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Sociedad

Superpoblación de palomas urbanas: un fenómeno de años al que no se le encuentra la vuelta

La superpoblación de palomas en Rosario es una problemática de largo rato. Desde la Dirección de Control de Vectores municipal informaron que ingresan dos reclamos formales por semana. En ese marco, el concejal Miguel Tessandori presentó un proyecto que busca controlar la natalidad de estas aves impregnando su alimento con anticonceptivos, pero desde el Municipio indicaron que ya hay un plan similar en marcha aunque reducido a algunas zonas específicas. Daños materiales, excrementos en edificios históricos y hasta transmisión de enfermedades son algunas de las consecuencias de este fenómeno. ¿Qué pasa con las palomas en la ciudad?

El programa de control de palomas urbanas presentado en el Concejo busca evitar que la superpoblación se convierta en plaga. La metodología es sencilla: propone alimentar a las palomas con granos impregnados de Ornisteril, una sustancia hormonal que inhibe la fecundación y que en el mediano plazo podría disminuir la cantidad de ejemplares en nuestra ciudad. Pero para lograr ese objetivo la iniciativa plantea una serie de estudios previos para determinar en qué períodos del año es conveniente aplicarlo, en qué lugares esparcirlo, con qué lapsos de tiempo, y hasta un trabajo de concientización de la ciudadanía sobre el tema. 

Tessandori explicó que se trata de una modalidad utilizada en distintos lugares del mundo para combatir la proliferación de palomas. Como ejemplo destacó el caso de Ginebra, en Suiza, donde el uso de Ornisteril permitió reducir la población de palomas de forma considerable. “Había 40 mil ejemplares y quedaron 15 mil en unos años. Y ahora lo tienen estabilizado en 5 mil palomas, que es un número controlable”, explicó. 

El concejal también se refirió al impacto de este fenómeno en la higiene urbana de la ciudad y los daños materiales que se generan en los edificios históricos que son los que rodean las principales plazas de Rosario. “Las heces de las palomas son corrosivas, además de que el aspecto se afea permanentemente”, expresó y agregó: “Lo que pasa en la peatonal Córdoba es un claro ejemplo de la suciedad. Y tampoco permite aplicar un plan de limpieza porque la cantidad de palomas te satura”. 

El proyecto ya fue tratado en la comisión de Ecología y Ambiente y si se aprueba deberá pasar a Presupuesto para su análisis. La iniciativa tiene un antecedente muy similar presentado en 2012 por el entonces concejal Jorge Boasso, pero que a pesar de diversos intentos nunca llegó a aprobarse.



Lo que ya se hace


Desde el Municipio reconocen que en los últimos años se ha dado un “desborde poblacional” de palomas. En los últimos dos meses se registraron de manera oficial dos reclamos semanales vinculados a la población de palomas en la ciudad. Se trata de un fenómeno que responde a múltiples causas, desde la falta de depredadores naturales, hasta cierta imagen benévola del ave, vinculada a la idea de paz, que quedó instalada en la sociedad. “Todo eso lleva a que la gente les brinde alimentos, protección, un lugar para que estén y que contribuyó a que la población se vaya acrecentando año tras año”, evaluó Carlos Tasinato, director de Control de Vectores de Rosario.

Por eso no es raro que surjan iniciativas legislativas al respecto. La curiosidad es que la ordenanza que impulsa Tessandori en el Concejo, en parte ya está siendo aplicada desde el Ejecutivo local. Según contó Tasinato a Suma Política, desde hace aproximadamente un año se inició un programa de alimentación de palomas en algunas plazas de Rosario con el objetivo de que ingieran Nicarbazina, un antiparasitario que aplicado en ciertas dosis cumple una función anticonceptiva. En principio se trata de una prueba piloto aplicada en algunas plazas de la ciudad: Montenegro, Pringles, Sarmiento, San Martín y del Foro, pero la intención es llegar a más lugares. 

“El uso de los anticonceptivos es bueno porque estamos apuntando a bajar la población. Pero eso no sirve si tenés gente que va a darle de comer a las palomas, porque se puede llegar a establecer una competencia por el alimento. Vos le tiras una miga de pan y quizás prefieran eso antes que el grano con los anticonceptivos”, explicó el funcionario y agregó: “Son resultados que se ven a largo plazo. Pero hay que comenzar a utilizarlo con un mayor alcance. Es relativamente poco tiempo un año”. 

No obstante, Tasitano insistió en que no basta con la puesta en marcha de una sola medida aislada, sino que se deben instrumentar distintos procesos para lograr un combate efectivo: “Si no cambiamos un poco la mirada que tenemos acerca de las palomas va a ser realmente más problemático de lo que tenemos hoy en día. No hay un consenso claro actualmente en qué hacer con las palomas y cómo verlas. Yo tengo reclamos por palomas todos los días, pero también llegan denuncias porque en algunos lugares las cazan, o vemos que hay vecinos que las alimentan. Entonces es bastante contradictorio el tema en algunos aspectos”. 



Otras experiencias


En la ciudad conviven distintos tipos de palomas, pero la más común es la paloma bravía (Columba livia), de color gris con reflejos verdes y púrpura en el pecho. Es una especie introducida desde el norte de África y gran parte de Europa, y que encontró en los grandes centros urbanos un buen hábitat: edificios dónde construir sus nidos, alimento y temperatura más calientes que en las zonas rurales. Y eso fomentó su reproducción. 

El observador de aves Pablo Capovilla ve con buenos ojos la intención de intervenir en la etapa reproductiva del animal. “Es sumamente ético, porque no estaríamos saliendo a cazar palomas, sino que estás cortando la reproducción”, consideró. Pablo trabaja en el Jardín Botánico de la ciudad de Santa Fe y asegura que el fenómeno no es propio de Rosario: “Cuando me preguntan por qué hay tantas palomas en Santa Fe los mando a ver Google Maps. Uno saca el zoom de la ciudad y se da cuenta de que los bosques que había desaparecieron. Básicamente le estamos dando un lugar para dormir”. 

Además de sus consecuencias materiales, el especialista puso el foco en el impacto sanitario del fenómeno con la transmisión de enfermedades. Una de las más conocidas es la psitacosis, una infección aguda causada por un tipo de bacteria que se encuentra en las heces de pájaros infectados y que puede transmitirse a los humanos. Pero también hay otras infecciones virales y bacterianas que resultan problemáticas cuando se tiene contacto con los excrementos de la paloma. “El problema sobre todo es la conglomeración de aves porque se genera mucho estrés. Y cuando hay estrés, esos sistemas inmunes pueden enfermarse en cualquier momento”, explicó. 

En ese marco, Capovilla destacó la importancia de fomentar la investigación y contar con datos precisos a la hora de tomar medidas: “Son políticas que requieren un esfuerzo y un gasto muy grande y quizás estás interviniendo en una pequeña porción que no representa nada dentro de la población total que hay en la ciudad. Y si los resultados no son tangibles, se le puede terminar quitando la financiación al proyecto”. 

Como estudioso del tema ha seguido de cerca otros intentos por achicar la población de palomas, la mayoría sin grandes resultados. En algunas ciudades se optó por sacar los huevos de los palomares y reemplazarlos por huevos artificiales, con la intención de bajar la reproducción. Pero es un trabajo que termina demandando mucha mano de obra y que opera sobre un lugar en concreto con un impacto muy bajo. 

También hay experiencias de ciudades que buscaron instalar en sus ecosistemas aves rapaces para ahuyentar a las palomas, pero tampoco tuvo los efectos esperados. “Conozco métodos de todo tipo. Se ha probado con distintos sonidos, rayos láser, y hasta gente con palos que pasa haciendo ruidos. En Rafaela hay un pelotón que recorre el microcentro, a la tardecita, haciendo ruido para que las aves se vayan a otra parte de la ciudad”, recordó. 

Incluso en el ámbito arquitectónico se han empezado a modificar algunos aspectos, sobre todo en las terminaciones donde fue ganando terreno lo diagonal, para evitar que queden rincones libres donde los pájaros puedan anidar. Así como también la confección de pinches o púas para impedir que las aves se posen en las edificaciones. Pero es más de lo mismo: se resuelve el problema momentáneamente para el frentista, no para la ciudad. 

“La verdad es que es un tema fundamental. Yo creo que el primer paso que hay que dar es el estudio; analizar cómo están compuestas las faunas de las ciudades. Para eso son muy importantes los clubes de observadores de aves, para conocer cómo está compuesta la población de palomas de la ciudad y saber cuáles son los núcleos de concentración más importantes. Y en base a eso tomar acciones. Y, sobre todo, terminar con eso de alimentar las palomas”, remató. 


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