En septiembre de 1983, un mes antes de las primeras elecciones que marcaron el retorno a la democracia, se estrenaba “La República Perdida”, el documental dirigido por Miguel Pérez que explicaba el drama argentino como una larga sucesión de conspiraciones contra la voluntad popular por parte de sectores económicos dominantes que utilizaban a las Fuerzas Armadas como brazo ejecutor.
La sumisión del poder militar de turno a sus mandantes se retrataba en el baño de aplausos que las tribunas de la pista central de la Sociedad Rural Argentina, en Palermo, prodigaba a sus mandatarios. Onganía recorriendo la arena de esa pista en un carruaje tirado por caballos, además de anacrónico, marcaba un tono ritual, casi religioso.
La Argentina cambió desde 1966 a 2025 y la economía agropecuaria también lo hizo. La vieja “oligarquía vacuna” de propietarios ausentistas o meros invernadores se transformó en una industria capitalista moderna, a partir de la revolución verde y de la transnacionalización de la producción y del capital agrario.
Cambiaron los modos de producción y de acumulación, pero el ritual se conservó y ahora se trasladó de Palermo a San Nicolás, allí donde cada año se realiza Expoagro, la autodefinida capital nacional de los agronegocios por la que este año pasaron unas 250 mil personas en cuatro días, un 33 por ciento más que en 2024.
Y aunque los carruajes se reemplazaron por carritos de golf y la arena palermitana por un predio a pleno sol y diverso en oferta productiva de bienes y servicios, la intención es la misma: una clase política que busca validar credenciales con uno de los sectores más dinámicos de la economía, que aporta buena parte de los dólares necesarios para la estabilidad macro, pero que siempre le está tomando el pulso.
“Venimos a sacarle el peso del Estado a los productores”, dijo el presidente Javier Milei el viernes en Expoagro. Y aunque no hizo ningún anuncio —fundamentalmente ligado a alguna modificación de las retenciones— le dijo al campo todas las palabras que el sector quiere oír, e incluso más, desde los tiempos en los que la Resolución 125 abrió una profunda grieta entre los gobiernos peronistas y el sector agropecuario que aún persiste.
El mandatario ensalzó el modelo agroexportador “que fue transformándose en peyorativo a medida que el país se fue hundiendo en la miseria gracias a la llegada del modelo nefasto de la justicia social”, dijo; cuestionó “la demonización” de la clase política al sector; condenó a la “casta” por “ahogarlo con impuestos y regulaciones” y valoró su aporte a la generación de puestos de trabajo al señalar que “la participación del sector agroindustrial en el empleo formal es del 25 por ciento”.
Semejante declaración de principios explicó la ovación que recibió el mandatario en su segunda visita a la muestra, un territorio donde pudo empezar a ensayar los primeros acordes de campaña sin que nada desafine.
De hecho, estuvo acompañado por el diputado José Luis Espert, quien encabezará la lista de candidatos a diputados en la provincia de Buenos Aires en las próximas elecciones, y por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, a quien elogió en varias ocasiones luego de la represión policial en las inmediaciones del Congreso durante la marcha de jubilados, que finalizó con un fotógrafo gravemente herido.

El pulso del campo
Aunque el sector agropecuario siente los efectos de un dólar planchado, elogia la reducción de la inflación que disminuyó el valor de los insumos y la ventajosa oferta de créditos de este año que le permite re equiparse. Todo eso acompañado por el buen humor que le aportó el clima, que le permitirá sumar más rindes de lo esperado en esta campaña. Como dato, la multinacional semillera Nidera explicó que tras la sequía y la chicharrita, el área de maíz en este nuevo ciclo agrícola crecerá más del 100 por ciento respecto del anterior.
“Es un modelo diferente, no diría que mejor o peor, y todos tratamos de acomodarnos lo mejor posible para ganar”, dijo el presidente de la Cámara de Fabricantes de Maquinaria Agrícola, Enrique Bertini, a la hora de hacer una foto de la macroeconomía. Sobre ese sector pende una espada de Damocles como es el anuncio oficial de disminuir aranceles para la importación de estos equipos. “Vamos a obligarlos a competir”, dijo Milei en la expo refiriéndose a la industria como un sector “poco competitivo” al que definió como “un infante de noventa años”.
Por lo pronto Cafma junto a la Asociación de Industriales Metalúrgicos (Adimra) presentaron un estudio sobre el costo argentino para estudiar la competitividad. “El cambio de paradigma te obliga a estructurarse interna y externamente”, dijo Bertini.
Sin embargo, el ex ministro de Agricultura de la Nación y actual secretario de Asuntos Agrarios del PJ, Julián Dominguez —quien todos los años visita la muestra y es muy respetado en el sector— puso el foco en el aumento de costos, el atraso cambiario y la necesidad de sumar nuevas legislaciones. Porque si bien el productor puede salir airoso por la buena campaña, un eslabón central de la actividad como los contratistas, que prestan servicios de siembra y cosecha, “están en negativo” dijo, y tiene dificultades para acceder a los créditos.


Disputa en el territorio
Aunque Expoagro fue un desfile de gobernadores, intendentes, legisladores de todos los niveles y funcionarios, Milei eligió tribuna única y evitó mostrarse con los jefes territoriales, a los que volvió a arengar para que le reduzcan la carga fiscal al campo, retomando la idea de “autonomía fiscal” que ya había planteado en la apertura de sesiones del Congreso.
Pero ese caudal político que Milei pareció cosechar con facilidad el último día de la exposición es el que fueron a disputar desde el primer día los gobernadores, como el santafesino Maximiliano Pullaro —provincia que tuvo uno de los stands institucionales más grandes y albergó a un conjunto de empresas— quien tiró toda la carne en el asador el primer día y presentó una oferta de 26 líneas de crédito para la financiación de maquinaria agrícola y otros sectores, apalancados por los bancos de Santa Fe, Municipal de Rosario y Nación que, sumando el aporte del CFI totalizan unos 120 mil millones de pesos y un subsidio de tasa de hasta el 25 %.
En este año electoral, la intención de Unidos fue correrse de la confrontación con la Nación en el ring agropecuario y en cambio, acercar soluciones. Así como lanzó títulos de deuda en el mercado de capitales para realizar las obras de acceso a los puertos, en Expoagro buscó responder rápido a la creciente demanda de financiamiento que este año mostró el productor agropecuario luego de la fuerte sequía.
Uno de los brazos operativos fue el ministro de Desarrollo Productivo, Gustavo Puccini, quien dio el presente todos los días de la muestra y se ocupó en persona de visitar a los bancos privados que habían manifestado públicamente su descontento por el “desarbitraje” que les producían las políticas de tasas subsidiadas tanto del gobierno nacional a través de Banco Nación como de las provincias. “Queremos trabajar con ellos también”, dijo el funcionario.
Los mandatarios peronistas no quisieron resignar ese espacio. Enfocados en elogiar la sinergia entre campo e industria que representa Expoagro, prefirieron diferenciarse del “modelo especulativo” del gobierno de Milei y que pilotea el ministro Luis “Toto” Caputo, tal como dijo el gobernador de La Pampa, Sergio Zilliotto, quien señaló que “Expoagro es claramente un mensaje de resistencia contra aquellos que quieren instalar un país en el cual sólo se sale a través de la especulación financiera”.
Esa misma idea fue la que buscó sembrar el ministro de Infraestructura de la provincia de Buenos Aires, Gabriel Katopodis, quien reivindicando la obra pública planificada y conducida desde el Estado provincial, tomando la posta de otra de las demandas del sector productivo. “Sabemos que la infraestructura vial, hidráulica y eléctrica son centrales para la logística, la competitividad y el desarrollo del sector”, dijo el funcionario, quien fue en nombre del gobernador Axel Kicillof afectado a la crisis por las inundaciones en Bahía Blanca.



Una eterna promesa
De todos modos, el gobierno siempre jugó de local en la muestra. Eso quedó claro cuando el ministro Caputo visitó San Nicolás el segundo día de exposición. Aunque la arquitectura macroeconómica está atada en buena parte a que llegue el préstamo del FMI, el titular de Economía reiteró que “el gobierno no se desviará de su rumbo macroeconómico y seguirá reduciendo el gasto para quitar impuestos”.
Para los productores el principal interés está en la baja de las retenciones sobre lo cual este gobierno, como otros, avanza con pie de plomo por el impacto fiscal que representa. Milei dijo: “queremos eliminar el cepo y las retenciones para siempre” y para que eso ocurra hay que seguir consolidando el superávit fiscal.
Por ahora, y sin tocar en forma definitiva la carga impositiva sobre los cultivos que se exportan y son una fuerte usina de dólares, el gobierno redujo los derechos de exportación para economías regionales y la exportación de cerdo y vaca; la disminución de las alícuotas para la cadena bovina, caprina y avícola; y una baja transitoria para los principales cultivos.
Uno de los que tomó la posta para acelerar este proceso fue el diputado nacional por Santa Fe Esteban Paulón, quien dijo que “hay que bajar las retenciones sin prejuicios y pensando en cómo recaudar esos fondos por otras vías”.
“Expoagro no es una muestra para venir a sacarse fotos con animales o máquinas, sino para escuchar al sector que produce más de 30.000 millones de dólares al año”, dijo el legislador del socialismo que mantiene un fuerte enfrentamiento con el gobierno nacional pero mantiene un vínculo estrecho con el campo.
Aunque la afirmación de Paulón es sensata, nadie quiso perderse el click, que este año puede impactar en las urnas.


