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Política

Los amigos son los amigos y los negocios son los negocios: la disputa narco detrás de la bandera en Newell’s

La torta es grande pero los beneficios no son para todos. Los negocios  de la barra brava de Newell´s dentro y fuera de la cancha se articulan en una misma trama con la gestión del narcomenudeo y las extorsiones en la zona oeste de Rosario, y con resentimientos personales y deudas por drogas, según la imputación presentada el viernes pasado contra una organización liderada por Pablo Nicolás Camino y Carlos Alberto Olguín desde las cárceles de Rawson y Coronda, donde están presos.

La investigación de los fiscales Luis Schiappa Pietra y Matías Edery cubre un período de cinco meses, entre noviembre de 2022 y marzo de 2023. El crimen del músico Lorenzo Altamirano y otros cuatro homicidios, extorsiones bajo la forma de “alquileres” de viviendas, la balacera contra el supermercado de la familia Roccuzzo y reclamos por deudas impagas se inscriben en una sucesión vertiginosa de violencia en cuyo centro aparecen las instrucciones de Camino, ya detenido por otros dos crímenes y sospechado de instigar un doble femicidio.

Camino fue imputado con otras ocho personas. Antonela Victoria Fernández aparece un escalón por debajo, como organizadora del grupo en la calle, y en ese sentido los fiscales la acusaron por realizar tareas de observación previas a la ejecución de crímenes. Fernández registraba en video las balaceras, para el control de Olguín en Coronda.

“Antonela Fernández conocía previamente a Olguín y lo puso en contacto con Camino”, señala el fiscal Edery. Ahora los jefes estarían enfrentados y las amenazas de muerte van y vienen entre Rawson y Coronda.

Leé también: Más allá de la bandera: el nuevo desafío de Los Monos y el contexto de una ciudad cautiva de la violencia

Las intervenciones telefónicas registraron por otra parte la preocupación de Carlos Damián Escobar y Leandro Vinardi por las acciones de Camino y en particular por la repercusión del asesinato de Lorenzo Altamirano. En esas escuchas los jefes narcos detenidos en la cárcel de Ezeiza observan la publicidad de los hechos como un perjuicio para los negocios y le reclaman a Ariel “Guille” Cantero una intervención firme contra Camino.

El rol de Cantero como mediador entre las facciones en pugna surge de una conversación de Vinardi. “Guille” comenta entonces que recibió un reclamo de Eric Masini por 70 mil dólares que le debería Escobar, el “Toro” representado en la bandera con que los Monos coparon el homenaje a Maxi Rodríguez. Masini está detenido en Rawson junto con Camino y Leandro Vilches, un integrante de primera hora de la banda, y aparentemente impartió un ultimátum para cobrar la plata en diez días. Cantero lo escuchó y le sugirió que perdiera las esperanzas.

La ofensiva de Camino corre por cuerda separada y hace visible un trasfondo que salpica a las autoridades de Newell´s. Según los fiscales, “la dirección y administración de los negocios ilícitos disputados son los provenientes del club, al que Vinardi y Escobar accedían por su condición de referentes de las barras bravas, con el conocimiento de las autoridades de la institución”.



La explotación delictiva del club comprende entre otras actividades “usufructuar el negocio de la venta ambulante en proximidades del estadio de Newells, el dinero obtenido a partir del estacionamiento público de vehículos en las inmediaciones del estadio, la organización de seguridad en eventos y espectáculos públicos del club y el traslado de hinchas a otras provincias”. El ingreso, el despliegue y la salida de la bandera narco durante la despedida de Maxi Rodríguez, todavía en un profundo misterio, cobra sentido en ese contexto.

El interés de Los Monos por la gestión institucional de Newell´s se apreció ya en una conversación telefónica del 16 de septiembre de 2021, donde Escobar, Cantero y Vinardi deliberaron sobre las elecciones realizadas en el club tres días después, comentaron los atentados contra dos de los candidatos y coincidieron en apoyar la lista de Ignacio Astore.

En las escuchas telefónicas, el encono de Camino se dispara por una deuda de Agustín Emanuel Leguizamón. Preso en el pabellón 8 de la cárcel de Piñero, “Leguizamón era el principal sicario de Camino pero en el enfrentamiento se queda del lado de Vinardi”, dice Edery.

La acusación en contra de Camino articula un conjunto diverso de pericias, procedimientos, videos, audios, registros en redes sociales e investigaciones previas, entre las que se destacan las escuchas telefónicas por el crimen de Soraya Rubiolo, de 16 años, asesinada el 27 de octubre de 2022 en barrio Santa Lucía.



“Decile a Tato (apodo de Leguizamón) que yo soy bueno pero no soy gil, así decile. La amistad es la amistad y los negocios son negocios”, le pide Camino a Lucas Martín Castillo, imputado como miembro de la banda, el 22 de noviembre de 2022. Seis días después pierde la paciencia: “Tato me sigue debiendo plata, el otro gato se vive drogando”, se queja en referencia a una persona no identificada. 

Castillo era una especie de cobrador autorizado por Camino, según las escuchas. “Amigo vos dale para adelante, hacéle cualquiera, caéle a la familia, a todos los que vos quieras, hace las cosas bien nada más”, lo instruye en referencia a Leguizamón, al que también llama Rengo, despectivamente, por una herida de bala que recibió en la pierna.

El rol de Camino como instigador de los crímenes de Jorge Gustavo Maturano, asesinado el 20 de febrero de 2023 y vinculado por testimonios con narcomenudeo en el barrio Santa Lucía, y de Pablo Latorre, cuando asistía al velatorio el mismo día en Teniente Agneta 1174, aparece rubricado por el festejo que hace de los asesinatos en una cuenta de Instagram: “Para qué me buscan si saben cómo me pongo” y después “Le dije para qué me joden jajajajajajajajaja”.

Otro aporte relevante para la investigación surge de una pericia balística que comprobó que una misma arma calibre 9 mm se utilizó para cometer el crimen de Benjamín Echavarría, balear el carrito que atendía el padre de Leguizamón y tirotear el Supermercado Único de la familia Roccuzzo. En esa secuencia, Camino fue acusado además como instigador del crimen de Altamirano.

Los asesinos de Altamirano no están identificados. Sin embargo, los investigadores sostienen que Daniel Mateo Bommer sería uno de los integrantes del grupo que secuestró al músico. Bommer fue citado dos días después del crimen a una emboscada de la que resultó ileso pese a recibir trece disparos, en Iriondo y Deán Funes, y que habría sido una represalia encargada por el sector opuesto al de Camino en la disputa por la barra.

“Tenemos evidencia para saber que Bommer fue uno de los que fue a secuestrar a Altamirano y en represalia lo intentaron asesinar. Para nosotros esos dos episodios están conectados directamente. Altamirano fue abordado a ocho cuadras del domicilio de Bommer y el vehículo utilizado fue encontrado quemado también a pocas cuadras del mismo lugar”, señala Edery.

“Cuando cayó Lucas Castillo (detenido por el doble femicidio de las hermanas Estefanía y Mariela Gorosito, del 17 de julio de 2022), a mí me contactó Nicolás Camino que sé que está preso y me dijo si quería trabajar para ellos aguantando cosas, yo le dije que sí. Esto fue hace un par de meses”, declaró Bommer en febrero, cuando pudo reponerse del ataque. Dijo que ignoraba los motivos del ataque pero dio a entender que se trataba de un vuelto: “Me mandó mensajes Nico Camino preguntando qué hacía, si había ido a la cancha. Porque en teoría la barra la maneja el Pollo Vinardi, y se ve que hubo algún quilombo entre ellos”.


Negocios en rojo y negro


El operativo de seguridad desplegado a propósito de la despedida de Maxi Rodríguez quedó en ridículo dos veces. Primero con el despliegue de la enorme bandera con los retratos amenazantes que evocaron a Cantero, Escobar y Leandro “Pollo” Vinardi, minutos después de que el ex futbolista de Newell´s saliera a la cancha y mientras la policía perseguía cuidacoches en los alrededores del Coloso. Y después cuando la bandera se esfumó y la fiscal María Eugenia Iribarren ordenó el allanamiento del estadio.

La frase “Nosotros estamos más allá de todo” habilita interpretaciones sobre un nuevo desafío de Los Monos. Y también la paradoja de que un grupo de presos en cárceles federales vuelve a tener como rehén a la ciudad. Pero si los habitantes y los funcionarios son un público cautivo de la violencia habría que analizar también el contexto en el que la demostración de la banda se convierte en un factor de conmoción.

La hora cero en que el estadio queda cerrado para el control policial previo al partido no detectó la intromisión. Tampoco, hasta el momento, ninguna persona del club advirtió el ingreso ni la salida de la bandera. Más que una falla ocasional o la vista gorda de policías o empleados adormecidos por la rutina y el miedo, sin embargo, a juicio de fuentes de la investigación el episodio es un síntoma de un problema estructural: el control de la barra de Newell´s como parte de actividades criminales de larga data.

En la imputación contra Guillermo Manuel “Chupa” Sosa, detenido en mayo en Villa Gobernador Gálvez como instigador del asesinato de Nelson Gabriel Saravia, los fiscales Schiappa Pietra y Edery refirieron una red de negocios ilegales y violencia que se actualiza. “El regenteo de entradas para ingresar al estadio, la administración de los cuidacoches los días de partidos y el dispendio de comidas y bebidas en los alrededores del estadio”, como la describieron en aquel momento, integran una explotación económica ya consolidada, que se proyecta además en la provisión de mano de obra para extorsiones y crímenes por encargo.

Ese maridaje entre la violencia narco y la barra de Newell´s es lo que el grupo de Camino hizo visible en los carteles con que acompañó el crimen de Altamirano y la balacera contra la Subcomisaría 26a de Villa Gobernador Gálvez, el 1° de febrero de este año: “Nicolás Lavaye, Leandro Binardi, dejen de sacar a los pibes del club a tirar tiros en Rosario”. “Damián Escobar, Leandro Vinardi, Gerardo Gómez, dejen de sacar chicos del club para tirar tiro en Rosario”.

Según los fiscales, las facciones son autónomas y contribuían de común acuerdo a un reparto de territorios para el beneficio económico. Este equilibrio es históricamente inestable y estaría nuevamente en discusión desde fines del año pasado, cuando surgió un enfrentamiento entre Vinardi y Escobar, alojados en Ezeiza, y Pablo Nicolás Camino. La bandera que apareció en el Coloso no es una prenda de unidad sino una demostración que los investigadores atribuyen a Escobar y Vinardi, como el desagravio a Leonel Messi traducido en otra bandera colgada en la cancha después del tiroteo contra el supermercado de su familia política.

El reclamo se exteriorizó en carteles callejeros con la frase “Toro pagá”, dirigidos a Escobar. Y escaló con el crimen del músico Lorenzo “Jimi” Altamirano, de 28 años, secuestrado al voleo y asesinado. El cuerpo de Altamirano apareció frente a la puerta número 6 de la cancha de Newells con un mensaje también destinado a Escobar, quien por otra parte afronta actualmente un juicio por el asesinato, ordenado como represalia contra su ex pareja.

El asesinato de Altamirano provocó como respuesta otro crimen con una víctima elegida al azar: Yamil Brandon Ortigoza, de 18 años, empleado en una parrilla de avenida Pellegrini y en una verduleria de Echesortu, que fue secuestrado y asesinado en el barrio Tío Rolo. Con su cuerpo, en Camino Viejo a Soldini al 3800, se encontró un mensaje dirigido a Camino. La nota tenía un contenido macabro —“Dejá de matar gente inocente”— y el lugar del crimen era una provocación contra el rival, ya que se supone que es su territorio. El Camino Viejo a Soldini en el límite del municipio, por otra parte, es una especie de cementerio de las bandas narcocriminales, ya que desde hace varios años es escenario de ejecuciones.

Escuchas telefónicas permitieron detectar entonces una notable triangulación de llamadas entre cárceles federales y las quejas que Cantero recibió de las facciones en punga. En esas conversaciones Vinardi reconoce el padrinazgo de Cantero y se subordina a su autoridad (“está bien todo lo que vos quieras”), pero también reclama por la violencia de los rivales (“los apañás a ellos”). Ambos, por otra parte, afrontan una causa federal por el secuestro extorsivo del hijo de un empresario de Arroyo Seco y por “comercio de drogas agravado por servirse de menores de dieciocho años, cometido con violencia e intimidación”. Al confirmar los procesamientos, el juez Aníbal Pineda describió al grupo como “una organización de corte piramidal”, también dedicada a las extorsiones contra comerciantes mediante balaceras.

Escobar es el más enfático en las quejas ante Cantero: “Vos tenés que llamar y que no pasen esa cabida, y si ya lo primero que te van a decir es «yo no fui, yo no fui», mirá el chiquero que se mandaron en la cancha y estamos saliendo cada rato en el diario, yo, vos, todos. ¿Hasta cuándo vas a permitir las cosas? ¿Ellos se pueden equivocar y nosotros no?”.

Cantero aclaró que ya se había comunicado con el otro grupo. “Pero entonces no te hacen caso, boludo. Corte que te sobrepasan, boludo, si vos me decís una cosa a mí, yo hago lo que vos me decís”, respondió Escobar, que afronta un pedido de prisión perpetua por ordenar el crimen del albañil David Nahuel Amarilla en represalia contra una ex novia. “Si no hacen caso, yo sé lo que tengo que hacer. Quedate tranquilo”, respondió “Guille”, lo que indicaría para dónde se inclina la balanza en sus consideraciones entre los presos en Ezeiza y la banda coordinada desde las cárceles de Rawson y Coronda, según la acusación de los fiscales.


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