“Villa Gobernador Gálvez es una de las ciudades más difíciles de gobernar de la Argentina”. La afirmación es del intendente Alberto Ricci, y los datos de la realidad hacen que parezca imposible de contradecir: el municipio no tiene fondos propios para destinar a obras, el 40 % de sus habitantes está enganchado de la luz, el 65 % no paga la TGI, barrios enteros no tienen siquiera red de agua potable y hay 29 asentamientos irregulares —allí vive el 25 % de la población—. No tiene ningún restaurante ni tampoco hoteles. Es una de las ciudades más pobladas de la provincia y desde hace décadas está atravesada por la pobreza y las carencias. “La historia sería distinta con otra distribución de fondos, hoy se les otorga mayor coparticipación a los que más recaudan”, advierte Ricci, y reconoce que es una situación que viene desde hace muchos años; quizás por eso reivindica su buena relación con el gobierno provincial y con la Nación, que son de un partido distinto al suyo. Además de la pobreza, la inseguridad es otro de los dramas cotidianos. “Tenemos cuatro móviles de la policía y uno de Gendarmería, los resultados están a la vista”.
Referente de Fuerza del Territorio, línea interna del socialismo, transita su segundo mandato como intendente. No definió aún si se va a presentar en las elecciones de este año o si vuelve a la actividad privada, cree que el frente opositor es la única herramienta para ganarle las elecciones al PJ y no le gustaría que los santafesinos elijan a alguien sólo por ser una cara conocida.
Este es el diálogo que mantuvo con Suma Política.
—¿Son diferentes los años electorales para quiénes están en cargos ejecutivos?
—Este es muy distinto a elecciones anteriores. Nosotros teníamos un referente que lideraba, que era Miguel Lifschitz, y al Frente Progresista con 12 años de gobierno en la provincia. Hoy eso cambió, tanto en lo político como para la gestión.
—¿Qué le modifica a su gestión que el gobernador sea de otro partido?
—En mi segundo mandato me tocó un gobierno provincial de otro signo político, aunque eso no quiere decir que tenga mala relación, al contrario. El gobernador Omar Perotti y su equipo conocen la realidad de Villa Gobernador Gálvez (VGG) y estuvieron a la altura de las circunstancias. Desde el primer momento de la pandemia hicimos un trabajo conjunto y después encaramos diferentes acciones que nos permitieron evitar una problemática que sufrimos anteriormente, los saqueos. Hoy tenemos el mismo problema que tiene el departamento Rosario, que es la inseguridad, que se siente especialmente en la zona oeste y sur de Rosario, en Pérez y acá. Quizás no se ve tanto en Funes, pero el problema de la inseguridad no es de una localidad sino de una zona.

—Además de la cuestión social, ¿hay otras diferencias con Funes para que se vivan realidades bastante distintas?
—Las diferencias con Funes son varias, entre ellas, claro, el contexto social. VGG tiene 29 asentamientos irregulares —un 25 por ciento de su población vive en ellos—, el 40 por ciento de sus habitantes está enganchado de la luz, el 65 por ciento no paga la TGI. En 2022 el departamento Rosario tuvo la mayor cantidad de muertes de los últimos años y nosotros estamos pegados. Hoy VGG tiene cuatro móviles de la policía y uno de Gendarmería; una ciudad de 105 mil habitantes con cinco móviles, los resultados están a la vista. Los ingresos a Funes son menos y tienen un sistema de cámaras con inteligencia artificial —también lo estamos implementando nosotros—, que permiten un mayor control. Y, finalmente, Funes tiene más móviles policiales.
—¿Cómo se administra una ciudad con los índices de pobreza de VGG?
—Por ejemplo, no podemos hacer obras con fondos propios. San Lorenzo tiene la mitad de habitantes que VGG y un presupuesto que es 50 por ciento más grande. Llegamos a la ciudad en 2015 con una tercera parte del presupuesto de deuda. Pudimos salir adelante, estabilizamos las cuentas y hoy la inflación nos permite tener superávit financiero, aunque no es muy grande.
—¿Se puede cambiar la situación? Desde hace muchos años VGG tiene este tipo de carencias y parece condenada a seguir igual.
—Se necesita otra forma de distribución de fondos. Ojo, no quiere decir que sea culpa de este gobierno, porque esto viene desde hace muchos años, pero las ciudades que más recaudan son las que más coparticipación reciben. Se premia al que más recauda. Es cierto que tenemos otro tipo de ingresos, porque tanto el gobierno de Perotti ahora como antes el de Lifschitz instrumentaron programas como el Incluir, que nos dan aportes extraordinarios, pero no alcanza. Asumimos con más de la mitad de las calles de tierra y pudimos revertir esa situación; hicimos unas 200 cuadras de pavimento en estos siete años, pero siempre con programas del gobierno provincial o del gobierno nacional. Es ahí donde veo que si recibiéramos los mismos fondos per cápita que otras ciudades, la historia sería distinta. Hoy la Cooperativa Integral de VGG es la mayor deudora de la EPE porque con los niveles de hurto que hay no le alcanza lo que recauda para pagar la energía que compra. Es bastante complicada la situación. Otra cosa es que el 75 por ciento de los habitantes depende de salarios, ya sean formales o informales; los dueños de las empresas que están acá viven en otro lado, y muchos comerciantes viven acá pero otros lo hacen Rosario, o se han ido a Pueblo Esther, a Alvear. Y no tenemos ningún restaurante ni tampoco hospedajes.
—En este marco de tantas carencias y postergaciones, el Estado parece presente, aunque sea para ofrecer un paliativo.
—Tanto con el gobierno provincial actual como con el anterior trabajamos juntos. Por ejemplo el año pasado hicimos más de 100 mil intervenciones en los diez centros de salud municipales, que funcionan en el marco de un convenio con la provincia que aporta los fondos. Y hay que remarla en la contención social. Provincia y Nación nos ayudan mucho con recursos para alimentos.
—Usted también planteó que desde lo político es un año diferente. ¿Cómo se encara un año electoral sin algunos de los mayores referentes del Frente Progresista?
—Antes el Partido Socialista se sentaba en la cabecera del Frente Progresista. Eran tiempos de referentes como Hermes Binner, Antonio Bonfatti o Lifschitz. Y hoy la mesa es redonda. Estamos en diálogo permanente; si me preguntás si tenemos algún líder, de algún partido, la respuesta es no. El diálogo es fundamental para un armado político, no solo para ganar las elecciones sino para gobernar cuatro años. Y no son cuatro años fáciles, porque si nos ponemos a analizar el contexto está la posibilidad de que ambas cámaras estén en manos de la oposición.
—¿La grieta política afecta a los gobiernos locales?
—Me preocupa la grieta. Tenemos un país rico con mucha pobreza, que crece por el enfrentamiento entre oficialismo y oposición. En Santa Fe también se ve muchas veces y, pese a que es una de las provincias más ricas, no podemos salir adelante. La pobreza es muy grande. En VGG tenemos barrios sin red de agua potable, no ya sin agua potable. Sin red. ¿Qué le digo a un vecino que me cuenta que no tiene agua y que la cuba no le quiere llevar porque está en un asentamiento irregular? Y por otro lado firmamos el convenio y llamamos a licitación para el acueducto a Córdoba, que está bien. Pero ¿y nosotros qué?
—¿Está de acuerdo con que el PS sea parte del Frente de Frentes?
—Estoy convencido de que un frente amplio, como lo fue el Frente Progresista en su momento, es la única herramienta para tener posibilidades de ganar las elecciones. Y con una base para gobernar, porque las fórmulas mágicas para ganar las elecciones ya las hemos visto y no funcionaron. Creo que vamos por buen camino, con diálogo.
—¿Va a participar en las elecciones de este año?
—No lo tengo decidido. Ahora me voy de vacaciones y a la vuelta lo hablaremos en familia. Si sigo en política me quedo acá y si no volveré a la actividad privada.
—¿Por qué no seguiría?
—Uno se cansa. VGG es una de las ciudades más difíciles de la Argentina para gobernar, con sus cosas buenas pero también feas. Yo vivo en VGG y mi familia se instaló acá en el año 50; quiero a mi ciudad y hago mi trabajo con amor, y eso a veces te juega en contra porque muchas cosas me duelen.
—¿Ya definió a qué candidato va a apoyar para la Gobernación?
—No, todavía no están todos definidos. Maxi Pullaro ya se lanzó, y no lo veo mal. Es una de las personas que tiene condiciones. Sí me dolería que la provincia elija a un candidato que viene de un sector que no conoce la gestión, a veces traemos figuritas lindas y conocidas pero con cero experiencia. Y ya han fracasado esas pruebas. Hoy la persona de mayor experiencia para la Gobernación es Bonfatti. Después se verá si es candidato o no.
—En reiteradas ocasiones la presidenta del PS, Mónica Fein, elogió al gobernador Juan Schiaretti y lo puso como un dirigente con capacidad como para ser presidente por fuera de la grieta.
—Cada vez que voy a la provincia de Córdoba me asombra cómo avanza, nos está sacando muchos cuerpos de ventaja. No sé si Schiaretti puede ser el candidato para romper la grieta, pero está trabajando muy bien.

Autor
-
Periodista. Cofundador y editor de Suma Política. Ex secretario de Redacción del diario La Capital. En Twitter: @rpetunchi
Ver todas las entradas
