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Sociedad

Por amor o por espanto

“Hay muchos ucranianos en Rosario, aunque no parezca”, dice Guillermina Chiodín, orgullosa de presidir la Asociación Civil y Cultural Ucraniana de Rosario “23 de Agosto”, fundada cuatro años atrás y con la que ya participaron en las últimas ediciones de la Fiesta de Colectividades. La fecha conmemora el día de la bandera de ese país, cuyas raíces busca asimilar la novel agrupación rosarina. Ya suman 120 socios y cada semana reciben nuevos integrantes que se enfocan en recuperar tradiciones como historia, idioma, bailes y recetas. La llegada de inmigrantes huyendo de la guerra los encontró en pleno crecimiento y dispuestos para acompañarlos a gestionar trámites y residencia. “Vienen por haber formado una pareja o con trabajo seguro, no vienen al azar”, reveló.  

Guillermina es nieta de un ucraniano que llegó y se radicó en Gálvez en 1928. “Podemos decir cómo es un ucraniano a partir de lo que ocurre hoy, por la fuerza que tienen y la valentía para seguir luchando, igual lo vemos en la asociación, cuando nos ponemos a contar las historias de nuestros abuelos, todos nos damos cuenta de lo mismo, de la fortaleza y la garra que tienen para salir adelante”, explicó

¿Llegaron ucranianos huyendo de la guerra? “Si y bastante”, confirmó Guillermina y dijo que desde el primer momento estuvieron ayudando con todo lo necesario, como la documentación para que puedan tener residencia, además de la contención para que se sientan lo más cerca posible de sus compatriotas argentinos. Y dijo que llegó gente de todas las edades, de 18 a mayores de 60 años, y desde todos los puntos de Ucrania. Pero hay un detalle, emergente de la ansiedad que significa ser un migrante de guerra: “son bastante reticentes para hablar, incluso con nosotros que los estamos ayudando cuando se acercan a la institución o los acompañamos a Migraciones para hacer la documentación”, comentó. 

Los primeros en llegar para dejar atrás el conflicto bélico lo hicieron en agosto de 2022, desde distintos lugares de Ucrania, cargando historias, desarraigo y sin conocer el idioma. A Rosario llegaron por distintas circunstancias. “Algunos se pusieron de novio o novia por internet, está el caso de una señora que conoció a un rosarino en Italia y ambos vinieron a esta ciudad”, relató. Y dijo que también hay quien vino con trabajo contratado. Los recién llegados sólo hablan ruso o ucraniano, lo que suma una dificultad para la comunicación

“Ellos sienten que acá están tranquilos, contenidos con las familias con las que están y por ahora es lo que consideran más importante”, dijo. Y acotó un dato: los inmigrantes que llegaron a la Argentina con una visa humanitaria no hablan de la guerra. A la comunidad ucraniana rosarina las últimas noticias les llegan a través de sus parientes que están en distintos puntos de Ucrania. “Ellos nos cuentan que o son convocados al frente, o están escondidos, o están colaborando o emigraron a distintos países de Europa, que hay bombardeos todos los días, que no se van a rendir, y que no piensan bajar los brazos, nosotros nos quedamos con eso y con saber la fuerza con la que están enfrentando todo”, enfatizó.


Guillermina Chiodín, a la derecha

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