Todo empezó con una omisión. En su primer día de trabajo en el “Boston Globe”, Martin Baron preguntó, después de la habitual reunión de temas con los periodistas, por qué nadie le había mencionado los casos de abusos sexuales a niños por parte de sacerdotes, de los que se hablaba en la ciudad.
Poco acostumbrado a las investigaciones periodísticas, en el diario —que lo había recibido con desconfianza por ser alguien que llegaba “de Miami y al que no le gustaba el beisbol”— le respondieron que iba a ser imposible comprobar nada, porque los documentos eran archivos eclesiásticos confidenciales. Los propios abogados del diario no les prometían más que las habituales y moderadas posibilidades del 50 por ciento de éxito.
“Eso ya es bastante”, les replicó Baron. El resultado es el que refleja la premiada como mejor película del 2015 Spotlight: un equipo de investigación publicó más de 900 artículos en un año y medio en 2002, contribuyó a que se pudiera acusar judicialmente a varios sacerdotes católicos y se pusiera en jaque por encubrimiento a toda la Iglesia de los Estados Unidos.
“La verdad puede ser esquiva, pero existe y un periodista debe trabajar incansablemente para descubrirla”, será la enseñanza que dejará el ex editor del Globe, ya retirado del periodismo diario desde febrero del 2021, en un diálogo con periodistas de Argentina el miércoles pasado, invitado por Telecom. “El instinto periodístico no es una reliquia de otra época”, dirá convencido en ese encuentro del que participó Suma Política y en el que relató intimidades de sus investigaciones.
No fue ese el único logro en la carrera profesional de Baron. En los tres diarios estadounidenses que dirigió (el Miami Herald, el Boston Globe y The Washington Post), en el tiempo que estuvo a cargo, se obtuvieron 18 premios Pulitzer, los Oscar del periodismo.
En el último capítulo de su trayectoria le tocó lidiar con un adversario poderoso, el expresidente Donald Trump, que como pasa ahora con Javier Milei en Argentina, había declarado a la prensa como el enemigo del pueblo, lo peor de lo peor, la forma de humanidad más baja y una basura deshonesta. “No estamos en guerra, estamos trabajando”, fue la respuesta que inscribió en la entrada del diario para responder al gobierno republicano, al que vio entrar y salir de la Casa Blanca.
En contacto con la realidad nacional comenta que lo que está sucediendo en Argentina “quizás sea peor” de lo que se vivió en Estados Unidos con Trump, sobre el que augura que, si vuelve a ganar en menos de un mes las elecciones, va a embestir fuertemente contra los medios y los periodistas. “Va a utilizar todas las herramientas posibles para anular a la prensa: retirar licencias de televisión, sus aliados podrían comprar medios, acusar a los periodistas de traición a la patria, retirar la publicidad oficial”, pronostica entre otros males. Aconseja enfrentar esa realidad haciendo más periodismo, sin importar las presiones.
A Baron le tocó encontrarse en su exitosa carrera con un aliado ideal. Cuando llevaba siete meses en su cargo de editor, y todos pensaban en un declive, el Post fue adquirido por el fundador de Amazon, Jeff Bezos. Para demostrar que “el éxito pasado no es consuelo y los medios líderes no pueden nunca dormirse en los laureles”, el mismo periódico que consiguió prestigio mundial por el caso Watergate, hace más de 50 años, se convirtió en poco tiempo en la empresa más innovadora del mundo. Su sala de Redacción pasó de quinientos a mil periodistas, las investigaciones crecieron y las suscripciones saltaron de casi nada en 2013 a tres millones en 2021, aumentó el tráfico online y los lectores pasaron más tiempo leyendo las historias que se publicaron. En paralelo llegaron los años rentables, después de mucho tiempo de pérdidas.
Una estrategia de éxito que no podía fallar: el periodista considerado de lo más avanzado de la vieja guardia, junto a un dueño convencido de que el éxito empresarial está siempre ligado a una brújula ética, que no tenía la menor intención de capitular con el poder, y que iba a alentar un trabajo sin restricciones ni condicionamientos.
En una de sus reuniones semanales, Bezos se lo dijo claramente: “No nos haríamos ningún favor si sólo pensáramos en los beneficios, en el negocio, y nos olvidáramos de nuestra misión. Los misioneros hacen mejores productos. Un visionario es una persona que no sólo se preocupa del negocio (por supuesto que tiene que haber negocio y beneficio), pero lo más importante es hacerlo porque algo te motiva. Y todos los auténticos periodistas tienen algo importante que los motiva, que es nuestra brújula, en el centro de su ambición. Ese es el periodismo que hace rendir cuentas a las instituciones poderosas”.
Clics fáciles o periodismo de calidad
Con una frase motivadora, Baron llama ahora a enfrentar los “cambios sísmicos” que sufrieron los medios de comunicación en los últimos años. “Nunca he conocido a nadie que haya tenido éxito pensando que iba a fracasar”, dice como un divulgador de incentivos.
Invita a hacer un esfuerzo no sólo para aceptar los desafíos del presente, sino para abrazar y entender esos cambios, porque sostiene que la prensa sigue siendo esencial para difundir la información que las personas necesitan para autogobernarse.
“Cuando no hay nadie que actúe como centinela, resulta mucho más fácil cometer actos ilícitos. La información veraz da poder a todos”, explica con esa actitud severa y taciturna con la que lo describieron sus colegas.
Aclara que “no hay garantía de soluciones”, pero sí un camino posible para enfrentar las principales amenazas al periodismo de calidad.
Reafirma la frase de Bezos de que “los principios triunfan sobre las métricas”, advirtiendo que “siempre habrá un problema si todo lo que se está haciendo es complacer a la audiencia, buscar clics fáciles y rápidos, con información que puede no estar verificada, estar distorsionada, o no ser contextual”.
Lanza un mensaje para los periodistas que se concentran o privilegian publicar sus opiniones en redes sociales: “Sigo esperando que alguien me demuestre el tuit de un periodista que haya cambiado el mundo. No conozco ninguno y nadie me lo ha dicho. Pero puedo señalar muchos trabajos periodísticos que han cambiado el mundo y han tenido gran impacto”.
Tres peligros para el periodismo
Después de 40 años de ejercer el periodismo, los últimos veinte como editor ejecutivo de diarios, Baron distingue tres desafíos a los que se enfrenta el periodismo de calidad en estos tiempos.
1. “La incapacidad de la sociedad para ponerse de acuerdo en cómo determinar que algo constituye un hecho”; cree que es la principal amenaza actual, no sólo para el periodismo, sino también para la democracia.
Se refiere a las desinformaciones que se instalan como noticias verdaderas y que ponen en duda hechos verificados, aún sin pruebas que lo sostengan. Los ejemplos son de su país: la idea de que el presidente Joe Biden no le ganó legítimamente a Trump, minimizar el ataque al Capitolio en enero de 2021 o el cuestionamiento que se hizo a las vacunas durante la última pandemia.
2. La segunda amenaza es más nueva y ya está ocurriendo, pero se irá agravando: el poder de la tecnología para manipular la realidad, que pronostica será más frecuente, con falsificaciones de imágenes visuales cada vez más difíciles de detectar. “Millones de personas se verán engañadas”, lamenta.
Destaca las ventajas de la Inteligencia Artificial como herramienta para hacer un periodismo más eficiente, pero afirma categórico que “ninguna tecnología puede hacer periodismo, verificar lo que es verdadero y lo que es falso, porque es susceptible de difundir información errónea y desinformación al recoger fuentes poco confiables en internet”.
Admite que todavía no se ha creado la infraestructura periodística necesaria para lanzar un contraataque que combata esa información errónea, la desinformación y esas falsedades ideadas por personas maliciosas.
3. El tercer desafío es la estabilidad financiera de las empresas de noticias, muchas de las cuales han optado por el modelo de suscripción pago para lograr ingresos adicionales.
En este punto detecta un problema: todavía muchas personas creen que la información debería ser gratuita, y consideran que el insumo que consiguen de esa manera les alcanza, aunque no posea la credibilidad necesaria.
Como consejo a los medios sugiere alejarse de lo que se ha convertido en una dependencia: la adicción al tráfico de los motores de búsqueda y las redes sociales. Para reemplazarlos, propone generar una base genuina de lectores, que confíen en su marca, a quienes les guste lo que producen y que periódicamente regresen directamente a consumir sus productos.
Para el final un último desafío: los periodistas deben encontrar la manera de hablarle al público más informal, más accesible, e idear la forma de contar historias visualmente. También afrontar el desafío de comunicar la información más breve para una generación que tiene déficit de atención. “Tenemos que descubrir cómo convertir el plato principal de la cena en un menú de degustación”, grafica.
“No importa cuánto deseemos los viejos tiempos. La inestabilidad llegó para quedarse. La incomodidad no es temporal, es nuestra condición permanente. Si no pueden aceptar esta situación, es posible que el periodismo no sea el trabajo más indicado para ustedes”.
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Periodista. Licenciado en Comunicación Social de la UNR. Ex jefe de Redacción de La Capital. Twitter: @DanielAbba_
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