Un científico argentino trabaja en la personalización de los tratamientos para cáncer colonrectal, aplicando en la clínica un modelo que utiliza a las moscas de la fruta (drosophila melanogaster), para recrear el tumor, detectar sus mutaciones profundas e identificar las drogas que lo controlan. Nahuel Villegas es licenciado en genética y doctor en ciencias naturales, dirige el laboratorio de una startup en Londres, y no pierde la esperanza de ser profeta en su tierra, donde el Conicet rechazó el proyecto que hoy recibe apoyo del gobierno británico.
La observación casi centenaria de la mosca de la fruta devino en objeto de estudio para distintas investigaciones. Villegas trabajó durante varios años en estos modelos desde la academia y ahora lleva a la clínica la tecnología que patentó el Hospital Mount Sinai (Monte Sinai) de Nueva York, donde se realizaron los primeros ensayos clínicos. Los trabajos con las drosóphilas están publicados en Nature y Sciencia Advances, entre otros papers científicos, que dan cuenta de distintas preguntas de investigación y desarrollos sobre el tema.
“Lo que hacemos nosotros es utilizar nuestro modelo de moscas de la fruta que es lo más innovador, para desarrollar tratamientos que se ajustan a cada caso individual, cada persona es distinta y cada tumor también, por ende cada uno necesita un tratamiento ultrapersonalizado para tener mejores beneficios terapéuticos”, explicó desde Londres a Suma Política el genetista, que nació en General Alvear, Mendoza, y cursó su licenciatura y doctorado en las universidades de Misiones y La Plata; educación pública y gratuita, destaca con un acento que refleja las huellas de ese recorrido geográfico vernáculo. En el exterior se perfeccionó en Edimburgo y Alicante, Escocia y España, respectivamente.
En la actualidad Villegas reside en Londres, donde dirige el laboratorio de la startup Vivan Therapeutics, de la que también es miembro el biólogo Ross Cagan que estudio y perfeccionó la técnica con las drosophilas en el Mont Sinai. En la empresa londinense, el científico argentino trabaja en el desarrollo de tratamientos personalizados para personas con cáncer, usando moscas transgénicas (drosophila melanogaster), junto a un equipo que integran genetistas, biólogos y bioinformáticos.
El avatar impensado
Por asombroso que parezca, el trabajo con moscas está avalado por una larga tradición, ya que fue el primer organismo modelo que se utilizó en análisis genético y con el que se establecieron las bases de la herencia. Se reproducen por miles, esto las hace económicamente viables en las experiencias de laboratorio, lo que permite estudiar mutaciones y procesos, y hasta estuvieron en la base de investigaciones que hicieron adelantar varios casilleros a la ciencia.
Ahora las drosophilas son protagonistas en la tecnología que permite recrear en ellas el tumor que tiene el paciente, después de estudiar sus mutaciones genéticas profundas, y así alimentarlas con las drogas potencialmente efectivas, hasta dar con la o las indicadas, al comprobar que la patología se redujo o desapareció en la mosca. Por esta función que cumple la mosca, por ser reflejo del paciente, los científicos la llaman avatar, un rango inesperado para el insecto más rechazado en la vida cotidiana.
La síntesis de la tecnología así presentada lleva en sus pliegues los recorridos científicos de numerosas investigaciones, que fueron generando las herramientas que hoy la hacen capaz de enfrentar a tumores sólidos, en especial, los colonrectales. No se trata de un nuevo tratamiento sino de dar especificidad a las drogas que ya utiliza el oncólogo, a quien se le entrega la recomendación surgida de una experiencia biológica, ocurrida con los avatares en el laboratorio.
¿Cómo funciona en la práctica? ¿Dónde y por quiénes? En la práctica, se toma una muestra de sangre y una biopsia del tumor del paciente, que puede estar en cualquier parte del mundo, para identificar todas las mutaciones que produce, y que pueden ser decenas, de las que importan un número más pequeño. El siguiente paso será describir la secuencia genética, algo que pueden realizar genetistas de la ciudad donde resida y se esté tratando el paciente. Los datos así obtenidos son los que viajarán a Londres.
Allí comienza el trabajo en el laboratorio de Vivan Therapeutics. Luego de identificar las mutaciones, se las introducen en la mosca a través de herramientas genéticas altamente sofisticadas, que sólo se pueden hacer en estos organismos. La drosophila genera un tumor genéticamente similar al del paciente, es decir será su avatar.
Cuando las moscas desarrollan el tumor, se las alimenta a través de robótica con las drogas potencialmente aptas para atacarlo, esto permite individualizar cuáles son las que están resultando efectivas. Con esta información en la mano, se diseña el combo personalizado de drogas para el paciente. Un cuerpo médico avala las drogas seleccionadas y entonces, se le ofrece esta recomendación al oncólogo que está tratando a esa persona.
El hecho de que la técnica utilice la secuencia genética del tumor individual lo hace independiente de un estudio clínico experimental/control, ya que se comprueba estudiando la acción de dos mil drogas aprobadas por la FDA (Administración de Alimentos Medicamentos de Estados Unidos), sobre el sustrato animal (unas 500 mil drosophilas): las que curan o reducen el tumor se identifican como las adecuadas para el paciente, explicó el médico que preside la Asociación Civil de Investigaciones y Desarrollo en Salud (Acindes), representante de Vivan para Latinoamérica, Jacobo Tieffenberg.
“En esta tecnología la eficacia se demuestra a través de la casuística, es decir frecuencia de casos que a pesar de ser individuales, pueden mostrar similitud en la secuencia genética y por lo tanto en la droga que se aplica, acortando los tiempos de espera”, detalló y dijo que ese registro habilitaría en Argentina, la aprobación por parte de la seguridad social, de las recomendaciones terapéuticas que surjan de esta técnica. “Esta aprobación tiene que ver exclusivamente con el acceso a la cobertura y no con la técnica en sí que no requiere aprobación porque ya se aplica en Londres”, enfatizó.

En Argentina
El pasado 16 de noviembre Villegas y Tieffenberg presentaron el tema en el Hospital de la Universidad de Cuyo, Mendoza. Pero no fue la primera vez, durante la pandemia hubo zoom con la Asociación de Oncólogos, convocada por el doctor Matías Chacón del Instituto Fleming. Para los especialistas consultados, en la actualidad, la técnica es una opción terapéutica posible para los pacientes que dejaron de responder o no responden a la terapia estándar.
“Aún no ha sido aplicada en Argentina, pero la idea es poder hacerlo en forma global, incluyendo nuestro país”, dijo Villegas para quien siempre estuvo latente la idea de radicar sus investigaciones en el país. “Estamos haciendo contactos con médicos oncólogos y clínicas locales para explicar e informar de esta nueva tecnología para identificar tratamientos personalizados, y con la idea también de entender el funcionamiento del sistema local en cuanto a regulaciones y protocolos”, explicó.
Para Villegas, a nivel personal “es muy gratificante y emocionante tener la posibilidad de poder trasladar muchos años de investigación académica al mundo clínico y poder usar la experiencia adquirida y el extenso trabajo científico, para ayudar a personas reales y concretas, pacientes con cáncer en necesidad de mejorar alternativas terapéuticas”, comentó. Y recordó que entre 2017 y 2019, el Conicet rechazó su proyecto que hoy recibe apoyo oficial en Londres.

Tratamientos individualizados
Para Tieffenberg, Vivan Therapeutics, el laboratorio biotecnológico que representa, perfeccionó una tecnología que permite testear in vivo, miles de drogas y sus combinaciones, lo que hace posible llevar adelante tratamientos farmacológicos más eficaces con un criterio individualizado.
“Es muy sencillo participar de nuestro programa, no se requiere instalar ningún tipo de laboratorio en Argentina, simplemente se necesita tomar una muestra del tumor”, explicó sobre el primer paso que se realiza con el oncólogo tratante. Además dijo que con esa muestra, los laboratorios de genética que hay en el país pueden ser orientados en “la búsqueda de secuencia genética profunda y enviarla a Vivan que realizará el resto del trabajo”.
Tieffenberg, que de 1984 a 1992 fue asesor de la Comisión de Salud y Asistencia Social de la Cámara de Diputados, destacó la precisión de esta técnica: “sólo con tener un papel con la secuencia encontrada en el tumor del paciente, se busca por inteligencia artificial en todas las drogas aprobadas cuál es la que mejor funciona en su caso”, enfatizó.
En su exilio posterior a presidir la Federación Universitaria Argentina (FUA), Tieffenberg reinició su carrera en Estados Unidos y fue becado por la Escuela de Salud Pública de Harvard, allí obtuvo máster en Salud Pública y en Políticas y Gestión de la Salud. En la actualidad preside Ancides, que ya tiene más de tres décadas, con sedes en Buenos Aires, San Pablo, México y Madrid y es vicepresidente de la Editorial AWWE, dedicada a la formación médica. En su faceta de escritor, además, obtuvo premios por sus cuentos “La Cosecha” y “La Mendiga”, y en la última Feria del Libro presentó su primera novela “La herida incurable”, con el trasfondo de “una de los tantos momentos en que la Argentina perdió el tren cuestionando la, en ese momento, vacuna recombinada contra la rabia”, explicó.
No es una mosca cualquiera…
Las moscas de la fruta o del vinagre, cuyo nombre científico es drosophila melanogaster, son delgadas y largas con ojos grandes, tienen un ciclo de vida de diez días y una hembra puede poner hasta 500 huevos en una semana. En los laboratorios se las estudia desde hace casi un siglo y su genoma, con unos 15 mil genes, fue uno de los primeros en ser descifrados. A pesar de su condición vulnerable frente al palmetazo violento, el insecto de dudoso prestigio sobrevolando una sopa, formó parte de trabajos premiados en fisiología y medicina.

