La experiencia colombiana de enfrentar la violencia urbana de raíces narco con estrategias comunitarias capaces de generar un nuevo tejido social, precede a Sergio Fajardo en las ciudades que visita para explicar sin agotarse las estrategias para lograrlo, involucrando a los distintos sectores y buscando nuevos cauces para una acción política original y transformadora. El punto de quiebre fue en 1992, cuando Medellín tuvo 375 homicidios cada 100 mil habitantes, un escenario de muerte que, a contrapelo, gestó compromiso, escucha y conciencia. “Desde los empresarios más poderosos hasta pequeños grupos culturales y organizaciones”, dice, y su mirada se explica desde el haz en el que convergen sus formaciones académicas, sociales y políticas.
“Rosario merece atención”, dijo Fajardo el pasado mes de marzo en una entrevista. Fue premonitorio. La semana pasada llegó a la ciudad convocado por la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Fundación Rosario, la Bolsa de Comercio, Municipalidad y Provincia, además del Ente Turístico Rosario. En una semana agotó agenda, dio conferencias, se reunió con sectores de la producción, la cultura, la religión y el programa de Intervención Barrial. “Se abordaron estrategias para reducir la violencia, fortalecer la intervención policial y mejorar el acceso a la justicia. También se discutieron planes para la mejora de espacios públicos, infraestructura y proyectos de saneamiento, así como intervenciones socioculturales para apoyar el desarrollo del barrio”, publicó el Ministerio de Seguridad de la provincia. Mientras, la Secretaría de Desarrollo Humano y Hábitat de la Municipalidad publicaba en Instagram la recorrida de Fajardo por el Barrio Banana. Por citar sólo dos ejemplos.
Fajardo es doctor en matemática, docente, fue alcalde de Medellín y gobernador de Antioquia. “A comienzos del siglo XXI, nos juntamos personas de organizaciones sociales, del mundo académico, de la cultura, de emprendimientos y empresas, y nos encontramos porque habíamos aprendido a conversar entre nosotros y en ese momento y circunstancias planteamos la necesidad de construir una nueva forma de acción política, Compromiso Ciudadano, por fuera de las estructuras políticas tradicionales, que surgió recogiendo la riqueza de todas esas expresiones concretas”, contó el último jueves frente a una amplia Multisectorial por la Paz, que como contrapartida propuso firmar el acta Compromiso por Rosario, siete premisas por una ciudad inclusiva, creativa y sustentable.
“Los políticos toman las decisiones más importantes de la sociedad, entonces la decisión que tomamos fue pasar todo lo que habíamos construido, todas las relaciones entre nosotros, a la construcción de un proyecto cívico independiente, para ganar elecciones y cambiar la ciudad, y eso hicimos (en Medellín)”, explicó. Y dijo que la acción política comenzó reconociendo lo que cada uno aportaba caminando físicamente por todo el territorio construyendo un nuevo tejido social, expresión de dignidad para los más humildes, de transformación social, y que surgió de las interacciones. La respuesta local no se hizo esperar y al cierre del encuentro, antes de los aplausos, se escuchó la propuesta de la UNR: la próxima reunión de la Multisectorial por la Paz tendrá carácter de taller, tal como recomendó decenas de veces Fajardo en su exposición, sobre cómo convertir las reuniones “en algo que después pase allá afuera, es decir convertir en realidad todas las buenas intenciones. Hagan, no puede terminar una reunión sin que quede una tarea, siempre en un nivel de igualdad”. Y no pasó por alto dos expresiones recurrentes en la violencia urbana: el miedo y los medios de comunicación. “El primero no dura para siempre”, dijo y alertó sobre adjudicar el problema a los medios de comunicación: “Eso es una excusa que si uno la asume está atrapado”. Suma Política dialogó después del encuentro con el político colombiano que bajó las estadísticas más ásperas: ahora en Medellín hay 20 homicidios por cada 100 mil habitantes. No será el paraíso pero salió del séptimo círculo, dantescamente hablando.
—¿La desigualdad está en la base de la violencia urbana?
—La desigualdad es la expresión de una sociedad que produce, cuando hay conciencia, frustración, resentimiento, muchas veces rabia porque hay una gran parte de la población que no tiene acceso a los privilegios, y cuando hay esa conciencia eso produce un malestar. Ese es un malestar que existe, que se convierta o no en violencia urbana ya es otra discusión, no es una fórmula, desigualdad implica violencia, lo mismo que pobreza implica violencia; es como con la corrupción, muchas veces se dice la corrupción es que los pobres necesitan y tienen que robar y los más corruptos son los más ricos, no hago esa relación directa.
—Ustedes que trabajaron en la transformación de la realidad de Medellín ¿qué detectaron en la base de la reconfiguración de la violencia urbana?
—Es una pregunta gigantesca. Pero lo que nosotros aprendimos fue a convocar a diferentes sectores, aprender a conversar entre ellos, porque una de las formas de la desigualdad es que no conversan, si no se conversa nos estamos imaginando al otro, y se construyen las relaciones a partir de preconcepciones. Cuando usted se sienta, baja y conversa, puede ver al otro, puede reconocerse y entender muchas cosas y de esa manera se empiezan a explicar las desigualdades.
—Cómo articulan las estrategias de construcción a través de horizontalidad y conciencia que propone, con la épica de la política. Usted que tiene ambos roles, dónde se ubica.
—El papel de los políticos es muy distinto al papel de otras personas e instituciones, los políticos pasamos, los empresarios se mantienen, la universidad se mantiene, las organizaciones de la sociedad civil se mantienen y los políticos somos de paso. Lo mío es distinto, yo vengo del mundo académico, y entramos viejos para la política ya que nunca había tenido un cargo público. Pero eso nos permitió, por ejemplo, innovar y llegar a pensar las cosas desde una perspectiva diferente. Quienes crecen en la política, en lo público, están atados a una forma de hacer, de pensar y muchas veces las innovaciones vienen de personas que no estaban allá, que entran a participar, ven el mundo de una manera distinta y pueden tejer nuevas alternativas, ese es el mundo del que yo vengo.
—¿Así surgió la Coalición Centro Esperanza que lo llevó como candidato a presidente con una propuesta de construcción colectiva?
—El movimiento nuestro es Compromiso Ciudadano. La Coalición Centro Esperanza fue para la elección de 2022, que fue un fracaso político.
—¿Por qué?
—Porque no fuimos capaces, un grupo de personas, de actuar juntos, de ponernos intereses conjuntos, cada quien iba por su lado y muchos otros detalles. Fuimos un fracaso. Compromiso Ciudadano es el movimiento que integramos desde el 2000 y fuimos parte de esa Coalición. Pero parte fundamental de todo esto es cómo trabajar juntos. Somos capaces de ponernos intereses comunes o cada quien va por su interés particular y ese es el gran reto.
—Cuál es el escenario político actual en Colombia.
—Estamos en un espacio de polarización gigantesco hoy en Colombia. Y la polarización es la antítesis de trabajar juntos, se está conmigo o en mi contra, no hay nada más en el mundo, y eso para mí es un daño muy grande. Estamos en polarización.
—Como en varios países de América Latina, Argentina entre ellos.
—Por todos lados. Empezando por Estados Unidos, lo que pasa que en este caso lo sabe todo el planeta.
—Cómo se llegó a ese grado de disyunción que parece infranqueable.
—Se colmó el vaso, en el sentido siguiente: cuando se llena el vaso hay cambios, y se llenó el vaso porque un descontento se pudo materializar, verbalizar y eso lleva a la aparición de expresiones políticas que se acercan a los problemas, entienden el malestar que está acumulado y, por ejemplo, frente a la conciencia de las desigualdades, la corrupción, la inseguridad, dicen: yo entiendo lo que pasa con ustedes, es una emoción legítima, yo tengo la solución.
El populista siempre tiene soluciones triviales para problemas complejos, pero saben conectarse con esas emociones y ese malestar, ahí es donde surge el populismo y el populismo siempre está a la mano de la polarización.
—Una palabra clave en sus exposiciones es oportunidad. Qué responsabilidad tiene la política en generar acciones estructurales que la concreten, más allá del trabajo conjunto de las organizaciones sociales.
—Nosotros estamos buscando el poder. Ahora cada uno tiene diferentes intereses e interpreta el poder como algo, como un proyecto individual, de un grupo y el que nosotros construimos es un poder ciudadano. La forma en que se llega al poder, determina la forma en la que se va a gobernar y nosotros llegamos convocando a la ciudadanía, cuando llegamos al poder no le teníamos que pagar a nadie, y podíamos convocar a los diferentes sectores a que contribuyeran.
Teníamos confianza, convocamos a los sectores y cuando hay confianza está la materia prima para hacer las transformaciones. Ese es el punto. Acá en Rosario hay un buen reto, hay una cantidad de organizaciones, hay una circunstancia que une, que es el miedo de lo que ocurrió recientemente y el reto es cómo convertir ese miedo en esperanza como decimos en nuestro gobierno, y esto significa la capacidad de sentarse a una mesa para hacer un proyecto conjunto y mostrar a la sociedad que están trabajando de manera conjunta. La violencia es instantánea, el asesinato es en un minuto y eso se ve, pero el trabajo conjunto y la prevención no tienen la misma visibilidad, el desafío de quienes están participando es que ese trabajo conjunto se mantenga, persista, no sólo hablar en los momentos trágicos, sino de manera regular.