Las empresas de aplicaciones de delivery se instalaron en el día a día de la ciudadanía por su llegada y accesibilidad, pero hoy ocupan un lugar de poder en la cadena comercial que les permite quedarse con una tajada significativa de las compras de los usuarios. Los sectores gastronómicos tomaron nota y hasta denunciaron retenciones que calificaron de “abusivas”, aunque no desconocen el buen volumen de ventas que les permite el uso de estas tecnologías. En el medio, los trabajadores que realizan los repartos se organizan para lograr mejores condiciones laborales. ¿Cómo se reparte la torta de los pedidos?
Si bien en un principio fueron varias las firmas que intentaron posicionarse, hoy el mercado de delivery está prácticamente monopolizado por la empresa uruguaya Pedidos Ya. Eso le permite fijar porcentajes elevados de retención por sus servicios, dejando poco margen de acción para los comercios que si no se adaptan pierden terreno con sus competidores. En concreto, hoy la aplicación retiene alrededor de un 23 por ciento, que con impuestos termina llegando al 25 por ciento: un cuarto del valor total.
“De un pedido de mil pesos, 250 se los queda la aplicación. Es una comisión muy significativa y que en algunos casos se trata de un evidente abuso de posición dominante”, explica Alejandro Pastore, secretario de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica y Afines de Rosario (AEHGAR).
El porcentaje es definido de forma unilateral por la empresa, sin ningún tipo de regulación, y llegó a valores incluso mayores. En la pandemia, cuando la actividad se volvió esencial por la situación sanitaria, las retenciones de la firma de delivery llegaron a superar en algunos casos el 35 por ciento, más impuestos. Y ahí sí intervino el Estado: en julio de 2020 el gobierno provincial aplicó la Ley de Abastecimiento por considerar que los aumentos eran injustificados, fijando comisiones máximas de 18 por ciento y aplicando una multa de 3 millones de pesos a Pedidos Ya. Finalmente, en junio de este año, la firma de cadetería terminó abonando 4,6 millones de pesos por el cobro abusivo de comisiones.
“Se terminó replicando un acuerdo a nivel nacional que propiciamos desde la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la República Argentina (FEGHRA). Una vez concluida la pandemia, y vuelta de alguna manera la normalidad, tuvimos comisiones de entre el 21 y el 23 por ciento, que son las que hoy todo el mundo tiene naturalizadas y aceptadas. Entonces no hay un marco de conflicto, más allá de lo oneroso que puede significar”, detalló Pastore.
Claro que el servicio que presta Pedidos Ya no es obligatorio y las tensiones se dan dentro del marco de liberalidad que tiene un acuerdo entre privados, donde si una de las partes no está conforme con las condiciones puede no aceptarlas. Pero la situación es un poco más compleja: para los locales gastronómicos romper con las aplicaciones implica desaparecer del esquema de comercialización. Con comisiones altas, el servicio es beneficioso para los sectores que tienen costos de producción bajos y mayor margen de recaudación, como las cadenas internacionales de comidas rápidas. Pero para los locales gastronómicos más chicos la tajada que retiene Pedidos Ya es significativa.
“Es algo que llegó para quedarse”, señaló el empresario gastronómico que en la ciudad preside Paseo Pellegrini. “También sería muy necio de mi parte no reconocer el incremento significativo de ventas que propicia la aplicación y la permanente inversión que realizan para posicionarse. Pero tiene un costo que no es menor”, agregó.
¿Y los cadetes?
Comercios y aplicaciones se dividen el valor de un pedido en una proporción aproximada de 75 a 25 por ciento, respectivamente. ¿Y qué pasa con los cadetes? El costo del envío para el usuario varía según algunos factores, principalmente la distancia en la entrega, por lo que no puede decirse que se trate de un costo fijo. Pese a eso, su valor ronda dentro de parámetros bastante estables que van de los 150 a los 250 pesos, aproximadamente.
Sin embargo lo que reciben los repartidores está sujeto a una serie de variables que los ubica en un ranking de ocho categorías de acuerdo a su desempeño, en donde se evalúa la cantidad de pedidos realizados, tiempos de entrega, kilómetros recorridos, la aceptación de los pedidos que te ofrecen y el trabajo en horarios picos. Mientras mejor posicionado está el cadete, mejor es la paga, pero también mejora la disponibilidad de horarios para trabajar.
“Un pedido que retirás en Salta y Oroño para entregar en Entre Ríos y Mendoza, que son unas 18 cuadras, cobrás unos 180 pesos. Eso siendo un ranking promedio, estando en las categorías 3 ó 4. Después si estás en el rango 1 ó 2 cobrás un poco más”, ejemplificó Juan Manuel, un cadete de 23 años, que reparte desde antes de la pandemia.
Los repartidores ofician de intermediarios: abonan el pedido a los comercios y luego recuperan el dinero al momento de la entrega, donde cobran el pedido más el costo de envío al cliente.
Toda esa información se va acumulando en la aplicación de lunes a domingo y al miércoles siguiente los trabajadores reciben un resumen con el detalle de lo trabajado y el monto a cobrar, donde ya está descontado el dinero “en mano” que les quedó de los repartos semanales. Para el jueves se deposita la diferencia existente en favor del trabajador que consistirá de las bonificaciones que correspondan según su desempeño.
Sin embargo, cuantificar la labor de los repartidores se dificulta porque no todos están en la misma situación laboral. La mayoría de los trabajadores de Pedidos Ya en la ciudad son monotributistas, pero no siempre fue así. “La empresa vino a Rosario en 2017 y todos los que ingresaron en esa etapa estaban en relación de dependencia. A fines de 2018 cambiaron la metodología y empezaron a contratar monotributistas, obviamente precarizados y sin beneficios laborales”, explicó Ayelén Míguez, delegada gremial de los trabajadores de Pedidos Ya en Rosario.
Hoy en día son alrededor de 50 los repartidores en Rosario que tienen un sueldo fijo regido por el convenio colectivo de la Asociación de Empleados de Comercio. La firma les delega los pedidos online, por lo que no manejan efectivo. Ayelén tiene 29 años y trabaja como delivery desde hace cuatro. El 7 de abril de este año sus pares la eligieron en las urnas como delegada ante las autoridades de la firma, en las segundas elecciones de este tipo realizadas en la ciudad.
Hoy los reclamos son variados: desde la reincorporación de compañeros despedidos hasta la necesidad de contar con un espacio físico de descanso para hidratarse o ir al baño. Mientras tanto, la Plaza San Martín se fue imponiendo como una suerte de lugar de encuentro y apoyo mutuo para quienes recorren la ciudad de punta a punta haciendo entregas.
“La empresa aprovechó la pandemia, donde no podíamos hacer muchos reclamos porque el Ministerio de Trabajo estaba cerrado y fue precarizando cada vez más nuestra labor. Fue toda una lucha para que nos entreguen alcohol en gel y barbijos”, expresó y agregó: “Desde que asumí como delegada estoy reclamando por lo mal que anda la aplicación. Nos registra como que apagamos el GPS o que estamos fuera de una zona y eso después termina en sanciones y despidos de compañeros”.
Buenas y malas
Para Pastore, la irrupción de las aplicaciones tiene su costado positivo que se traduce en un incremento notable de ventas y una “ventana de oportunidades” que se abrió por la llegada masiva que tienen estas aplicaciones en los teléfonos celulares de la población, y que anteriormente estaba supeditada a la escala de cada negocio. Pero también significó un quiebre en la dinámica comercial tradicional: los clientes dejaron de seguir a los comercios para pasar a ser seguidores de las aplicaciones.
“El cliente recurre a la aplicación y ahí define a quién pide. Antes llamaba directamente a un negocio y hacía el pedido a través de las herramientas que el negocio le brindaba, era un cliente que estaba de alguna manera fidelizado con ese negocio. Ahora no. Hoy el cliente es cliente de la aplicación y a partir de distintos algoritmos, de posicionamientos que se pagan, de las calificaciones de los propios usuarios y demás factores, elige en qué negocio compra”, analizó.
En ese marco, si bien destacó la constante inversión en tecnología, comunicación y marketing que realizan las empresas para que el usuario tenga una buena compra, insistió en que todo está bastante lejos de ser color de rosas. “También hay aspectos negativos como ajustar las condiciones frente a calificaciones negativas. Están tan atrás de la experiencia que frente a una cancelación o una calificación negativa de un usuario aplican sanciones duras al comercio. Son cuestiones a discutir, pero que en definitiva demuestran que el que controla el vínculo e impone condiciones de juego es la aplicación”, resumió.
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Periodista. Licenciado en Periodismo (UNR). Conductor y productor en radio Aire Libre (91.3). En Twitter: @NachoCagliero
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