Una nota aclaratoria o complementaria del contador general del Gobierno de Santa Fe sorprendió al equipo de expertos de la Auditoría General de la Nación (AGN) cuando ya habían terminado el trabajo de recolección de datos en la Casa Gris, para elaborar el informe sobre el estado de las cuentas en la provincia.
No tanto por su contenido, de por sí valioso para los objetivos del relevamiento encargado, sino porque las hojas aportando nueva información llegaron varios días después de que los auditores dejaron suelo santafesino.
Y claramente los números que aportó esa ampliación de datos no estaban disponibles durante los cinco días que estuvieron haciendo el trabajo de campo en los despachos del gobierno que se estaba yendo.
El contador general, Raúl Eduardo Giménez, un funcionario de carrera, advirtió que aparecieron detalles que debían ser incluidos en el informe y no dudó en completar su trabajo. Por eso los remitió a la AGN, aunque fuera desprolijo hacerlo a destiempo, cuando los técnicos ya se habían ido.

Los mismos de Obeid a Binner
El informe de la AGN sobre los números de la provincia de Santa Fe fue realizado por un equipo de 20 expertos, encabezados por el gerente y el director del mismo departamento que hizo el trabajo anterior cuando el traspaso fue de Jorge Obeid a Hermes Binner. Esos dos funcionarios estuvieron en las dos auditorías: el gerente es Osvaldo Gallarza, y el jefe del departamento, Valentín Mondolo.
Con ellos trabajó durante casi una semana personal entrenado. Pero entonces no encontraron todo lo que buscaron. Al menos así pareció confirmarlo el envío complementario que les llegó desde Santa Fe.
Tal vez ese dato fundamente el concepto más repetido en los pasillos de la
Gobernación a los pocos días de asumir Perotti: “Si el corte para analizar el estado de los números se hubiera hecho al 31 de diciembre, seguramente el resultado hubiera sido distinto”. Casi una obviedad.
Pero eso explica en parte las diferencias con las que socialistas y peronistas
interpretaron los datos, aparentemente incuestionables, del informe de la Auditoría.

¿Cómo es posible que ante un mismo número, unos y otros tengan miradas tan distintas? Es que el peronismo incluyó en la lista varias cuentas impagas y que tuvieron que afrontar casi inmediatamente, o les aparecieron en los primeros días o meses de gestión.
Desde la gestión entrante parecen estar convencidos de que hubo un esmero en que el déficit fuera lo más chico posible. Y en esa tarea aseguran que se utilizaron varias estrategias.
Una ayuda fundamental para ese propósito fue saber con casi seis meses de
anticipación que iba a haber una auditoría. Por lo que hubo tiempo para “ordenar” algunos números y organizar la aparición de algunas obligaciones de pago, sostienen.
Tal vez a esa estrategia sume la nota que se vio obligado a mandar el propio contador de la provincia, que ante la aparición de algunos datos nuevos, no dudó en enviar unas hojas con información adicional y las firmó de puño y letra.
El detalle de esa nota tal vez contenga algunas de las cuestiones que no estuvieron visibles ante los ojos de los expertos. Aunque los bienpensados podrán decir que la realidad es dinámica y es natural que al día de corte se pueda tomar una fotografía y que al día siguiente ya pueda modificarse.
Esa tal vez sea otra discusión.
Un cambio en el medio
El pedido de auditoría lo realizó el electo gobernador Omar Perotti a través de una nota a la Comisión Revisora de Cuentas, que lo aprobó e instruyó a la AGN para que la realice. Pero en el medio hubo varias complicaciones.
Primero apareció un problema de competencia que obligó a hacer un convenio que firmaron Oscar Lamberto como presidente de la AGN y el gobernador Perotti. Se abrió una actuación, se elaboró un plan de trabajo y le solicitaron al gobierno de Miguel Lifschitz que preparara la información requerida, la que fue validada por el Tribunal de Cuentas de la Provincia.
Se recolectó toda la información y cuando los técnicos volvieron a Buenos Aires para procesar todos los datos, en ese ínterin, cambió el presidente de la AGN (el radical Jesús Rodríguez asumió recién el 17 de marzo en reemplazo del santafesino Oscar Lamberto) y a los pocos días se instaló la pandemia.
Esos contratiempos demoraron que se conociera el informe más allá de lo normal. Por eso la polémica por los números que se insinuó en diciembre, con el cambio de mandato, recién estalló varios meses después cuando el informe vio la luz, a comienzos de junio. Y muchos detalles del informe pasaron así bastante desapercibidos.