Al igual que en Santa Fe hace una docena de años, hoy en el país se debate —en realidad sólo a nivel legislativo— una reforma electoral que consagre el uso de la Boleta Única. Por estas horas en el Congreso avanza un dictamen de mayoría que tiene chances de prosperar en la Cámara de Diputados de la Nación, aún con las graves dificultades que muestra para su funcionamiento (la oposición no ha logrado votar integrantes para las comisiones bicamerales). Sin embargo, se cree que la situación del Senado de la Nación es exactamente la contraria frente al proyecto, que allí no tendría chances la modalidad con la que los santafesinos ya se acostumbraron a votar.
Una primera curiosidad: también aquí, como ahora en el Poder Legislativo de la Nación, se pensaba que cualquier media sanción de Diputados para la Boleta Única sería inocua, que no tendría consecuencias más allá de la repercusión favorable en los medios, porque los senadores finalmente no la tratarían o incluso la rechazarían de ser necesario. En 2010 la sorpresa fue mayúscula cuando se descubrió que los senadores peronistas (más los radicales y los socialistas) lejos de rechazar el proyecto lo aprobaron y por unanimidad, en una sesión histórica, que tendría efectos muy importantes para el futuro político de la provincia y para la división de poderes, con un claro ganador: los senadores.
La aprobación de la llamada “Ley Javkin” (el intendente de Rosario era por entonces uno de los diputados provinciales del oficialismo en tiempos de Hermes Binner) logró un consenso impensado. Parecía uno de tantos proyectos destinados a no pasar de una media sanción, como sucede hoy con los que —desde la Cámara alta santafesina— buscan más severidad frente a los delitos o como las iniciativas de Diputados sobre Educación Sexual Integral o Ley de Educación que no han tenido suerte entre los representantes de los 19 departamentos.
Por estas horas, un intercambio de dardos de Cámara a Cámara tiene como tema central esa falta de acuerdo y a los diputados Carlos del Frade (FSP) y Gabriel Real (PDP), y a los senadores Joaquín Gramajo (PJ-9 de Julio) y Lisandro Enrico (UCR-General López) como sus principales lanzadores.
Javkin creció en la Legislatura santafesina cuando su proyecto se convirtió en ley. Instaló su apellido en el campo de las reformas en pos de una mayor democratización, de más facilidades para la participación y para simplificar el procedimiento de votación. Se creía que los senadores volcados a tendencias más conservadoras no lo aceptarían, pero eso no ocurrió.
Lo mismo sucede hoy en la Cámara de Diputados de la Nación. Y aunque ya hay voces contrarias en la Cámara alta con las posiciones públicas de legisladores que conforman la mayoría justicialista que se presenta en dos bloques, la historia no está cerrada. Esa es una de las enseñanzas que deja la experiencia santafesina y aquel proyecto de ley que parecía un imposible y ya lleva doce años de mejorar la vida institucional de los santafesinos al establecer más contrapesos entre los poderes.
Hasta 2011
El sistema institucional santafesino tiene la marca de la inestabilidad democrática argentina de la década del ‘60, cuando la endeble voluntad popular (ya condicionada por la proscripción del peronismo) podía ser alterada por cualquier general, dentro o fuera del ejército, desde un cuartel en la Argentina o el exilio en España.
Los convencionales constituyentes que reformaron la Carta Magna santafesina lo hicieron cuando ya había sido destituido por un golpe de Estado el presidente constitucional Arturo Frondizi. La reforma fue a toda prisa y consagrando mecanismos para garantizar gobernabilidad sin promover el personalismo. La alquimia que se encontró fue no a la reelección del gobernador pero que en sus cuatro años de mandato tenga 28 diputados a su favor o mejor dicho, para el “partido que obtenga mayor número de votos”, y los restantes 22 a las demás fuerzas, y de manera proporcional según la cantidad de sufragios sumados.
Desde que se sancionó la Constitución hasta la aparición de la boleta única, que se usó por primera vez en 2011, a los pocos gobernadores democráticos que tuvieron a su cargo la Casa Gris se les garantizó contar con al menos una Cámara en su favor, se ganaba la elección y se lograba mayoría en Diputados. Hubo gobernadores que, aún con la boleta sábana, antes de la Ley Javkin ganaron en los principales centros urbanos pero no en la mayor parte del territorio provincial y tuvieron el Senado en manos de opositores. Los casos más recientes son los de José María Vernet y de Hermes Binner. Ambos iniciaron extensos ciclos de sucesivos gobiernos de su mismo signo político, pero lo que ha ocurrido es que en general en la Cámara alta santafesina hay mayoría del PJ.
Obligar a decidir
El efecto menos estudiado del sistema de marcas en una misma boleta fue el de obligar a los ciudadanos a elegir ante cada categoría electoral: la boleta única terminó con el efecto “arrastre” de la sábana de varios cuerpos donde el candidato a gobernador imponía su lista de diputados y, en menor medida, su candidato a senador provincial en cada departamento. Carlos Reutemann usaba su mano derecha con los dedos hacia abajo como si fuera un arado para describir lo que su figura (un tractor en términos electorales) provocaba con “sus” candidatos. Usaba la tan mecánica palabra “tracción”.
Siempre fue escaso el margen del corte de boletas. Pero al llegar la boleta única se procedió a una disección de los comicios: el ciudadano es sometido a decidir ante cada categoría electoral. Y puesto ante ese desafío lo hace, muchas veces priorizando el candidato más que a los partidos.
Ya en 2011 se vieron los efectos en Santa Fe de la desaparición del cuarto oscuro, del inicio de los box y el uso de biromes (y buenos anteojos) para ir a dejar las marcas de cada categoría electoral.
Ganó como gobernador el socialista del FPCyS Antonio Bonfatti (era ministro de Gobierno de Hermes Binner, quien promulgó la ley que impuso la reforma electoral). La Cámara de Diputados tuvo mayoría del peronismo porque María Eugenia Bielsa (recordada como vicegobernadora de Jorge Obeid) encabezó la lista con más tildes e incluso contó más marcas que Bonfatti. Así, ese Ejecutivo no tuvo mayoría en ambas Cámaras y en el Senado santafesino nació un complemento perfecto para buena parte de las 19 bancas: el Fondo de Fortalecimiento Institucional que le permite hoy a cada senador otorgar a instituciones con personería jurídica y personas físicas, entre subsidios de ese Fondo y los que ya tenía la Cámara hasta su aparición, más de 24 millones por año. Aproximadamente dos por mes, sin criterios demográficos: los departamentos con más población como Rosario y La Capital tienen los mismos montos que los que cuentan con menos habitantes.
Bicameralidad y amagues
Hoy también los juegos (amagues incluidos) que facilita la bicameralidad se advierten en la Legislatura santafesina y en el Congreso de la Nación. En distintos campos.
A nivel nacional ese parece ser el destino de la boleta única y la oposición liderada por Juntos por el Cambio que busca tener un discurso frente a los cuestionamientos sobre la actividad política y piensa en presentar como un mecanismo más transparente la boleta única. En parte, habrá diputados que la voten con la tranquilidad de que en el Senado no tendría que tener los votos necesarios… Pero lo mismo se decía en Santa Fe.
En tanto, ya en Santa Fe también luce como un amague el impulso a la reforma de la Constitución en la Cámara de Diputados donde radicales y socialistas juegan su propio partido de posicionamientos y corren hacia adelante en busca de liderar la carrera a 2023. Por ahora no hay codazos ni malas artes en esa competencia, pero hay senadores del radicalismo santafesino que así interpretan una eventual media sanción de una ley que declare la necesidad de la reforma y convoque a elecciones de convencionales. En la Cámara alta, el bloque justicialista de Lealtad (de 6 integrantes) ya tiene las señales que esperaba del gobernador Omar Perotti y hará todo lo posible pero, por ahora, la llave de lo que se aprueba o no en el Senado la tiene el entendimiento entre el interbloque radical de siete bancas y los peronistas del NES de seis. De todos modos, todavía no se puede medir la presión de una hipotética media sanción en Diputados.
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