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Informe

Todos Los Monos en el banquillo

Los Monos están de regreso para confrontar con la Justicia de Rosario. Después del juicio que culminó en 2018 con la condena de los referentes históricos de la banda y de los que siguieron por la causa Los Patrones, los atentados contra edificios judiciales y domicilios de magistrados y el crimen del contador Enrique Encino en el casino City Center, Ariel “Guille” Cantero, Leandro Vinardi, Cristian Nicolás Avalle, Marcos Jeremías MacCaddon y otras veinticuatro personas son juzgadas ante el Tribunal Oral Federal número 3 de Rosario por tráfico de drogas en Rosario, Villa Gobernador Gálvez, San Lorenzo y Granadero Baigorria y por un secuestro extorsivo en Arroyo Seco.

Las audiencias comenzaron en agosto y transcurrieron hasta ahora sin difusión en los medios por una decisión de la Justicia Federal. “La idea era en principio no publicitar nada hasta el momento de la sentencia, en prevención de que Cantero pudiera aprovechar de alguna manera la circunstancia como hizo en otros procesos”, explica una fuente judicial. Pero se estima que el juicio se extenderá como mínimo hasta mediados de octubre.

Cantero asiste a las audiencias por Zoom desde la cárcel federal de Marcos Paz. Como ya mostró al ser enjuiciado por el crimen de Encino, se interesa por el desarrollo del proceso y asiste a su abogado Leonel Iesari para formular preguntas. Al declarar en el comienzo del juicio actual, dijo que la dirección de Caña de Ámbar al 1800 que consta en los oficios como su domicilio no le pertenece.

—Esa es la casa de mi mamá —afirmó—. Yo no tenía casa. Vivía en la calle, porque era un vago.

Sería el primer caso de un jefe narco en situación de calle.

El miércoles pasado, Cantero siguió con atención la declaración de Cristian Nicolás Avalle que lo desligó de delitos examinados en el juicio. Avalle dijo que el secuestro extorsivo de Franco Martins, perpetrado el 21 de julio de 2021 en Baigorria al 600 de Arroyo Seco, y un circuito de venta de drogas que funcionó sin mayores inconvenientes en Villa Gobernador Gálvez estuvieron bajo su mando exclusivo, sin que “Guille” tuviera alguna participación.

El juicio integra causas que se tramitaron por separado y que en conjunto, a criterio de la fiscalía, permiten visibilizar una organización criminal que funcionó bajo el liderazgo de Cantero. Esta organización comprendió estructuras que se desplegaron en barrio Godoy con Pablo Nicolás Camino, en Villa Gobernador Gálvez a las órdenes de Avalle y en San Lorenzo y Granadero Baigorria bajo gestión de MacCaddon, aquel que se jactaba de haber arreglado “con la gorra de todos los colores” para vender drogas en el Cordón Industrial.

A excepción de MacCaddon los principales responsables de la organización estaban presos en cárceles federales y provinciales al momento de los hechos, por lo que uno de los principales objetivos del proceso es esclarecer el modo en que las cárceles funcionaron como usinas de narcotráfico, extorsiones, amenazas y asesinatos y de ese modo iluminar un aspecto del crimen organizado hasta ahora poco y nada investigado fuera de que requiere el abastecimiento constante de teléfonos celulares.

No obstante, probar la presunta responsabilidad de Cantero es el principal desafío para la acusación. “Guille” es aludido de modo incesante en las escuchas telefónicas a través de diversos apodos —el Loco, Tarta, Anteojito, El de Lentes— pero esas menciones no constituyen una prueba, ya que la invocación del líder de Los Monos suele ser un recurso para intimidar a rivales o víctimas tan ritual como mentar a la mafia.

“Lo que vamos a probar es cómo Cantero, Vinardi y otras personas se las arreglaron para controlar la venta de drogas desde la cárceles. Tenemos prueba, pero es una prueba para interpretar, para contextualizar, que a veces resulta oblicua y se construye por indicios”, adelanta el fiscal federal Federico Reynares Solari.


La ley del mercado


El juicio integra tres investigaciones: el tráfico de drogas y la disputa del control territorial sobre el barrio Godoy entre 2020 y 2021; el secuestro extorsivo de Martins, por cuyo rescate la familia pagó 10 mil dólares y entregó alhajas, y la venta de drogas en Arroyo Seco y Villa Gobernador Gálvez en 2021; la provisión de drogas a Brandon Bay, ex líder de la banda Los Gorditos, causa en la que el ex policía del Comando Radioeléctrico Lucas Gonzalo Romero está acusado como narcotraficante. Desconectados en el tiempo y en el espacio, estos hechos estarían relacionados por sus presuntos responsables: Cantero y Leandro Vinardi.

Los hechos de barrio Godoy fueron investigados por un equipo conjunto formado en marzo de 2021 por los fiscales federales Claudio Kishimoto y Adriana Saccone, los fiscales provinciales Luis Schiappa Pietra y Matías Edery y el fiscal de la Procunar Diego Iglesias. El punto de partida remite a los homicidios de Sergio Birri (19 de noviembre de 2019) y de Rodolfo Aguilera (17 de junio de 2020) y a una investigación entonces en curso de la Agencia de Delitos Complejos y Criminalidad Organizada del Ministerio Público de la Acusación (MPA) sobre venta de drogas y otros delitos.

Según el diagnóstico inicial, la banda de Esteban Alvarado controlaba el narcomenudeo en barrio Godoy. Nicolás “Fino” Ocampo era el encargado en la calle y los negocios se extendían al barrio Santa Lucía, en esta área bajo el mando de Claudio “Morocho” Mansilla. Hasta que llegaron Los Monos y pusieron en acción un elenco de sicarios y tiratiros coordinado desde la cárcel por Pablo Camino.

El asesinato de Ocampo en marzo de 2021 y otros episodios de violencia impusieron otro estado de situación. Las escuchas telefónicas revelaron el armado de Camino, quien firmó un acuerdo de juicio abreviado en el que reconoce los delitos imputados, y luego la participación de Vinardi y Cantero. “Al ir escalando en los mandos altos de la organización, dimos cuenta que los mismos que ejecutaban la puesta en marcha de una organización criminal en barrio Godoy, lo hacían también en la ciudad de San Lorenzo”, señalaron los fiscales Kishimoto, Iglesias y Matías Scilabra en la requisitoria del juicio. 

Las escuchas telefónicas son el corazón de la prueba contra los acusados. En las primeras audiencias se pasaron conversaciones donde MacCaddon instruye a vendedores para advertir a posibles competidores: “Vos trabajás para el Pato (él mismo) y el Pato está con el Toro (Carlos Escobar) y con el Guille (Cantero)”, dice en uno de los diálogos. “Está clara la disputa con gente de Alvarado”, señala el fiscal Reynares Solari.

La pelea tenía más de un motivo. No solo desplazar a la banda de Alvarado del narcomenudeo —lo que se resolvió con el asesinato de Ocampo— sino también vengar ataques previos y en particular una agresión contra Leandro Alberto Vilches. Ese es el tema de una conversación del 21 de septiembre de 2021 en la que MacCaddon habla con un usuario no identificado y le pide datos sobre quioscos de Alvarado porque “le tenemos que dar con toda a cualquiera que enganchemos de él”. Como dato complementario, Cantero y sus interlocutores se burlaban de Alvarado llamándolo “el camionero”.

El fiscal Reynares Solari dice que en numerosas conversaciones los involucrados “se pelean por el favor del jefe: todos intentan ser más canteristas que el propio Cantero”. Un audio enviado por el locuaz MacCaddon al más circunspecto Guille parece notable al respecto:

—No nos conocemos pero yo soy bien leal, yo soy real, voy de frente, no chamuyo, no miento, canto la papa. ¿Tengo la facilidad de hacer negocio? Sí, de mucho, estamos hablando de un negocio grande, ¿entendés? Por eso te lo quiero ofrecer a vos, para que vos me des el apoyo y yo te voy pasando para allá. Por eso te digo, de lo que te daban, te daban 600 lucas, te damos 1 millón por semana. Después, a medida que vamos avanzando, vamos a ir subiendo.

MacCaddon también envía un audio a Vinardi. El tema es la distribución de drogas en San Lorenzo y Granadero Baigorria y contiene alusiones despectivas a Daniel Godoy, el narco que se enfrentó con Marcelo Medrano. La respuesta proviene de Cantero:

—Como vos quieras, amigo. Vos fijate, manejate como quieras. Los muchachos te van a ayudar como vos quieras. ¿Y cómo los vas a ayudar a ellos? ¿Me entendés?

Vinardi es más preciso, en otro audio:

—Para que no andemos con vueltas, ni nada: nosotros necesitamos algo seguro porque ya tenemos algo seguro, ¿me entendés? Para avanzar con vos también tiene que ser seguro.

MacCaddon no necesita más palabras, según el audio que sigue con una declaración de vasallaje hacia Cantero:

—Dale, amigo. Lo que yo quiero es que todo el laburo te llegue a vos, que los negocios que yo agarre te lleguen a vos.



De corte piramidal


Un “imputado colaborador” prestó declaración bajo reserva de identidad y aportó detalles sobre la venta de drogas en San Lorenzo y la relación entre Los Monos y la barra brava de Newell´s. Según este informante “el dueño de la barra es el Guille”, a pesar de que Cantero se identifica como hincha de River: una cosa no quitaría la otra si se trata de negocios, al parecer.

El imputado dio cuenta de ciertas tensiones por el manejo de la barra, otro negocio controlado desde la cárcel: “Como Guille está preso van cambiando los títeres. Estaba el Ojito, el (Guillermo) Chupa Sosa (acusado por el asesinato de Nelson Saravia y asociado con el ex oficial Juan José Raffo y otros policías de Rosario). Hubo un tiempo en que el Guille estuvo sin comunicación y la banda se descajetó. El Pollo (Vinardi) agarró el mando, hizo cosas que no tenía que hacer, sumó puntos sin preguntar. Quiso ocupar el lugar del Guille y al Guille no le gustó, lo sacó de vuelo”.

El imputado agregó que en San Lorenzo funcionaban “cinco líneas” de venta de drogas, inmunes a los operativos de saturación policial que difundía la Unidad Regional XVII en los medios. Entre ellas, la que habría respondido a Cantero comercializaba unos 20 kilos de cocaína por semana; la venta se hacía por delivery y pedidos a través de WhatsApp, y el pago destinado a Guille se hacía los días 20 de cada mes en una peluquería vinculada con la compañera de Vinardi.

El secuestro de Martins, en Arroyo Seco, “no fue producto de un accionar aislado cometido por un grupo de personas que se organizó de improviso o en forma transitoria con el objeto de perpetrarlo, sino que, por el contrario, fue cometido por una agrupación criminal dedicada, entre otras cosas, al comercio de estupefacientes —al menos— en la ciudad de Villa Gobernador Gálvez”, señaló la fiscalía en la requisitoria del juicio.

La organización “se dedicó principalmente a realizar actividades de narcotráfico, lo cual generó un caldo de cultivo para la planificación y ejecución de otros delitos violentos dirigidos, en última instancia, a sostener el tráfico ilegal de estupefacientes”. Para la acusación el secuestro fue planificado para “saldar deudas vinculadas al pago de material estupefaciente entregado para la venta por los sujetos investigados” y su realización respondió a “una estructura interna bien definida, de corte piramidal, dirigida por Ariel Máximo Cantero y Leandro Vinardi quienes, al momento de la comisión de los hechos se encontraban encarcelados en el Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz y la Unidad Penitenciaria Nº 11 de Piñero”.

Cristian Avalle, Gordo Nico para sus conocidos, monitoreaba la red de venta desde el pabellón N° 7 de Piñero donde se encontraba con Axel Aldo Nahuel Vilches y Jonatan Leonardo Lencina, conocido como Joni, también acusados. Su declaración en el juicio en parte confirma la teoría de los fiscales —porque asume la organización de una red de narcomenudeo desde la cárcel— y en parte la contradice al apartar a Cantero y Vinardi de los hechos de Arroyo Seco y Villa Gobernador Gálvez.

“Es otro gran desafío para este juicio —dice el fiscal Reynares Solari—. Una prueba directa, única y definitiva del dominio de estas personas sobre las actividades que nosotros les endilgamos no hay; es una construcción que debemos hacer con lo que hablan otros, con conversaciones que ellos tienen en las que imparten alguna orden específica y con deducciones. Pero esto nos pasó con el juicio por la causa Los patrones, donde (Jorge) Chamorro daba órdenes todo el tiempo y Guille Cantero indicaba las directivas generales y las habilitaciones”.

Cantero no es precisamente explícito en sus conversaciones. “¿Qué es lo que habilita? —se pregunta Reynares Solari—. Habitualmente se lo menciona en relación con la venta de drogas, las amenazas, las balaceras. ¿El secuestro extorsivo está dentro de esos permisos?” La fiscalía se inclina por una respuesta afirmativa; Cantero negó las acusaciones y dijo que son amigos con Vinardi desde hace mucho tiempo. Vinardi y MacCaddon a su vez se limitaron a rechazar los cargos.

El fiscal Reynares Solari define con otras preguntas el trabajo por delante: “¿Cómo traducir jurídicamente esos datos para considerar a alguien autor de un hecho, cuando no lo dice con pelos y señales ni hace precisamente un arqueo de caja al fin de cada día para ver cómo le fue en el negocio? ¿Qué espesura pueden tener las conversaciones como atribución de autoría? Eso es lo que se va a discutir en el juicio”.


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