Javier Milei, ese economista de raro peinado que parece Elvis Presley reencarnado, mostró en Rosario otra de sus contradicciones. Así como renegaba de la vacunación anti Covid pero aceptó las dos dosis de Sinopharm, o cuando deploraba a la “casta política” y ahora ya forma parte de ella (aunque prometió sortear su dieta), este lunes volvió a quedar cruzado entre lo que hace y lo que promete.
Faltó nada menos que a la primera reunión que tenía como diputado nacional en el Congreso, justo cuando el ministro de Economía Martín Guzmán concurrió a fundamentar los números del presupuesto 2022. Casi un clásico para cualquier economista. Ni su colega José Luis Espert quiso perdérselo.
Pero el flamante diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires, al que apodan “el león”, decidió no asistir para venir a Rosario a un acto que como excusa le dejó bastante tiempo libre, ya que empezó pasadas las 20 y en el que repitió sus acostumbrados latiguillos antisistema.
Fue paradójico que aunque pegó el faltazo a la reunión en el Congreso, en su discurso en Rosario Milei se dirigió casi todo el tiempo al ministro Guzmán con el que no quiso estar, aunque no se privó de decirle a la distancia varias de las cosas que considera tendría que aprender para “no ser tan burro”.
“Les iba a hablar de dinero, precios y dólar, pero vamos a postergar esa clase, porque en Argentina pasan cosas”, dijo para introducir el tema del día. “Por un acuerdo entre la casta política, entre Juntos por el Cambio y el Frente de Todos, van a silenciar las voces de las minorías. En esas reuniones de comisión se puede tener voz, pero no votos. De nada sirve estar calentando una silla, por esto estoy acá con ustedes y les voy a contar las mentiras del presupuesto”.
En las redes sociales, esas que el líder liberal libertario tanto valora para expandir su pensamiento, empezaron a pasarle factura por su primer incumplimiento. Y no se lo decían sus adversarios, sino muchos de aquellos que lo convirtieron en tercera fuerza porteña hace menos de un mes.
En varios pasajes de su clase alentó al público que fue a verlo para que insultara al funcionario al que considera “cómplice de la casta política que nos va a llevar a la peor crisis del país”.
En sus definiciones más pintorescas figuran algunas como estas: primero dijo que el ministro Guzmán “está tratando de emular a Walt Disney” porque los números que presentó en el presupuesto “son un dibujo”. Después calificó a Raúl Alfonsín como un “fracasado hiperinflacionario de Chascomús, que dijo que un poquito de inflación estaba bien”.
Más tarde bautizó al dólar “Mickey Mouse, porque es la caricatura aspiracional de los políticos argentinos, porque es una rata de mierda que todos la quieren”, y en otro pasaje enfatizó que “esto no es crecimiento, es rebote de gato muerto”.
El fenómeno Milei
Si la política argentina sufre una pandemia en su credibilidad, la aparición de Milei y su espacio liberal libertario es una nueva variante que comenzó a tener circulación comunitaria. De eso se trató el acto en Rosario con el que dio inicio a un “tour de la libertad” que persigue instalar la candidatura a presidente en 2023 de este ex arquero de Chacarita y ex cantante de una banda de rock que rendía tributo a los Rolling Stones, y que ahora se cree empujado por un renacer de las ideas de la libertad.
Confianza no le falta y la respuesta a su convocatoria en Rosario es una invitación a no perderlo de vista. Las enormes escalinatas del Parque España estuvieron colmadas de jóvenes sin barbijo que siguieron con devoción un discurso de una hora de una persona de 51 años, de voz ronca, que tampoco se lleva demasiado bien con las palabras.
Milei proclama sobre lo justo, lo injusto y la moral, con palabras que parecen escupidas con violencia expresiva de macho. A una deducción técnica sobre economía que parece empezar con racionalidad argumentativa suele rematarla con grotescos insultos y palabras de la más vulgar aceptación.
Con todo impacta ver a esos asistentes a sus “clases abiertas” esperarlo casi dos horas y permanecer conectados a un show antisistema sin música, colectivos, bombos ni banderas. Alguna remera con las fotos estampadas de Bolsonaro y Trump y varios influencers reclamados por el público más cercano al escenario para tomarse fotos entretuvieron el clima previo.
La rivalidad ideológica de “La libertad avanza” en Rosario no parece ser ni el socialismo ni las grandes coaliciones de la grieta. “Para Ciudad Futura que lo mira por Instagram”, dedicaron desde el micrófono en la previa a la llegada del flamante diputado nacional.
Como un líder religioso, el grito desbordado de Milei levantó al público cada vez que se lo propuso. También le aprobaron las partes que probablemente menos entendieron, como cuando habló de inflación inercial, desequilibrio monetario o estabilidad fiscal.
Es difícil imaginar una clase pública con tanta gente o un acto político que espontáneamente concentre a tantos partidarios. La música de la Bersuit gritando que “se viene el estallido” acompañó la salida de una figura extraña, que se hizo esperar, entró al escenario bajando las escalinatas desde lo alto y escoltado por varios patovicas, mientras lo seguían cientos de celulares y varios drones y explotaban bengalas en el cielo sobre el Paraná.
Cuando dejó el acto, después de una poco agradable explicación sobre velas y vaselina, varias personas lo siguieron corriendo como a un rockstar y aprovecharon que el vehículo que lo trasladaba se detuvo frente a un semáforo para seguir tomándose selfies con él. Por los parlantes todavía se repetía el grito de “viva la libertad, carajo”. Atrás había quedado una mezcla bizarra y estéticamente grotesca.
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Periodista. Licenciado en Comunicación Social de la UNR. Ex jefe de Redacción de La Capital. Twitter: @DanielAbba_
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