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Política

Cumbre climática: Argentina quiere subirse a la ola verde pero sin sacrificar las vacas ni Vaca Muerta

Canjear deuda externa por acciones climáticas. Esa es la idea que Argentina está buscando imponer en la cumbre sobre cambio climático que se realiza en Glasgow (Escocia) hasta el 12 de noviembre. 

Se trata de la mayor novedad que llevó el gobierno nacional a esta reunión, llamada COP26, donde los líderes del mundo están tratando de frenar el calentamiento global.

La meta es evitar que la temperatura media global aumente más de 1,5 grados respecto de los valores preindustriales. Eso es lo que estipula el Acuerdo de París rubricado en 2015. Pero las naciones están lejos de lograrlo. De hecho el termómetro ya marca un incremento de 1,2 grados.

Si bien el país ya presentó un plan para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, avisó al mundo que está dispuesto a ser más ambicioso si los países desarrollados le facilitan dinero para realizar una transición energética.

Eso supone invertir en fuentes de energía renovables como la eólica y solar, avanzar en la promoción de vehículos eléctricos y terminar con la deforestación. Pero, sobre todo, dejar de quemar gas, petróleo y carbono, para no emitir dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero (GEI).

Argentina parece estar dispuesta a avanzar en este sentido, pero la velocidad dependerá del dinero.

¿Por qué es importante frenar el cambio climático? El calentamiento global provocará un aumento en la frecuencia e intensidad de las olas de calor, incendios, sequías e inundaciones. El impacto es en la naturaleza pero también en las personas porque estos fenómenos extremos generarán dificultades para acceder al agua, problemas en la producción de alimentos, impactos directos en la salud y problemas migratorios.

Propuesta tibia

“Argentina no mostró mayores compromisos para frenar el cambio climático. Solo mencionó lo que ya estaba previsto en su plan de reducción de emisiones. Sin embargo, desapareció el objetivo de neutralidad de carbono para 2050”, asegura Juan Carlos Villalonga, ecologista y exdiputado por Cambiemos.

La neutralidad de carbono supone que el balance entre las emisiones de CO2 y la captación que se genera de este gas por forestación u otras iniciativas sea igual a cero para ese año.

Enrique Maurtua Konstantinidis, asesor senior de política climática en la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (Farn), coincide: “El discurso del presidente fue mucho más lavado que otras veces. Quedó pendiente la neutralidad de carbono. Hay sectores internos que están empujando muy fuerte para que Argentina no cumpla con el Acuerdo de París”.

En su discurso en Glasgow, Alberto Fernández dijo: “Debemos crear mecanismos de pagos por servicios ecosistémicos, canje de deuda por acción climática e instalar el concepto de deuda ambiental”.

Canjear deuda por acción climática supone que el FMI acepte que el país destine fondos a proyectos como forestación o parques eólicos o solares en lugar de pagarle parte de lo que debe. El argumento de fondo es que esos proyectos verdes tendrán un beneficio global porque ayudarán a frenar el cambio climático.

Villalonga asegura que hay una demanda generalizada por más financiamiento. Sin embargo, advierte: “Argentina pretende canjear deuda, pero no es una metodología escalable. Se parece más a un tema de agenda doméstica y a una sobreactuación”.

Konstantinidis agrega: “Los países más desarrollados están en deuda porque prometieron 100 mil millones de dólares anuales desde el año pasado que todavía no están. Argentina está entre las naciones que deberían poder acceder a ese financiamiento internacional verde para poder hacer la transición energética”.

Sin embargo, desde la Farn ven difícil que el canje de la deuda pueda incorporarse bajo el paraguas del Acuerdo de París.

Hidrógeno verde

La mejor noticia que se llevó el gobierno nacional de Escocia fue el anuncio de la empresa australiana Fortescue Metals Group de una inversión de 8.400 millones de dólares en una planta para producir hidrógeno verde en Río Negro.

El hidrógeno es un vector de energía. En este caso, es verde porque se producirá a partir de energía eólica, por lo que no generará gases de efecto invernadero.

Se puede almacenar, transportar, exportar y/o utilizar como combustible de aviones, barcos, fábricas y autos. El mercado del hidrógeno es incipiente, pero los expertos están convencidos de que formará parte de la transición energética.

Vaca Muerta seguirá viva

Las inversiones verdes en energía son bien recibidas pero no alterarán los planes que tiene Argentina para la joya de la corona: Vaca Muerta, el enorme yacimiento de gas de la Patagonia.

El sector ambientalista asegura que Argentina no puede cumplir con el Acuerdo de París si sigue extrayendo gas de Vaca Muerta. El cálculo es que si se quemara todo el combustible que está retenido en esta cuenca, el país estaría emitiendo el equivalente a 1,5 veces las emanaciones anuales de todo el planeta.

Eduardo Dvorkin, miembro del directorio de YTEC (empresa que depende de YPF y Conicet) se muestra entusiasmado con el anuncio de hidrógeno verde, pero advierte que hay un problema de tiempos.

“Empezaríamos a producir hidrógeno en 2028. El camino hasta eso lo va a pagar Vaca Muerta. En el mundo, las principales empresas petroleras son las que están desarrollando las energías renovables. Vaca Muerta va a seguir siendo una parte importante de nuestros ingresos”, asegura.

El problema con las otras vacas

Otro punto en el que Argentina no toma el toro por las astas es el sector ganadero, el que más contribuye al calentamiento global. El 21,8 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero nacionales corresponden a esta actividad.

MtCO₂eq: millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente.
Emisiones GEI. Gases de Efecto Invernadero

Esto ocurre porque las vacas emiten metano, un gas con 28 veces más impacto que el CO2 que emanan los autos.

Unos días antes del inicio de la COP26, organizaciones agropecuarias y el propio Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación emitieron un documento que dice: “Existe evidencia científica de que la captura y secuestro de carbono del sistema productivo extensivo-pastoril compensa largamente las emisiones”.

Villalonga apunta: “El sector agropecuario tiene un vínculo rebelde con la ciencia climática. Y eso es una pésima noticia para un país que tiene como columna vertebral a esta actividad. Están equivocando el debate. Debe darse esa discusión pero en un marco científico”.

No hay mucha magia para hacer con la ganadería. Las emisiones se pueden reducir con un mejor manejo veterinario y cambios en la dieta. Sin embargo, la solución final sería producir menos ganado, lo que significa exportar menos carne y/o que los argentinos la consuman menos, dos alternativas impensadas para la economía y la cultura carnívora del país.

“Argentina debe apuntarse en la carrera por un futuro sustentable. Para ello hay que abandonar los combustible fósiles y cambiar la forma en que consumimos y producimos, además de frenar la deforestación”, entiende Konstantinidis.

El país parece estar dispuesto a subirse a la ola verde, aunque sin sacrificar vacas ni Vaca Muerta.

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