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Política

El caso Libra y un gobierno que ataja problemas pero no logra resolver

Aun cuando el gobierno viene de unas semanas en que consiguió dominar la escena y recobró la tranquilidad de los mercados a través del nuevo préstamo sin precedentes de un organismo financiero como el FMI, no logra ganar ninguna partida de la disputa política real, esa que se juega de igual a igual, y sin la ayuda escandalosa del gigante extranjero del norte.

En la Cámara de Diputados, entre martes y miércoles, inclusive forzando los reglamentos, el oficialismo no pudo evitar la interpelación a su jefe de Gabinete de ministros Guillermo Francos, que intentó llevar adelante una estrategia entre imposible y frustrada: defender la presunta inocencia de Javier Milei en el escándalo de la cripto estafa llevada cabo el pasado 15 de febrero pasado.

La Argentina se va convirtiendo en un país literalmente intervenido (¿qué otra cosa son 20 mil millones de dólares, 12 mil de manera adelantada para un gobierno de 16 meses de trayectoria?). La intervención por ahora no es militar, cómo sí lo fueron y continúan siendo varios enclaves coloniales del mundo entero, el más escandaloso de la actualidad la Franja de Gaza, donde además de los miles de millones en ayuda militar al ejército israelí, también se suman unos 50 mil muertos palestinos, configurando el genocidio más doloroso del Siglo XXI, denunciado por el Papa Francisco, y que le costó un insólito destrato del Estado de Israel, que ignoró su muerte.

El presunto equilibrio de la macroeconomía, y los festejos de la cúpula de la Casa Rosada, no tienen traducción en un armado confiable de mayorías en el Congreso, en consonancia con la cada vez más baja penetración popular de un programa de ajuste y autoritario que desde ya no adquiere el carácter de “popular” porque así lo exprese como pretensión o deseo el presidente, u otros actores de la política nacional que han decidido apostar a ese punto de acumulación política presente y futura.

El último martes, y luego de la exposición principal del interpelado Francos en Diputados, hasta un socio táctico (en la mayoría de sus jugadas) de La Libertad Avanza, como Miguel Pichetto, del bloque Encuentro Federal, consideró como “bastante insignificantes” las explicaciones del jefe de Gabinete. Criticó al Gobierno por carecer de “recursos humanos inteligentes”. “Todo Gobierno puede tener un evento complejo, puede ser materia de discusión ese evento en la sociedad; pero cualquier Gobierno serio lo primero que tiende es a preservar la figura del presidente de la Nación”, señaló, recriminándole a esta administración que no hubieran salido los ministros a explicar. “El deber de un gobierno es explicar”.



Fue, al cabo, una tesis parecida a la que ofreció el titular del bloque de UxP, el rosarino Germán Martínez, cuando le tocó hacer el cierre para su bloque, minutos antes de que concluyera la sesión de interpelación: “No la conozco, no la recuerdo, no tengo información, no me consta… fueron los latiguillos más utilizados durante toda la tarde de hoy martes, y hay cinco o seis cosas que complican seriamente al Gobierno, más de lo que estaba antes”, aseguró Martínez.

Entre otras, mencionó el contrato token de Libra. “La publicación del número que hizo Milei, el ministro no respondió quién le envió al presidente ese contrato”, advirtió el santafesino. Y agregó que “es de público conocimiento que el primer lugar donde aparece el número de contrato fue el posteo en X del presidente”.

“El jefe de Gabinete dijo que no se realizó ningún tipo de consultas técnicas a ningún organismo antes de la promoción del tuit. Es el propio presidente Milei el que tiene que dar respuestas y tiene que estar presente acá haciéndolo”, planteó.

Para Martínez el jefe de Gabinete “no respondió nada”; celebró que los ministros que se ausentaron hayan sido convocados nuevamente y subrayó que “la comisión investigadora tiene que avanzar. Aquellos que jueguen para que no funcione, están encubriendo”.

En la continuidad del caso Libra, este miércoles, y como adelantó Suma Política hace dos semanas, el empate de 14 a 14 entre los miembros que componen la comisión investigadora que preocupa al gobierno nacional, no permitió resolver quién será la autoridad máxima del cuerpo, y así volcar la mayoría para avanzar con las decisiones. La comisión quedará en suspenso por un par de semanas hasta que su situación sea tratada en el recinto, donde, al cabo, se resuelven los diferendos con los votos de todo el cuerpo.

El gobierno sabe que esa pulseada la está perdiendo por unos 15 votos, y tratará de estirar la indefinición todo lo que pueda. Luego, los bloques que en este caso juegan de opositores y acompañan a la oposición permanente y consistente, UxP y la izquierda trotskista, en este caso, estarían optando por no avalar la táctica oficialista encubridora: colocando a uno de los propios en la cúpula de la comisión investigadora. La novedad por el lado del peronismo estuvo en la propuesta de su candidata, la joven ascendente Sabrina Selva, del Frente Renovador de la provincia de Buenos Aires, en el bloque de UxP.

De entrada el oficialismo propuso, a través del diputado libertario rosarino, presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales, Nicolás Mayoraz, al presidente del bloque de La Libertad Avanza, Gabriel Bornoroni, para encabezar la comisión.

Entre tanto, la entrerriana Carolina Gaillard sugirió en cambio a su compañera de bloque Sabrina Selva. Y lo argumentó diciendo que en principio era necesario impulsar a alguien que hubiera votado favorablemente. “Sería un contrasentido que presida alguien que votó en contra o no está de acuerdo con investigar”, justificó.

La violencia creciente, por ahora verbal, en el recinto de Diputados, que se sostiene estética y prácticamente por un agobiado Martín Menem, que trata de sacarle jugo a las piedras y de tapar el sol con las manos (y créase o no, a veces lo consigue), en una creciente prepotencia en el trato con sus pares (opositores) abusando del manejo del tiempo y oportunidad del uso del micrófono, forzando el reglamento, impulsando o negando votaciones cuando son pertinentes, no pueden evitar, sin embargo, que se ponga en evidencia la debilidad creciente de un programa de gobierno que no gana nuevos adeptos, y acrecienta, aunque lentamente, su repudio, dentro y fuera del Palacio.

Cuando Santiago Caputo, el hombre clave sin cargo en la Casa Rosada (por “encima del jefe de Gabinete Francos”, según palabras de Milei), mascando chicle, canchero y provocador, tuvo una actitud intimidante con un fotógrafo en la puerta de ingreso al canal público de la Ciudad de Buenos Aires —el martes por la noche—, en oportunidad del debate de candidatos para la elección del próximo 18 de mayo, e intentó tapar la lente con las manos y luego tomó la credencial de Antonio Becerra (de Tiempo Argentino) y le sacó insólitamente una foto con su propio celular, el gobierno le puso la ilustración justa a un tiempo incómodo. El sol no se tapa con las manos, y no todos los argentinos son amedrentables, todo el tiempo.


Una de las fotografías de Antonio Becerra y parte de la reacción de Santiago Caputo vista desde afuera

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