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Política

Rossi-Villarruel, una batalla con lenguajes y discursos distintos y con un final abierto

Agustín Rossi y Victoria Villarruel hablaron idiomas distintos, y no es seguro que la franja de votantes indecisos en disputa haya sacado conclusiones definitivas después del debate de vicepresidentes. La compañera de fórmula de Javier Milei puso quinta a fondo, atropelló con su indignación, y se lució con latiguillos, rapidez, seguramente para satisfacer al tercio de votantes que ya tiene la fórmula libertaria controlado y convencido. La pregunta, sin embargo, es quién ganó en esa pequeña franja que aún piensa dónde poner su voto, y que podría volcar la balanza del día 19, hacia uno u otro lado.

Rossi fue con el plan estructurado de campaña de Sergio Massa, que hasta acá produjo el resultado asombroso de ganar la primaria con cierta comodidad el 22 de octubre, y quedar posicionado con favoritismo para lo que falta. Era el que tenía más para perder; representa a un gobierno que decepcionó, aunque, a la vez, promete un proyecto de futuro con un nuevo liderazgo, con impronta post grieta, que podría estar capturando una mayoría novedosa y diversa.

El núcleo enardecido contra el sistema político que sorprendió en agosto con el triunfo de Milei se enfrenta al desafío de superar su propio techo. Para ganar un balotaje se necesita un plus que exceda la fuerza de irrupción inicial. Con un tono alto, desafiante, agresivo, la libertaria se impuso con su velocidad de palabras, sus navajazos permanentes, al cabo la impronta fundacional de La Libertad Avanza: suprimir al rival, aniquilar un sistema de representación política que sin dudas está cuestionado a 40 años de democracia, aunque no es seguro que ese espíritu de negar toda la trayectoria de la política durante cuatro décadas, al cabo, consiga imponerse por el 50 por ciento más uno, por sobre quienes optan por mantener parte de las conquistas.



El apoyo clave de Mauricio Macri y de la candidata de JxC Patricia Bullrich a la fórmula Milei-Villarruel no estuvo presente en el debate de los vices. Villarruel se hizo fuerte en su esencia, aunque se encargó de enunciar, por caso, en los rubros educación y salud, que su gobierno no hará lo que el candidato a presidente dijo tantas veces que sí hará. Privatizarla. Rossi le recordó que está en la plataforma electoral de LLA.

Villaruel contó con la ventaja de plantarse en un territorio amigable, como un canal de televisión opositor, y sin el peso de haber gobernado nunca nada. Rossi fue legislador por muchos años de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, ministro de Defensa, y ahora mismo jefe de gabinete de Alberto Fernández.

Entre el centenar de presentes en el estudio de TN, invitados de uno y otro sector político y periodistas —Suma Política entre ellos—, los mileístas celebraron los estiletazos efectistas de Villarruel, y los rossistas la templanza del Chivo, de no caer en el barro de la agresión, gritos y provocaciones. El candidato a vice de Unión por la Patria buscó siempre enfocarse en propuestas, datos y posibles soluciones para los múltiples problemas de la Argentina. El soberano dirá, el próximo 19, quién consiguió sintonizar mejor con el pulso de ese 10 ó 15 por ciento que todavía piensa su voto. Y que será clave para volcar la elección.

Con todo, el debate fue debate en algunos momentos. Villarruel anunció que su fuerza política bajará “inflación de un hondazo”, una ilusión de muchos argentinos que, sin embargo, sólo se concretó durante la década de los 90 y con una política que provocó dramáticas consecuencias. “La inflación no se baja de un hondazo” recogió Rossi la expresión campera de la mujer criada y formada ideológicamente en una familia militar.

“¿Está de acuerdo o no con liberar a los militares condenados por delitos de lesa humanidad?”, apuró el santafesino, en uno de los momentos más altos de la noche. Villarruel evitó definirse y replicó con el discurso condenatorio de la violencia de las organizaciones guerrilleras de los años 70.

Villarruel se repitió en la calificación de “todo lo que diga Rossi es mentira. No escuchen nada de lo que va a decir Rossi”, pidió.

En el minuto final, el santafesino encontró su mejor momento: fue cuando definió el proyecto de Massa: unidad nacional, mantener los derechos civiles, sociales y económicos de las mayorías, e ir de frente contra los problemas estructurales nunca resueltos en 40 años de democracia. La moneda está en el aire. Dos mundos antagónicos confrontan, tal vez, como nunca antes en la Argentina.


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