Volver al aislamiento: por qué tomar una medida para evitar el colapso llevó tanto tiempo
Redacción Suma Política
Es casi una fase 1, una cantidad de restricciones parecidas a las de la primera etapa de la cuarentena, pero con el fastidio de varios meses a cuesta, el humor social desgastado y la actividad económica por el piso. Esa es la nueva realidad que se vive desde hoy y por 14 días en el Gran Rosario y otros cuatro departamentos de Santa Fe. Con medidas que la provincia intentó resistir hasta que pudo, pero que no alcanzó a eludir después de una multiplicación exponencial de casos de Covid, con una tendencia que los expertos no dudan en definir como “espantosa”.
Tal vez por eso, entre que resultó evidente que había que retroceder de fase o adoptar estas restricciones, pasó tanto tiempo. Porque nadie se quería hacer cargo de tener que decirlo. Y a la hora de los esperados anuncios no se anunció nada (la difusión llegó después por placas), se evitó hablar del retroceso de fase y el costo político a la hora de las exposiciones a la prensa corrió por cuenta del ministro Roberto Sukerman y el intendente Pablo Javkin.
En el medio, el Gobierno santafesino convocó dos veces a los expertos, consultó a los intendentes y presidentes de comuna, dialogó con legisladores, llegó a Rosario el ministro de Salud nacional, Ginés González García, se hicieron encuestas telefónicas para saber qué piensa la gente, y los gastronómicos armaron un bar de protesta a las puertas de la Gobernación.
Mientras, las restricciones que se oficializaron anoche se fueron filtrando por la vida real: la Universidad suspendió a la mañana por 14 días sus actividades y el comercio se preparaba con poco humor para lo que vendrá desde hoy, aún antes de que las limitaciones fueran anunciadas. Es que este parate será como un shock para la gastronomía y el comercio que apenas habían vuelto a tener un pequeño envión.
“O lo decidís vos o lo saco por decreto”, le había dicho el presidente Alberto Fernández al gobernador Omar Perotti hace unos días en Puerto San Martín en la previa del acto por la hidrovía. Desde ese momento las horas estuvieron contadas, pero la brasa seguía caliente.
Aunque a esa altura todavía no habían vuelto a Fase 1 once provincias argentinas, ni Santa Fe había superado a Córdoba en la cantidad de casos, ubicándose con más de diez mil contagios como tercera jurisdicción con mayor cantidad de positivos, después de Buenos Aires y Capital Federal. Ni Rosario había superado los 5000 casos.
“No se puede quedar bien con todos. Tampoco no hacer nada y menos que te puteen de todos lados”. Con ese escenario, tironeado entre el gobierno nacional y los intereses de la provincia, el gobernador Omar Perotti salió a buscar aceleradamente algún consenso para avanzar en medidas más restrictivas y volver a implementar en la provincia una cuarentena administrada, más cerca a la odiosa Fase 1, la del aislamiento social.
“Por no perjudicar más a la economía, hace una semana se dio un pequeño pasito atrás y volaron los casos, aunque igual todos se quejaron. Ahora no quedaba otra”, reflexionan cerca del mandatario provincial que fue madurando lentamente una medida inevitable.
Cambió el escenario de la pandemia en Santa Fe. El ritmo de contagios se disparó y en el horizonte no hay un paraíso. “En el mejor de los casos, se vienen dos meses complicados”. Ese es el diagnóstico crudo de los expertos. “Estamos en el inicio de un tránsito hacia el pico”, fue la manera en la que las autoridades provinciales definieron esta etapa de contagio creciente y acelerado.
Ni siquiera hicieron falta los pronósticos de la ministra de Salud que desde julio viene corriendo el horizonte de la pandemia de mes en mes. Una predicción que parece destinada a fallar en la medida que es imposible de realizar porque depende de variables móviles que no se controlan.
Con la decisión de las últimas horas, la provincia apunta a reducir la circulación de gente y a darle un respiro al sistema de salud. La economía, otra vez, tendrá que sacrificarse.
Es que hay momentos en que manda el orden de prioridades. Temen en el Comité de Crisis que si se mantiene el actual nivel de crecimiento de casos, el sistema colapse. Y llegados a ese límite, sólo se podrá atender la emergencia como se pueda. En la última semana hubo más casos en la provincia que en todo el resto de la pandemia. Y el pronóstico es de duplicación semana a semana.
Cerrar la actividad en la provincia era una medida pedida a gritos por los expertos en salud que asesoran al gobierno santafesino, y hasta había una cierta presión a nivel nacional, ya que con escenarios parecidos restringieron a Buenos Aires y otras provincias. A último momento, salió del grupo de riesgo el Gran Santa Fe, por la evidencia de mejores números y la presión de su famoso lobby capitalino.
Hace una semana nomás, el gobierno nacional opinó que la provincia de Santa Fe debería volver a la fase del aislamiento social, pero aclaró que “hay un compromiso de las autoridades provinciales” de mantener el distanciamiento e informar cualquier situación de “alerta epidemiológico”.
A esa altura, en el Gran Rosario, ciudad de Santa Fe, San Lorenzo, Casilda y Venado Tuerto ya hacía bastante que se había detectado la transmisión comunitaria del virus. Para la Nación eso era suficiente para afirmar que Santa Fe no cumple con los requisitos para estar en la fase de distanciamiento social.
Ahora, la decisión de Perotti ya provocó reacciones en el arco político de la provincia. El diputado nacional Federico Angelini aseguró que “la gente ya no cree en la palabra de las autoridades”; desde el Frente Progresista, el diputado provincial Pablo Farías sostiene que el mayor déficit del Estado provincial es “no construir salidas para los sectores más castigados por la pandemia”, mientras que para el peronista Luis Rubeo “este gobierno está lo más cerca que se puede con una recaudación que cayó el 45%”.
¿Qué pasó?
A pesar de que los indicadores desde hace un tiempo no eran buenos, había más camas disponibles en el sistema de salud. “Seguimos contando con camas, pero se van restringiendo”, advirtió hace unos días la ministra de Salud, Sonia Martorano.
La curva se aceleró en el sur de la provincia. Rosario en las últimas dos semanas sumó más de 2000 casos, una cifra demasiado alta y con tiempos de duplicación que aceleraron de 15 a 9 días.
Otro dato para sumar alarma es la gran cantidad de contagiados asintomáticos. Se calcula que por cada caso positivo puede haber entre dos o tres casos no detectados.
El panorama no es alentador. Hay tres indicadores para medir el agravamiento de la situación: más del 80% de las camas ocupadas, el ritmo de duplicación de casos, y que de cada cien testeados más de la mitad da positivo. El sur es lo más complicado, otras zonas de la provincia tienen otros datos.
La buena noticia es que el índice de letalidad en Santa Fe es muy bajo: del 1,05 por ciento. Pero eso se debe a que toda persona que requirió atención sanitaria la tuvo. Eso puede cambiar si no se toman medidas.
El problema son los recursos humanos. De eso se habla cuando se dice que no hay que estresar el sistema de salud. “No se puede formar en cuatro meses en el manejo de respiradores”, afirman los entendidos y avisan que “ya se tomaron las medidas que se pueden tomar: los intensivistas de pediatría por ejemplo y de otras especialidades de los sanatorios provinciales ya fueron afectados centros de atención de Covid”.
Aseguran que el nivel de testeos es bueno: ya superan más de mil por día y los centros de análisis a esta altura analizan más rápido. Hay cuatro centros y dos en proceso. Y se duplicaron las camas de terapia intensiva desde que arrancó la cuarentena.
En el sector privado informan una menor ocupación por Covid que a nivel público (alrededor del 70% contra el 85% estatal), pero reconocen que la tendencia es creciente y aclaran que las internaciones por Covid son prolongadas: pueden incluir ciclos de diez a 30 días. “Es como si a una playa de estacionamiento por hora se la pasa a estadía: donde entraban 400 ahora caben 30”, grafican.
También coinciden en que aumentaron los casos positivos en alrededor de un 50% y que se atienden 150 pacientes por día cuando hace unos meses ingresaban entre diez y veinte.
Tranquilizan con que todavía hay cosas por hacer si este crecimiento sigue: se pueden transformar las terapias de internación y las unidades coronarias en terapias intensivas y las camas de piso a camas de terapia. El nuevo centro de atención Covid que el Grupo Oroño inauguró en tiempo récord en junio en Córdoba entre Oroño y Alvear tiene ocupadas 22 de sus 24 camas. Y en todos sus efectores de salud rosarinos atiende de manera privada a 57 pacientes Covid, de los cuales 37 tienen patologías severas.
Las medidas posibles
En el gobierno consideran que cualquier medida que se tome “es un desafío”. Reconocen que aplicar hoy restricciones semejantes a las del inicio de la cuarentena puede tener un efecto distinto, porque el hastío y el cansancio de la gente, sumado al deterioro económico de meses, influye demasiado. Esta semana se verá si la apuesta al cumplimiento fue verosímil.
Al margen, para tratar de entender por qué no frenan los contagios después de una cuarentena considerada exitosa, conviene acercarse al análisis del sociólogo Daniel Feierstein, quien apunta a una interpretación “errada sobre el comportamiento social” en el discurso de las áreas de Salud.
Algo para destacar: en Santa Fe, a diferencia del espectáculo de peleas que se ve a nivel nacional, se reconoce que hay buen diálogo entre todos los actores políticos. Aunque nadie le puede sacar al gobierno la responsabilidad que le toca.
Fue bien vista la decisión de hace una semana de no cambiar de fase, pensando en preservar la actividad económica. Hubo coincidencia en restringir la circulación de la gente y realizar actividades de 7 a 19:30. “La noche y los fines de semana es donde menos se cumplen los cuidados”, coinciden.
Esta semana hubo dos ejemplos de esa coordinación y trabajo en equipo. El martes tres ministros provinciales junto a tres secretarios del gabinete de Pablo Javkin le explicaron al sector gastronómico las restricciones de horario. Y aseguran que “hubo una sola mirada, porque en esta cuestión todos piensan lo mismo”.
Se destacaron las declaraciones del intendente Javkin, alineándose con la medida del gobernador, y en la misma semana repitieron una reunión parecida los ministros y secretarios con los dueños de las canchas de fútbol. “No es un hecho aislado, acá nadie echa leña al fuego. Hay madurez. Nadie sabía de esto, le pasó al mundo”, resaltaron.
A nivel institucional, en el comité de crisis están integrados los comités departamentales que encabezan los senadores, y también forma parte el presidente de la Cámara de Diputados, Miguel Lifschitz (esta semana estuvo representado por la diputada provincial Erica Hynes, quien habló y realizó consultas y aportes).
Cerca del gobernador Perotti ya son varios los que creen que la pandemia es una oportunidad de dar un volantazo y articular espacios de participación en la gestión. Mientras, miran atentos las medidas que se toman para evitar un conflicto social, que sostienen, al igual que el colapso sanitario, también está latente.
1) ¿Por qué fracasan las estrategias para frenar los contagios en Argentina? La respuesta tiene muchas variables pero la fundamental no es médica sino sociológica. Sale hilo al respecto. Un poco largo pero no queda otra…
— Daniel Feierstein (@DanielFeiers) September 1, 2020
2) Vale escuchar a los ministros Quiroz y Ginés para tratar de comprender el razonamiento detrás de las medidas más allá de la grieta. Al hacerlo se encuentra una lógica común a ambos, que constituye una presunción errada sobre el comportamiento social. Veámoslo
— Daniel Feierstein (@DanielFeiers) September 1, 2020
4) La premisa no es del todo incorrecta. La vuelta a fase 1 en julio demostró (siguiendo la curva de contagios) q efectivamente muchos no la cumplieron y que insistir por el camino de la prohibición no permitiría resultados positivos sin una inviable e inadmisible represión
— Daniel Feierstein (@DanielFeiers) September 1, 2020
6) Aunque eso podría sonar plausible (no sensato) para quien necesita trabajar porque podría verse sometido al hambre o a la pérdida de bienes, en modo alguno explica el caso de quien sale a tomar una birra, hace el asadito con los amigos o visita a la tía, foco de los contagios
— Daniel Feierstein (@DanielFeiers) September 1, 2020
8) Antes de iniciar la cuarentena, escribí esto en @pagina12 donde advertía que el principal desafío para las ciencias sociales en pandemia era cómo enfrentar la negación y la proyección https://t.co/Ssc6dxYKHv
— Daniel Feierstein (@DanielFeiers) September 1, 2020
10) Al cambiar la hipótesis de explicación del comportamiento, podemos entonces aventurar por qué lo que se hace sale mal. Para alguien en estado de negación, decirle que vamos mejor, q abrimos actividades y q no habrá colapso es el mejor modo de lograr que ratifiquen la negación
— Daniel Feierstein (@DanielFeiers) September 1, 2020
12) Porque después de 30 años de estudiar las respuestas ante la catástrofe, lo más regular q se puede encontrar es precisamente que la acción humana en esos casos tiende a la negación y a la proyección. Nadie quiere aceptar la posibilidad de su muerte o la de sus seres queridos
— Daniel Feierstein (@DanielFeiers) September 1, 2020
14) Es desgarrador leer los testimonios pero con una mirada más humana resulta comprensible: ¿quién podía aceptar que el destino de toda su aldea sería ser deportado y aniquilado en cámaras de gas? El enojo y el terror se proyectaban en el emisario porq la verdad era inaceptable
— Daniel Feierstein (@DanielFeiers) September 1, 2020
16) Los dirigentes políticos se encuentran así en un dilema: deben decirle a la población lo que no quiere escuchar y se arriesgan a ser el foco de odio y proyección, con lo que implica en pérdida de imagen y votos, ya que puede tener su costo político
— Daniel Feierstein (@DanielFeiers) September 1, 2020
18) Aquí los intensivistas nos gritan (como los sobrevivientes) q ya no pueden más, que no tienen cómo contener el nivel de casos diarios, pero les responden con el R de 1,0x, con la creencia mágica en q "ya llega el pico" o con la desesperanza de que "no podemos hacer otra cosa"
— Daniel Feierstein (@DanielFeiers) September 1, 2020
20) ¿Por qué bajó el pico en Italia o España? R. Etchenique lo identificó con precisión: por la "inmunidad de cagazo". El miedo de la gente pudo vencer al mecanismo de negación. Pero eso tampoco es permanente ni automático y los rebrotes lo demuestran. La negación es persistente
— Daniel Feierstein (@DanielFeiers) September 1, 2020
22) Les pido q vean los mensajes oficiales y los medios en esos países en ese tiempo. Alcaldes gritándole a la población que ya no sabían qué más hacer y que si no se quedaban de una buena vez en sus casas perderían a sus seres queridos
— Daniel Feierstein (@DanielFeiers) September 1, 2020
24) Agregar "no dejemos de cuidarnos" produce cero efecto ante lo previo. Esa parte ya no se escucha. Quienes saben nos informan q las cosas están mejor y abren actividades, por lo tanto incluso quienes no sucumbían a la negación lo hacen: "el intensivista debe ser un exagerado"
— Daniel Feierstein (@DanielFeiers) September 1, 2020
25) No estoy llamando a reproducir los gritos españoles e italianos, pero sí a comprender que nuestros principales enemigos son la negación y la proyección, como en toda catástrofe. Y que eso no se resuelve ni con camas ni con respiradores
— Daniel Feierstein (@DanielFeiers) September 1, 2020