesanos rosarinos, Mario Netri, ya anunció su retiro para antes de fin de este año, marcando un camino que nadie siguió todavía. Si pretendió ser un modelo para mostrar cómo podía ser una salida por la puerta grande, en los hechos quedó demostrado que no sedujo tanto como el intento de quedarse.

A las versiones de que podrían aceptarse ciertas contemplaciones en el objetivo de una renovación casi total, el gobierno las enfrenta con definiciones que no ofrecen dudas: “Hacemos lo que decimos y la Corte no va a ser la excepción”.

Impulsados sobre todo desde Santa Fe empezaron a aparecer informes con distintas posibilidades de cambio, que siempre incluyen a algún salvado. El más difundido decía que uno de los cortesanos que más veces fue presidente podría quedarse, y hasta podría ser el candidato que el peronismo sostuviera, resignando a cambio la posibilidad de proponer un nombre propio en la próxima integración de la Corte. “El Rafa zafó”, comentaban los que chequeaban una sola fuente, aunque nunca se sabe.


Rafael Gutiérrez

Sobre Rafael Gutiérrez, a cargo este año de su gestión número 13 como presidente de la Corte, hay posturas divididas dentro del frente Unidos. Son tantos los que lo toleran o le deben algún cumplido como los que lo quieren ver pronto afuera. Donde importa, en el seno del gobierno, no olvidan que durante los momentos más difíciles de violencia en Rosario cargó de culpa a la gestión de Maximiliano Pullaro, al opinar que la foto de presos detenidos a lo Bukele que se difundió por las redes podía haber sido el origen de la última escalada de asesinatos ocurrida en la provincia. “Los que ayudan, ayudan, y los que complican, complican”, aducen por lo bajo en la Casa Gris.

La otra versión daba cuenta de que si se van todos los que exceden la edad de 75, y como 2025 será un año electoral, el gobierno no vería con agrado que presidiera otra vez la Corte Daniel Erbetta (el único que quedaría), ya que eso significaría repetir su desempeño como presidente del Tribunal Electoral. En 2023 ya ejerció esa función, y protagonizó polémicos cruces en la interpretación de algunas leyes, incluyendo el amague de un pedido de juicio político por parte de un diputado.

Si fuera así, y para evitar una repetición en ese cargo, el trascendido decía que se aceptaría demorar la salida de la única y primera mujer en ser designada en el tribunal, María Angélica Gastaldi, para que presida (a ella le tocaría) la Corte y el Tribunal Electoral, porque por un sistema de rotación entre el norte y el sur, el año que viene le corresponde a Rosario ocupar la principal poltrona judicial.

Ninguna de estas dos flexibilidades parece ser aceptada en el gobierno, al menos por ahora. La respuesta a esos comentarios es tajante: “Están pujando entre ellos para ver quién se va último, y no se dan cuenta de que se van a tener que ir todos”, comentan como descartando cualquier retroceso en su idea original.



La interpretación de los tiempos


El otro santafesino que fue hablado para dejar su poltrona en la Corte en breve fue Eduardo Spuler. Los cuatro que quedan en el tribunal ya tuvieron al menos una reunión de “diálogo amable” con enviados del gobierno. Se prometieron segundas reuniones, siempre en el marco del “consenso” y “respeto institucional” que propone el Ejecutivo. Se mantiene el diálogo en buenos términos por ahora a la espera de definiciones.

El problema que aparece este segundo semestre es el de los tiempos. En el proyecto original del gobierno, lo ideal sería llegar a fin de año con las salidas acordadas, para avanzar en el trabajoso camino de elegir a los reemplazantes, una mecánica que no se resuelve de un día para otro.

Los cortesanos, como los fallos de la Justicia en general, tienen sus propios tiempos. En tren de afinar fechas se habla de “plazos razonables”, una ambigüedad que cada uno mide a su manera. En el gobierno piensan en presente, antes de diciembre, y en la Corte imaginan fechas que caen todas en 2025.

Por alguna razón, los invitados a retirarse por los argumentos legales de haber llegado al límite de edad se muestran tranquilos, como si creyeran que hay segundas interpretaciones, o confiados en que el gobierno no se animará a dar el último golpe de llamarlos a retiro bajo las formas cortantes de un decreto.

Quienes piensan a futuro se preguntan si no se le volverá en contra al gobierno el argumento de aferrarse a la Constitución provincial para correr a los ministros de la Corte. Piensan que puede ser un boomerang si se aprueba la reforma de la Constitución y se habilita la reelección del actual gobernador, que juró por una Carta Magna que no le permite volver a postularse. “Va a tener que respetar la Constitución de la misma manera que le exige ahora a los miembros de la Corte”, especulan.

Por ahora sigue el tránsito amigable con un gobierno que viene encarando todo lo que se propuso y muestra no solo una mayoría legislativa conseguida en la última elección, sino una imagen positiva del gobernador que supera el 60 por ciento. Difícil hacer esgrima desde la Justicia contra eso.

El gobierno aspira a llegar a un acuerdo en los tiempos de retiro de los cortesanos que no exceda sus pretensiones y concretar el recambio con la salida de “los cuatro que quedan, todos juntos”. No los seduce un cambio gradual, progresivo, como suelen proponerle para mantener cuidada la institucionalidad. Desde la Corte chicanean que esa exigencia tiene una explicación: negociar a sus sucesores con los principales partidos aliados de la coalición, para lo que necesitan la mayor cantidad de lugares posibles.

Sobre números también se menciona la posibilidad de ampliar a siete los integrantes de la actual Corte, una idea que compartía otro gobernador, Miguel Lifschitz, aunque no llegó a proponer. Es que la Corte con número par (la de hoy tiene seis miembros) es una mala excepción de Santa Fe, y provoca desempates a cargo de magistrados de inferior jerarquía en temas siempre ríspidos.

Podría achicarse a cinco miembros, como quedará desde diciembre si no se reemplaza a Netri. Pero no parece seducir esa posibilidad. La explicación entonces sobre por qué todavía no hay un nombre propuesto para ocupar la poltrona del por ahora único renunciante confirmado de la Corte es que “no estamos desesperados por los lugares y esto no es una repartija. Nos interesa la Justicia, no los nombres”, afirman. 

“La nueva Corte será con número impar pero no será infinito”, suelen graficar en el gobierno para dar la idea de que siete sería un término medio adecuado, y nueve (como la Corte de Estados Unidos) una aspiración límite que no tiene tanta aceptación, pero que todavía no se descarta.


El futuro es de los candidatos


En los pasillos de Tribunales no sólo circulan las versiones interesadas sobre quiénes se quedan y quiénes se van, sino también acerca de cómo vendrá el reparto futuro y hasta algunos nombres de candidatos. Con lógica indican que un sillón será ofrecido al socialismo, otro al peronismo, tal vez uno al PRO (aunque los trascendidos aseguran que a cambio podrían ofrecerle también la Defensoría del Pueblo) y al menos dos o tres a los sectores del radicalismo que conforman el núcleo principal del gobierno. Pablo Javkin también habría hecho llegar su aspiración de ser participado en la discusión de la Corte. 

“Los que hagan el esfuerzo político para este recambio, seguramente serán participados en la nueva composición. Por ahora, trabajamos solos”, admiten desde el gobierno, donde prometen que no los guía armar una Corte adicta. “No vamos a hacer la Corte de la mayoría automática de Julio Nazareno”, grafican cuando se les advierte que el único gobernador que cambió a casi tantos cortesanos en Santa Fe fue Carlos Reutemann, que ingresó cuatro nombres en su segundo mandato.

Haciendo historia, reprochan que se llegó a esta situación de tener que reemplazar de golpe a cinco cortesanos porque antes no se hicieron las cosas bien. “Si Perotti hubiera jubilado a los que iban cumpliendo 75 años, hoy sólo nos quedaría retirar a uno. Pero hasta eso hicieron mal”, razonan. 

Sobre los tiempos para la definición, en el gobierno rescatan que “una cosa es el reconocimiento a los pergaminos y la trayectoria, pero otra es aceptar que no estén cumpliendo con la ley, justo los que se encargan de hacerla respetar. No lo vamos a permitir, por eso este es un tema terminado”, concluyen.

Ensayan un paralelo con la relación que la provincia tiene con el gobierno nacional: “Por algo el gobernador tiene 63 por ciento de imagen positiva, porque no tiene posturas ideologizadas. Lo que está bien lo apoya, y lo que afecta los intereses de Santa Fe lo defiende sin por eso ser un opositor. Con la Corte pasa igual: no hay nada personal, pero tienen que cumplir la ley”.


Facebook comentarios

Autor

Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También te puede interesar