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Política

Franco Bartolacci, entre el ajuste y la movilización: “Lo único que nos hace realmente libres es la educación”

Con una inédita movilización nacional en puerta, las universidades nacionales comenzaron a cuidar el uso de la luz, los ascensores y el papel, para llegar con aire al segundo semestre, otra vez en escena en el erosionado panorama social y económico. Este martes coincidirán en Capital Federal todos los actores de sus comunidades educativas, en lo que se prevé como una visibilización masiva del malestar que provoca la motosierra en la educación superior, una de las fortalezas indiscutidas del país, además de generadora de movilidad social. La marcha se replicará a nivel nacional en un contexto que el gobierno siembra de agravios. 

En la Universidad Nacional de Rosario los preparativos empezaron con reuniones y recorridas de las autoridades por cada una de las casas de estudios, explicando y sumando adhesiones, ya que la tarea es grande: resistir antes de que los recortes de fondos afecten más aún las actividades. “En enero, febrero y marzo de 2023 pagamos 19, 23 y 40 millones de luz, respectivamente, en los mismos meses de este año, las facturas fueron de 44, 80 y 121 millones; tenemos que hacer frente a esa erogación con el mismo presupuesto, imposible”, detalló a Suma Política, su rector, Franco Bartolacci. “Si no se modifica la situación y no hay una actualización que acompañe razonablemente el proceso inflacionario, se hace imposible pensar el desarrollo normal de las actividades a lo largo del año”, advirtió. 

—¿Siendo la Universidad un lugar donde circulan las ideas cómo es que no la ven?

—Creo que hay ciertos prejuicios y una concepción equivocada del rol que debe tener la educación y en particular la pública, y un sistema tan particular como el que tiene Argentina; no hay antecedentes similares en otra parte del mundo donde los jóvenes puedan hacer una carrera con estándares de excelencia de igual a igual con sus pares del mundo y de manera gratuita. Ese es un capital construido históricamente por la sociedad argentina y una herramienta de movilidad social ascendente fenomenal. Soy nieto de abuelos analfabetos e hijo de padre inmigrante, como la mía hay miles de historias que se escribieron y escriben todos los días. Por eso el empeño en defender la universidad, la educación pública y la ciencia nacional. El planteo que estamos haciendo no es sólo por los recursos, o de carácter corporativo, es la firme convicción de que los problemas en Argentina se resuelven si hacemos bien las cosas en estas áreas. Y para eso se requiere priorizarlas como políticas públicas y destinar los recursos que necesitan para poder gestionar bien.


El presupuesto en el foco


—¿Cómo se estructura el presupuesto en una universidad?

—Cuando el Congreso establece para cada año el Presupuesto, hay un ítem específico para las universidades nacionales, ese monto se distribuye en función de una tabla que garantice un porcentaje de incidencia de cada una según sus características. Ese presupuesto que le toca, en este caso a la UNR, el Estado nacional lo envía en 13 cuotas; el 90 por ciento está destinado a salarios, que se va incrementando conforme a los acuerdos paritarios a lo largo del año. El 10 por ciento restante lo envía en 12 cuotas para gastos de funcionamiento, como mantenimiento de edificios, obras de infraestructura, programas de becas, residencias, comedores, desarrollo científico, financiamiento de proyectos de investigación y pagos de servicios públicos. Este es el presupuesto que hasta marzo de este año, estuvo congelado al valor de septiembre/octubre de 2022. 

El 2023, ya fue muy difícil en un contexto inflacionario como atravesó la Argentina, no tener un incremento hizo muy difícil llegar a fin de año cuando nos dieron dos cuotas de refuerzo, que no se consolidaron como incremento de la cuota sino que fueron adicionales. Cuando retomamos este año, la cuota de enero y febrero volvió a ser la del valor que se había definido en septiembre 2022. El pasado mes de marzo hubo un incremento del 70 por ciento de esa cuota, algo es mejor que nada pero es insuficiente porque en ese mismo período hubo 300 por ciento de inflación. En enero/febrero 2023 pagamos 40 millones de pesos de luz, este año pagamos 140 millones, y tuvimos que hacer frente a esa erogación con el mismo presupuesto.       

Técnicamente, lo que hacemos es imputar gastos contra el crédito presupuestario que nos asignan. Por ejemplo, nos asignan cien pesos para todo el año, y todo lo que hacemos, como contrataciones, licitaciones, pago de servicios, lo imputamos contra ese crédito presupuestario. Pero ese valor de cien, de un año atrás, ahora es otro, de modo que la capacidad de imputar en un año como este se agota antes, por eso decimos que puede llegar un momento en que no vamos a poder funcionar porque no vamos a tener crédito presupuestario donde imputar los pagos que tenemos que hacer. 

Esta es la dificultad que estamos atravesando y que es por igual, de acuerdo a matices y necesidades, para todas las universidades del país. En algún momento la situación hará que sea imposible desarrollar con normalidad las actividades, esto es lo que estamos advirtiendo y por eso pedimos una actualización urgente. Nos dicen que tenemos que administrar con responsabilidad en un contexto de ajuste y la verdad es que lo hacemos muy responsablemente, por eso pudimos llegar hasta abril 2024, sin dejar de hacer nada de lo que hicimos con presupuesto de septiembre 2022, porque estamos haciendo un esfuerzo enorme. 

—En distintas facultades de la Universidad de Buenos Aires comenzaron con restricciones. ¿Aquí pasa lo mismo?

—Sí. Estamos dejando de hacer algunas cosas, optimizando otras, redireccionando presupuesto de un lado a otro, buscando alianzas con municipios y comunas para sostener programas y no darles de baja. Le voy a poner toda la creatividad posible, en nombre de un equipo, a la resolución del problema, porque no quiero lesionar nada de lo que hacemos porque detrás de cada cosa que se lesiona, hay un derecho de alguien que se resiente. Pero llega un momento en que es imposible. El problema es objetivo.   

—¿Por dónde comenzaron a restringir?

—Por ejemplo aquí usamos solo uno de los dos ascensores, optimización de luz, compramos menos papel, estamos informatizando todos los sistemas para ahorrar papel. Con las obras tenemos problemas. La UNR tiene un presupuesto total, contando salarios, estimado en 95 mil millones de pesos para una comunidad educativa de 150 mil personas. 


El presupuesto y las facultades  


—¿Cómo se distribuye el presupuesto hacia adentro de la universidad?

—Cuando llega el presupuesto, el Consejo Superior lo trata y establece el destino de las partidas, para las facultades, las escuelas, los programas, infraestructura, para lo que fuere. Este año recondujimos el presupuesto del año pasado. En infraestructura tenemos un problema porque las cinco obras que estaban comprendidas en el Programa Nacional de Infraestructura Universitaria están paradas, como la culminación del anexo de Odontología, la construcción del edificio de Veterinarias, una construcción en el área salud, estas tres construcciones están detenidas; y hay dos con fecha de licitación prevista, que no se licitaron. 

En Infraestructura (del Gobierno nacional) no hay capacidad de interlocución, no hay con quien hablar, de modo que las únicas obras que se están continuando son las que hacemos con presupuesto propio, por ejemplo el edificio de la Facultad de Derecho. Con Educación sí venimos hablando desde diciembre, que hicieron el incremento del 70 por ciento y nada más hasta ahora, por eso las actividades de visibilización que estamos programando, para tratar de conmover a las autoridades.

—¿También hay que conmover a la sociedad?

—Creo que es la condición sine qua non, que la sociedad en su conjunto acompañe este reclamo, no es un problema de los universitarios, los profesionales que están en los más diversos ámbitos de la vida, en su amplia mayoría son egresados de la universidad pública. Los jóvenes que se quieren formar hoy, en su mayoría, también lo están. Quiero poner el punto donde corresponde, no se trata de un reclamo corporativo, lo único que nos salva y nos hace realmente libres es la educación y es la pública y de excelencia. Argentina, con todos sus problemas, si hay algo que pudo construir históricamente es la educación pública, ahora sí se necesitan reformas, sí hay que resignificar, que el mundo cambia y hay que transformar, eso no cabe duda y lo estamos haciendo sobre la base de un modelo que ha sido exitoso en el sentido de contener. Tenemos el 70 por ciento de los niños bajo la línea de pobreza, si hay algo que puede revertir esa situación es la escuela pública que es la que contiene, por eso es insólito y desafortunado que si hay pocos recursos, esos recursos se destinen a subsidiar escuelas privadas y no a la educación pública que está detonada. 

Rosario es reconocida por varias cosas en el mundo, una por Messi, otra por la situación de inseguridad que es un problema nacional no particular de esta ciudad, y por una cuestión que se cuenta poco y es que uno de los Polos de Biotecnología más importantes del mundo está en Rosario, las empresas más reconocidas internacionalmente están acá, un área estratégica para el desarrollo mundial. Esto es posible porque en 1986, la UNR puso en marcha la primera licenciatura en Biotecnología de América Latina, y lo hizo la universidad pública porque para el sector privado no era rentable en ese momento. Ese es el valor estratégico de la ciencia y educación pública. La sociedad, aún con el desánimo y el enojo que tiene con las instituciones, aún resguarda una consideración respecto a la universidad pública, así lo dicen los estudios de opinión.

—¿Cómo están organizando la movilización del 23 de abril?

—Vamos a participar, vamos a ir en forma autogestiva, no tenemos recursos para sacar colectivos, y como hay mucha gente que no puede ir el domingo hicimos actividades previas en la Calle Recreativa a la mañana, en el Parque España a la tarde; yo pasé en la semana por todos los cursos de todas las carreras y las facultades para contar y compartir cuál es la situación, creo que es una responsabilidad mía hacerlo. En un momento donde es difícil por lo que generan las redes sociales, es importante dar información certera.

—El Gobierno Nacional interpreta como adoctrinamiento la circulación de ideas opuestas a su modelo teórico de sociedad, que parece incluir economía sin rostro…

—Eso es un despropósito y no es ingenuo ni casual, por supuesto que puede haber situaciones puntuales condenables y hay dispositivos para intervenir; el sistema universitario hoy comprende a más de cuatro millones de personas en Argentina, lo que no se puede hacer es frente a un caso excepcional, una generalidad para fomentar el desprestigio para justificar el desfinanciamiento. La universidad argentina es todo lo contrario al adoctrinamiento. Si hay una riqueza que tiene es lo que sucede dentro del aula, el debate, la circulación de ideas, la tolerancia, la convivencia, el pluralismo, la democracia, esa es su riqueza. Más aún, hoy no necesitamos docentes que repitan lo que dice un texto sino que inquieten, provoquen, contradigan, que saquen la mejor versión de cada estudiante; pongo por ejemplo a Ricardo Falcón, docente de Historia Política Argentina, él tenía esa virtud, generaba debates que enriquecían.


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