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Sociedad

Los brokers “domésticos” y la vieja ilusión de la plata dulce

“Se gana más un mes sin laburar que varios laburando”, le dijo a su mujer Rubén Molinuevo, el personaje que interpretó Julio De Grazia en la película “Plata dulce” para explicarle por qué era conveniente cerrar la fábrica de botiquines y hacer “trabajar” la plata.

Pasaron más de 40 años de ese ícono del cine argentino que retrató el ascenso y el ocaso de la patria financiera y, como un loop, el presente del país la vuelve cada vez más actual.

La escena ahora no transcurre en un set sino en un bar cualquiera.

“¿En qué te colocaste?”, dice el hombre mientras termina su café. Y ante la respuesta de su compañero de mesa tira sin más: “¡Ah, sos conservador!”

No hablan de vicios, de amores y ni siquiera de política, sino de plata. Esa que hoy en Argentina, como entonces, se busca reproducir fácil y rápidamente de la mano del carry trade o la vieja y conocida bicicleta financiera, que tantas veces transitó por el carril rápido de la economía doméstica. 

Pero lo que antes era una estrategia sólo aprovechada por los expertos en finanzas o los muy bien asesorados, hoy es una práctica que —de la mano de la tecnología— empezó a contagiar a muchos, que no sólo quieren aprovecharla para hacer rendir grandes montos de dinero sino también intentan sacarle una tajadita más al salario todos los meses.

Trabajadores asalariados e informales que colocan sus ingresos en el money market o la cuenta remunerada de una billetera virtual; habitués del plazo fijo que ahora compran Cedears, Bopreal o Lecaps tentados por retornos más jugosos; históricos clientes de los “arbolitos” de las peatonales que abren una cuenta comitente en plataformas de bancos o de agencias de inversión para comprar dólar MEP; o los novatos en finanzas que arman y desarman posiciones en fondos comunes de inversión (FCI), son parte de esta nueva generación de traders o brokers domésticos, un universo donde la pluralidad y la inclusión coquetean con el riesgo.

“El Direct Market Access (DMA), esta dinámica mediante la cual los clientes finales operan en forma directa, es un cambio que está impulsado por la tecnología y por la apertura que se dio en el mercado en 2012”, destacó el gerente del Mercado Argentino de Valores (MAV), Fernando Luciani. 

Y consideró que lo positivo de esta tendencia del trading es que “abre el mercado y permite que la gente desde su casa pueda hacer la inversión que quiere”. Pero “lo desafiante es que requiere que las personas no se tomen esto a la ligera y analicen el detalle de cada cosa” porque “no hay inversiones sin riesgo”, enfatizó.

En esa línea, Joaquín Tarallo, director de la sociedad de Bolsa Tarallo SA, también planteó estas dos caras. “Lo positivo es que acerca a la gente al mercado, pero lo negativo es que hay mucha información a la que cualquiera accede sin filtro, barrera o validación”.

Por eso, de la mano de las innumerables ofertas de instrumentos y opciones para hacer rendir la plata, también surgieron espacios genuinos de formación y capacitación, en general virtuales, donde especialistas en finanzas buscan bajar a tierra una operatoria en la que muchos ingresan como outsiders. 


Rápido y ¿seguro?


En tiempos donde todo busca resolverse con un click, la banca tradicional y las agencias bursátiles agilizaron la operatoria para los clientes y, en ese menú, facilitaron el acceso a productos financieros que generalmente estaban reservados en forma exclusiva a los agentes de Bolsa.

Hoy esa figura del agente u operador regulado sigue siendo el último eslabón en esa cadena de comercialización de activos porque así lo dispone la Comisión Nacional de Valores (CNV), pero ya juega menos en el proceso de intermediación, asesoramiento e incluso de elección de los activos en los cuales una persona invierte.

Luciani explicó que el inversor hoy tiene dos formas de vincularse. Una autorizando al agente a que administre su cartera, confiándole la forma de hacerlo, y la otra operando en forma directa y dándole órdenes al agente o a la plataforma sobre qué tipo de inversión hacer. Esta última es la que más crece de la mano del constante fogoneo en redes sociales que se llenaron de frases como “no dejes quieto tu dinero”, “invertí para ganarle a la inflación”, “aprendé a armar una cartera competitiva”, las nuevas arengas motivadoras de esta religión financiera. 



La ambición y el miedo


“Los jóvenes son los que le dieron impulso a esta tendencia”, opinó Adrián Tarallo, presidente y fundador de Tarallo SA, ya que al estar más amigados con la tecnología “no tienen problema en abrir una cuenta comitente a la distancia porque saben de qué se trata” dijo, y apuntó que según datos de la autoridad de control éste es un segmento donde se registra el mayor porcentaje de cuentas abiertas.

Sin embargo, la democratización en el acceso a estas herramientas no siempre es sinónimo de una información plural que garantice que todos arranquen la carrera en el mismo punto de partida y, por lo tanto, obtengan los mismos resultados.

Aunque ganarle a la inflación es casi el deporte preferido de los argentinos, la tentación de subirse a la bicicleta puede traer sus consecuencias, que como mínimo representa la pérdida de rentabilidad y como máximo, caer en estafas donde lo que se pierde directamente es el capital invertido.

“Hay una sola cosa que es más fuerte que el miedo y es la ambición”, reflexionó Luciani para echar un poco de luz sobre las historias que se vienen repitiendo en los últimos tiempos sobre estafas a diferentes tipos de inversores. “Cuando alguien ofrece una rentabilidad en dólares del 10 por ciento mensual hay que dudar porque eso es imposible”, reflexionó el ejecutivo del MAV. Todas operaciones que no solo involucran instrumentos sofisticados como las criptomonedas sino también bonos de deuda.

Para Adrián Tarallo en Argentina esto está alentado por una economía inflacionaria. “El año pasado cuando la tasa era alta se hacían buenas diferencias y cualquier asalariado las lograba con el manejo del excedente de su sueldo”, recordó y dijo que actualmente esto cambió de la mano de una reducción de los tipos de interés de referencia. Sin embargo, “el que está acostumbrado sigue haciéndolo”, agregó para reforzar una tendencia que se instaló como una forma más de resguardo de valor.

Como todo cambio, esta tendencia que tiene un componente generacional, sólo pudo acelerarse por las condiciones objetivas de la economía argentina. 

El ciclo de atraso cambiario y valorización financiera del gobierno de Javier Milei, piloteado por el ministro de Economía Luis Caputo, generó un incremento de los precios en dólares acompañado de una revalorización de los activos financieros argentinos, entre ellos la deuda pública que entre diciembre de 2023 y octubre de 2024 se revalorizó 52 % en moneda dura, según indicó un informe de La Macro en la Mira, del Centro de Estudios Demos.

De esa manera, un plazo fijo denominado en UVA tomado al inicio del período se revalorizó en dólares un 117 % más la tasa de interés (del 2 % aproximadamente) en 12 meses. 

“Al final del período la persona que apostó a la especulación financiera, podría tomar esos pesos adicionales y comprar dólares con una ganancia del 70 por ciento en esa moneda. Ni Ucrania, el Congo, Etiopía y Sudán (países en guerra o en guerra civil) juntos pagan un interés semejante, lo que indica que algo va mal”, reflexionó el diputado provincial del bloque socialista en Unidos para Cambiar Santa Fe, Mariano Cuvertino, integrante de la comisión de Presupuesto y Hacienda de la Legislatura.

Ese anabólico puede ser un mal consejero para la nueva generación de brokers domésticos.

“Muchas veces se considera que una acción o un Cedear es un activo seguro, pero hay que tener en cuenta que integran el S&P 500 (uno de los índices bursátiles de EEUU) y como tal, sigue siendo volátil”, alertó Joaquín Tarallo para explicar cómo se mueven estos instrumentos que muchos hoy transaccionan a través de una app. 

Explicó que el mercado argentino permite ingresar con montos bajos. Por ejemplo, una acción puede valer 15 mil pesos o un papel de YPF 50 mil. “Cualquiera puede comprar si le sobra algo a fin de mes y generar un rendimiento virtual”, detalló.

Pero, “tanto los bienes como cualquier activo, así sean granos, propiedades o acciones, están siempre sometidos tanto a una tasa de rentabilidad como de riesgo”, apuntó Luciani para despejar ilusiones y sorpresas.

“Venimos de dos meses de corrección fuerte tras dos años con prácticamente todos los papeles subiendo a dos dígitos en dólares”, recordó Joaquín Tarallo y fue claro: “Hubo un golpe de realidad que demostró que el mercado no sube siempre y no todos son árboles que crecen hasta el cielo, lo que genera que muchos se asusten”.

La falta de cultura financiera o capacitación provoca que muchas personas asuman una “idea fantástica o mágica” sobre el mercado que “no necesariamente se va a dar en la práctica”, agregó Luciani para despejar la ilusión de la plata dulce.

—Mirá cómo va a llover —dijo Carlos Bonifatti, interpretado por Federico Luppi, tras las rejas, sobre el final de la película de Fernando Ayala y Juan José Jusid.

—¿Vos no querías hacer todo líquido? Ahí tenés líquido —remató Molinuevo.


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